》VI《
" Cercanía "
Bajo el agradable sol que asomaba en la mañana, ambos chicos caminaban serenamente rumbo a su escuela.
— Vaya, aún sigo sorprendido — Exclamó el derrepente, llamando su atención — estoy muy impresionado por el talento que tiene el idiota de Tenoh, su manera de tocar la guitarra..es impresionante, y ni hablar de su voz.
Kiyoko, quién iba mirando su teléfono, de pronto sonrió. Aún recordaba con mucha satisfacción la audición del viernes, en la que había descubierto el increíble talento musical que poseía su amigo.
Pero lo que la ponía de un mejor humor que el usual, era que su mejor amigo; parecía comenzar a cambiar de opinión sobre Shiori.
— A mí me sigue sorprendiendo que digas algo positivo de él, antes de su audición, lo aborrecías.
— No te confundas, cariño — aclaró arrugando el puente de la nariz y mirando al frente — admito que el chico tiene talento, pero no deja de parecerme rotundamente sospechoso.
Su esperanza de que ambos consiguieran llevarse bien se desvaneció en un tenue suspiro y bajó su mirada a sus pies.
— No te entiendo, ¿qué es exactamente lo que te desagrada de él? — Inquirió sin mirarlo y este pareció recular unos momentos.
— A simple vista, hay muchas cosas que remarcar de su aspecto; por ejemplo, sus manos — Alzó su propia mano en alto— ¿Haz visto como las tiene?, siendo que toca la guitarra, y además es un adolescente en pleno crecimiento, las mantiene impecables, con las uñas perfectamente crecidas y pintadas; como las de una chica.
Arqueando una ceja, está pareció mirar sus propias manos en consecuencia.
— La manicura no tiene género, Suga—san. Es un feo comentario de tu parte — Opinó con su tono apático de siempre y este se sobresalto.
— ¡No te confundas!, ¡no era eso a lo que me refería!, solo digo que en general, los chicos, sobre todo los músicos, siempre llevan las manos desastrosas, al menos en lo que yo conozco — Explicó, soltando un suspiro de pesadez al enredarse con sus propias palabras — Como sea, además de ello, utiliza maquillaje, se tiñe el cabello y se lo arregla con mucha dedicación para ser casualidad, ¿No te parece un tanto...extraño?
Aunque ella lo escuchaba, parecía leer muy por encima de sus palabras, como si no captara el mensaje que su amigo quería darle.
— Creo que es bastante racista de tu parte sospechar de la amistad de alguien solo por su físico — Opinó, cortante — personalmente, no le veo nada de malo, es el primer chico que conozco que cuida cada detalle de su apariencia de esa manera, y sinceramente, no me molesta para nada, y tampoco debería de molestarte a ti, Suga—San.
Observando a su amiga con atención, este asintió, un tanto arrepentido de sus palabras y se llevó una mano a la nuca.
— Creo que tienes razón, quizás solo me estoy haciendo la cabeza por cosas que no veo con regularidad en los demás.. — admitió, soltando un suspiro — Perdoname, Kiyoko, daré lo mejor de mí para darle una oportunidad.
Orgullosa de su logro, está le dedicó una escueta sonrisa, antes de volver su vista hacia la entrada de la escuela que ya se encontraba a pocos metros de ellos.
— Además, el ha cuidado bien de ti este tiempo, y creo que lo más amable que podría hacer por el amigo de mi mejor amiga, es darme una oportunidad de conocerlo antes de sentenciarlo — Rió, orgulloso de su propio comentario — Quizás no es tan raro como parece.
Sus palabras se vieron interrumpidas por el sonoro barullo que atacó sus oídos al acercarse, el mismo parecía venir de dentro de la escuela. Mirándose entre ellos por un segundo, ambos apresuraron el paso hacia los terrenos de Karasuno, deteniéndose en seco ante una pequeña pero densa masa de chicas que impedían el paso del lado derecho del camino.
— ¿Pero qué— exclamó Suga, siendo empujado por una de ellas. La nube de chicas gritaba y reía con caras de ilusión en sus rostros, y se agrupaban como unas sardinas enlatadas para acercarse a algo desconocido por ambos chicos.
