34 • Quizá esté un poco loco y aún así, seguiré confiando en ti
Dave
—Eres un buen estudiante, con un buen promedio y uno de los más destacados de tu clase, espero que no hayamos tomado una mala decisión —me dice el señor Henderson, supervisor de los pasantes.
—Le prometo que no se va a arrepentir, en serio. Gracias por esta oportunidad.
Sonríe de lado levantándose de su asiento y alisándose la chaqueta de su traje, extiende su mano hacia mí que no dudo en estrechar.
—Bienvenido, señor Wyle.
Doy una corta risa soltando nuestras manos.
—Dígame Dave, por favor, el «señor Wyle» es mi padre.
—Muy bien, Dave, te esperamos el lunes.
—Aquí estaré —luego de una rápida despedida, salgo de su despacho hacia el estacionamiento donde me sorprendo ver qué ya a oscurecido.
Saco mi teléfono del bolsillo de mi chaqueta y veo la hora en la pantalla; 07:14 pm. Cielos, ¡Estuve toda la tarde en el hospital!
Veo otra vez hacia el cielo oscurecido, suelto una risa entre un suspiro y paso una mano por mi cabello.
—Lo has hecho, Dave —me digo a mí mismo, orgulloso.
Desde que llegué en la tarde todo fue preguntas sobre diversos temas de lo que haría en mi pasantía, una pequeña prueba de como actuaría en una situación de riesgo hacia un infante y también me llevaron a convivir con los niños durante un par de horas. Algunos fueron un tanto odiosos pero lo atribuí a lo mal que lo estaban pasando ahora; otros en cambio fueron muy amables y simpáticos conmigo, incluso me dijeron que esperarían volver a verme.
Ese fue un cumplido que de verdad me agradó escuchar.
Luego de las pruebas conseguí mi horario, mi turno empezaría a las tres, después de mis clases y terminaría al anochecer y tendría que venir de lunes a viernes. Mis días libres constarían de los fines de semana, pero ya qué tengo el trabajo en el café bar, dudo que me quede tiempo para muchas cosas.
Universidad, trabajo el fin de semana, la nueva pasantía... Mi vida ahora estará muy ocupada.
Vida de adulto, amigo mío.
Ya lo veo ya.
Antes de ir a mi auto, veo si tengo algún mensaje de Mónica, pero no había nada. Ni mensajes ni llamadas.
Fruncí el entrecejo, eso es raro.
Decido llamarla pero su celular suena apagado. Le mando un mensaje, no le llega.
Vale, me estaba preocupando ahora.
—Tranquilo, quizá... solo apagó su teléfono por... por... Ah, razones de Mónica.
Tras decirme eso, voy finalmente hacia mi auto y emprendo camino hacia mi casa, pensando en absurdas situaciones de que algo malo le pudo pasar a Mónica cuando sencillamente pudo haber apagado su celular para concentrarse.
Ya en mi edificio, aparco en el estacionamiento del lugar y subo hasta mi piso. Vivir es en este lugar es algo de lo que no me quejo, mis vecinos son gente amable, no son molestos o ruidosos y es algo accesible al muy inestable sueldo que gano. Independizarme no fue fácil, aún no lo es porque en parte tengo ayuda de mis padres, (solo a Dave Wyle se le ocurre subsistir el último año con un trabajo como mesero) pero aún así es un logro para mí: poder vivir solo, defenderme solo en muchos ámbitos de la vida entre otras cosas, y sí, podré recibir aún ayuda económica de mis padres, pero desde un inicio a quedado claro que es algo temporal, solo hasta el momento dónde pueda tener la residencia que tanto necesitaba.
Y anhelaba también.
Antes de entrar a mi apartamento, ayudo a mi vecina del frente, una señora de edad muy dulce que siempre hace galletas de manzana y las reparte entre los residentes de este piso. Me sonríe con amabilidad cuando todas las bolsas de sus compras están sobre la barra de su cocina.
