¡No es culpa de Lincoln!
- ¡Lincoln! -gritó Lori-. Literalmente, ¿dónde han estado ustedes dos? ¿Dónde está Ronnie Anne?
Lori y Bobby voltearon hacia todos lados. No veían por ningún lado a la niña. Estaban molestos y muy preocupados.
Lincoln no les respondió de inmediato. Estaba enojado y muy triste.
Se había visto obligado a romper el corazón de Ronnie Anne. Sabía perfectamente que aquello le dolería a los dos, pero... ¿tanto?
Cuando Ronnie Anne salió corriendo, Lincoln se enfrentó al problema inmediato de superar su propio dolor y malestar. Aunque había hecho llorar a sus hermanas y sentirse mal por su culpa, nunca pensó que se sentiría tan mal al ver llorar y correr a aquella chica tan ruda y valiente. Pasó un buen tiempo intentando controlar sus propias lágrimas y desazón. El hecho de saber que había hecho lo correcto no le ayudaba en lo más mínimo.
Tan pronto como se sintió un poco mejor, dio varias vueltas por el centro comercial para localizarla. Al final, decidió que probablemente había regresado a Vanzilla con Bobby y Lori. Si no estaba allí, podría ponerlos al tanto de la situación, para que lo ayudaran a buscarla.
Pero Bobby y Lori reaccionaron mucho peor que Ronnie Anne. Apenas les dijo parte de lo que había ocurrido, cuando Lori comenzó a vociferar y a gritar.
- ¡¿Que tú le dijiste qué?!
- Solo la verdad, Lori -dijo Lincoln, asustado y sorprendido por la reacción de su hermana-. Yo... Le dije que no podía corresponder a sus sentimientos...
- ¡¿Y lo hiciste después de que te besó?! ¿Qué clase de animal eres, Lincoln?
- ¡Le rompiste el corazón mi hermanita! -terció Bobby-. ¿Tienes idea de lo mucho que ella quería verte?
- Pero... yo... Hubiera sido peor sí... -balbuceó Lincoln.
- ¡Sin peros! ¡Eso no se le hace a una chica!
- ¡Claro que no se le hace! -dijo Bobby. Y después, miró a Lori con pena y dolor - Y por eso, tú y yo debemos terminar, Bebé... Digo, Lori.
- ¡No! Pero... ¿Por qué? -gimió Lori, sin dar crédito a lo que escuchaba.
Bobby se cruzó de brazos, cerró los ojos y sacudió la cabeza.
- ¡Ya lo sabes! Nunca saldré con nadie que haya lastimado a alguien de mi familia.
- ¡Pero si yo no hice nada, Bubuosito!
Cuando escuchó a Bobby, Lincoln sintió que la sangre se le subía a la cabeza. ¿Era en serio? ¿Realmente iban a salir con esa estupidez mientras Ronnie andaba perdida quién sabe por dónde?
- ¡Oigan, oigan! ¿Podrían dejar eso para después? ¡Ronnie Anne está perdida! ¡Deberíamos ir a buscarla!
Lori se volvió hacia Lincoln hecha una furia.
- ¡Cállate! ¡Eres un monstruo! ¡Todo esto es culpa tuya! ¡Todo es por tu...
Hubiera seguido con su retahíla, pero una fuerte grito la interrumpió.
- ¡Cállate tú, Lori Loud! ¡Esto no es culpa de Lincoln!
El grito intempestivo hizo que todos voltearan. En las sombras de estacionamiento, vieron acercarse la silueta menuda de Ronnie Anne.
Más que triste, la niña se veía altrerada y molesta. Se acercó hasta quedar cerca de Lori y Bobby; su semblante se relajó un poco, y su rostro adquirió una expresión de tristeza. Hasta ese momento se dieron cuenta de que tenía los ojos hinchados.
- LIncoln no hizo nada malo. El solo... fue sincero con sus sentimientos...
La niña hizo una pausa. Para Bobby era evidente que se esforzaba por no llorar. Conocía muy bien a su hermanita, y sabía cuando sus emociones amenazaban con desbordarla.
- Nie nie... Pero tú...
Ronnie Anne le dirigió una rápida mirada a Lincoln y desvió la vista inmediatamente. No pudo evitar que una lárgima rodara por su mejilla, y eso hizo que Bobby volviera a molestarse.