— ¿Que rayos será todo este disturbio? — Pensó en voz alta ella, observando con expresión de duda hacia las dueñas de los chillidos que impedían la visión.
— Ni idea..¡mira por ahí se puede pasar! — Apuró el, cruzando apresuradamente por un pequeño espacio entre las chicas. Kiyoko, quién caminaba tras de él, logró escuchar algunas de las conversaciones armadas en la nube contaminante de gente que los rodeaba.
— ¿Es increíble no crees?
— ¡Su cabello, es precioso! ¡Se ve tan suave con ese largo tan cuidado!
— Y esos labios tan suaves.. ¡Quisiera poder besarlos aunque sea una vez!
Confundida, está se acomodó la ropa con sus manos al cruzar el obstáculo, pues había recibido algunos empujones de parte de las acaloradas chicas.
— Bueno, yo creo que— sus labios detuvieron su movimiento y este se quedó estático observando en una sola dirección con los labios entreabiertos — No..no te lo creo.
Intrigada, está siguió la dirección de su mirada rumbo a la Arboleda que rodeaba el camino trazado hasta Karasuno. Rápidamente, sus expresiones se tornaron en una clara vergüenza ajena que los hizo llevar una mano al rostro, al ver que el punto de origen de todo ese lío, era nada menos que el muchacho del que tanto hablaban hace un minuto.
Shiori estaba siendo regañado fugazmente por una profesora acompañada de un directivo, la misma vociferaba a los cuatro vientos en su dirección, pero este, subido impertinentemente a un arbol de cerezo, parecía negarse a escucharlos.
— Bueno, retiro lo dicho, este chico en verdad es extraño.. no hay de otra — Dijo el peligris, llevándose una mano al rostro— ¿Que diablos hace ahí?
Pero cuando levantó la vista hacia su amiga, esta ya se encontraba caminando a paso tranquilo en dirección al árbol donde los directivos gritaban enfurecidos.
— Por última vez, tiene que bajarse de ahí joven Tenoh, ya mismo — Exclamó la cansada profesora quitándose los lentes y sosteniéndose el entrecejo.
— ¡Olvídelo!, no quiero morir todavía — Exclamó este desde la cima del árbol, con expresión aterrada.
— ¡Si no bajas ya mismo vas a estar en serios problemas, muchacho! — Exclamó el director con el rostro rojo, sin duda estaba molesto.
— ¡Sea sincero director!, ¿Usted se metería allí? — señaló con su dedo índice el grupo de muchachas que intentaban ser contenidas por dos profesores más — Esas niñas van a descuartizarme cuando baje, es una locura.
— ¡Pues sí no bajas ya mismo tendremos que llamar a los bomberos y ellos te bajarán! — Advirtió la profesora, para luego mirar hacia un costado rápidamente, advirtiendo que una jovencita más se acercaba — D—disculpe, pero no puede acercarse más.
Advirtiendo de la presencia de ambos, esta levantó su mano hacia ellos en señal de que se detuvieran. Sin muchas más opciones, ambos la dejaron pasar y observaron como la apática muchacha levantaba la vista hacia el árbol, sin ninguna expresión en particular en su rostro.
— Tenoh—san — Llamó en tono suave, y este rápidamente levantó la vista hacia ella, cambiando su expresión de terror por una de profunda alegría.
— ¡Shimizu—chan!, ¡Que alegría verte! — Exclamó este acomodándose en el árbol para que esta pudiera escucharlo.
Asombrados de la atención que el le prestaba, estos la dejaron actuar, limitándose a mirarla, mientras el agitado grupo de muchachas cuchicheaba con agriedad sobre la presencia de Shimizu en la situación.
— ¿Podrías por favor bajar?, tengo que ir a clases, y estas armando mucho escándalo — Pidió, sin mover un solo músculo de su rostro.
— Créeme que me gustaría, pero si bajo ellas van a matarme, ¡Están locas! — Explicó, señalando al grupo que era amedrentado con éxito por el personal de maestranza.