—Muchas gracias, David.
Le devolví la sonrisa sin importarme que me haya llamado por otro nombre. Mi vecina es una señora latina que viene de Venezuela y a según ella, «David» es una variante de mi nombre en su país. Claro que en un inicio me pareció extraño ser llamado «David» pero ya luego lo entendí y se a vuelto una especie de pequeña broma.
—No hay de qué, señora Marcano.
Nos despedimos y vuelvo a la puerta de mi casa, al entrar quedo un momento sin moverme porque todo estaba muy oscuro, ninguna luz estaba encendida y lo poco que veía eran por los reflejos de las luces de la ciudad entrando por la ventana. Voy con paso un poco torpe hasta el encendedor de las luces, cuando todo está iluminado, veo marcadores regados por el suelo, libros sobre el mueble y a una Mónica profundamente dormida.
Suspiro viendo la línea de baba en la comisura derecha de su boca.
—Hasta babeando te ves bien, no lo entiendo.
Antes de ponerme a arreglar su desastre, le tomo un par de fotos que me encargaré de usarlas muy bien a mí favor. Recogí los marcadores, no imaginarás la cantidad de colores que esa chica tiene de plumones, también acomodé sus libros y libreta de apuntes sobre la mesita de centro. Al terminar ella seguía muy dormida. Ni siquiera cuando un libro se me cayó ella despertó.
O a de estar muy cansada o es que tiene un tremendo sueño profundo.
Cuando suelta un ligero ronquido, opto mas por la segunda opción.
Su respiración era tranquila, su expresión estaba relajada y aunque desde mi perspectiva se veía en una incómoda posición, ella parecía todo lo contrario a eso. No sé ni cuánto tiempo me quedo ahí de pie, observándola dormida y con una sonrisa boba. Sé que debo de dejar de verla, ¡Parezco un idiota! Pero... no puedo, es... tranquilo de cierto modo.
Déjate de idioteces y déjala dormir.
Meneo la cabeza y al fin, la dejo seguir su sueño. Voy hacia la cocina pensando en qué preparar para cenar. No es que yo sea un experto en la cocina como mi mamá o Asia, tenía conocimientos básicos y siempre estaba practicando preparar algo nuevo, aunque en su mayoría terminen quemados.
Al menos lo intento.
Se te queman pero al menos lo intentas.
¡Exacto!
Veinticinco minutos después tenía preparada la cena y a diferencia de las otras veces, esta vez no se quemó, ¡Al fin!
Observo con una sonrisa la tarta de pollo que recién saqué del horno.
—No eres tan incompetente para la cocina como creías —me digo.
Antes de servir en un plato para mí escucho un bostezo en la entrada de la cocina, me vuelvo para ver a Mónica estirando sus brazos. Su cabello estaba todo desordenado que me hizo soltar una pequeña risa y su expresión delataba que recién se acaba de levantar.
—A despertado la bella durmiente —digo tomando otro plato y sirviendo la cena—. ¿Dormiste bien?
Mónica toma asiento en una de las sillas de la barra y me regala una pequeña sonrisa agradecida cuando dejo el platillo con la tarta frente a ella.
—Lo mejor que se puede —responde y luego frunce los labios—. ¿Qué tan raro es haber soñado con ponis?
Largué una fuerte carcajada a la que ella se unió segundos después.
—Para tener diecinueve años, es muy raro.
—Nunca entenderé los sueños, en serio —admite antes de llevar un bocado de la tarta a su boca—. Oye, esto está muy bueno —da otro bocado—. ¿La has hecho tú?
—Así es.
—Vaya.
—Yo también estoy sorprendido de que me haya quedado tan bien, normalmente siempre se me quema.
—Pues esto está genial y no está quemado.
Comemos en silencio escuchando solo el sonido de los tenedores sonando contra el plato. Mis cenas cuando estoy aquí son muy solitarias, a veces que Cooper y Sal llegan justo al momento en dónde voy a comer me hacen algo de compañía, pero cuando ellos no vienen o no voy a casa de mis padres, comer aquí es muy... solitario.