- Nie nie -dijo, mientras acudía a abrazar a su hermanita-. Mira nada más... eres tan buena. Aunque yo quiera tanto a Lori... ¡No puedo permitir que nadie te lastime!
- ¡Pero Bubuosito, yo...
- ¡Ya cállense los dos! -gritó Ronnie Anne, desasiéndose de los brazos de su hermano.
Lincoln veía toda la escena sin dar crédito. Ya era sufiientemente raro que ella le quitara toda la responsabilidad por lo que había pasado. Pero además, verla imponerse a aquellos chicos mucho mayores que ella, era de verdad impresionante.
- Bobby, ¡Tú no puedes protegerme de todo! Y menos de cosas como esta. Lincoln solo fue sincero con sus sentimientos. Si él no me quiere, eso no es culpa de nadie. ¿Comprendes? Me lo dijo bien, con respeto... Y mucho antes de que yo pudiera ilusionarme.
- Nie nie... -musitó Bobby, agachándose a la altura de su hermanita y poniéndole las manos sobre los hombros. La miraba muy preocupado. Ronnie hacía esfuerzos evidentes por no llorar.
- Las cosas son así, Bobby. No siempre vas a poder protegerme. Al menos, no de esto.
Tomó los hombros de su hermano y lo miró directo a los ojos.
- Tú y Lori se aman, hermanito. No tienen por qué destruir ese amor, y menos por los problemas que podamos tener yo, o Lincoln. No sé que vaya a pasar entre Lincoln y yo, pero... él hizo bien las cosas. Era imposible que no me lastimara. El amor no se puede forzar, hermanito. Y eso también va para ti, Lori.
Lori y Bobby la miraban anonadados. Sin duda, la niña se estaba portando mucho más madura que ellos. Se volvió para mirar a Lincoln, y logró esbozar una muy leve sonrisa.
- Gracias, Lincoln -dijo en voz baja-. No te preocupes por mí. Duele, pero... hubiera sido mucho peor, si no me lo hubieras dicho.
El chico peliblanco se sintió muy conmovido. Sus ojos se nublaron. Había conocido una faceta de Ronnie Anne que jamás hubiera sospechado.
- Ojalá pronto encuentres a alguien que de verdad te ame y te merezca, Ronnie. -pensó Lincoln-. Te lo deseo de todo corazón.
***
El regreso a la casa Loud fue muy silencioso. Las cosas habían quedado aclaradas, pero cada cual llevaba a cuestas su propia tristeza; que no podía compartir con nadie más.
Sin ponerse de acuerdo, los hermanos se separaron en parejas. Lori conducía con Lincoln como copiloto, y Bobby iba atrás con Ronnie Anne. Lori los llevó a casa de la persona con la que se iban a quedar, y después siguió conduciendo con Lincoln hasta llegar a su casa.
Ni siquiera en ese momento se dirigieron la palabra. No cruzaron la mirada. Ambos tenían muchas cosas que asimilar.
Solo hasta que estaban a punto de entrar, Lori se animó a preguntar.
- Lincoln.
- ¿Sí?
La chica cruzó los dedos y bajó la vista por un momento. Miró a Lincoln con timidez, como si quisiera disculparse. Pero no lo hizo.
- Lo de Ronnie Anne...
Lincoln suspiró e hizo un ademán de alejamiento.
- No quiero hablar de eso, Lori. Fue algo... desagradable. Todavía me duele.
- Pero, ¿qué pasó? Ronnie Anne es una chica maravillosa.
- Sí que lo es, pero... Tú sabes. Por muy maravillosa que sea, no es la chica a la que quiero a mi lado.
Muy a su pesar, Lori se molestó un poco. El tono de Lincoln indicaba que no quería decirle nada más.
- Mmhh... Solo espero que Bobby lo comprenda también- dijo, mirándolo directo a lo ojos.
En ese momento, algo se rompió. Lincoln siempre le había tenido bastante miedo a su hermana mayor. Pero en ese momento, sin saberlo, ella se estaba metiendo con lo más profundo y especial de su vida íntima. Y lo peor de todo era que lo hacía porque no era capaz de arreglar la suya propia.