— Baja, nada va a sucederte — Añadió, aunque ahora parecía más una orden que un pedido — Apúrate, tengo mucho que hacer.
Titubeante, este observó el grupo que era ahuyentado a sus salones por los directivos, en amenaza de expulsión.
— Hmm...de acuerdo, si tu lo dices — Aceptó al fin, colocando sus manos en la rama que lo sostenía y dando un salto bastante peligroso, en el cual cayó de pie sin un solo rasguño, aunque con la ropa bastante desarreglada. Antes de que este dijera una sola palabra, un golpe seco y rápido en su rostro lo descolocó, dejándolo en estado de shock, al tiempo que subía su mano a su rostro como reflejo.
El grupo de chicas soltó un aullido tétrico, al tiempo que se removían con ferocidad para alcanzar a Kiyoko, fallando en el intento al ser empujadas por sus profesores.
— No vuelvas a armar un desastre así — Sentenció ella, para luego colgar una mochila de su hombro y emprender la caminata a la escuela como si nada — Discúlpate con los directivos, me voy a clase.
El abofeteado se limitó a asentir con cara de cachorro regañado, mientras ella se marchaba sin perder un segundo, dejándolos a todos atónitos, y siendo acompañada al minuto por Suga, quien la interrogaba tan rápido como era ignorado.
Retomando su curso normal y ya libre de 》 Contratiempos desafortunados《 como había llamado el director a él desastre que inició la mañana, el día transcurrió con mucho más tranquilidad que con la que comenzó. Aunque para Shiori, eso parecía solo ser el principio de un inminente castigo que le duraría mucho más de lo que esperaba.
— Ya no me ignores, Shimizu—chan — Pidió este, jugando con uno de sus lápices mientras está leía— Ya me disculpé por lo que sucedió, acompáñame a almorzar.
— Tengo que estar segura de que ya no te comportarás como un loco — Dijo derrepente, bajando su libro — Eso fue muy vergonzoso.
— Si, ya me hiciste saber cuanto te molestó, y por cierto, que mano pesada tienes eh — Comentó con una mueca de dolor, señalando la bandita que le habían puesto en la zona del golpe— Anda vamos, almorzemos, te prometo que no habrá más problemas.
Dubitativa, está arqueó una ceja.
— ¿Lo prometes?
— Lo prometo.
• • •
— En definitiva, el exterior es una gloria que podremos apreciar por poco tiempo, ahora que la primavera ya se está retirando — Exclamó con melancolía, inhalando el aroma a cerezos que inundaba el aire dulcemente.
— Si, supongo que sí.
Tan apática como siempre, está abrió su típico bocadillo escolar, dándole un mordisco urgente. Por su lado, este sacó su propio almuerzo, comiendo de la misma manera y en silencio.
— Supongo que quieres saber por qué sucedió lo de esta mañana, ¿no? — Dijo entonces, como si leyera la mente de la muchacha correctamente.
Un poco enredado por su propio nerviosismo, este le explicó que Miwa Hanase, la guitarrista de su nueva banda escolar, había filmado su presentación, claramente sin su consentimiento, excusándose luego diciendo que era "para tener un fragmento de cada audición y compararlas más tarde, a la hora de elegir un compañero".
No contenta con ello, había subido el dichoso fragmento a sus redes, como anuncio del nuevo integrante de Ruin Impact, banda que sorprendentemente, era tremendamente popular tanto en este instituto, como en otros de la prefectura. De la misma manera, este llegó a cada estudiante de Karasuno, tanto chicas como chicos, y al ver la audición de Shiori, lo mínimo que podía decirse era que todos enloquecieron.
Desde que el video se había subido, el había recibido cantidades exorbitantes de comentarios positivos, y entre compartida ajena, el video había terminado por viralizarse más allá de lo racional, causando en consecuencia, que de un viernes para lunes y sin ninguna advertencia de por medio, un grupo relativamente grande de chicas se agrupara en la entrada para esperarlo y correr hacia él peligrosamente, y ante su nulo conocimiento sobre su ahora 》grupo de fans agrandado《 , lo tomaron por sorpresa.
Impactada ante la explicación, esta dejó su bocadillo a medio comer sobre su regazo de la sorpresa que le generaba lo que oía.
