Estrechando el cerco


Nuevamente, para cumplir con las normas de contenido de Wattpad decidí eliminar un capítulo completo, y tuve que censurar casi la mitad de este.

El capítulo faltante se llama "Intento fallido". Quienes hayan leído los otros avisos sabrán donde encontrarlo, así como la parte faltante de este.

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Clyde estaba muy molesto y decepcionado.

Desde hacía varias semanas, las cosas con Lincoln ya no eran iguales. Su amigo de tantos años ya no lo buscaba para nada en los descansos. Ni a él, ni tampoco al resto de su grupo de amigos. Ahora, Lincoln y Linka desaparecían siempre. No era posible dar con ellos en todo el tiempo que duraba el receso.

No solo eso: casi no contestaba a las llamadas por el walkie-talkie. las pocas veces que lo hacía, siempre cortaba con el pretexto de tener algo qué hacer. Ya no se conectaba a los videojuegos, y las conversaciones sobre Ace Savyy parecían ya no interesarle.

Sí. El amigo Lincoln había cambiado demasiado. Se había vuelto raro. Muy raro.

Lo peor de todo, era que no le había ayudado absolutamente nada en sus avances con Linka. La niña seguía siendo muy cordial con él; pero siempre se mostraba distante y apenas le hacía caso. Al contrario: solamente parecía tener ojos para Lincoln. En realidad, si no fuera porque Lincoln le insistió en que no había nada entre ellos dos, él hubiera jurado que estaban en plan de novios. Fueran primos, o no.

Entonces, ¿qué era lo que pasaba? Si ellos dos no tenían nada que ver, ¿por qué Lincoln se comportaba así con él? Desde que le confesó sus sentimientos por Linka, las cosas habían cambiado demasiado entre ellos.

Claro, Lincoln le había dicho que su prima en esos tiempos no estaba para situaciones amorosas de ningún tipo. Le insinuó que había vivido experiencias terribles provocadas por su propia familia. Pero la actitud de la niña ya no era propia de quien tenía un trauma. Se comportaba muy desenvuelta y menos reservada; aunque el 99 por ciento de su atención se la prestara solamente a Lincoln.

Las cosas se habían vuelto tan confusas, que más de una vez estuvo tentado a seguirlos para descubrir la naturaleza exacta de su relación. Si no lo hacía, era porque a pesar de todo Lincoln seguía siendo su mejor amigo. No podía traicionar su confianza de aquella manera; aunque se comportara como si ya no pudiera contarlo entre sus amistades.

Por otra parte, sí que tenía un poco de miedo por lo que pudiera descubrir. ¿Y si Lincoln y Linka estaban de noviazgo, en secreto?

Al pensar en ello, Clyde sacudía la cabeza. Aquello no era posible. ¡Lincoln no le mentiría! Y menos en algo tan delicado e importante. Después de todo, ¿acaso las relaciones entre primos distantes no eran legales? Lincoln sabía que podía confiar plenamente en su discreción. Ya le había ayudado con sus asuntos amorosos muchísimas veces.

Pero entonces, ¿qué estaba pasando? ¿Por qué las cosas no mejoraban con el transcurrir de los días? Y lo peor del caso era que comenzaba a obsesionarse con Linka; de una manera parecida a la que le había ocurrido con Lori. Lo malo para él, era que a Linka a veía todos los días en la escuela; y seguramente la seguiría viendo en el futuro cercano.

Aquello era muy poco saludable. En muchas ocasiones, apenas podía vencer la tentación de telefonearle a la Dra. Lopez. Su obsesión por Linka, el abandono de su mejor amigo y el comportamiento de esos dos le estaba carcomiendo la mente.

Muchas veces se preguntaba qué tenía que hacer. Seguir sobrellevando la situación hasta que no pudiera más, o hacer algo definitivo. Algo que le aclarara el panorama de una vez por todas. pero, ¿cómo podría hacerlo? Era bueno siguiendo planes, pero no para elaborarlos. Ese era justo el tipo de situación en la que pediría la ayuda de Lincoln... Solo que en esta ocasión, él era parte de su problema.

