63 • Tu increíble curiosidad por saber de todo

Dave

Días después...

—Entonces, ¿Eso significa que has dejado atrás lo que pasó?

Despido aire por la nariz y la observo desde mi lugar, me da una mirada curiosa con esos irises azules verdosos qué tan loco me traen. Desde un inicio siempre me a gustado su color de ojos, su cabello y ahora toda ella me encanta.

¿Qué cosas digo? La amo completamente.

—Mónica, lo que pasó entre Emily y yo terminó hace tanto y lo dejé atrás mucho tiempo antes. Quería esa conversación solo para poder pasar completamente la página.

—¿Y bien? —me sigue dando aquella miradita, no es resentida o celosa, es más de una curiosa de saber cómo me sentí aquel día.

—Créeme, estoy muchísimo mejor.

Ella sonríe con esa dulzura que pocas veces deja salir y lo mejor de todo es que me la dedica solo a mí.

—Me alegro por ti, Wyle.

¿Cómo puede ser que algo tan simple como mi apellido suene tan perfecto saliendo de sus labios?

Eso delata lo enamorado que estás.

Y eso, por primera vez, no me desagradó por completo. Este Dave Wyle está feliz de haber escuchado y haber hecho caso a su corazón porque ahora tiene a la mejor chica de todas como su novia.

—Hey —llamo a Mónica, que levanta la mirada de su chocolate caliente para arquear una ceja hacia mí—. ¿Te he dicho hoy que estoy más enamorado que ayer?

Mónica queda pasmada por más de cinco segundos. No hay ese sonrojo que aparece eventualmente cuando hago este tipo de comentarios, lo que me decepciona un poco, pero al cabo de varios segundos, está esa sonrisita acompañada de una negación de su parte.

—Eres un cursi, lo sabías, ¿No?

Extiendo mi mano sobre la mesa y tomo la suya. La suave palma de su mano tocándose con la mía, enredando sus dedos con manchas de pintura que no lograron salir con los míos. No tenía las uñas pintadas ni bien arregladas, no lleva anillos ni nada por el estilo, siempre son sus dedos coloridos por la pintura los que se enredan con los míos y eso me gusta más que cualquier otra cosa.

Mónica no tiene necesidad de aparentar ser otra porque siendo solo ella basta para tenerme ahí, en la palma de su pequeña mano.

Su móvil sobre la mesa suena, haciendo que ambos desviamos la atención a él. Con su mano libre Mónica lo toma y sonríe leyendo un mensaje.

—¿Quién te mensajea tanto? —curioseo, intrigado.

—¿Celoso? —cuestiona arqueando una ceja.

—Chismoso —corrijo, lo que la hace reír.

—Son solo los hermanos Foster, los hijos de Sara —asentí—. Han creado un grupo y nos añadieron a Miguel y a mí, hay temas de conversación demasiado extraños que dan mucha risa.

—Me alegra ver qué te lleves tan bien con ellos, no creí que te cayeran bien a la primera impresión.

Mónica encoge los hombros y deja su móvil otra vez sobre la mesa.

—Son gente guay, imposible que no te caigan bien.

—Y viniendo de ti, eso es un gran halago.

Ella rueda los ojos, soltando su mano de la mía y dejando un pellizco en venganza en el centro de mi palma. Más que doler, fue como una cosquilla ligera.

—Idiota.

—Así me amas —sonrío batiendo las pestañas.

Mónica solo toma el último trago de su chocolate caliente. No lo dijo en voz alta pero sé que es cierto.

—Creo que será mejor volver al hospital, ¿No crees? —asentí viendo la hora, ya la cirugía de extirpación de mi hermana debe de estar a punto de terminar—. ¿Crees que irá bien todo después?

—No lo sé, bonita, todo depende de Asia —me levanto de la mesa, dejando la propina del mesero—. Se vienen cosas difíciles también, radioterapia y fisioterapia. Además, Carlos dijo que es muy probable que Asia pierda parte de su audición por esta cirugía, así que esto es solo un respiro para todo lo complicado que viene.

—Sabes que tienes mi apoyo en todo, Dave.

