Parte 1
Nicol miró hacia el cielo y la angustia volvió, sabía que algo importante había olvidado. Cerro los ojos y trató de recordar, pero la bulla de la ciudad le impedía concentrarse. Cuando estaba en el cerro, a orillas del rio o en el bosque todo era más fácil. En aquellos lugares había una calma única.
Abrió los ojos y suspiró, alisó su falda y volvió a su trabajo. Adoraba a los niños, le gustaba ser profesora.
Una vez que terminó su jornada se marchó del colegio y condujo fuera de la ciudad. Tener un fin de semana largo era bueno para la salud mental de los profesores y alumnos, aunque no era tan bueno para los padres. Sonrió ante esto y encendió la radio.
Llegó a la cabaña casi al anochecer. Bajó su equipaje y las cosas del supermercado. Su corazón latía como loco desde que dejara la ciudad, estaba ansiosa y nerviosa, era como si su cuerpo supiera que algo iba a pasar.
Tomó una botella de agua y una manta, salió al aire libre, camino en dirección al precipicio que había a unos minutos de su casa. Desde allí podía ver las luces de la cuidad. Se sentó en el borde como lo hacia siempre y se envolvió en el manta. Cerró los ojos y disfrutó de la calma a su alrededor.
Sintió la presencia de alguien tras ella instantes después de haber cerrado sus ojos. No se movió, ni habló, no hizo nada que la delatara ante el recién llegado. Sabía que, si se volvía, él desaparecería. Permaneció con los ojos cerrados durante interminables minutos hasta que finalmente lo sintió desaparecer. Abrió los ojos y se preguntó porque no podía recordar quien era, sabía que lo conocía, sabía que era alguien importante en su vida.
Estuvo hasta pasada la media noche en aquel lugar. al llegar a la cabaña el fuego se había apago, todo estaba en completa oscuridad, sin embargo, no tuvo miedo, sabía que estaba a salvo. Se acostó sin más demora y rogó recordar aquello que había olvidado.
Miguel sonrió al sentir la tranquila respiración de Nicol, aún no se acostumbraba a ese nombre. Se llevó una mano al pecho para tratar de calmar su propio corazón. Se sentó en los escalones de la entrada de la casa y usó sus poderes para proteger el lugar, y a ella. cada vez que ella visitaba aquel lugar, él la seguía hasta allí para asegurarse que estuviera a salvo.
Pronto sabrían que él no estaba donde debía y enviarían a alguien por él. Gabriel aún temía que dejara todo por ella. había estado a punto de hacerlo, la amaba tanto, pero no podía estar a su lado. Los ángeles no se enamoraban, pero ellos lo habían hecho y casi habían sido destruidos por su amor.
No se arrepentía de haber pedido la mortalidad para Jasiel, pues fue la única manera de evitar su desaparición. Ella había pedido la muerte con tal de no verlo perder su lugar como comandante del ejército de Dios. Él no lo permitió.
Jasiel perdió su divinidad, sus alas, su memoria y su lugar en el cielo, y todo por haberse enamorado de él. hacía más de una década humana que ella estaba entre los mortales.
Los demonios habían ido por ella en cuanto sintieron su verdadera naturaleza. Había estado dispuesto a todo con tal de protegerla. Gabriel y Raziel lo convencieron de no descender a la tierra a provocar una guerra. le sugirieron usar su poder para protegerla, pero desde la distancia. Ella jamás debía verlos, si sus recuerdos volvían, Jasiel tendría que dejar de existir. Ya no era un ser celestial, era una mortal, no podía tener tales recuerdos.
Miguel cerró los ojos y recordó lo que sentía al abrazarla, no pudo evitar las lágrimas. No sabía cómo viviría el resto de la eternidad sin ella, la amaba tanto.
Gabriel y otros arcángeles y ángeles sintieron la angustia de miguel, usaron sus poderes para encontrarlo, sabían que estaba en el mundo de los mortales. Al verlo sentado fuera de la cabaña de Jasiel y ver las lágrimas que corrían por sus mejillas se miraron preocupados. El comandante no había dejado de sufrir un solo día desde que Jasiel fuera sacada del cielo. Él no olivada su amor por ella y Jasiel parecía empezar a recordar. Aquello no terminaría bien para ninguno de ellos dos si no buscaban una solución.
Uriel dio un paso al frente y sugirió hablar claramente con miguel. Espiandolos no ayudaban en nada, algo debían hacer antes que fuera muy tarde.
