La chica con el traje de ardilla
El tránsito por el agujero de gusano y la llegada al universo paralelo fueron mucho más suaves de lo que Lincoln imaginó. Tan pronto como atravesó el portal, perdió la noción del tiempo; y tuvo la impresión de que había atravesado una puerta para salir inmediatamente por el otro lado.
Se deslumbró por un instante. Estaba preparado psicológicamente casi para cualquier cosa, pero al ver que su destino no se diferenciaba en nada de su pequeña ciudad, se desubicó por completo.
- Parece que Lisa se equivocó -pensó, un tanto decepcionado.
Pero enseguida notó algo que no encajaba: cuando atravesó el portal del agujero de gusano, ya eran las cuatro de la tarde. El sol estaba bien abajo en el firmamento. Aquí, en cambio, estaba muy cerca del cenit; y hacía bastante calor.
- ¡Cierto! -recordó alarmado - ¡Lisa me dijo que tenía que averiguar el día y la hora! Vamos, que esto urge.
Afortunadamente, un transeúnte con reloj pasó muy pronto; Lincoln se enteró que eran las once con treinta y dos minutos.
- Correcto -se dijo, ajustando su reloj-. Ahora sé exactamente cuándo aparecerá el portal.
Comenzó a mirar en todas direcciones, pero realmente no había nada interesante que ver. Estaba a una cuadra de su casa, en un caluroso sábado por la mañana. Ese día y a esa hora nunca había nada fuera de lo ordinario. Pasaba muy poca gente por la calle. Decidió que echaría un vistazo al equivalente de su casa en ese universo, y quizá luego iría al centro comercial de la ciudad.
En verdad quería ir a ver la casa. Lisa le había dicho que las condiciones físicas de aquel universo serían iguales, pero que era muy posible que hubiera muchos pequeños cambios. Quizá el Lincoln de aquel universo era una niña con diez hermanas, o con ninguna. O quizá podrían vivir en otra casa, y ésta estaría abandonada o habitada por otras personas. Las posibilidades eran infinitas.
Se encaminó hacia allá. Quizá había dado unos cincuenta pasos cuando vio la camioneta que venía hacia él.
- ¡Vanzilla!
Los ojos se le iluminaron por un momento. Pero enseguida se dio cuenta de que algo andaba mal. Nunca supo por qué lo hizo; ¿una premonición quizá? El caso es que dio un salto por detrás del árbol del vecino, justo antes de quedar en la línea de visión del conductor de Vanzilla.
Cuando hubo pasado, se dio cuenta claramente de que los pasajeros no eran sus hermanas. Conducían mamá y papá, sí. Pero el escándalo que hacían y sus peinados correspondían a los que había conocido en su sueño, hace ya bastante tiempo.
- Wow. ¡Así que en este universo mis hermanas son hombres! No tengo ninguna gana de toparme con ellos.
Estuvo a punto de irse por otro rumbo; pero decidió que, ahora que ya no había nadie en la casa, podría echar un vistazo y tomar algunas fotos para Lisa. Sería interesante ver el desastre que seguramente tenían en los patios.
***
En efecto, la casa era un desastre peor que el que existía en su propio universo. Sus ojos asombrados contemplaron partes de bicicleta, ropa usada, agujeros por todo el piso, y ni una señal de Charles o Cliff.
Sacó la cámara y tomó algunas fotos. Cuando se dirigió al patio lateral, vio una especie de montículo color marrón sobre el suelo. Pensó que era un montón de ropas tiradas, pero el montículo se movía acompasadamente; y de él salían gemidos y un llanto suave y triste.
Conocía aquello. Era el traje de ardilla que se vio obligado a llevar por el estúpido asunto de la mala suerte.
Enseguida se enfureció. ¿Acaso el Lincoln de esa realidad había pasado tanto tiempo con ese maldito traje? Hacía meses que su familia y él habían aclarado aquel malentendido.
Se acercó, olvidando todas sus precauciones. Con el calor que hacía, aquel traje tenía que sentirse peor que el horno de la cocina. Seguramente el Lincoln de aquella realidad necesitaba ayuda. Un poco de agua y de consuelo, por lo menos.
- Oye... ¿estás bien? -dijo con suavidad.
El bulto se movió un poco. Lo suficiente para volver la cara hacia él, y Lincoln sintió que el corazón se le caía a los pies.
Estaba preparado para verse a sí mismo en las peores condiciones posibles. Pero desde que volvió la cabeza, se dio cuenta del cabello largo y el broche color naranja que lo sujetaba. Los rasgos eran, en efecto, muy parecidos a los suyos. Pero las pestañas largas, los labios más gruesos y la carita redondeada no dejaban lugar a dudas.
El Lincoln de aquella realidad era una chica.
***
Los dos se miraron, asombrados y atemorizados. La sorpresa les impidió encontrar su voz durante varios segundos. El rostro de la chica estaba rojo y sudoroso; tenía varias heridas y uno de sus ojos hinchado y amoratado. Verdaderamente se veía mal, pero a pesar de su estado, fue la primera en reaccionar. Se echó hacia atrás y gritó con fuerza:
- ¿Qué haces en nuestro patio? ¡Vete! ¡¡Vete de aquí!!
Lincoln extendió los brazos hacia ella con las manos abiertas, para mostrarle que no llevaba nada con lo que pudiera lastimarla.
- Tranquila, por favor. ¡No te voy a hacer daño!
