44 • Ni siquiera puedes decirle cuánto lo extrañas

A la hora de la cena, Dave y Amapola nos echaron a Cooper y a mí de la cocina.

Sus argumentos fueron buenos, aunque no quita el hecho de que me sienta un poco ofendida.

Vale, sí, la cocina no era exactamente lo mío y quizá Amapola sepa mi historial en dónde una vez casi incendio la casa por olvidar que tenía una sartén con aceite caliente.

Aún así, me sentía ofendida he indignada.

Cooper en cambio a mí, lo echaron por desastroso. Según Dave «quiero que mi cocina siga siendo eso y no la pocilga de un criadero de cerdos»

Así que por ese par de razones, al rubio y a mí nos exiliaron a la sala.

Igual tampoco tenía tantas ganas de cocinar.

-Me siento ofendido -masculla Cooper a mí lado.

-Yo también -digo, viendo en dirección hacia la cocina donde se escuchaban las risas de Dave y Amapola.

Los entiendo, es por el bien de la cena, del apartamento y de sus vidas en general.

Conciencia traidora.

Disculpa querer seguir con vida, eh.

Solo resoplo y ruedo los ojos. Ni mi propia conciencia me tiene fe.

Acepta que para cocinar no sirves, Mónica. Solo se te da la repostería porque es solo utilizar el horno y poco las hornillas.

Chorradas.

Veo hacia la televisión donde ahora pasan una película... ¿Pixeles de Adam Sandler? Ahora no me sentía tan indignada, prefería ver la película antes que cocinar.

Por un rato, entre Cooper y yo solo es silencio opacado por el ruido de la película y mis eventuales risas. Hay momentos dónde desvío mi atención hacia mí celular para responder molestos mensajes de mi hermano y dejar a los tres monos en visto por el chat grupal al que, solo para molestarme me habían agregado.

Yo: ¡No les voy a responder, idiotas! ¡Dejen de mandar mensajes!

Escribo cuando mi teléfono no para de vibrar por los montones de mensajes que mandan los tres al mismo tiempo.

Mono de ojos violetas: Nos acabas de responder, Mona.

Mono de pecas: , Mónica, al decirnos que no nos vas a responder, nos has respondido.

Mono hermano: , Nica, ellos tienen razón.

Mi respuesta a eso fue salirme del grupo.

En tres, dos, uno...

Mono de ojos violetas te a añadido a "GPMAN"

Siglas sencillas: «Grupo para molestar a Nica»

¿Acaso los monos no tienen otra cosa que hacer?

Al parecer, no.

Una vez más, a mi móvil empiezan a entrar la bomba de mensajes de Luke, Elliot y Miguel. Así que solo apagué la pantalla y lo dejé sobre la mesa donde reposa la lámpara.

No me malinterpreten, aunque les digo y sean monos, yo amo a esos chicos. Luke y Elliot han sido parte de casi toda mi vida. Aunque iban un año adelantados a mí, siempre estuvieron muy cerca de mí en la preparatoria. Dos de esos tres idiotas son como otros hermanos para mí aunque me molesten con mensajes y uno de ellos me llame «Mona»

Era imposible no amarlos por esa escencia muy de ellos.

Vuelvo a prestar atención a la película, estaba en una de mis escenas favoritas: el juego de Pacman gigante en Nueva York.

Solo que...

-Oye, Mónica, puedo... ¿Puedo pedirte un consejo?

Principalmente fue la sorpresa que sentí cuando escuché esa pregunta de Cooper que me impidió suspirar irritada y rodar los ojos.

¿Escuché bien? Cooper quiere... ¿Un consejo mío?

Sí, eso es lo que quiere.

Esto era demasiado sorprendente.

-Eh... -la mirada azulada de Cooper no tenía esa característica diversión. Estaba llena de duda he inseguridad-. Vale, está bien.

Exhala dejando ir todo el aire, se mantiene en silencio un rato en lo que parece pensar bien en lo que me quiere decir. No tengo idea en lo que quiere Cooper que lo aconseje, dar consejos no es precisamente lo mío, yo soy más de recibirlos.

