Capitulo 1

{He decidido al menos hacer este capítulo, porqué YesseniaQuirozCribil me pidió que lo hiciera. Y por eso le dedico este capítulo}

Una tarde lluviosa, que por cada gota de lluvia que caía, sonaba contra el porta luz, que decoraba el tejado de esa sala siniestra. Un ser, se sentaba en el trono, un humano sin pizca de humanidad; buscando la manera de destruir, a un viejo amigo. A su lado izquierdo, se colocaba una figura encapuchada, sin rastro de sentimientos; al lado de el, como si fuera un soldado, a los órdenes de su maestro.

Entonces el de azul volvió a abrir sus ojos; otra vez ese sueño, otra vez esa figura, y siempre en las sedes del pie. Este se levanto lentamente de su cama, y se colocó la bandana en su rostro; no podía concentrarse en nada más, esa imagen de la figura encapuchada, salía una y otra vez. No lo entendía.

Se fue dirigiendo fuera de su habitación, quiso ir a la cocina, pero algo le hizo cambiar su decisión; al oír su nombre. La voz que le llamaba, era tan fina como el viento, y le pidió que fuese al dojo; como si hubiera sido hipnotizado, siguió esa voz. Entró en el dojo, y se sorprendió al ver algo de cristal en el suelo; algo con la forma de una máscara:

Era precioso a la vista del mutante, este se agachó y lo cogió.
-Póntelo-, le pidió la voz como el viento. El no sabía qué hacer, pero solo era una máscara, ¿qué podía hacerle?

Se lo acercó al rostro, y sin vuelta atrás, se lo colocó; al instante el cristal le quemo el rostro. Se lo quitó al instante, ¿qué había pasado? Se pasó una mano por el rostro, y sintió las quemaduras; ¿qué iba a hacer? Como explicaría, las quemaduras, miro de nuevo el objeto que tenía en sus manos y sintió una furia pesada. Se levanto, y lo iba a tirar contra el suelo, para que el objeto de cristal se rompiera en pedazos; pero la voz le detuvo.
-No lo hagas, es la única salvación-, paro en seco al oír eso. ¿Quemarle el rostro era la única salvación? Bajo el objeto, y lo miro de nuevo, hasta que alguien le llamó la atención.
-¿Leo?-, era la voz infantil de su hermano menor. Al instante guardo el objeto detrás de su espalda, luego de mirarle de frente con una sonrisa, rezando que no notará sus quemaduras.
-¿Estás bien?-, le pregunto de nuevo.
-Mejor que nunca-
-Me alegra. ¿Vienes, a comer?-
-Claro, ve adelantándote-, le pidió el hermano mayor. Cuando el menor se giró y desapareció tras la puerta, este sacado todo el aire de sus pulmones; al menos Mickey no lo noto. Miro de nuevo el objeto, y la voz volvió.
-Esta noche prepárate. Darkmist aparecerá, y no viene con buenas intenciones-, le sorprendió oír eso, ¿Darkmist? ¿Ese nombre que había oído por noches? ¿Existía? Este respiro, y metió la mascara en un bolsillo bastante grande, que había en su cinturón. Rezo de nuevo, que sus otros hermanos menores no notarán las quemaduras, y salió del dojo.

Mientras, en la guarida de Destructor

Una figura femenina, fue despertada por un quemaron en su rostro; se apretó los ojos a no más poder y colocó sus manos delante de sus rostro. Otro, otro protector de los escudos había despertado de los muertos, y el nuevo era más poderoso de lo que podía sentir. Se levanto adolorida de su cama, y se dirigió a su pequeño lavabo; colocó sus dos manos en el tocador, y se miro al espejo. Se encontró con sus miles de quemaduras, alrededor de sus ojos, pero no más allá de sus mejillas:

Suspiro, se soltó de su agarre y se fue de nuevo a la cama; miro su escritorio, y luego una caja que había encima suya. Hecho de oro, bronce y metal. Se acercó a ello y lo toco, susurro unas palabras y la caja desapareció; pero dejándose detrás suya una máscara. Esta lo cogió, y se lo puso en su rostro, en un instante sus ojos se volvieron totalmente azules; y ignoro el dolor de las quemaduras.

Era de hielo puro, pero irrompible; se fue a su armario y cogió su vestimenta de siempre, una camiseta negra de mangas largas, unos pantalones apretados y largos. Una capucha y unas botas de tacón; entonces alguien tocó su puerta.
-¿Quién es?-, pregunto con una fría y muerta voz.
-Soy Karai, el maestro nos quiere ver-, le respondió, la voz femenina del otro lado de la puerta.
-Ya voy-, con eso cerró su armario y abrió la puerta. Se encontró con la chica, que se hacía llamar la hija del Maestro. Estas se sonrieron, y empezaron a andar por los pasillos; era tan solo dos días en que había empezado a estar allí la chica enmascarada, y ya se sentían como hermanas. La chica con la máscara, era la nueva hija adoptada de Destructor, algo que al principio no le alegro mucho a la de ojos miel; pero parece más simpática y fiel, si la empiezas a conocer más allá que su mirada de muerta.

-Me alegra informarte que hoy vas a tu primera misión, Darkmist-, empezó a decir el maestro, el que se hacía llamar Destructor.
-Debo decirte, que no quiero que peles. Tan solo usa esa maldad, para que sufran cada uno de ellos-
-Como usted ordene padre-
-Karai, no permitas que la rasguñen-
-Hai padre-, le contestó la nombrada. De allí salieron las dos chicas, y se volvieron a encerrar en sus habitaciones; la de la máscara se sentía satisfecha, iba a poder usas sus poderes. Pero entonces sintió un doloroso quemazón, uno más potente que los anteriores, algo que le advirtió, que algo peligroso iba a pasar esa misma noche; algo que ella lo vería en primera fila.
-Es hora de destruir a estos Hamatos. Hacer que caigan, de rodillas frente el miedo mismo; que descubran, lo que en verdad significa el sufrimiento. Lo que pasa por meterse en mi niebla. Ya podéis iros dando esos adiós a vuestra simple y feliz, vida; esto va a dar una dolorosa vuelta-, y empezó a reír de manera maliciosa; mientras se tumbaba en su cama.

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