40 • Soy un camaleón y trato de pasar por tomate

Mónica

No desperté porque ya no tenía sueño, eso era lo que más me sobraba ahora.

Desperté porque además de sentir calor, sentía como algo estaba apoyado sobre mi espalda.

Primero abrí un ojo y solo ví oscuridad, luego fue el otro, parpadeé un par de veces y solté un bostezo. Aún seguía teniendo calor y también seguía sintiendo ese peso sobre mi espalda.

¿En qué momento de la noche terminé boca abajo? Aunque, lo más importante, ¿En qué momento me quedé dormida?

Ni idea, pero caímos como tronco.

Estaba dispuesta a levantarme porque ya no podría seguir durmiendo así, pero lo que sea que estaba apoyado de mí no me dejaba levantarme.

Cómo pude, ví sobre mi hombro entre la oscuridad de la habitación, a lo poco que mis ojos lograron captar fue una mano colgando de la orilla de la cama, pasando sobre mí.

Debo admitir que pensé mil cosas y ninguna era buena.

Luego de tener una pequeña crisis de lo que podría ser, noté el brazo al que estaba conectada la mano, volví la cabeza al otro lado y ahí ví que era el brazo de un muy dormido Dave.

Suspiro de alivio.

—Dios, que susto —murmuro.

Esta posición estaba un poco incómoda, así que, teniendo cuidado de no despertar a Dave, me giré con mucho cuidado y levanté su brazo para dejarlo en el lugar donde antes estaba dormida.

Él gruñe y se da la vuelta, metiendo ese mismo brazo bajo la almohada.

Bostezo una vez más y estiro los brazos. Aún llevaba la ropa de anoche y empezaba a estar incómoda de tantos trapos largos. Para la próxima fiesta, yo elegiré lo que me pondré.

Sí, claro, como si Amapola te dejará hacer eso.

Buen punto.

Salgo de la habitación de Dave amarrando mi cabello entre sí de una forma que sé que será muy difícil de desenredar. Voy a la habitación de invitados donde habíamos dejado a las chicas. Ambas estaban en un profundo sueño, sin moverse, incluso tuve que acercarme para comprobar que seguían vivas.

Lo estaban, afortunadamente.

Luego voy a la otra habitación donde dejamos a Cooper. El rubio seguía en la misma posición en la que lo dejamos anoche: pies colgando de la orilla de la cama, brazos estirados y cabeza hundida entre las almohadas. La chaqueta de Denim y sus zapatos estaban aún tirados en el suelo. Con Cooper no tuve que confirmar que seguía vivo porque desde el umbral de la puerta se escuchaba fuerte y claro su ronquido.

Vuelvo a la sala ya sin la duda de que los tres borrachos habían muerto en la noche, dónde para mí sorpresa, me encuentro a Dave recién despierto.

Esta es la segunda vez que veo a Dave recién levantando y no me quedan dudas que él despertando es algo digno de ver. A ver, no es por adularlo o subirle el ego, es que Dave pertenece a ese poca cantidad de personas que despiertan sin parecer una cosa extraña.

Su cabello estaba más desordenado que de costumbre, tenía los ojos un poco achinados y eso le favorecía, al muy suertudo.

¿Qué clase de brujería es esa?

—¿Cómo demonios es posible que incluso recién despierto te veas bien? —pregunto acercándome, causando que él dé un respingo de susto y se vuelva a verme.

—No me asustes así, dioses.

—No es lindo, ¿Verdad? —le doy una mirada y él me entrecierra los ojos—. Venga, vamos a preparar algo de desayunar. Muero de hambre.

No refuta y me sigue a la cocina, donde solo optamos por preparar algo sencillo: sandwiches de jamón y queso, sin tanto rollo porque tenía demasiada hambre y esto es una opción rápida.

Mientras yo iba armando los sandwiches, Dave los tostaba y los dejaba en un plato y así sucesivamente hasta que terminamos teniendo una cantidad suficiente para nosotros y nuestros amigos.

Tomamos tres y tres para cada uno y nos sentamos en las sillas giratorias de la barra a comer. Hablamos poco porque solo nos centramos en llenar el vacío de nuestros estómagos.