-¿Como... cómo podría invitar a salir a una chica?

Amapola fue lo primero que pensé.

Así que para esto me necesitas, eh, Parker.

-Debes de ser un poco más específico, Cooper -le dije-. No todas las chicas tenemos el mismo estilo o mismos gustos. Algunas quieren que las inviten a salir de la manera más extravagante posible y otras somos más sencillas.

Eres cruel, Mónica.

¿Por?

¡Te estás aprovechando de la situación!

¿Y qué? De una manera u otra me terminaría enterando. Ahora es solo un método más rápido de saberlo.

Estos son los escasos momentos dónde me agrada ser tu conciencia.

Hala, que gran halago.

Aprovéchalo, no pasan seguidos.

-Bueno, ¿Específico cómo? -logra decir y lo noto bastante nervioso.

-Su estilo, su personalidad, como es ella. Ya sabes, cosas así.

Durante unos largos veinte segundos, Cooper no dijo nada.

Permanece absorto en sus pensamientos viendo un punto frente a él. Por un segundo, creí que se había paralizado o que mis palabras lo habían dañado.

-Te lo haré más sencillo -en cuanto me escucha, su mirada vuelve a mí-. Esta chica que quieres invitar a salir, ¿Es Amapola? -pregunto en tono bajo, procurando que nadie además de él me escuche-. Cooper, ¿Te gusta Amapola?

Directa y sin tantos rodeos. No lo iba a juzgar por eso, desde hace un tiempo lo vengo notando. ¿Por qué otro motivo le tendría tantos apodos? ¿Ese especial «Florecita» suyo?

No sé si habría sido la única que lo notó, pero Cooper le tenía el ojo puesto a Amapola desde hace mucho.

-Eh... -balbucea. Su boca se mueve pero ninguna palabra sale-. Si hablamos de gustar, «gustar», de que me gusta, gusta. Así de que siento algo por ella... -mueve la cabeza de un lado a otro como un reloj y con una mueca-. Que me gusta de gustar, pues... -alarga la palabra y siento que estoy que lo golpeo porque ya ha atrasado demasiado esto-. Pues... sí..

¡Al fin! ¿Tanto le costaba solo decir un «pues... sí»?

Es hombre, se complica demasiado.

Pienso bien en la pregunta inicial de Cooper. ¿Cómo podría él invitar a salir a Amapola? Mi mejor amiga le gusta la originalidad. La transparencia en las personas es algo que Amapola siempre aprecia y el ser uno mismo es algo que valora bastante también.

La respuesta que Cooper espera, no es algo que se necesite pensar mucho, incluso él que ha convivido con Amapola puede saberla. Solo que, como estamos hablando de la chica que le gusta, teme equivocarse y meter la pata.

-Esa respuesta la sabes, Cooper.

Me da una mirada de confusión acompañada de su entrecejo fruncido.

-¿La sé? Si te he preguntado ha sido porque no la sé.

Suspiro meneando la cabeza.

Te lo dije, es hombre, se complica demasiado.

-Solo sé tú mismo, Cooper.

Cómo lo dije, Amapola es alguien que aprecia la originalidad y transparencia de las personas. Es alguien sencilla en ese aspecto. No le gusta que finjan ser algo que no lo son. «La personalidad es uno de los mayores atractivos que tiene la gente, que tratar de ocultarla o imitar la de otros, solo sería perder tu mayor atributo» es algo que ella suele decir mucho.

Inspirador.

La confusión de Cooper pasó a ser una clara expresión de «¿Eso es todo?»

-Te lo dije, es algo que ya sabías.

-Pero, pensé que... No lo sé, que me darías un consejo... Ya sabes, mejor.

-Cooper, te dije lo que necesitabas escuchar, no lo que querías.

-Eso es... ¿Todo?

Asentí.

-¿Qué esperabas? ¿Una guía completa sobre como hacer una gran invitación? No, Cooper, conoces a Amapola, sabes que aunque es alguien extrovertida, hay ciertas cosas que ella aprecia con sencillez.

-Sí, lo sé. Es solo que... -pasa una mano por su cabello rubio-castaño-, no estaba completamente seguro

-Solo no trates de sorprenderla con algún lugar caro, o dándole una falsa impresión tuya. Solo tienes que ser tú.