Por mucho que le costara, tendría que hacerlo por sí mismo. ¡Y rápido! Porque cada vez se sentía más obsesionado e incómodo. Todas las fotos de Lori en su habitación ya habían sido sustituidas por otras que le había tomado furtivamente a Linka.

Al final, en su desesperación, concibió la idea de preguntarle a ella personalmente. Quizá podría hacerlo de una manera tranquila y poco comprometedora. Algo así como esperar un momento oportuno en el que la encontrara sola, y preguntarle si no quería salir con él a tomar algo.

Así. Tan sencillo y respetuoso. Aunque Lincoln se enterara, seguramente no se iba a molestar. Después de todo, ¿qué tenía de malo pedirle una cita a la niña que le gustaba?

Después de todo, en caso de que le dijera que no, siempre podría tomar más sesiones de terapia. Quizá hasta podría conservar su amistad con Lincoln. Solo esperaba que, en cuanto la tuviera cerca y a solas, no empezara a sangrarle la nariz.

***

- Entonces, ¿ya está todo listo, Luan? -preguntó la pequeña princesa, intentando controlar su impaciencia.

- Sí. Mañana mismo instalaré las cámaras. Tendré un descanso de tres horas, y podre venir a la casa y hacer la instalación.

- ¡Perfecto! Con un poco de suerte, mañana mismo saldrá una grabación de lo más interesante para ti, Luan.

- Lo que no entiendo muy bien, es lo que ganas tú con todo esto, Lola. Aunque Lincoln y Linka digan chistes tan buenos mientras duermen; eso me serviría a mí, pero jamás a ti. ¿Puedes explicarme de una vez por qué me indujiste a colocar otra vez las cámaras en la habitación de Lincoln?

- Digamos... Que me gusta hacerle favores a mis hermanitas mayores -dijo Lola, intentando ocultar la mueca de satisfacción en su rostro.

- Sí, claro -dijo Luan, mirándola con suspicacia-. ¡Vamos, Lola! No recuerdo que hayas hecho nada bueno por nosotras sin un... incentivo de por medio. Si no me lo dices, puede ser que todavía me niegue a poner las cámaras, ¿sabes? Lo he estado pensando desde hace unos días, y ya no estoy muy convencida de todo esto.

- ¡¿Qué fue lo que dijiste?! -exclamó Lola, poniéndose roja de furia.

- ¡Ajá! -exclamó Luan, triunfante-. Entonces, no es que me quieras ayudar, hermanita princesita. Algo te traes, ¿verdad? No tengo idea de por qué, pero quieres espiar a Lincoln y Linka, ¿cierto?

Lola se quedó momentáneamente cortada. Por un momento, no supo que decir; y Luan aprovechó para presionarla un poco más.

- Déjate de juegos, Lola. No sé qué quieres descubrir exactamente, pero puedo imaginarlo. ¿No has pensado en que Lincoln y Linka tienen derecho a vivir su intimidad en paz? ¿A que nadie los moleste?

- ¿Qué? ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo, Luan? -estalló Lola-. Lo dices como si estuvieran casados. ¿Cuántos años tienen? ¿Y qué tal si están haciendo cosas... indebidas?

Aquello sonó muy extraño para Luan. Por increíble que pareciera, nunca había pensado en eso. pero ahora que lo hacía...

- Mmm... Así que de eso se trataba. Quieres descubrir si esos dos hacen algo que están demasiado jóvenes para hacer -dijo Luan, meditabunda.

- ¿De verdad, nunca se te había ocurrido? ¡Los he escuchado, Luan! ¡A mitad de la noche y cuando voy al baño!

Luan se quedó de una pieza. Ella no tenía idea de lo que Lola decía, porque ella no solía interrumpir su descanso nocturno con necesidades fisiológicas.