— Todas gritaban cosas que apenas alcanzaba a entender, me jalaban en todas las direcciones mientras hablaban todas a la par, era un completo caos — Explicó con notoria pesadumbre por lo sucedido— te lo juro, he visto muchas películas de terror en mi vida, pero esto por mucho supera a todas y cada una de ellas, jamás sentí tanto pánico en mi vida.
— Imagino que fue algo terrorífico..— comentó ella entonces — Pero espera, ¿cómo fue que te subiste al árbol?
— ¡Ah!, es que esas chicas me dieron tanto miedo que comencé a correr en la primera dirección que encontré, y como vi que me perseguían con tanta insistencia, se me ocurrió trepar ese árbol para escapar — Explicó con una sonrisa tranquila, como si aquello fuera lo más normal del mundo — Se que suena extremo, ¡pero es que no sabes lo aterradoras que pueden ser las chicas! , entre jalones, una de ellas incluso me arrancó un pendiente, y créeme que dolió.
Corriendo su largo cabello rubio a un lado, este le enseñó que en aquella constante línea de metal que mantenía en fila en el borde de su oreja, ahora faltaba un aro, y para peor, este tenía el orificio de la perforación completamente rojizo e hinchado. Aterrada, está se levantó derrepente de su lugar, colocándose frente a él y tomando su oreja con sumo cuidado.
— Santo cielo..shiori, creo que te lastimaron enserio, ¿ya te revisaste esto? — Preguntó con expresión de preocupación en su rostro, mientras revisaba aquel orificio que, para confirmar sus preocupaciones, tenía rastros de haber sangrado hace un rato.
— Oye tranquila, no es para tanto, no es la primera vez que me pasa.
— No seas ridículo, ¡Podrían haberte arrancado el lóbulo!, ¿eres consciente de ello? — exclamó, con un inusual brillo de preocupación brillando en sus grisáceas pupilas. Ante aquella emoción repentina que jamás había visto, este te mantuvo estático, sin duda estaba atónito por la repentina explosión de emociones que mostraba su amiga.
— S—si, lo entiendo, pero..tranquila.
En un intento por tranquilizarla, este tomó sus manos entre las suyas con cuidado, observándola con una pacífica sonrisa en sus labios rosados. Sus yemas acariciaron con suavidad los delgados dedos de la muchacha, quien se contrajo ante el cálido tacto que ya conocía y que siempre le resultaba tan reconfortante, aún en momentos de tanta tensión como esos.
— ¿Sabes?, es muy tierno ver que te preocupas por mi, pero enserio, tranquila, todo estará bien, te lo prometo.
Sin poder evitar sentirse embriagada por la seguridad que le transmitía su sonrisa y su suave voz que acariciaba sus oídos con la sensación de la seda, esta bajó lentamente la mirada, avergonzada por su irracional explosión de hace un momento, pero sin soltar sus manos, las cuales bajaron junto a ella, hasta dar con su regazo.
— Lo siento, me asusté mucho al ver la sangre..— Murmuró, mirando a un costado y este soltó una risita.
— Entiendo, supongo que es normal, pero tengo esta perforación hace ya bastante y no es raro para mí algún que otro jalón accidental.
Soltando una de sus manos con pesar, este rebuscó en la mochila que traía a su lado hasta dar con el ya conocido neceser que este parecía siempre traer consigo.
— Aunque no logré encontrar mi arete, si me curé la herida antes de entrar a clases, de lo contrario, probablemente hubiera seguido sangrando hasta ahora — Explicó, colocando el neceser sobre su regazo — Aunque si aún está hinchado, quizás debería hacerlo otra vez, solo por si acaso..
— Dejame ayudarte — Pidió ella derrepente, levantando la cabeza con expresión de firmeza y este titubeó unos momentos antes de contestar.
— N—no tienes que hacerlo, enserio, no quiero molestarte.
— Lo haré — Sentenció y este se quedó mudo, quitando su mano del dichoso neceser y dejando que esta lo tomara, colocándolo sobre su propio regazo.