- Lori -dijo lentamente, engrosando y levantando la voz como nunca lo había hecho ante ella-. ¿No crees que debes aprender a resolver tus problemas con Bobby? ¿O siempre me vas a echar la culpa de sus peleas tontas porque no saben separar sus sentimientos de los de nuestras familias?
La muchacha se puso pálida. Una ola de furia la invadió desde el interior.
- ¿Cómo te atreves... -empezó, pero Lincoln no la dejó terminar. El chico alzó la voz todo lo que pudo, sin gritar.
- ¡No, Lori! ¿Cómo te atreves tú? ¿Cómo te atreves a echarnos la culpa por los problemas que no sabes resolver con tu novio? ¿Así van a ser toda su vida? ¿Que demonios van a hacer tú y Bobby cuando no encuentren nadie a quien culpar?
Lori se quedó boquiabierta, Lincoln jamás le había hablado así. Y lo peor de todo era que, a pesar de su enojo, no podía dejar de reconocer que sus palabras tenían razón.
- ¡Dios! Cómo me gustaría que tú y Bobby tuvieran la mitad de la madurez de Ronnie Anne. Esa chica de verdad vale oro, y no se merece que tú y Bobby la tomen como excusa para sus estúpidas peleas. ¡Reacciona, Lori! ¡Madura de una vez! O algún día vas a tener los mismos problemas que estoy teniendo yo.
Y sin esperar respuesta, el chico peliblanco se metió la casa; dejando a su hermana naufragar en un océano de confusiones y vergüenza.
***
Aquellas horas de espera fueron una tortura para Linka.
Al principio se encerró en el cuarto para llorar y lamentarse. Mil fantasías catastróficas pasaron por su mente. Aunque nunca bajó para despedir a Lincoln, no pudo contener la curiosidad y miró a Ronnie Anne a través de la ventana. Se sorprendió mucho cuando la vio, porque Lincoln siempre se refería a ella como una chica ruda y vestida a lo tomboy.
Pero lo que Linka vio fue a una linda muchacha morena. Menuda, pero con un cuerpo espectacular para su edad. Su corazón dio un vuelco cuando ella se acercó a Lincoln, y casi se colgó de su brazo mientras entraban a Vanzilla.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y se sentó en la cama a llorar. Comenzó a temer lo peor. Se aterró ante la perspectiva de que aquella hermosa chica le robara su amor. Después de todo, ¿a quién tenía, si no era a Lincoln? Esta versión de la familia Loud ni siquiera era nada suyo. El único sostén verdadero que tenía era su Conejito.
Durante un rato se llenó de fantasías que alimentaron su angustia. Sus ojos se inflamaron de tanto llorar. Pensó en todos los momentos mágicos que había vivido al lado de su enamorado, y se dio cuenta de que poco a poco su angustia disminuía.
El chico le había dicho que la amaba. La había llenado de besos y caricias tiernas y sinceras. Para ser justa, la cara que tenía Lincoln mientras aquella chica se colgaba de su brazo no era de gusto o admiración, sino de angustia.
Se aferró a estas ideas con todas sus fuerzas. Tenía que confiar en él.
Pero, por otro lado... ¿Qué estaría dispuesta a hacer aquella muchacha para atraer a Lincoln a su lado?
Ella era mujer. Sabía muy bien lo que otras chicas eran capaces de hacer para atraer a un chico que les interesaba. Especialmente cuando tenían armas para pelear, como la tal Ronnie Anne.
Comenzaba a angustiarse de nuevo. Las lágrimas amenazaban con brotar otra vez.
- ¡Basta! -se dijo, sacudiendo la cabeza-. Voy a distraerme allá afuera, porque si no me voy a volver loca pensando tonterías.
Para su fortuna, en cuanto bajó por las escaleras, las chicas la acapararon. Pasó toda la tarde jugando con las gemelas, con Lily, y practicando deportes con Lynn. Con tanta actividad, no hubiera tenido problemas para mantener su mente alejada de las peocupaciones. El problema fue que todas le preguntaron por Lincoln, y parecían bastante entusiasmadas por el hecho de que tuviera una cita con Ronnie Anne.
Al final, todas las chicas se dieron por satisfechas y Linka se dio una larga ducha, mientras pensaba en todo lo que implicaba esa situación.