En cuanto terminamos de comer, Dave se ofrece a lavar los trastes sucios mientras yo solo lo observo desde mi asiento. Comenta algunas cosas de la fiesta de anoche en las que estoy de acuerdo con él. Había sido divertido asistir.

Pensar en eso también me hacía recordar varias cosas... interesantes que pasaron.

—Sé lo que piensas —oigo decir a Dave.

—¿Eh?

—Que sé lo que estás pensando —lo veo reír a la vez que terminaba de lavar un plato. No agrega nada más a lo que dice hasta que termina con su tarea, se seca las manos y se apoya de lado contrario de la barra frente a mí—. Y no me arrepiento de haberte besado.

Se inclina un poco y, una vez más, junta sus labios con los míos. Le sigo el ritmo del beso, que no eran más que suaves roces y movimientos de su parte que yo seguía.

No voy a mentir, anoche disfruté bastante cada beso que nos dimos. Igual que él, lo esperé una semana entera llena de dudas y preguntas constantes de «¿Estará molesto conmigo?». El que evadan mi espacio personal es algo que detestaba profundamente, pero si eran para estas cosas, no me importaba tanto la invasión.

Cuando se separa, ambos teníamos una sonrisa tonta. Dave da una última presión de nuestros labios y se aleja.

Trato de regular el caos interno que me a dejado este chico, cosa que está costando bastante, así que bajo de mi asiento y salgo de la cocina. Me sentía como una tonta adolescente de catorce años emocionada porque su crush la saludó en el almuerzo.

Esa Mónica no puede volver, no la tonta Mónica chillona de catorce.

En la sala, veo como mis amigos salen del pasillo que dan a las habitaciones. Los tres daban asco con lo patéticos que se veían.

Al menos no soy la única con una mala apariencia al despertar.

—Buenos días —saludo a los chicos, tomando asiento en uno de los sofás. Aún seguía con las mariposas en mi estómago y los latidos acelerados de mi corazón.

Relájate, inhala, exhala.

Ni eso ayudaba completamente.

Guten morgen —saluda Sal en alemán, lo que supuse fue un «buenos días»

Los otros dos solo bostezan.

Escuchamos los pasos de Dave venir hacia nosotros y como se detiene para decir:

—Vaya, están del asco, amigos.

Sal le regala una sonrisa irónica.

Danke sehr, Dave.

Su amigo solo ríe.

—En la cocina hay sandwiches de jamón y queso, vayan a llenar su estómago con algo más que aire.

La respuesta que obtiene son otros bostezos.

Y así, una vez más, Dave y yo quedamos solos.

Siento su mirada sobre mí y eso no ayuda al caos que aún tenía adentro. Venga, ¿Por qué me puse tan nerviosa repentinamente?

¿Y te lo preguntas?

Pues... pues...

Eres idiota, Mónica Ann Reynolds.

Chácharas.

Antes de que Dave se siente junto a mí, tomo una respiración profunda para no estar tan tensa y que no note los nervios que me generaba. Lo último que quería era que empezara a bromear con ello.

Para aparentar tranquilidad, me pongo más cómoda en mi lugar y no en una tensa posición como si tuviera un palo en el culo, así que me apoyo del brazo del sofá para verlo de frente.

Sí, podía fingir bien.

Dave se encontraba sonriendo divertido y me observaba de cierta manera intensa en dónde ladea la cabeza de un lado.

Vale, eso no ayudaba a fingir estar tranquila.

—¿Qué tanto me ves? —pregunto.

Él se echa a reír.

—Es que eres algo muy lindo de ver.

Ah, joder.

En definitiva, la Mónica chillona de catorce años había vuelto en conjunto con la hormonal de dieciséis.

Escuchar su cumplido, uno que en lo absoluto no esperé, me hace sonrojarme de una manera furiosa y hace que mi corazón lata como si hubiera corrido una maratón. Desde hace mucho que nadie causaba intensos sonrojos en mí y, ¡Que sorpresa! Dave Wyle lo estaba logrando.

—Te sonrojaste —dice lo obvio.

—No, Dave, soy un camaleón y trato de pasar por tomate.