Al abrirlo, lo primero que ella notó, es que a pesar de tratarse de un muchacho adolescente, todo estaba perfectamente organizado e impecable, cosa extraña para quien esta acostumbrada a ver el desorden de sus amigos.
Tomando un ungüento especial que indicaba tanto desinfectante como antibiótico, esta lo colocó en un pequeño pedazo de algodón.
— Quédate quieto — Avisó y este asintió, quitando su cabello de en medio y sosteniéndolo con una de sus manos tras su nuca. Respirando profundamente, está se acercó a él, colocando con cuidado el ungüento en la herida, este dió un pequeño quejido y ella pudo notar como se mordía el labio inferior, aquello debía arderle como los mil infiernos por ser una zona tan delicada.
— No te lo pregunté antes; pero, ¿puedo saber por qué llevas siempre esto contigo? — Inquirió suavemente, en busca de distraerlo del dolor que este sentía.
— Bueno..supongo que no es sorpresa para ti, pero soy bastante torpe y descuidado, y en mi otra escuela, no era extraño verme con alguna herida en mis manos o piernas, incluso en mi rostro — Explicó entre quejidos, llevándose una mano a los labios — eso sumado a que practicaba deportes un tanto bruscos como el Skate, hacia que cada día que volvía a casa mi mamá tuviera que verme curándome las heridas, cosa que no le gustó para nada.
— Imagino que no, debió preocuparle — Replicó ella, al tiempo que tomaba un pedazo de gasa y lo usaba para limpiar los restos de ungüento que había puesto en el lóbulo de su oreja.
— Creo que más que preocuparle, le molestaba que tuviera cicatrices por dejarlo estar hasta llegar a casa, según ella no me daban una imagen agradable, bueno, cosas de madres supongo — Divagó, volviendo al tema — El punto es, que ella me acostumbró a llevar esto siempre conmigo, de modo que apenas me lastimara, pudiera arreglarlo como ella me había indicado.
— Tiene un instinto maternal bastante agudo para darte todas estas cosas, se ven costosas, pero son efectivas..— Observó, leyendo con más atención los envases de las cosas que este tenía en el neceser.
— Si, bueno, no son difíciles de conseguir para ella, mi mamá es doctora, así que estas cosas son de lo más cotidianas en su vida — Explicó, recargando su rostro en su mano derecha y observando en dirección a los cerezos — creo que es justamente por eso por lo que fue tan insistente, en fin, en estas ocasiones es útil, ¿no crees?
Perpleja, está colocó sobre la banca lo que había usado para tirarlo después.
— Vaya, ¿tu mamá es doctora?, es impresionante.
— Es cirujana, si no me equivoco creo que la palabra concreta sería "cirujana cerebral ", pero en fin — Añadió, restándole importancia a la situación. Extrañada, está arqueó una ceja mientras rebuscaba en el neceser buscando algo con que cubrir la herida.
— Quizás sea mi imaginación, pero no pareces contento con ello. — aventuró y este se sobresaltó, devolviendo su vista hacia ella con una sonrisa nerviosa.
— ¿Eh? , no, no es eso — Dijo al instante, bajando la mirada — bueno, supongo que me pone algo triste no verla muy seguido por su trabajo, pero eso es todo, de todos modos, jamás hemos sido muy apegados que digamos.
Entendiendo un poco más la situación, esta soltó un suspiro, tomando la dichosa bandita y rompiendo su envoltorio. Viendo que esta no decía nada y se limitaba a escucharlo, este prosiguió, perdiendo su vista en la tranquilidad rosada de los cerezos.
— Desde que tengo memoria, ella siempre ha sido muy dedicada a su trabajo, por lo que nuestra convivencia jamás ha sido la de Madre-hijo, tengo más recuerdos con mi nana que con ella. Cuando nací, ella ya era cirujana titular en su especialidad y eso hacía que no tenga mucho tiempo para mi, y eso no cambió mucho cuando nos mudamos a Miyagi — Dijo en tono demasiado suave, casi triste — Un cambio tan rotundo de Tokio hasta aquí, solo fue por que le ofrecieron la directividad de un hospital aquí, el mismo que ahora está a su completo cargo y ocupa todo su tiempo.
