Viajero interuniversal

- ¿Para qué me llamaste, Lisa?

Aquella pregunta tan natural, fue el preámbulo para la más extraordinaria aventura en la vida de Lincoln Loud.

- Shhh -Lisa se llevó un dedo a los labios-. ¿Alguien te vio entrar?

- No lo creo; la única que estaba en el jardín era Lana. Creo que buscaba a una de sus ranas. Tú sabes.

- ¡Excelente! Bueno, iré al grano, unidad familiar masculina. Te necesito como sujeto de pruebas para mi último y ultragenial invento.

LIncoln sintió una estela de enojo que subía desde lo más profundo de su ser.

- ¡Adiós! -empezó a retirarse, con los puños crispados y rechinando los dientes.

- ¡Espera! -dijo Lisa, corriendo para interceptarlo-. ¡Ah, Lincoln! Ya me temía que no ibas a querer. Por eso, te haré una oferta que no podrás rechazar.

- Gracias, Lisa. Pero nada vale el riesgo de participar en uno de tus experimentos mortales.

- ¿Estás seguro? -dijo, al tiempo que retiraba la sábana que cubría una gran pila cuadrada, justo en la entrada de su búnker.

Lincoln miró, y se quedó de una pieza: no podía creer lo que veía. Tardó unos segundos en recuperar su voz.

- Es... es... ¡¡La colección completa de los cómics de Ace Savvy!!

- Así es, Lincoln. Incluyendo todas las ediciones especiales y de colección. También está la de esta semana.

Lincoln se abalanzó sobre la pila de cómics. Estaban todos, desde el número uno hasta el último ejemplar. Todos guardados cuidadosamente en bolsitas de celofán.

- Abre el que quieras, si necesitas convencerte de que son reales -dijo Lisa con una sonrisilla.

Así lo hizo, y al final abrió mucho más de uno. Lisa esperó pacientemente a que terminara su exploración.

- Lisa, ¡esto debió costarte una fortuna! ¡Tan solo esta edición limitada está valorada en 238 dólares!

- Con 97 centavos, Lincoln. No lo olvides.

- ¡Wow!

En ese momento, una profunda sospecha se abrió en la mente de Lincoln. Si sus cálculos mentales eran correctos...

- Lisa... Es imposible que esto te haya costado menos de ocho mil dólares. ¿De dónde sacaste ese dinero?

- Tengo mis medios, hermano.

- ¡Ah, no! ¿Cómo sé que todo esto no es una trampa? -dijo Lincoln, con los ojos fijos en los de Lisa-. Si no me dices cómo los conseguiste, ahorita mismo me largo de aquí.

Se encaminó de nuevo hacia la entrada. Lisa suspiró y se dio por vencida.

- Muy bien, hermano. ¿Recuerdas cuando Lucy creyó que nos había hechizado? ¿Y mi experimento fallido que se resultó ser un magnífico adhesivo?

- Sí.

- Pues me aceptaron la patente, y lo distribuí con mis contactos en la industria. Ha sido un éxito fantástico como pegamento industrial. No tienes idea de la cantidad de dinero que he ganado con el adhesivo. Gracias a eso, pude construir la máquina que quiero probar, comprar esta montaña de cómics, y tener una bonita cuenta bancaria con una cantidad de siete cifras. Suficiente para financiar esta última investigación, y más

Lincoln seguía dudando. Claro que confiaba en que el adhesivo de su hermana fuera muy bueno y tuviera éxito. Pero, ¿tanto?

Lisa lo observó, y se dio cuenta de que aún dudaba. No lograría convencerlo con palabras, así que se encaminó al teclado de su computadora y le pidió que se acercara.

- Veo que no me crees, Lincoln. Ven aquí, por favor. Frente a tus ojos, voy a mostrarte mi cuenta bancaria y mis fondos.

Lisa entró a la página de un reconocido banco internacional. Explicó y le mostró con detalle todo el proceso para entrar a su cuenta, y Lincoln se quedó patidifuso cuando observó la cantidad depositada nombre de Lisa Loud.

- ¿¡Trece millones de dólares!?

- Y va a aumentar, porque vendí la patente; pero me las arreglé para conservar el derecho a percibir el uno por ciento de las utilidades a perpetuidad -dijo la niña prodigio, evidentemente orgullosa.

Lincoln estaba asombrado. Casi parecía un sueño hecho realidad.

- ¿Por qué no nos dijiste nada, Lisa?

- Porque me abstraje. En cuanto tuve los fondos, me di cuenta de que podía realizar el sueño de toda mi vida, y no fui capaz de pensar en ninguna otra cosa que no fuera el trabajo. Por fin podía estudiar aquello que ansiaba, pero nunca tuve los medios para hacerlo.