Se ahoga con su risa y apoya su cabeza de su puño. Larga un suspiro.

—Bueno, Camaleón Reynolds, el color de tus mejillas es bonito.

¡Háganlo callarse!

Esta vez, no pude responderle porque mi mejor amiga pasó de la cocina hacia el pasillo de la habitaciones, la miré confundida pero no dudé en seguirla. En la habitación donde había dormido ella con Sal, buscaba entre todos los lugares, haciendo todo un desastre.

—Amapola, ¿Qué pasa? —le pregunto.

—¡Mi teléfono! —exclama, buscando bajo la cama—. ¡¿Dónde demonios está mi teléfono?!

Ah, era eso.

Caminé hasta la mesita de noche dónde había dejado su teléfono con el de Sal, pero que gran sorpresa me llevé al solo encontrar el de la castaña.

—¿Pero qué...?

—¿Buscaban esto? —es la pregunta de Cooper en el umbral de la puerta.

Amapola se levanta del suelo y suspira de alivio cuando ve que el rubio tiene su teléfono en manos.

—Oh, ¡Gracias al cielo! —exclama yendo hacia él.

Aunque Cooper no le da en ese instante su celular. En cambio, por ser más alto que ambas, lo alza sobre la cabeza de Amapola, ganándose una mirada indignada por parte de ella.

—¿Pero qué te pasa? ¡Dámelo, ese es mi teléfono!

—¿Qué gano yo por haberlo encontrado? —le pregunta él y veo como se acerca demasiado al rostro de Amapola.

Vale, vale, esto estaba interesante.

—¿Qué se supone que ganas? ¡Es mi teléfono! ¡Debes de dármelo! No es justo que pidas algo a cambio.

—La vida no es justa, mi querida florecita.

Oigo resoplar a Amapola. Estaba molesta, lo sabía.

—Vale, ¿Qué quieres?

Esa respuesta no la dijo en voz alta, en cambio, la susurró al oído de Amapola que su clara expresión era de molestia pero que, si no me equivoco, pude ver un atisbo de diversión en ella.

¿Qué habrá sido eso lo que le dijo?

—¿Aceptas?

Mi mejor amiga mantiene el silencio hasta que dice entre dientes:

—Vale.

Cooper esboza una sonrisa, como si nada hubiera pasado.

—Genial, aquí tienes —le da, al fin, su celular—. No lo olvides.

Es lo último que le dice a Amapola antes de salir de la habitación.

Bueno, eso fue extraño.

—¿Qué te dijo? —le pregunté.

Amapola acomoda su cabello detrás de su oreja.

—Nada importante.

—Amapola.

—No fue nada, Mónica, ¿Okey?

—Está bien, vale.

Y sin más, Amapola sale de la habitación.

En definitiva, algo se traen esos dos.

Vuelvo a la sala de estar donde estaban todos los chicos, Sal se veía mejor que hace rato, Amapola estaba centrada en su teléfono sentada en el sofá y Cooper que estaba sentado a un lado de Dave, le daba miraditas raras a mi mejor amiga.

—Ya pedí un Uber, nos llevará a casa —informa Amapola, dirigiéndose a mí.

—¿Ya se van? —pregunta Sal.

—No ahora, dentro de al menos... —mira la pantalla—, diez minutos, quiero ir a casa. Esta ropa empieza a incomodar.

—Vale, ¿Puedo irme con ustedes?

—Claro, no hay problema.

—Iré a buscar mis cosas —Sal se levantó de su asiento y se fue hacia la habitación a buscar sus pocas pertenencias.

En esa espera todo se mantiene en silencio, Cooper sigue dándole alguna que otra mirada a Amapola y ella lo ignora claramente con el teléfono. Dave y yo compartimos una mirada que ambos supimos interpretar:

«Algo se traen esos dos»

Pasan unos cinco minutos cuando Sal al fin vuelve con una gran sonrisa que confunde a sus amigos.

—¿Por qué sonríes? —le pregunta Dave.

Sal se ríe y encoge los hombros.

—La vida es bonita.

—Eso no lo dijiste hace rato —comenta Amapola—. Cito tus palabras: «maldita vida que creaste la resaca»

Ella, otra vez, encoge los hombros.