-¿Ser yo? Pero si yo no tengo nada de especial.

¿Que no tiene nada de especial? Por favor, eso es estúpido. Si llamó la atención de Amapola, es porque lo tiene todo de especial.

-No seas idiota diciendo eso. Quizá no tengamos una amistad de años como la que tienen Dave, Sal y tú, pero te conozco lo suficiente para saber que tienes muchas cosas especiales.

»Si la quieres invitar a salir, no finjas u ocultes lo que ella ya conoce. Sabrá apreciar tu originalidad y esa es solo siendo tú.

-¿Estás... segura?

-Claro que sí.

Cooper ríe por lo bajo, apoyando los antebrazos de sus muslos.

-Ahora que me dices esto, Amapola me recuerda mucho a alguien -una sonrisa entre nostálgica y alegre surca sus labios-. Ella solía apreciar lo sencillo y la autenticidad de las personas.

-¿Es una amiga tuya?

-Era -me corrige-. Y no, no era una amiga. Era mi ex-novia. Solía decir que ser uno mismo es lo más increíble que podamos hacer.

En ningún momento pasé por alto que se refirió a esa chica en pasado y nunca en presente.

Oh, pobre...

-¿Ella...?

Cooper suspiró con pesadez, asintiendo.

-Sí... pasó en un accidente de coche, fue hace tres años.

Un tenso silencio que ni el sonido del televisor logra calmar.

Resulta un poco raro hablar de un tema así con alguien que vive muy alegre, que nunca deja de sonreír, que siempre está haciendo bromas. Sin embargo, lo entiendo completamente. Recordar duele, duele ver qué hay personas que te hacen pensar a quien perdiste. Siempre va a doler, solo que unos días va a ser más llevadero, otros en donde solo quieres un abrazo de quien perdiste y va a doler aún más el recordar que no te lo va a poder dar.

El dolor del duelo es uno de las más raros de todos. Pasarán días, meses he incluso años y estás bien, eres feliz, sonríes, pero un día solo te levantas y lloras como si hubiera sido ayer. El dolor nunca pasa, solo aprendes a vivir con ello.

Cooper aprendió a hacerlo, yo lo estaba intentado.

-Te entiendo -dije, casi en un murmuro-. Sé lo que es pasar el dolor y vivir con la ausencia de alguien, lo entiendo perfectamente, Cooper.

Me miró sobre su hombro.

-¿En serio?

Asentí apretando los labios, todo este tema era demasiado. Me sentía ansiosa, quería llorar. Por un momento, pensé en todo lo relacionado con mamá, en que ya falta poco para que se hagan ocho meses desde que se fue, en que quería un abrazo suyo, quería escuchar su voz, ver su sonrisa.

Por un momento, mi mente se hundió en recuerdos y en su ausencia.

-Hey... -siento una palma fría ponerse sobre el dorso de mi mano y tomarla con delicadeza para dar un suave apretón-. Estás bien, todo está bien, Mónica.

Cerré los ojos repitiendo sus palabras.

No sé cuantos minutos pasan en donde solo trato de regular mi respiración nerviosa, en calmar el sonido de mis pensamientos y dejar a un lado el dolor de los recuerdos. Solo estoy ahí, aún con la mano de Cooper tomando la mía. Estaba siendo mi ancla con la realidad y en ese momento es lo que más necesitaba.

Abro los ojos soltando un suspiro. Cooper no me miraba con lastima, no preguntó «¿Estás bien?» solo me regalaba una pequeña sonrisa de empatía, él sabía lo que se sentía ahogarse en un recuerdo que duele, sabe lo que se siente la ausencia.

-Tienes razón, Mónica -dijo de repente-. No tenemos una amistad de años, pero te entiendo, sé lo que duele. Extrañar a alguien que falleció es otro tipo de dolor porque ni siquiera puedes decirle cuánto lo extrañas.

-Solo puedes vivir con los recuerdos que has acumulado.

Cooper asintió.