Le sonrío atrayendola a mí y pasando mi brazo sobre sus hombros, dejando un beso en su sien.

—Lo sé, bonita, y gracias.

-

Cuando Mónica y yo llegamos al hospital luego de aquella merienda de media tarde, una de las enfermeras parte del equipo del doctor Carlos nos guió a la nueva habitación de mi hermana, afuera en el pasillo estaban mis mejores amigos con la compañía de Amapola, mi hermano y Heather, la mejor amiga de Asia que a estado viniendo mucho estos días al hospital después de clases.

—¿Cómo fue todo? —pregunto a cualquiera.

Henry ríe nasalmente, una de las sonrisas más tranquilas y sinceras que le he visto desde que empezó todo esto.

—Todo fue bien —me mira desde su lugar en el suelo, tiene cierto fetiche de sentarse siempre ahí—. Lograron extirpar el noventa por cierto del craneofaringioma y el resto se reducirá con radioterapia. Asia está estable, aún... en coma, pero más estable de cuando entró.

Aquellas noticias me hacen sonreír genuinamente. Esto era lo que había estado pidiendo desde un inicio, mi hermana aún no despierta pero solo será cuestión de días para que la hinchazón cerebral solo se reduzca, así podremos al fin escuchar de nuevo su voz.

—¿Mis padres?

—Adentro —responde Cooper a un lado de Amapola—. Hablan con el doc de todos los próximos tratamientos para Asia.

Aunque eso hace bajar mi ánimo dos rayas, aún sigo feliz de que toda la cirugía de mi hermana haya salido bien. Sé que Asia podrá con todo esto, es una Wyle, la más terca de todos.

La puerta de la nueva habitación de Asia se abre, de ella saliendo mis padres con expresiones más relajadas hablando con Carlos. Comparto una mirada con Mónica y ella me guiña un ojo, gesto que sé que quiere decir con él que todo irá bien.

Decido creer en ello.

—Bueno, gracias, Carlos, por todo —oímos decir a papá.

Su compañero ríe.

—No tienes nada que agradecer, Mariano, es mi deber. Ahora solo queda seguir los nuevos tratamientos y hablar con Benny y Grettel, ellos podrán llevar el caso de la audición de Asia cuando despierte.

—Vale, yo me encargaré de hablar con ellos.

Carlos solo asiente, le dice algo más a mis padres antes de retirarse por el lado contrario del pasillo. Mamá y papá se acercan, cuchicheando entre sí.

—¿Qué se murmuran? —cuestiona Henry, mirándolos con los ojos entrecerrados.

Mamá deja ir una sueve risa, me alegra verla menos tensa y más relajada.

—Nada, cielo, solo... hablando un poco de lo que tendrá que pasar Asia después de despertar.

Hay una mueca de mi parte.

—Es definitivo, ¿No? —pregunto a ellos—. La cirugía le hizo daño en la audición.

Papá suspira, metiendo las manos en su bata blanca. Sabía por ese simple gesto que lo que diría a continuación no me agradaría.

—La cirugía era necesaria, pero también fue un gran riesgo, chicos —hay una tensión en el aire—. Asia deberá ir no solo a fisioterapeuta y radioterapia, también a una ayuda para recuperar de forma parcial el estilo de vida que llevaba antes.

—No volverá a la escuela pronto, ¿Verdad? —pregunta Heather, sentada junto a Henry.

Mamá le da una mirada llena de empatía.

—Tomará un tiempo, linda, pero lo hará. Es solo cuestión de paciencia y práctica. Con respecto a tu pregunta, Dave... no es definitivo pero tampoco hay que ponerlo en duda. En cuanto la hinchazón cerebral pase, empezará todo este proceso y en él se incluirán las pruebas con el otorrinolaringólogo y la audióloga.

Silencio tras esa declaración. Todos sabíamos que algo así pasaría, pero no que serían tantas cosas por las que tendría que pasar mi hermana para recuperar la vida que llevaba. Es... triste de cierta forma que una enfermedad le haya arrebatado la forma en la que ella antes vivía y que ahora solo podrá recuperar de forma parcial.