Si Mónica no hubiera venido hoy, en este momento estaría cenando solo aquí en la cocina o en la sala viendo la televisión y aunque alguna programación hace ruido de fondo, no es lo mismo a tener la buena compañía de una persona.
—Gracias por haberme dejado estudiar aquí, Dave —dijo Mónica cuando iba a mitad de su cena—. Me quedé dormida pero estudié bastante para mí examen, así que gracias.
Y me sonríe, me regala una de sus tiernas sonrisas de lado que siempre serán agradables de ver.
—No hay problema, cuando no puedas estudiar en tu casa... —ví el otro juego de llaves que le había dejado al irme. ¿En serio haría eso? ¿Confiaba tanto en ella?
Sí, confías tanto en ella.
Tomo las llaves y se las extiendo, Mónica me mira confundida.
—Puedes venir acá y hacerlo.
Cuando por fin entendió la situación, sus ojos se abrieron tanto que sus irises azules verdosos resaltaron mucho más de lo normal.
—No, Dave, ya esto... esto ya sería demasiado.
—Confío lo suficiente en ti, Mónica.
—¡Estás loco! ¿Perdiste la chaveta? ¡Ni mi hermano me confía la llave de mi casa porque la pierdo!
Me reí.
—Quizá esté un poco loco y aún así, seguiré confiando en ti.
Pasó su mirada de mí a mi mano donde descansaban en la palma las llaves.
—¿Estás seguro?
—Totalmente, te tengo fe, Mónica, tú también deberías tenerla en ti misma.
Pude ver cómo en su rostro se refleja el dilema interno que llevaba. Mónica era demasiado expresiva con su cara, aunque sea cerrada y no le guste compartir lo que le pasa, resulta bastante claro cuando algo le disgusta, la molesta o está indecisa. En esa última, suele torcer los labios, arrugar la nariz de una manera tierna y llevar distraída su mechón blanco y rebelde detrás de la oreja.
Tres cosas que ya a hecho.
En estas últimas semanas que hemos pasado demasiado tiempo juntos me he dado cuenta de esos pequeños detalles suyos y ahora que los conozco, sé cuándo las cosas no le gustan y también cuando a decidido algo porque suspira rendida.
Cuarta cosa que recién acaba de hacer.
—Vale —toma la llave y la deja a un lado.
De cierta manera, que aceptara mi propuesta me hizo sentir bien. Confiaba en mí tanto como yo lo hacía con ella y eso era lo que me hacía feliz.
Después de eso terminamos de cenar hablando de lo que hice hoy en el hospital. Mónica mostraba auténtica emoción y alegría por lo que había conseguido y eso me hacía sonreír. Cuando terminamos de comer, fui a lavar los platos sucios y ella fue en busca de su celular.
—Espera, ¡¿Esta es la hora?! —el grito de Mónica me hace sobresaltar y casi hacer que el plato que tenía en manos caiga al suelo.
—No entiendo tu afán por los gritos.
—¿En serio esta es la hora?
—¿Pues qué número marca? —pregunto secándome las manos.
—Las 08:41 pm, ¡Las nueve de la noche!
—Técnicamente, aún faltan diecinueve minutos para las nueve, así que...
Ella me mira mal.
—No estoy para tecnicismos, Dave —claramente, mi bromita no le había agradado—. Son casi las nueve de la noche y tengo veinte llamadas perdidas de mi hermano.
Eso último sonó bastante desinteresado y me hizo fruncir el entrecejo.
—¿Te has peleado con Miguel?
Ríe sin muchos ánimos.
—¿Por qué crees que vine aquí más temprano? Mi hermano es genial pero también un idiota cuando se lo propone —suspira—. Pero da igual, debería irme, antes de que se haga más tarde.
Sale de la cocina hacia la sala de estar y empieza a guardar sus cosas en su mochila, yo solo la observo y sigo cada uno de sus movimientos desde la entrada de la cocina.