-No sé a quién perdiste y no es necesario que me lo digas. Solo... quiero que sepas que puedes hablar conmigo, ¿Vale?

Le sonreí devolviendo el apretón a su mano.

-Gracias, Cooper.

Nos mantuvimos en silencio durante varios segundos en donde no soltó mi mano y se lo agradecí con una sonrisa. Aún me sentía nostálgica y por más estúpido que suene, si Cooper me soltaba la mano, creí que podría hundirme otra vez.

-Vas a estar bien -asegura, dando una caricia con su pulgar a mis nudillos.

Por primera vez, le creí a alguien más fuera de mi familia esa afirmación.

Los sonidos volvieron a llegar a mis oídos, la canción final de la película, la risa de Amapola proveniente de la cocina, la voz de Dave y el aroma de lo que preparaban. Poco a poco, mi conciencia iba dejando de pensar y me conectaba otra vez con la realidad.

Noto la sonrisa repentina de Cooper.

-¿En serio crees que solo debería ser yo al momento de invitarla a salir?

Asentí agradeciendo mentalmente que no haga o diga nada más sobre lo que acaba de pasar. No me importaba volver al otro tema como si no hubiera tenido una pequeña crisis. Ya recibí el suficiente consuelo de su parte.

-Claro que sí, Cooper. Ella es mi mejor amiga desde segundo de primaria. La conozco mejor que nadie. Solo deberías ir y decirle «¿Quieres salir conmigo?» y...

-¡¿Qué?! -medio gritaron dos voces.

Cooper cerró los ojos y murmuró algo parecido a «Mierda» para luego levantarse y ver a las dos personas que nos veían incrédulas desde la entrada a la sala.

-Primero que nada: no es lo que piensan.

Me levanté también poniéndome a su lado. Amapola tenía una clara expresión de molestia y sorpresa. Dave era algo parecido a lo que refleja ella, pero con algo más, algo parecido al... ¿Miedo?

-¿A qué parece? -nos espeta Amapola y debo admitir, me siento un poco mal por recibir odio de mi mejor amiga.

-Bueno... -estaba a punto de decir la verdad porque esas miradas de Dave y Amapola no me gustaban para nada, solo que el muy conveniente sonido del timbre me vino a interrumpir.

Nótese el sarcasmo, eh.

Todos miramos a la puerta.

-¡Voy yo! -exclama Cooper yendo a abrir.

Oh, Parker, ¡Cobarde!

Aún dos pares de ojos me exigían respuestas. Pude decir la verdad y ya, todo esto solo habría quedado en un drama, ¡Pero no! De mi boca solo salió:

-Yo... ¡Tengo que usar el baño!

Y prácticamente huí a dicho lugar.

Detrás de mí escuché un muy animado «¡Hola!» de la voz de Asia. Quise ir a saludar a la menor de los Wyle, pero hacer eso implicaría volver a la sala y no, ahí estaban Amapola y Dave.

Iba casi trotando por el pasillo hacia al baño, antes de que pudiera llegar a la última puerta, siento como una palma caliente me toma del antebrazo, impidiendo llegar al lugar al que huía.

Tan cerca pero a la vez tan lejos.

No quería voltear, sabía quién me había tomado del brazo y mi parte cobarde a aparecido.

-¿Pero qué mierda, bonita? Exijo que me expliques -la voz de Dave estaba teñida de seriedad y sorpresa.

Por unos instantes en que recopilo el valor para darle la cara, no dije nada. Cuando por fin pude verlo, su expresión era la misma que de hace unos minutos, solo que ese miedo que ví, se notaba más.

Quería decirle la verdad, que en realidad todo sí es un gran malentendido, solo que otra parte de mí se sintió molesta con él.

-No puedes exigir nada, Dave -me sorprende la seriedad y calma en mi voz, teniendo en cuenta que por dentro me muero de nervios-. Todo a sido un malentendido. Deberías confiar en mí, pero sobretodo: deberías confiar en tu mejor amigo.

Sin esperar respuesta, me solté de su agarre y seguí mi camino al baño. Yo no tenía nada que hacer ahí, solo necesitaba un lugar seguro para relajarme.

