El preludio


Aquél fue un día terrible para Lincoln y Linka. Tanto, que seguramente los dos lo hubieran recordado por mucho tiempo; de no ser porque muy pronto tuvieron que enfrentar situaciones todavía más difíciles y amenazantes.

Era viernes, y ambos habían hecho planes muy agradables para ese fin de semana. Tenían el propósito de terminar rápidamente sus tareas escolares, hacer paseos largos, citas prolongadas y alejadas de miradas indiscretas. Y en las noches, si las circunstancias lo permitían, continuarían aprendiendo juntos y disfrutando de las mieles de su incipiente relación íntima.

Pero las cosas no resultaron así. Ni mucho menos.

Para empezar, durante el desayuno, su madre les dio una noticia que cayó como bomba en la familia: ¡El abuelo Pop-Pop iba a abandonar el Asilo Sunset Canyon!

Tras el anuncio, se escuchó el ruido de varias cucharas cayendo sobre el plato de cereal. Nadie lo podía creer. ¿Cómo era posible? ¡Si el abuelo parecía tan feliz entre todos sus nuevos y viejos amigos!

Rita se encogió de hombros y negó con la cabeza.

- Yo tampoco lo entiendo, niños. En un rato voy a ir a verlo para que me cuente más -Rita sacudió la cabeza y agregó-. ¿Quién lo hubiera dicho? ¡Una cosa así, tan repentina!

- P-pero... Literalmente, ¿en dónde va a vivir ahora? -preguntó Lori, preocupada.

- ¿Quién va a cocinar para él? ¿Quién se encargará de su ropa? - preguntó Leni.

Después fue imposible comprender nada de lo que se decía, porque todos empezaron a preguntar y comentar al mismo tiempo. Al final, Rita tuvo que poner orden y repetir que no sabía nada.

- Ya les dije, niños. Voy a ir, y hablaré con él sobre este asunto. Hasta que sepa algo más, estoy tan confundida y preocupada como ustedes.

Lincoln y Linka intercambiaron una mirada significativa. El chico aprovechó que sus hermanas habían callado para preguntar:

- Mamá, ¿y dónde se va a quedar el abuelo en estos días?

- Contrató una pensión en la afueras de la ciudad, corazón. Es allí donde voy a verlo, tan pronto como ustedes se hayan ido a la escuela.

Los niños asintieron. Lynn Sr. se acercó a su esposa y le comentó en voz baja.

- Te dije que esto podía pasar, mi amor. Albert todavía tiene demasiada vitalidad. Era obvio que se aburriría sin poder gozar completamente de su independencia.

Lincoln alcanzó escuchar, y de nuevo se volvió para mirar a Linka. La niña hizo un gesto de asentimiento sin palabras.

Si todo ocurría como ellos esperaban, al día siguiente irían a hacerle una visita al abuelo.

***

- ¡Vaya! Nunca pensé que serías tan impuntual, Chandler -dijo la chica de cabello naranja, mirando al castaño con una mueca de fastidio y los brazos cruzados.

Por supuesto, a Chandler ni siquiera se le ocurrió ofrecer una disculpa. La miró con una mueca cínica, y le habló en un tono completamente despreocupado.

- Pero ya llegué, ¿no? Ahora, es mejor que me digas para qué me quieres, porque tengo que entrar a clases.

- ¡Bah! ¿Quieres hacerme creer que estás ansioso por eso, idiota? ¿Desde cuándo te importan a ti las clases? -dijo ella, con una mueca de desprecio.

- ¡Hey! No te pases de la raya, ¿quieres? -dijo Chandler, abandonando por fin su eterna expresión de suficiencia-. Bastante tengo con soportar la escuela para tener que soportarte a ti también. Sabes perfectamente que no voy por gusto. Un reporte más, y la voy a pasar mal en serio.

- ¡Oh, pobre de ti! -dijo la muchacha, con fingida conmiseración-. Si hubieras sido menos estúpido e impulsivo, hubieras evitado fácilmente esa situación, ¿no crees? Pero tenías que hacerlo todo justo a la salida de la escuela. El sitio exacto en el que era más fácil descubrirte.

- Bueno... ¡Ya! -espetó Chandler, impaciente-. O me dices que rayos te traes, o me largo de aquí.