Nada será igual para Asia y eso es lo que nos entristece a todos.

—Pero, hey, no se desanimen —agrega mamá, sonriendo—. Estaremos todos aquí para ella y la conocemos, Asia no es de rendirse fácil, dará toda su batalla y sabrá ver el lado bueno en todo.

Hay una risa de parte de Heather.

—Sí, ella siempre ve el lado positivo de las cosas, de alguna forma lo verá de esta también.

—Es cierto —conviene Henry—. En su mente de nerd lo verá como algún experimento o nueva forma de aprender cosas.

—¿Ven? Todos sabemos cómo es Asia —repite, esta vez, papá—. Nada es imposible para ella.

—Es una terca cabra loca, claro que no.

Y con esa afirmación de Cooper, hay un coro de risas que se terminan convirtiendo en afirmaciones de que Asia podría con esto hasta que un rato después, uno a uno podemos pasar a verla.

Heather de todos fue la primera en entrar ya que sus padres estaban a punto de venirla a buscar, cuando salió de la habitación, sus ojos estaban empañados y limpiaba una lágrima recién salida de sus ojos, sin embargo, tenía una sonrisa en los labios.

Mamá acompañada de Henry la llevaron a la salida. Heather y Asia son mejores amigas desde hace más de siete años y si a mí me dolía tremendamente ver así a mi hermana, no quiero imaginarla a ella.

Cuando pude pasar a ver a mi hermanita, el sonido del oxímetro y de las suaves respiraciones de ella me recibieron en la silenciosa habitación.

Tomé asiento en la silla junto a su cama, observando su rostro inconsciente. Me pregunto qué estará pasando dentro de esa cabeza, si estará soñando o solo viendo negro.

Intento decir algo, solo que ese nudo recién formado en mi garganta no me deja hablar por al menos cinco minutos en los que pasa. Solo estoy ahí, observandola, notando que esos moretones que tenía por la caída de las escaleras ya no estaban en su gran mayoría, que su cabeza estaba envuelta en una gasa blanca, su ahora muy corto cabello castaño sigue hecho un desastre.

En serio que a partir del momento en que despierte, nada será igual para ella.

—Hey —murmuro, acariciando su mejilla con mi mano, no hay reacción de su parte—. ¿Qué está pasando por esa cabeza tuya, Asietta? ¿Cuántas ideas para conquistar el mundo?

Me río de mi propio mal chiste.

—No sé si puedas oírme, hermana, pero ahora todo tendrá un cambio para ti —tomo su mano que envuelvo entre las mías—. Sé que podrás con ello, nadie más que tú puede mantener su fortaleza. En esa parte, siempre te he admirado por lo fuerte que eres, mocosa.

»Todos estaremos aquí para ti, Asia, no estás ni estarás sola nunca, no lo olvides —dejo un beso en sus nudillos fríos—. Seguirás siendo la más inteligente de los hermanos Wyle, también la más irritante, la que canta horriblemente pero con un gran amor a la música y repostería, la que no se decide qué hacer y termina haciendo de todo.

»Siempre, sin importar qué obstáculos tengas, serás tú y tu increíble curiosidad por saber de todo.

No hay respuestas, solo respiraciones lentas y pulsaciones seguidas por el oxímetro.

—Muchos allá afuera esperan por ti, Asietta, por verte, abrazarte, oír tu voz, tus datos curiosos al azar. Todos esperamos tenerte de vuelta.

Vuelvo a dejar su mano con cuidado a su costado y, antes de salir, un beso en su frente con cuidado.

Confiaré en mi novia, en mi mejor amigo, en mis padres, en todos he incluso en esa pequeña voz de esperanza en mi cabeza: Asia despertará pronto.

-

Dos semanas después...

Mi móvil suena en alguna parte de mi habitación, interrumpiendo mi sueño. Intento abrir los ojos pero estos vuelven a cerrarse, fallando en el intento de dormir por el molesto ruido de mi móvil.

Apaguen esa cosa, tengo sueño.