- Y... ¿qué puede ser eso? -dijo Lincoln, intrigado.

La niña sonrió ampliamente. Sé levantó, y caminó hacia el panel de control de una extraña máquina, casi tan grande como Vanzilla.

- La existencia y comunicación con otros universos, Lincoln. La máquina que me proporcionará el Premio Nobel en la categoría absoluta. Y además, contribuiré a hacerle justicia a uno de mis grandes héroes de la ciencia: el genial Hugh Everett III.

Lincoln se quedó sin habla. Si Lisa decía la verdad, aquello era grandioso. Hasta un lego como él podía comprender las implicaciones de su invento.

- ¡Estás contemplando el Pionizador; la máquina que permite hacer portales para comunicarse con otros universos!

- Y... ¿Cómo es que puede hacer eso?

- Sería muy largo de explicar; pero resumiendo, te diré que mimifica las condiciones de las cuatro fuerzas de la naturaleza para alterar la estructura del espacio tiempo y abrir un agujero de gusano gigante que permite la comunicación interuniversal. A propósito... es mejor que no sepas cuál es su fuente de energía.

En efecto, Lincoln no había entendido gran cosa. Pero sí se imaginaba que un aparato tan grande tenía que ser muy, muy inseguro.

- Eso suena muy peligroso, Lisa. ¿De qué me sirve la colección de cómics, si me muero en el intento y jamás puedo leerla? ¿Qué tal si esa cosa no me lleva a otro universo, sino al espacio exterior donde no hay oxígeno?

- ¿Me crees capaz de semejante disparate? -dijo Lisa molesta.

- ¡Por supuesto que sí! -dijo Lincoln, tan alterado como ella-. ¿Tengo que recordarte todas las explosiones que has provocado?

Lisa suspiró y se tragó su enojo. Tenía que convencer a Lincoln y darle todas las garantías. No podría ser de otro modo.

Tomó unas sondas robot de su estantería, y le conectó unos cables.

- Lincoln... este es el trabajo más importante de mi vida. Sé que me he conducido con descuido en muchas ocasiones, pero esta vez simplemente no puedo hacerlo. Hay demasiadas cosas en juego. Aunque te resulte difícil de creer, he tomado todas las precauciones posibles para asegurar tu regreso. Además de que lo que representas para mí, no me serviría de nada enviarte y perderte junto con la valiosa información que puedes reunir, ¿no lo crees?

Lincoln emitió un bufido.

- Muy bien, ahora escúchame: he enviado estas sondas por el portal, y el hecho de que hayan regresado con bien indica que las condiciones de destino son exactamente iguales a las de nuestro universo. Vas a llegar a la Tierra, a un lugar civilizado, y te puedo decir con un 99.9% de seguridad de que es la contraparte de nuestro Royal Woods. Mira estas imágenes.

Lincoln vio las fotos y creyó reconocer la escuela, algunos chicos, y el árbol que estaba a un lado de su casa.

- Lamentablemente, las distorsiones del campo wrap impiden tener imágenes más nítidas. Pero precisamente por eso necesito que vayas.

- ¿Y por qué yo, Lisa? ¿Por qué arriesgar a uno de tus hermanos? Con todo el dinero que tienes, puedes pagar a alguien dispuesto a correr con los riesgos.

Lisa suspiró, e hizo algo que Lincoln jamás la había visto hacer antes: se quitó sus lentes, y lo contempló con una mirada de genuina consternación.

- Precisamente por eso, Lincoln. Porque eres mi hermano, y porque eres la única persona en este mundo en la que puedo confiar.

Hizo una pausa y dedicó una media sonrisa. Lincoln la miraba como si nunca antes la hubiera visto.

- Sé que presumo demasiado con mi intelecto, Lincoln. Y sé que casi nunca le he hecho justicia a tus méritos; pero sin duda eres el indicado para hacer esto. Eres fuerte, valiente, osado; y tienes grandes recursos para manejar dificultades imprevistas. Pase lo que pase, sé que estarás bien y regresarás. Y sé que sabrás guardar el secreto de lo que hago; de la gran obra de mi vida.

Lincoln estuvo a punto de ceder. Realmente muy cerca. Pero había una cosa que le molestaba.

Con solo una parte de ese dinero, Lisa pudo aliviar para siempre las dificultades económicas de la familia. ¿Por qué no lo había hecho? Sus padres siempre habían luchado y hecho verdaderos milagros para que la comida y el dinero alcanzaran para todos, incluyéndola a ella. Y Lisa, con trece millones de dólares, no había hecho nada para apoyarlos con eso.

Así que negó con la cabeza, ante la mirada incrédula de la niña genio.

- No Lisa. No lo haré.

La niña suspiró, pero aún no se había dado por vencida. Todavía tenía una carta que jugar.