- En realidad es muy simple, primito -dijo la chica, ignorando el exabrupto-. Te ofrezco un trato, y la posibilidad de desquitarte de alguien.

- Aja. ¿De quién y de qué se trata? -dijo el muchacho, repentinamente interesado.

- De dos ratoncitos blancos con un apellido muy ruidoso.

La expresión de Chandler cambió. Hizo el ademán de irse.

- No me interesa -dijo simplemente.

- ¿Ah, sí? ¿Entonces, vas a permitir que Lincoln Loud se salga con la suya? ¡No puedo creer que te haya anulado así de fácil!

- Cállate Paige -dijo entre dientes, con una mirada amenazadora.

- Chandler, Chandler... Primito querido. Vamos a quitarnos las máscaras, ¿de acuerdo? Entiendo que ya no estés interesado en esa mocosa. Quizá nunca te interesó, pero la viste como una muy buena oportunidad de fastidiar a Lincoln, ¿cierto? Yo sí que tengo interés por Lincoln, pero él ya no me hace caso. Hay un estorbo que se me interpone. Y tú sabes perfectamente lo que yo hago con las estúpidas que se meten en mi camino, ¿verdad?

Chandler observó el rostro demudado de su prima, y tuvo un estremecimiento de temor. Paige era de las poquísimas personas que de verdad le daba miedo. Tenía una personalidad muy especial. Demasiado, en realidad. Siempre había pensado que estaba loca: su actitud rayaba en la esquizofrenia. Cuando estabas en su gracia, era la mujer más tierna, alegre y cariñosa del mundo. Por eso había sido tan precoz, y duro de novia más de dos años con un chiquillo todavía más inocente que Lincoln Loud.

Pero cuando alguien la engañaba, la contrariaba o se interponía en su camino... Que dios lo ayudara. Se volvía una verdadera arpía sumamente peligrosa. Y era especialmente cruel y despiadada con las mujeres.

- ¿No te parece muy peligroso? Es su prima, después de todo...

- ¡¿Qué?! ¡No me digas que también eres de los idiotas que se tragan ese cuento! ¡No son primos, no pueden ser primos! Quién sabe cómo es posible que se parezcan tanto, pero puedo asegurarte que no lo son. O por lo menos, no se tratan como si lo fueran.

El chico abrió mucho los ojos. No entendía bien lo que Paige quería decir, y no estaba muy seguro de querer entender.

- Como sea. Ella jamás se va a separar de él. ¡Viven en la misma casa!

- ¡Ya lo sé, idiota! Eso déjamelo a mí. Ya tengo bien pensado lo que voy a hacer. Lo único que necesito de ti, es que me recomiendes a tus dos amigos. Esos gorilas que solo sirven para golpear gente. Necesito que ellos se hagan cargo de Lincoln mientras yo trabajo con esa tarada.

Muy a su pesar, Chandler se sintió muy interesado. Después de todo, era una magnífica oportunidad para fastidiar a Larry. Ya que los tres estaban bajo amenaza, no podía contar con sus amigos para eso, pero...

- Ya veo. ¿Sabes? Mis amigos están amenazados con sanciones. Pero creo que no tengo ningún problema para conseguir a alguien más. Alguien que puede mantener a Larry bien ocupado, y ponerlo quietecito mientras tú haces lo que tengas que hacer.

Paige miró al rostro de su primo. Conocía perfectamente esa cara de satisfacción malsana que se dibujaba en su rostro.

- ¡Perfecto! Sabía que podía contar contigo. Parece que nos divertiremos bastante, ¿verdad?

- Y que lo digas... Solo lamento tener que ser un espectador lejano de todo esto -finalizó Chandler.

- Una sola cosa. En caso de que sea necesario poner quieto a Lincoln, dile a tu... amigo que no exagere mucho. Quiero que esté aunque sea un poco presentable cuando yo llegue muy preocupada para ayudarlo. ¿Está claro?

- Eres una perra -dijo Chandler, dando un golpecito cariñoso en el hombro de su prima.

- Lo sé, primito. Lo sé -respondió ella, devolviendo el golpe con el doble de fuerza.

***

- Demonios... ¿Por qué tienen que pasar estas cosas? -dijo Lincoln molesto, ante la mirada atónita de Linka.