¿Y si Ronnie Anne conseguía que Lincoln le prestara atención? ¿Y si lograba apartarlo de su lado?
¿Tendría el valor de seguir viviendo en aquella casa? ¿Para mirar a Lincoln todos los días a través de un plato de cereal en el desayuno?
Aquello no le gustaba. Sobre todo, que las cosas se dieran de esa manera y que la familia de Lincoln estuviera de acuerdo. En su interior, iba surgiendo una nueva sensación. Un destello de su antigua resolución. La determinación que creyó perdida después de todo lo que le hizo su propia familia.
Lincoln lo era todo para ella. ¿Iba a dejarlo ir tan fácilmente? ¿Iba a permitir que le arrebataran a la única persona que realmente le importaba en el mundo?
Había abandonado a su familia, sus amigos y su universo. Gracias a ello, obtuvo otra vez el amor y el afecto que le arrebataron. ¿Acaso iba a perder lo que le pertenecía, sin luchar?
Pasó sus manos por su cuerpo desnudo. Tocó sus pequeños senos y sus caderas, e hizo un mohin de contrariedad. Físicamente, no podía competir con aquella chica.
Pero había otras maneras de hacerlo. Después de todo, ella convivía con Lincoln todos los días, a todas horas. Compartía muchas cosas con él. Tenían gustos prácticamente iguales, hasta con los cómics que les gustaba leer.
Era hora de recuperar poco a poco a la antigua Linka.
***
Claro, aquello era más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo, la muchachita tuvo una idea feliz. Tan pronto como estuvo en la habitación, se desvistió hasta quedar en ropa interior, y fue directo a la cómoda en la que Lincoln tenía su nueva colección de cómics de Ace Savvy.
Lincoln le había autorizado a tomarlos desde el principio. Si no lo había hecho, era porque estaba con él y con el resto de la familia todo el tiempo.
Su ritual de quitarse la ropa le ayudaba a concentrarse. Tenía la idea de que, si empezaba a hacer otra vez las cosas que acostumbraba, su antigua personalidad no tardaría mucho en aflorar.
Le costó mucho trabajo. Se interrumpía con frecuencia para preguntarse dónde estaría Lincoln y en qué situación. Después de todo, si Ronnie Anne conseguía conquistarlo, no había mucho que hacer. Pero se obligó a continuar. No podía rendirse ahora, cuando por fin había logrado tomar una determinación.
Seguía entretenida con su debate mental, cuando escuchó voces que hablaban afuera de la casa. Se asomó por la ventana. No lograba ver quiénes discutían, pero reconoció las voces de Lincoln y Lori. Alcanzó a escuchar lo último que el chico decía, y su corazón dió un vuelco de felicidad.
¿Qué importaba lo que hubiera ocurrido? Era evidente que Lincoln estaba molesto con ella. Eso sólo podía significar una cosa: la cita había salido mal.
Escuchó el golpe de la puerta principal, y supo que Lincoln muy pronto estaría allí.
Solo por un instante, consideró la idea de esperarlo en ropa interior; pero era un truco sucio. No muy diferente al que su hermana Lori había utilizado con él. Era mejor que lo esperara como siempre, así que se apresuró a vestirse y poner en orden su cabello y la cama.
Terminó unos segundos antes de que Lincoln llegara, y permaneció sentada a la orilla del lecho. Hubiera querido esperarlo frente a la puerta, pero de pronto se sentía otra vez muy nerviosa. Su valor y resolución la abandonaron de nuevo, y podía escuchar el pesado latir de su propio corazón.
Lincoln no la hizo esperar mucho. Tocó suavemente la puerta. La niña contestó con un susurro apenas audible, y el chico entró inmediatamente, cerrando la puerta tras de sí.
En cuanto la vio, Lincoln se sintió otra vez reconfortado y en paz. El bello rostro de la niña traslucía toda su pena y preocupación. Se enterneció mucho al verla, y sintió la imperiosa necesidad de tenerla entre sus brazos.
- Lincoln... -musitó Linka, y de pronto se vio envuelta en esos brazos cálidos y amorosos.
- Te extrañé mucho, Florecita - dijo el niño, estrechándola con mucha fuerza.
Linka sintió ganas de llorar de felicidad. Sobre todo cuando las manos de su amado tomaron su rostro, y sus labios cubrieron los suyos.
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