La chica miraba hacia todos lados, buscando algo con qué defenderse. Le dolía moverse, y se sentía debilitada por la sed y el calor; pero el miedo y la desesperación le dieron fuerzas para intentar evitar la intromisión de aquel chico tan extraño.
- ¡Vete! ¡No tienes nada que hacer en nuestra casa! ¡Auch!
El quejido se lo arrancó el intempestivo movimiento de su brazo. Al notarlo, Lincoln se sintió más conmovido que asustado. La chica necesitaba ayuda urgente.
- Estás lastimada. ¡Déjame ayudarte!
Ella jadeó, cada vez más asombrada y asustada por la extraña situación. Aquél chico que ofrecía ayudarla parecía ser su gemelo perdido. ¡Tenía que estar alucinando!
- ¡¿Quién eres tú, y por qué te pareces tanto a mí!?
- Soy Lincoln... Lincoln Loud.
- No... ¡No! –balbuceó la chica, estupefacta-. Eres... ¿Un Loud? Pero... ¿Cómo?
Lo miraba con los ojos desorbitados, y Lincoln se dio cuenta de que estaba a punto de caer en shock. Tenía que intentar tranquilizarla. Afortunadamente, se le ocurrió una idea.
- Antes de contestarte, permíteme sacar algo de mi mochila. ¡No te voy a lastimar, te lo juro! No pierdas de vista mis manos.
A pesar de la advertencia de Lincoln, la pequeña retrocedió un poco cuando lo vio poner la mochila en el piso y abrirla. Él, por su parte, le hablaba en todo momento y le describía cada movimiento que pensaba hacer.
- Toma. Es evidente que la necesitas. Toma toda la que quieras, por favor.
La muchacha miró la botella que Lincoln depositó en el piso. Hubiera querido rechazarla, pero todo su cuerpo clamaba por algo de bebida. Se acercó muy poco a poco; tomó la botella y cuando la destapó, olfateó profundamente su contenido.
Era el primer gesto amable que tenían con ella en semanas. Todos, incluyendo sus compañeros de escuela y sus mejores amigas, le habían dado la espalda; así que no se resistió mucho. El agua estaba fría, y cayó como un bálsamo en su garganta reseca.
Habitualmente hubiera sido comedida y no bebería demasiado. Pero el agua le estaba haciendo mucho bien. Casi tomó la mitad de la botella, antes de dejarla.
- ¡Aaah! Está deliciosa. Muchas gracias... ¿Lincoln?
- Lincoln Loud. Gusto en conocerte... ehhh...
- Me llamo Linka. Linka Loud. Es... Un gusto.
Lincoln le tendió la mano, y ella por fin se la estrechó.
***
- Si no fuera porque mi hermano Levi es exactamente así como describes a tu hermana Lisa... Jamás te hubiera creído una sola palabra de lo que me dijiste.
En efecto, le estaba costando mucho creer todo lo que Lincoln le había contado. En otras circunstancias, hubiera creído que aquel chico estaba completamente loco. Pero... eran demasiadas coincidencias. Y por si eso fuera poco, Lincoln se estaba portando muy amable con ella. Le ofreció la botella envuelta en un trapo para su ojo, y le dio una tableta analgésica que le quitó casi todo el dolor de sus heridas.
Lincoln tuvo una idea. Por fortuna, había traído su propio celular. Abrió la galería de fotografías y se lo tendió a Linka.
- Mira, aquí estamos yo y mis diez hermanas: Lori, Leni, Luna, Luan, Lynn, Lucy, Lana, Lola, Lisa y Lily.
Linka miró la foto detalladamente, sin dar crédito a sus ojos.
- ¡Increíble! Se parecen muchísimo a mis hermanos. ¡Levi es igualito a tu hermana Lisa!
- ¿Me crees ahora, Linka? De verdad, no tengo por qué mentirte. Estoy aquí cumpliendo una especie de misión para mi hermana Lisa: explorar este universo paralelo.
Linka suspiró, y pasó el dedo por la pantalla táctil del celular.
- ¿Puedo?
- Claro que sí.
Linka vio las fotos. En la mayoría de ellas, Lincoln estaba con alguna de sus hermanas, riéndose juntos y haciendo travesuras. En muchas se veían contentos, y era evidente lo bien que se la estaban pasando. La niña sintió tanta añoranza, que sus propios ojos se llenaron de lágrimas.
Lincoln la vio, y se animó a colocar una mano sobre la de ella.
- Fue ese maldito asunto de la mala suerte, ¿verdad?
Linka lo miró y asintió con lentitud.
- ¿A ti también te pasó?
- Sí. Pero conmigo se calmaron en unos días. Supongo... que esa es la ventaja de tener hermanas en vez de hermanos.
La niña se sonrió. Era la primera sonrisa espontanea que tenía en mucho tiempo.
Lincoln le sonrió a su vez y se sintió contento. La niña en efecto era casi idéntica a él; pero cuando sonreía, no había ninguna duda de que se veía mucho más bonita. Y seguramente él podía hacer mucho más por ella.
- Linka, dices que tu familia no vendrá hasta el anochecer. La versión de Royal Woods de tu universo parece ser idéntica a la del mío ¿No te gustaría venir conmigo al centro comercial y hacer una comida decente?
- Ehh... Yo...
- ¡Vamos! Prometo traerte de regreso mucho antes de que tu familia se dé cuenta. Solo quítate ese estúpido traje, y nadie se dará cuenta de que no estás. ¿Te parece bien?
La chica sonrío de nuevo y asintió. Eramaravilloso que, después de tanto tiempo, hubiera alguien que la tratara comoun ser humano.
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