- Oh... Esto... ¿Qué fue lo que pasó... Linky?

Lincoln la miró, tratando de suavizar su expresión. En la escuela procuraban no utilizar sus apodos cariñosos, para evitar el máximo de suspicacias.

- Es Clyde, mi vida. Me llamó aparte para pedirme un favor. Algo que ya me había pedido antes, en realidad.

Linka enarcó una ceja.

- ¿Y de qué se trata? No recuerdo que me lo hayas comentado.

Lincoln le dedicó una sonrisa forzada. Se sentía un poco apenado.

- Perdón. Debí decirte, es cierto. Pero no lo hice porque ese mismo día tuvimos que enfrentar muchas cosas; y luego, ya no tuve cabeza para pensarlo. Fue el día de la entrevista con la doctora Lofn, el intento de cita aquel, la pelea con Lori, y luego... Tú sabes.

La muchachita no pudo evitar una sonrisa, y un leve rubor en su rostro.

- Entiendo. Entonces, ¿de qué se trata?

- Se trata de que Clyde quiere que lo ayude a conseguir una cita... Contigo -dijo Lincoln, intentando conservar la calma.

Linka abrió desmesuradamente los ojos.

- ¿Quieres decir que...

- Si. Me temo que Clyde siente algo por ti, linda -dijo Lincoln, consternado.

Linka se pasó la mano por la cara. Por supuesto, entendió inmediatamente lo que eso significaba. No era algo agradable de pensar.

No por Clyde en sí mismo. Le parecía que el mejor amigo de Lincoln era un buen chico, amable y atento. Le caía bastante bien, en realidad. Mucho mejor que Claire, su contraparte en el universo del que procedía. Pero nunca sospechó que ella podía despertar algún interés amoroso en él.

Se sintió mal con la situación. En realidad, aquello era una tragedia. Era evidente que ella por ningún motivo iba a corresponder a las intenciones de Clyde. Pero ocurriera lo que ocurriera, aquello podía suponer el fin de la amistad entre Clyde y Lincoln.

Le pidió detalles a Lincoln sobre todo lo que le había dicho, tanto la primera vez como esta. Él le contó rápidamente, y ella se esforzó por comprender y reflexionar. Cuando Lincoln terminó, Linka estaba profundamente pensativa.

- Está vez, fue mucho más directo -terminó de explicar Lincoln-. Me dijo que quería una respuesta directa. O le ayudó, o le doy una buena razón para no ayudarle; porque siente que ya no me estoy comportando como un verdadero amigo.

Linka se frotó la barbilla y asintió.

- Bueno... Entiendo que estés molesto, corazón. Pero trata de verlo desde su punto de vista. Eres su mejor amigo. Le aseguraste que tú y yo no tenemos nada que ver. Ahora yo parezco estar mucho mejor, y tú te niegas a ayudarlo. Dime, ¿qué crees que pueda pensar él sobre esa situación?

Lincoln se sintió apenado. Puesto así, no había duda de que Clyde tenía razón.

- Ay... Me temo que tienes razón -dijo, un poco ruborizado. Luego suspiró, y se cubrió la cara con las manos-. Supongo que ahora tengo que decirle toda la verdad. ¡Rayos, cuando le confiese todo, me va a odiar!

Linka lo abrazó, y estuvo a punto de besarlo, pero logró contenerse en el último momento. Era una situación delicada. ¿Acaso ella no podía ayudar de alguna manera?

Justo en ese momento, le vino un chispazo de su antiguo dinamismo. La mujer del plan por fin estaba concibiendo un nuevo plan.

- Linky... Deja que yo me encargue de esto, ¿sí? Ya sé exactamente cómo debo manejar las cosas con Clyde.

Lincoln la miró, sorprendido.

- ¿Qué es lo que vas a hacer, linda?

- Ya lo verás -dijo la chica, sonriendo-. Simplemente le diré lo que debimos decirle desde el principio. Ya sé cómo voy a manejarlo, confía en mí. Solo dile que debe encontrarme a la salida de la escuela.

Lincoln asintió, pero ya no se quedó tranquilo. Sin saber por qué, presintió que aquel día sería largo y muy difícil.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top