Suelto un suspiro cuando estoy adentro. El baño era de tamaño común, de baldosas blancas que hacen juego con el váter y el lavabo, una puerta corrediza separaba la ducha de la zona del váter y lavabo, además de que había un aroma suave a... ¿Limón? Lo confirmo al ver el aromatizante sobre el gabinete de baño.

Aún me sorprende lo pulcro y ordenado que puede ser Dave.

Abro el grifo del lavabo y tomo con mis manos hechas cuenco un poco para mojar mi rostro. Me veo en el espejo sobre el lavabo para atar mi cabello en una coleta alta. Tenía los ojos un poco rojos al igual que las mejillas.

Termino de atar mi coleta y seco mi rostro con la toalla que descansa sobre el gacho detrás de la puerta.

-Vamos Mónica, sal del baño, no seas cobarde -me digo a mí misma, dudando de si girar el pomo para salir.

Igual no se está tan mal aquí.

No estarás planeando quedarte aquí el resto de la noche, ¿O si?

Bueno...

Si pudiera golpearte, lo haría, créeme.

-Vamos, Mónica, vamos.

Giré el pomo.

Y cuánto deseé no haberlo hecho.

Recostado de la otra pared del pasillo estaba Dave, en cuanto me vio en el umbral de la puerta que me arrepiento haber abierto, descruzó los brazos y dió cortos pasos hasta estar frente a mí con una distancia prudente.

Por unos segundos, solo es silencio entre ambos. No estaba tan molesta con él porque entiendo su punto, la situación de hace rato sí pintaba todo lo contrario a lo que en verdad era, así que lo comprendía un poco. Lo que me frustra es que ambos, sobretodo Amapola, se hayan molestado por eso. ¡Venga ya! Le dije a mi mejor amiga que me gusta este idiota que tengo en frente, ¿Y viene a creer que me quería ligar al chico que a ella le gusta? Puedo ser una mierda de persona a veces, pero no llego a tales límites.

Y con el imbécil frente a mí, ¿Va a desconfiar de mí? ¿De su mejor amigo desde críos? Si nos conoces a ambos, Dave sabrá que la situación no es lo que él pensó.

Me molestaba la desconfianza. Por muy irónico que en mí suene, no me gusta que las personas que me conocen desconfíen de mí.

¿Pero tú sí puedes desconfiar de ellos?

Desconfío de la gente fuera de mi círculo familia-amigos, que las personas de ese círculo desconfíen de mí no me gusta.

Sí que es irónico.

-Lo siento -Dave rompe el silencio-. Tienes razón, no debí desconfiar de ti y mucho menos de Cooper -asentí dándole la razón-. Es solo que... no pude evitar actuar como un idiota celoso.

De todas sus palabras, dos en específico se repetían una y otra vez en mi cabeza: «idiota» y «celoso»

No pude decir nada.

-Fui un idiota y lo lamento -agrega por mi silencio-. Es que escuchar eso... y verte tomada de la mano de Cooper... pensé mal y no le di cavidad a la parte racional de mí.

Seguí sin decir nada.

-¿No vas a... decir algo? -me pregunta.

-¿Debo decir algo?

-Pues... pues...

-Todo está bien, Dave -suspira aliviado-. Pero a la próxima, no te molestes y ve quienes están implicados en la situación. Porque sabes perfectamente que ni Cooper ni yo le haríamos eso a ustedes.

-Lo sé y una vez más: perdón, bonita.

Le sonreí de labios cerrados, encogiendo los hombros.

-Ya está, solo no desconfíes de tus amigos.

Dave ladea la cabeza y me ve confundido.

-Tú no eres mi amiga.

¿Qué?

¿Oí bien?

¿Oímos bien?

No lo sé.

-¿Disculpa? -pregunté, perpleja.

Su afirmación más que dolerme, me tenía confundida.

¡¿Qué demonios quiso decir?! Aún no me había dado en el punto sentimental, aún estaba muy confundida y quería una respuesta.

Dave se echa a reír acortando la distancia entre nosotros para pasar su brazo sobre mis hombros y empezar a emigrar del pasillo.

-Eres más que eso, eres mi bonita.

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