Gruño contra la almohada y con el brazo que tengo cerca de la mesita de noche tanteo el espacio hasta dar con la molesta fuente de sonido. Lo tomo para ver de qué se trata su insistencia, la luz de la pantalla molesta a mis ojos.

Una llamada de... ¿Papá?

Bostezo sentándome con cuidado de no despertarla, tallo uno de mis ojos, contestando la llamada.

—¿Bueno? —digo en un bostezo.

—Dave, ¿Te he levantando? —cuestiona papá del otro lado.

—Sí —respondo lo que lo hace reír—. ¿Qué pasa? —otro bostezo mío.

—Perdón, hijo, pero... creí que querrías saber esto.

—¿Saber el qué?

Silencio del otro lado, yo cabeceo tratando de no dormirme otra vez.

—Asia a despertado.

Escuchar esas tres palabras es como si me hubieran inyectado cafeína directamente en las venas. Todo el sueño desaparece y una emoción empieza a recorrerme.

—¿En serio? Papá, dime qué es en serio.

—Así es, está adormecida aún pero conciente, ya la están preparando para llevarla a unas pruebas.

—Oh, no... inventes —mascullo pasando mi mano por mi pelo—. Estaré ahí en veinte minutos.

—Vale, cuidado al manejar —con esa advertencia, corto la llamada.

Oh, santos jodidos dioses.

Estuve a punto de festejar pero recordé que hay una chica desnuda a mi lado. Termino mordiendo mi dedo índice para de alguna forma drenar la emoción.

Veo la hora en mi teléfono: siete de la mañana, es bastante temprano y necesito estar lo más pronto en el hospital. Salgo de mi cama y tomo una toalla para darme una rápida ducha. La emoción que tengo dentro de mí es increíble, quiero ver a mi hermana, quiero darle un abrazo, llenarle la cara de besos y decirle cuánto extrañé ver sus ojos raritos.

No duro en la ducha más de diez minutos, literalmente me visto con lo primero que encuentro, (vaqueros, una sudadera y viejos tenis) y solo restriego varias veces la toalla contra mi cabello solo para humedecerlo un poco. No me importa ir con el cabello húmedo por ahí, me importa más ahora ir a ver a mi hermana.

Dudo un momento de si despertar a Mónica o no, pero verla tan tranquila dormida, con esa clásica línea de baba saliendo de su boca solo no me deja hacerlo. Termino escribiendo una nota que pone:

¡Asia despertó, Asia despertó! Estoy en el hospital, prepara cualquier cosa para ti, estás en tu casa.

Tu increíble y súper atractivo novio,

Dave Wyle.

Posdata: ¡Buenos días! (Olvidé ponerlo al inicio)

Quizá escribir que la nota es de mi parte es estúpido porque, ¿Quién más si no? Pero qué más da, la dejo bajo su móvil, doy un beso en su mejilla y salgo del apartamento dando una rápida caricia al cachorro mestizo que duerme plácido en mi sofá.

Soy lo más paciente cuando voy manejando porque no quiero tener un accidente o llevarme una multa. Sin embargo, toda esa paciencia y tranquilidad desaparece cuando ya estoy estacionado en el aparcamiento del hospital, no me importó recibir regaños de las enfermeras, fui corriendo al área donde está internada mi hermana. En el pasillo no vi a nadie y cuando entré a su habitación, estaba vacía.

¿Dónde demonios está mi hermana?

Marqué al número de papá, que contestó casi cuando la llamada se iba a caer.

—¿Dónde están? Estoy en la habitación de Asia y está vacía.

—Sala de tomografías, le estamos haciendo unas...

El resto de las palabras que dijo no me importaban mucho. Volví por el pasillo y me encaminé entre los otros, saludando a enfermeras y doctores que he visto un montón de veces. Llegar a la sala de tomografías no resulta tan difícil como la primera vez, he estado tantas veces en este hospital que ya su compleja estructura me la he aprendido de memoria; sube el ascensor hasta el piso dos, sigue derecho por el pasillo, luego cruza a la izquierda, un giro a la derecha y la última puerta del pasillo es el área donde me encuentro a papá con otro par de doctores con la mirada fija en imágenes azules en las computadoras.