- Vamos... No puedes estar segura -dijo la comediante, dubitativa.

- Luan... Me imagino entonces que estaban platicando mientras gemían, gritaban, y pedían más, y más, y más.

Luan se puso roja ante lo gráfico de la descripción de su hermanita. Dios... ¿qué cosas estaba aprendiendo Lola en el ambiente de los concursos de belleza?

- Lola... Bueno. Vamos a pensar que te creo. Dime, ¿acaso eso es algo que nos importe? Lincoln tiene derecho a su propia felicidad, ¿no crees? Y la pequeña Linka ha sufrido demasiado. ¿No se merece también recibir un poco de... amor?

Luan estuvo a punto de reírse, pero la situación era demasiado seria. Lola la miraba como si quisiera matarla.

- ¡Oh, sí! -dijo Lola, sarcástica-. Va a recibir tanto amor, que lo devolverá todo llorando dentro de nueve meses, ¿verdad? ¿Qué crees que pasaría? ¿Crees que mamá y papá estarían contentos teniendo en la casa a un bebé que no es suyo? ¿Crees que querrían que Linka se quedara aquí, sabiendo que arruinó la vida de su hijo?

Por primera vez, Luan se puso a considerar seriamente la situación. En realidad, a ella también le parecía que la relación de esos dos avanzaba muy rápido. Todavía no podía creer que sus padres no hubieran tomado cartas en el asunto para separarlos un poco, y evitar que se metieran en problemas. Era más evidente que habían cruzado la primera base desde hacía mucho tiempo.

Por otra parte, también entendía muy bien que toda la familia le debía mucho a Lincoln, sobre todo a partir del lamentable asunto de la mala suerte. Quizá sus padres pensaban que no debían meterse con ellos por todo lo que habían hecho. Pero... ¿estaba bien que repararan un acto de negligencia con otro mayor?

Aunque Lola estuviera exagerando, no era bueno ni prudente que esos dos compartieran la habitación por mucho más tiempo. Tarde o temprano, podía pasar algo que los fastidiaría a todos. A veces era difícil y pesado cuidar a sus hermanitas cuando eran bebés. ¿Cómo se las arreglarían Lincoln y Linka con un bebé en brazos?

Claro, ahora Lincoln tenía dinero. Pero eran unos niños. ¡Unos niños! No era bueno para que pasaran por algo tan delicado como un embarazo. ¡Y más, a la edad de Linka!

Luan se pasó la mano por el rostro y apoyó la barbilla entre sus brazos.

¿Qué debía hacer? ¿Ceder a las peticiones de Lola para descubrir lo que esos dos estuvieran haciendo? ¿O negarse de plano, quedarse con la duda, y dejar que Lola recurriera a alguna hermana más paranoica, decidida y resentida?

No tenía tiempo para decidir. Lola no había dicho nada más, pero la presionaba con su mirada. Se notaba claramente que tenía muchas ganas de seguir insistiendo.

Así que tomó una decisión. No le gustaba, pero quizá era el camino menos malo de todos.

- Te diré lo que haremos, Lola: voy a instalar las cámaras y las mantendré solo por dos días. Solamente dos días, ¿entiendes? Si no descubro nada comprometedor, las quitaré. Borraré las memorias, y jamás los volverás a molestar. ¿Está claro? Pero si encuentro algo... Yo seré la que decida lo que se hace. Estás de acuerdo, ¿no?

Por el tono de Luan, Lola supo inmediatamente que lo último que dijo no era una pregunta. Pero estrechó la mano de su hermana mayor y se mostró de acuerdo.

Estaba segura de que, a más tardar la siguiente noche, la cámara registraría algo comprometedor. Y si eso ocurría... Que dios ayudara a la zorra de Linka. A pesar de lo que prometió a Luan, ella misma se encargaría de ajustar las cuentas.

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