Ella observó de reojo su melancólica mirada oliva, que parecía desear perder sus preocupaciones con las rosadas hojas que caían lentamente hasta dar con el césped.
— En fin, de todos modos, no es una mala madre, siempre ha dado lo mejor de sí misma para todos, ella salva vidas, muchas más de las que cualquiera podría, y pienso en ello como una justificación más que suficiente para su ausencia — Sentenció, retornando su mirada hacia ella, quien tomaba con ambas manos la bandita y apoyaba una rodilla sobre la banca para acercarse con precisión a su oído y colocarla sobre su lóbulo con sumo cuidado.
— Deberías estar orgulloso, ella suena como una gran persona, alguien muy admirable — murmuró sin mirarlo, terminando de colocarla — Muy bien, creo que ya est—
Derrepente y al querer retroceder para incorporarse, su rodilla resbaló de la banca haciéndola perder el equilibrio. Sus labios se entreabrieron para soltar un quejido por el resbalón que había raspado su piel y sus manos se movieron torpemente buscando algo de donde sostenerse con desesperación, encontrando apoyo nada menos que en los hombros del más alto, quien la sostuvo casi instintivamente.
Una sensación de calor inmediato la invadió por completo al sentir el tacto de sus manos en su cintura, sosteniéndola con fuerza al tiempo que intentaba ayudarla a incorporarse, consiguiendo solamente que esta colocara su otra rodilla a un lado de sus piernas, quedando así a horcajadas sobre sus piernas.
Sin el valor para levantar la vista, esta se mantuvo inmóvil viendo hacia abajo en busca de recuperar el hilo de la situación mientras sentía el calor subir a sus mejillas velozmente.
— ¿Te encuentras bien? — Preguntó el, acercando su rostro a su oído y ella levantó la vista instintivamente, encontrándose a escasos centímetros de él. La profunda mirada de sus ojos verdes la abrumó, hundiéndola en un mar de extrañas sensaciones que le recorrían todo el cuerpo, desde su lumbar hasta sus sienes.
Con la capacidad de apreciar cada una de sus facciones, esta recorrió cada curva en su pálido e impecable rostro, desde pequeño lunar junto a la comisura de sus rosados labios, hasta el límite de sus largas pestañas que decoraban delicadamente esa intensa mirada de tonos esmeralda y oliva, sintiéndose maravillada por cada detalle nuevo que quedaba grabado en su memoria, para tiempos futuros.
A su vez, el la miraba de la misma manera, usando aquellos escasos y eternos segundos para contemplar cada una de sus facciones con la cercanía que quizás, no se repetiría jamás. Hundiendo cada una de las penas que lo abrumaban en el grisáceo mar de sus córneas, este entrecerró los ojos, sintiéndose plenamente bienvenido en esas profundidades tan recónditas que se abrían y brillaban para el como un millón de misterios por resolver.
Admirando con dulzura el tenue pero firme rubor que asomaba en sus mejillas, este sonrió dulcemente, sintiendo como aquella respiración ajena frente a él se agitaba, golpeando con más fuerza su rostro y dejando esa cálida sensación sobre sus labios.
En respuesta a su pregunta anterior, ella asintió, bajando así su mirada de su rostro a algún punto que no le causara tanto nerviosismo, como sus hombros.
Con un impulso mayor a si mismo, este atrajo su cintura hasta él con un suave movimiento, y todo de ese momento se detuvo en seco; el tiempo corrió más lento de lo usual, las nubes detuvieron su camino por el cielo y los rosados pétalos parecieron caer el triple de lento. Este la observó una vez más, y ella se percató en ese instante, de lo mucho que el parecía pensar en algo, algo que le era completamente ajeno a su conocimiento, pero que a él parecía remorderle el interior furiosamente, haciendo que en un movimiento casi imperceptible, este entreabriera sus labios, deteniéndose por un instante tan escaso, que ella no debería haberlo notado, pero lo hizo.