—¿Por qué no te quedas?
Mónica deja de guardar sus cosas al instante en que termino de formular mi nueva propuesta.
—¿Qué?
—¿Por qué no te quedas? —repito—. Es muy tarde para que vayas sola por ahí.
—Contaba con que me acompañaras.
—Es tarde, a estas horas ya no puedo conducir porque no veo bien.
—¿Astigmatismo?
—Algo parecido —silencio de su parte—. ¿Entonces?
—No lo sé, Dave.
—Hay dos habitaciones de invitados aquí, puedes quedarte en una de ellas.
—No lo sé...
—Venga, por esta noche. Así no vas sola por las oscuras calles y yo no me quedo preocupado de que algo te haya pasado por no haberte acompañado. Tómalo como... cosa por tu seguridad y mi bienestar mental.
—Algo de todo esto no me agrada.
La veo confundido.
—¿A qué le tienes miedo?
Ahora ella era la confundida pero, ¿He dicho que he notado sus pequeños detalles? Lo he hecho y puedo reconocer que se siente nerviosa.
Ah, que tierno, Mónica nerviosa. Son cosas que no pasan todo el tiempo.
—Puf, ¿A qué le tengo que tener miedo? —finge muy mal estar tranquila.
Encogí los hombros.
—No lo sé, dímelo tú, ¿Por qué tanta negación a quedarte cuando es por tu propia seguridad?
—Porque ya sería demasiado. Siento que... que... abuso, Dave, no me gusta sentirme una aprovechada. Me dejaste estudiar aquí, me diste de cenar, ¿Y ahora me quedo a dormir? Siento que estoy sacando provecho de tu amabilidad y no me gusta.
—Tiene pinta de todo eso, la verdad —la mirada de Mónica es de un claro «¿En serio?» que me hizo reír—. Vale, tranquila, es solo una broma.
»He hecho todo esto por voluntad propia, Mónica, en ningún momento tú me lo has pedido, lo he hecho porque he querido y te pido que te quedes porque me preocupas.
»En serio que tengo ese problema al conducir de noche, no veo o al menos lo hago muy borroso. Prefiero que te quedes aquí segura dónde nada malo podrá pasarte.
—Eso a sonado bastante lindo —la oí murmurar—. De igual manera, si me quedo, necesito bañarme y no quiero usar la misma ropa.
—Bueno... —di un paso hacia ella—. Está la opción de no usar nada —su mano empuñada me propina un golpe en el brazo con sus mejillas sonrojadas—. Vale, vale, no me maltrates, mujer. Si tienes que ducharte, puedo prestarte algo mío, una camisa te debe de ir como vestido.
—Gracias por recordarme mi poca estatura.
—A sido un placer —sonreí.
Mónica rueda los ojos antes de suspirar y relajarse.
—Bien, me quedaré, pero tengo que ir a llamar a mi papá para... que no se preocupe.
Esperé que se alejara pero no lo hizo, yo tampoco, solo estábamos ahí en un tenso silencio solo observando al otro. En este momento, dónde podía fijarme bien, noté que Mónica tenía pequeñas pecas en los pómulos y el puente de la nariz. Eran tan chiquitas que casi pasan desapercibidas ante cualquier mirada.
Pero ahí estaba yo, viéndolas fijamente.
Luego mis ojos volvieron a los suyos, siempre me sorprenderá su color poco común y aún siendo particular, eran lindos porque se notaba la diferencia de colores, como una especie de heterocromía parcial.
Y su cabello es lo que físicamente la distingue tanto de otras, contuve las ganas de tomar su peculiar mechón blanco y jugar con él entorno a mi dedo.
El silencio se prolongaba hasta el punto de volverse demasiado tenso para mí porque en cada segundo solo quería atraerla hacia mí...
Trago saliva y aprieto los puños a mis costados. Vale, si este silencio seguía juro que yo voy a...