Raziel, Sariel y Rafael se pusieron de pie. Aquel momento era tan bueno como cualquier otro. Serafiel abrió un portal al bosque detrás de la cabaña de Jasiel y algunos ángeles y arcángeles se dirigieron allí. Miguel se paró enseguida al sentir la presencia de los demás. Temió lo peor al sentir a tantos seres poderosos cerca de la cabaña. Rápidamente comprobó a Jasiel, luego fue al encuentro de los demás.
Lo estaban esperando.
Habían tomado la precaución de ocultar su presencia para que ningún demonio los sintiera. Miguel hacía lo mismo cuando visitaba a Jasiel. No quería que ningún mal llegara a ella.
__ ¿por qué están todos ustedes aquí? Preguntó cauteloso.
__ No hemos venido a lo que piensas, pero tampoco será agradable el tema que trataremos, contestó Gabriel.
Miguel se tranquilizó un poco, pero sabía que no le gustaría lo que le dirían.
__ ¿Eres consciente de que ella está recordando?, preguntó Raziel.
Miguel asintió.
__ ¿Sabes qué pasará si recuerda?, preguntó Rafael
__ lo sé, contestó
__ entonces sabes que es lo que debes hacer antes de que recuerde todo.
Miguel asintió en dirección a Jafiel y tragó el nudo en su garganta. Siempre había sabido que llegaría este día. Miró a los que habían descendido al mundo mortal y sabía que estaban tratando de salvarlos. Miró hacia atrás, hacia la cabaña de Jasiel y tragó el nudo en su garganta. Sabía que sus constantes visitas a Jasiel habían provocado que empezara a recordar.
__ ¿Quieres que lo haga yo?, preguntó Camael
Miguel negó tristemente. Si aquella iba a ser su última visita al mundo mortal, no quería desperdiciar la oportunidad de estar cerca de Jasiel. Usando su poder entró a la casa en compañía de los demás y fueron al cuarto donde dormía el ángel. Apenas la vio quiso correr a abrazarla. Tragó el nudo en su garganta y se armó de valor para hacer lo que debía.
Se sentó a su lado y por primera vez en diez años se permitió tocarla. No le importó la desaprobación y las advertencias de los demás. Tocó suavemente su mejilla y no pudo evitar las lágrimas. Miró su hermoso rostro para no olvidar ningún detalle. Le habló suavemente un par de veces para despertarla. Al ver sus hermosos ojos sonrió.
Ella lo miró sin entender que pasaba, luego miró a los demás extraños en su cuarto. No tenía miedo de ellos, sentía pena, muchísima pena, sabía que no los veía desde hace mucho tiempo.
__ Jasiel, la llamó miguel, ella lo miró y en aquel momento recordó todo. Quiso arrojarse a sus brazos, pero Raziel no lo permitió, usó sus poderes para mantenerla en su lugar, para que así miguel siguiera adelante con lo que debía hacer.
Las lágrimas caían por las mejillas de Jasiel, pues sabía que estaba pasando. Miguel tocó su mejilla una vez más, luego puso una mano en su cabeza.
__ Te pido perdón por lo que te haré, pero no puedo verte morir, siempre te amaré Jasiel.
Antes de que ella hablara miguel borró sus recuerdos. Remiel se acercó a ellos y manifestó una cadena de oro alrededor del cuello de Jasiel. Le dijo a Miguel que aquel objeto no permitiría que su mente volviera a recordar y la mantendría oculta de los demonios.
Ella viviría más que cualquier otro ser humano, pero ellos se encargarían de que ningún mortal se diera cuenta de ello. Miguel solo asintió. El nudo en su garganta no le permitía hablar.
__ ya es hora de irnos, anunció Gabriel, el corazón de Miguel enloqueció. Cómo podría no volver a verla nunca más.
Al ver el portal al cielo, creyó que moriría del dolor que sentía en el pecho.
Jafiel, Camael y Raziel atravesaron primero, luego miguel y el resto detrás de él. una vez fuera del portal, miguel se encontró en el medio de los 23 ángeles y Arcángeles más importantes de reino de Dios.
__ Es por tu bien, dijo Gabriel y borró de la mente de Miguel el recuerdo de Jasiel. Era la única manera de no perderlo. Su amor por el ángel era tan grande que jamás podría vivir sin ella.
Uriel lo llevó a su templo y lo dejó descansando, después volvió con los demás.
__ Él jamás debe recordar, dijo Rafael
__ Jamás lo hará, dijo con seguridad Sariel.
Los demás asintieron y se fueron a sus templos. Gabriel, Rafael y Raziel quedaron allí, manifestaron el templo de Miguel y lo vieron durmiendo tranquilamente. Por primera vez había paz en su rostro.
Se dijo que Camael tenía razón. Algunos amores eran imposibles.
FIN
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