En ese momento, el trayecto de su rostro cambió de dirección, y sus ojos se entrecerraron mientras el plantaba un cálido y suave beso en su mejilla, un gesto tan tierno y condescendiente, tan cuidadoso, que esta cerró los ojos junto a él, aferrando su agarre a sus hombros y disfrutando de aquella sensación que no tenía manera de explicar, pero que la hacía disfrutar de cada uno de sus gestos , de su tacto, de su compañía y últimamente, de esas únicas y escasas cercanías en las que este la besaba con tanto cariño y cuidado, provocando que su corazón se contraiga, cosquilleando su pecho y aflorando una desconocida sensación que con cada acercamiento y en su plena inconsciencia, se le hacia adictivo.
Bajando sus piernas hasta dar con su regazo, esta se dejó estar sobre el cómodamente, aflojando el agarre asustado de sus dedos a su camisa, disfrutando del tacto de sus labios sobre su mejilla; y sonriendo en consecuencia de ello.
Estaba tan feliz con esa sensación que la invadía cada vez que el rozaba su piel con sus labios, que ni siquiera notó que este se alejaba lentamente de ella, mientras su sonrisa no se borraba de sus labios, delanto su gusto por ello. Curioso y sorprendido, este soltó una pequeña risita.
— ¿Que es lo que te hace tan feliz para que sonrías así, Kiyoko—chan? — Inquirió juguetonamente y esta abrió los ojos de sopetón, encontrándose nuevamente con la realidad que continuaba su curso mientras está no quería o no podía despegarse del sueño en el que estaba.
— Eh, yo..solo recordaba algo..— Se excusó rápidamente, haciendo reír aún más al más alto.
— ¿Ah, sí?, no me digas, debe ser algo muy bonito para ver algo tan milagroso como una de tus sonrisas, ¿por qué no me cuentas?
Acorralada ante los juegos del chico, esta desvió la mirada rápidamente, negándose a dar algún tipo de declaración que la inculpara más de lo que ya lo hacía.
— D—deberíamos de recoger nuestras cosas..el timbre sonará pronto — Sugirió de pronto, haciendo un amage para levantarse de su lugar, que fue detenido nuevamente por él, quien la sujetó con fuerza en un último jalón, dejando un último y dulce beso en su pómulo, le dedicó una alegre y cálida sonrisa.
— Como quieras, Kiyoko—chan — Aceptó, observándola por unos cuantos segundos más, como si esperara que ella misma se retractara de su pedido y decidiera quedarse junto a él unos dulces minutos más. Mordiéndose el labio con disimulo, está ladeó la cabeza varias veces, despejando aquella idea de quedarse inmóvil junto a él, recibiendo esos únicos y maravillosos besos que acariciaban su piel con esa sensación tan satisfactoria que la embriagada.
Levantándose de allí con cuidado, ambos se pusieron de pie y juntaron sus cosas, botando a la basura los envoltorios y los insumos médicos que habían utilizado. De regreso a la escuela, ambos caminaron en silencio, como usualmente lo hacían, metidos en sus propios pensamientos.
De pronto, este soltó un suspiro pesado, al tiempo que comenzaban a llegar nuevamente al edificio y se encaminaban por los pasillos.
— Ojalá que esas locas chicas no me atrapen de nuevo, o esta vez me arrancaran algo más que un pendiente — comentó entonces, llevando su mirada hacia ella — ¿Irás al club de Voleyball?
— Eso debo, se supone que soy su mánager — Dijo ella, sin mirarlo, se encontraba perdida en ese mar de sensaciones que le había dejado la situación de hace unos momentos. Llevando una mano a su pecho, está aún podía sentir el agitado latido de su corazón rebotando en su caja torácica, producto de la mezcla de sensaciones que siempre peleaban en su pecho cuando el rubio se acercaba a ella.
Derrepente, su cuerpo se detuvo al chocar suavemente contra la alta figura de Shiori, quien se había puesto en su camino y la observaba con expresión curiosa. Inclinándose a su altura, este preguntó con una sonrisa alegre.
— ¿Sigues pensando en lo de hace un momento, verdad?