Tras el cristal frente a nosotros, Asia estaba siendo analizada por la máquina de rayos X, sonrío al instante al verla despierta, confundida pero despierta.

—La cirugía limitada fue un éxito —anuncia uno de los doctores que analiza las tomografías de Asia—. En esta área de aquí era que se veía la irregularidad en el encéfalo de Asia, esta pequeña masa que se ve aquí es lo restante del craneofaringioma que nos encargaremos de eliminar con las sesiones de radioterapia.

»De resto, todo se ve en orden, Mariano.

—¿Qué hay de su sentido de la audición? Había una gran probabilidad de que lo perdiera en uno de los dos oídos.

—En ese caso, tendrías que hablar con Benny para que haga unas pruebas y con Grettel si lo a perdido —sugiere el otro doctor.

Papá asiente, suspirando.

—Vale, muchas gracias, chicos.

—No hay de qué, Mariano —sonríe a mi padre y hace una seña hacia la habitación contigua, dónde aparecen un par de enfermeros que sacan a Asia de la máquina de rayos X.

Papá y yo salimos de la habitación oscura hasta el pasillo más iluminado, su expresión, aunque cansada, demuestra una gran felicidad.

—¿Cuándo pasó? —le pregunto.

—A eso de las cinco de la mañana, la enfermera de turno notó signos de movimiento y le hizo la prueba del tacto, reaccionó a todas, ya a las seis empezaba a abrir los ojos hasta ahora que está más conciente.

—¿Has llamado a mamá?

—En unas horas, quiero que descanse, igual Henry. Esos dos no han dormido bien en días.

—Tampoco tú, papá.

Suspira cansado, pasando su mano por su cabello castaño canoso.

—Podré dormir cuando todo esté en orden, hijo.

—Sabes que te matarán por no avisarles en el momento, ¿No?

—Correré el riesgo.

—Que lindo fue conocerte, papá.

Eso lo hace reír un poco en medio de todo su cansancio. Papá no solo se ve agotado, tiene ojeras que empiezan tornarse moradas bajo los ojos, su postura y su expresión delatan lo mal descansado que está.

—Estaré bien, Dave —asegura cuando nota que lo analizo de más—. Guarda tu mirada de doctor para los niños, yo estaré bien.

—Espero descanses, papá.

—Lo haré, en serio.

Escuchamos ruido por el pasillo y luego vemos cómo los enfermeros de antes traen a mi hermana acostada en su cama hospitalaria, le sonrío al verla pasar a mi lado y ella me devuelve la sonrisa de forma cansada.

En cuanto terminan de instalar a Asia, papá y yo no dudamos ni un segundo en pasar a verla. Ella solo está echada sin nada que hacer, paseando la mirada de un lado a otro.

—Hola, pequeña —saluda papá con esa sonrisa paternal, va hacia mí hermana y le da un abrazo cuidadoso—. Han sido un par de semanas de largo sueño, Asietta.

Ella frunce el ceño.

—¿Eh? —logra balbucear.

—Pronto te diremos todo lo que pasó, ¿Vale? —responde nuestro padre—. Por ahora descansa, no te agites, aquí estamos para ti.

Asia le sonríe de labios cerrados y de forma lenta y vaga, logra poner su mano sobre la de papá.

—Te amo, papi —murmura con voz ronca, haciendo que mi padre deje ir una lágrima de felicidad. Creo que en tanto tiempo nunca se había sentido tan aliviado y feliz.

—Yo también, pequeña, yo también.

Mi hermana pasa sus ojos verdes avellanados a mí y yo solo puedo volver a sonreírle, lazandole un beso al aire que la hace reír.

—Te extrañamos, mocosa.

—Mocoso tú... D —joder, no creí que me sentiría tan emocionado al escuchar esa respuesta.

—Descansa, cielo —le pide papá—. Estaremos cerca por si necesitas algo, ¿Vale?

—Vale...

Con una última despedida, salimos de la habitación de mi recién despertada hermanita menor.


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