—Cambié de opinión.

Que cambio tan radical.

—Andando, el Uber está abajo —anuncia Amapola.

Los chicos nos acompañan a la salida del edificio sin importarles que uno estaba en pijama y el otro con una pinta de vagabundo de los ochenta. Abajo, Amapola tras despedirse de todos, se subió al coche que esperaba por Sal y por mí. Ella se estaba despidiendo de Cooper y yo de Dave.

—¿Hablamos luego? —pregunto.

—Claro que sí.

—Adiós, Wyle.

—Oye, ¿Y mi beso?

Ruedo los ojos divertida, me acerco hasta él obligandolo a agacharse para dejar un beso en su mejilla.

—Hum... me gusta, pero tenía algo mejor en mente —dijo cuando puse un poco de distancia entre nosotros.

En un movimiento rápido, por segunda vez en esa mañana, juntó nuestros labios en un rápido y tierno beso que trajeron consigo los recuerdos de la noche anterior: cada beso, cada risa, cada caricia suya en mi mejilla. Y cada uno de esos recuerdos, causaron aceleraciones a mi corazón y creó una sonrisa en mis labios que lo obligó a separarse de mí.

—Oye, Mónica, ¿Sabes qué? Creo que me quedaré un rato más con los chicos.

Miro confundida a Sal.

—¿Estás segura?

Ella asintió efusivamente, causando que el chongo que se había hecho se suelte.

—Sí, sí. Cuando Dave, porque Dave llevará a Cooper —le dirige una mirada rara al pelinegro junto a mí—, me iré con ellos. No se preocupen por mí.

En todas sus palabras, su voz había sido aguda y su acento alemán se remarcó más de lo habitual.

¿Por qué todos estaban actuando tan raro esa mañana? No sabía la respuesta.

—Eh, vale. Avisa cuando llegues a casa.

—Lo haré.

—Bueno, adiós, chicos —le doy una última sonrisa a Dave que me la devuelve antes de subirme al auto donde esperaba Amapola.

En cuanto tuve el cinturón de seguridad puesto, ella dijo:

—Habla de una vez.

—————————————

Nota de la autora:

¡Sábados de los mentirositos no tan mentirositos!

Hey, ¿Qué tal? Sí, estoy de vuelta, después de ya perdí la cuenta de cuánto tiempo perdida de estos lares pero apareciendo por otros, dioses.

Vale, a todos le valen si estoy o no, así que iré directo al punto.

Espera, ¿Cuál era? ¡Ah, ya! Bueno, este sábado no son cinco capítulos :(

¡Perdón, perdón, perdón! Pero es que tengo cierto... no diría que bloqueo, porque sí quiero escribir esta novela. Supongo que sería un... ¿Choque de ideas? Bah, cual sea su nombre, lo tengo. Es que en serio tengo demasiadas ideas y como son a montones no sé cómo acomodarlas en mi mente y luego plantearlas en el capítulo. También está que como eliminé ciertas escenas que, bueno, no les encontré mucha relevancia y no había razón para que se quedaran, y hay ciertos eventos que estaban conectados a esas escenas, (sé que dije que no tenían relevancia y ahora digo esto, pero confíen en mí) no sé cómo acomodar las nuevas ideas para que cuadren con la edición de esos eventos.

Dioses, ya me enredé y seguramente los enredé a ustedes.

Mi punto es, soy un huracán de ideas que no se saben organizar.

Y bueno, volviendo a lo de los tres capítulos, es que aún no edito los otros por esa misma razón. Yo siendo un desastre todo el tiempo, genial.

Pero quizá se los publique algún día de esta semana que viene. La meta que tengo para este final de 2022 es que termine el año con la novela ya completa y editada, de ahí no me voy a pasar.

Recen por mí, que ya me conozco.

En fin, ¿Qué tal el capítulo? Evidentemente, me a gustado. Y ya estos dos... uf, es que estos dos...

Dave siendo Dave... te amamos, idiota Wyle. ¡Te amamos!

Nos leeremos en el siguiente capítulo.

Besos y abrazos con sustos, caos internos y vagabundos ochenteros.

MJ.


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