- Si lo haces, además de la colección de cómics, te daré un millón de dólares. ¿Está bien?

Sin esperar respuesta, los dedos de Lisa volaron sobre el teclado de su computadora. Creó una cuenta a nombre de Lincoln y le transfirió un millón de dólares. A continuación le pidió su celular a Lincoln, hizo una llamada, y le pasó el auricular.

- Señor Lincoln Loud, la cuenta XXXX-1234-X1X2 se ha creado a su nombre con un saldo de un millón de dólares americanos. Los fondos están disponibles a partir de este momento. Cheque su correo electrónico para conocer su clave y recibir la documentación necesaria...

- Tu correo y tus claves, Lincoln. Ábrelo con tu contraseña.

Así lo hizo. Ahí estaba toda la documentación.

- ¿Qué dices, Lincoln? ¿Tenemos un trato?

Lincoln se sintió contento. No tanto por su dinero, sino porque tenía la oportunidad que siempre había anhelado en secreto: contribuir de alguna manera a que su familia siempre estuviera segura.

- Quiero otro millón, Lisa.

- ¡¿Qué?! -exclamó ella, sin dar crédito a lo que escuchaba.

- Lo que oíste: quiero otro millón. ¡Vamos, Lisa! Tienes trece, y tu cuenta va a seguir creciendo. Tú misma lo dijiste. Hasta podría pedirte la mitad del dinero, si de verdad es tan importante para ti.

- ¡Esto es una extorsión, unidad familiar mayor! ¡Un chantaje! ¡No lo aceptaré de ninguna manera!

- Borra toda mi documentación y mi cuenta entonces. ¡Ah!, y búscate a otra persona para que te ayude a explorar.

Lisa rechinó los dientes y lo miró como si quisiera atravesarlo. Hubo un instante en el que pareció que no cedería. Pero al final suspiró, y se dirigió al portal para hacer la transferencia.

- Un momento. No quiero ese millón en la cuenta que me hiciste. Abre otra, y ponla a nombre de papá y mamá.

- ¡¿Eh?! Pero... ¡Pensé que lo querías para ti! –dijo Lisa, perpleja.

- No, Lisa. Si me pasa algo, quiero asegurar a nuestra familia. Pase lo que pase, me iré sabiendo que tendrán los medios para cumplir con sus sueños, aunque quizá no pueda estar allí para ver que los consigan.

En ese momento, el aura de tristeza que los dos emanaban casi podía palparse. Lisa lo miró, y sus ojos se nublaron. Todo su enojo se había disipado. Lincoln, como siempre, se preocupaba por ayudarlas a todas.

- Entiendo, Lincoln. Tienes razón. Debí pensar en eso mucho tiempo antes.

Se acercó a su hermano y le dio un fuerte abrazo. Lincoln correspondió.

- Eres maravillosa, Lisa. Solamente necesitas que alguien te recuerde de vez en cuando lo que de verdad es importante.

- Lo sé, hermanito-dijo Lisa, limpiándose una lágrima de su mejilla-. Muchas gracias por todo; y por esto, también.

***

- No te mentiré, Lisa. Tengo miedo -dijo Lincoln. Estaba parado con Lisa en medio del patio, unos minutos antes de la aparición del portal que ella había programado.

- Llevas todo lo necesario, hermano. En esa mochila hay víveres y tabletas de vitaminas para dos días. Llevas agua, un minibotiquín, medicamentos con instrucciones, un celular con cámara de 25 megapixeles, tres baterías de repuesto, cargador, un GPS y 2000 dólares en efectivo. Si te mezclas con la gente y buscas un motel modesto, podrás dormir a cubierto sin problemas. Míralo todo, y tráeme muchas fotos, ¿quieres?

- Lo haré. -el chico suspiró-. Me imagino que todo saldrá bien. Lisa. Pero en el caso de que algo me pasara... Ya sabes qué hacer.

- Claro. Y tú recuerda que el portal reaparecerá en cuarenta y ocho horas exactas, justo en el lugar en el que salgas. Tendrás un minuto para atravesarlo antes de que desaparezca. Recuerda que las fechas podrían variar. Harías bien en averiguar cuanto antes el día y la hora exacta.

El portal apareció. Lincoln tragó saliva y se encaminó hacia aquella negrura sin forma definida. Solo un momento antes de que lo hiciera, sintió que Lisa lo abrazaba y se ponía de puntas para besar su mejilla.

- Adiós, Linky, Y gracias por todo. Sé que regresarás, sano y salvo.

Lisa nunca hacía aquellas cosas, a menos queestuviera demasiado emocionada. ¿Un mal presagio? No lo sabía. Pero ya se habíacomprometido, y no había marcha atrás. Dio un paso, y se adelantó valientementehacia el interior aquella negrura tenebrosa.

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