Sorprendida ante la audaz lectura de sus pensamientos, esta tembló sintiendo como sus mejillas hervían de vergüenza, aún sin que esta tuviera el valor para decir algo o mover un solo músculo. Atinando a negar torpemente, este soltó una risita bajando la cabeza por unos momentos.
— Si, claro que lo haces..— musitó con un fino hilo de voz. Antes de que ella pudiera decir algo, este se acercó rápidamente a ella, plantando un dulce beso en la piel de sus mejillas, para luego observarla con ternura y un rojizo rubor coloreando sus pálidas mejillas que brillaban bajo sus perlas verdes — ¿Sabes?, si te gusta que lo haga..no tienes por qué privarte de ello.
Shockeada, está se mantuvo estática asimilando lo que acababa de oír con una mano en su agitado pecho, el cual jamás se acostumbraba a la oleada de sensaciones que el rubio le hacía sentir, desbordando su propio auto—control. Su cuerpo tembló ligeramente y sus labios se entreabieron para decir algo, siendo interrumpidos por un sonoro grito que se acercaba tras de ella.
— ¡Shiori—kun! — llamó la aguda voz y ella observó como la expresión del muchacho pasaba de avergonzada a nerviosa en un solo instante.
Mirando sobre su hombro, está se sorprendió al encontrar a la estrepitosa muchacha de cabello rosa y actitud de diva justo tras de ella.
— Vaya, buenas tardes, Miwa—san — Saludó este esbozando una pequeña sonrisa nerviosa y esta alzó su dedo hacia él en gesto acusador.
— ¡Nada de buenas tardes!, ¿dónde diablos estabas?, ¡Estuve buscándote todo el día! — Reclamó con expresión de fastidio y este alzó ambas manos en alto en señal de rendición.
— Wow, tranquila, solo almorzaba como un alumno normal, ¿por qué te molestas? — Inquirió, intentando tranquilizar a la muchacha que, sin más miramientos, se acercó a él con las manos en la cadera tomándolo efusivamente de la mano dispuesta a arrastrarlo con el.
— ¡Por que eres mi compañero ahora!, ¡Debes almorzar con los otros chicos de la banda!, no tienes tiempo que perder con..— deteniendo sus palabras, esta al fin cayó en cuenta de la presencia de la pelinegra, quién la observaba con su típica apatía natural, pero que a ella, pareció sentarle mal, pues le dedicó una mirada nada agradable que la recorrió de pies a cabeza, antes de hablar.
— Ah..hola — Saludó escuetamente, llevando su mirada al más alto — Shiori—kun, ¿quién es ella?
Con una sonrisa alegre, este llevó una mano a su nuca un tanto avergonzado.
— Que descuidado, debí presentarlas de inmediato, lo lamento — Se excusó, para luego aclararse la voz y extender una mano hacia la pelinegra — Miwa—san, ella es Kiyoko Shimizu, una gran amiga a quien aprecio muchísimo y con quien paso la mayoría de mi tiempo.
No muy convencida pero dispuesta a ser educada, ella alzó su mano hasta ella, invitándola a saludar, más para sorpresa de nadie, esta no correspondió el saludo.
— Claro..— murmuró, desagradable, sin siquiera dar su nombre antes de jalar nuevamente al rubio por el brazo, insistente— Shiori—kun, no tenemos tiempo para esto, debemos prepararnos para practicar, ¡es mejor apresurarnos!
— ¿Eh?, ¿Ya?, P—pero ni siquiera ha terminado el almuerz—
Sin tiempo a reprochar nada, la pelirosa tiró de él, arrastrándolo a toda velocidad lejos de allí. Sin tiempo para decir nada, este levantó su mano frente a su rostro en señal de disculpa y esta negó, restándole importancia al asunto y observándolo desaparecer tras el pasillo.
Llevándose una mano al pecho, su cuerpo entero tembló ante la inconfundible sensación de un mal augurio avecinándose a ella. Inquieta por esa nueva sensación, esta decidió ignorar el mal trago que acababa de digerir con la desagradable presencia de la pelirosa, encaminándose a su propio club, y quedándose con el agradable recuerdo de un hermoso y único momento que había alegrado su día, sin saber que este, sería el último en un largo tiempo.
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