—Iré a hablar con... —no termina su frase, rompe el contacto visual y se aleja hacia la cocina.
Eso estuvo fuerte.
Pasé una mano por mi cabello antes de caminar hacia mí habitación y buscar algo de ropa para prestarle a Mónica, conseguí un pijama que seguramente le quedará holgado y volví a la sala dónde podía oírla hablar por teléfono en la cocina.
—Estate tranquilo —dijo—. Estaré allá por la mañana —se queda en silencio, escuchando lo que supongo es su padre dice al otro lado de la línea. Unos segundos pasan hasta que ella ríe—. Oh, eso... —su voz se escuchaba átona—. Eso no es nada, solo... tenemos que hablar. Vale, buenas noches, papá. Te amo.
Es lo último que oigo antes de que sus pasos se acerquen hacia la sala dónde estoy con la ropa que había conseguido para ella en mano.
Aclaré mi garganta.
—El baño está antes de llegar al final del pasillo —no sé por qué carajo digo si Mónica ya lo sabe, pero aún así ella asiente.
Se va en dirección hacia el pasillo pero se detiene a mitad de camino y escucho como pronuncia mi nombre.
—¿Eh?
—¿Una toalla?
—Ah... —escucho su pequeña risita burlesca— Malvada, no te rías de mí.
—Lo siento —aunque su sonrisa delataba que realmente no lo hacía.
Voy con ella hacia el pasillo y del armario tomo una de las toallas extras que mi madre se a empeñado en regalarme.
—Su toalla —digo, entregándosela.
—Gracias.
Aprovecho que ella toma una ducha para arreglar la segunda habitación de invitados, cambiar la sábana que cubría la cama y dejar una frazada para que se abrigue por si le da frío en la noche.
Terminaba de arreglar todo cuando escucho el sonido del agua cerrarse y poco tiempo después el de la puerta del baño ser abierta, por ella venía saliendo Mónica con la toalla secando su ahora húmedo cabello.
Pero definitivamente no fue eso lo que me hizo sentir un poco de calor.
Fue el hecho de que ella iba con solo mi camiseta puesta, ¡Solo mi camiseta! ¿Y el pantalón dónde quedó? Vale, es una buena vista, una demasiado buena pero a la vez es demasiada tentación y digamos que aún no me recupero de lo de hace un rato.
No estás nada recuperado de eso.
Absolutamente.
Tomé una respiración profunda para relajarme, pero no funcionó lo suficiente. Mónica estaba demasiada centrada secando su cabello que no sabía el pequeño colapso que estaba teniendo por verla usando solo mi camiseta.
—Joder... —murmuré muy bajo.
Pero sí, definitivamente joder.
Mi camiseta le cubría hasta la mitad de los muslos y dejaba bastante que imaginar, pero de igual forma es una imagen tentativa: dejaba a la vista sus cortas piernas que en el tobillo iba decorada con una sencilla tobillera de plata, la gotitas por su cabello húmedo resbalaban desde su cuello hasta perderse más abajo de la camisa.
Y yo estaba teniendo demasiadas ganas de perderme por ahí abajo también.
Vale, no, eso no son pensamientos sanos, ¡Es Mónica! ¡Mónica! Con ella no, definitivamente no.
Pero ya estás todo imaginativo con ella.
Triple joder.
Mónica levanta la mirada y me encuentra congelado en medio del pasillo.
—Hey —sonríe.
—Hey... —mi voz sonó jadeante, como si hubiera corrido una maratón.
—¿Qué haces ahí parado? Pareces una estatua todo congelado —deja de secar su cabello, que cae enredado y húmedo detrás de su espalda y a los lados de su cara, dejando gotitas en sus mejillas.
—Solo... ví algo que me sorprendió.
Arquea una ceja.
—¿Algo que te sorprendió? ¿Y eso sería?
Meneé la cabeza.
—Nada que quisieras saber.
Sobretodo teniendo en cuenta la velocidad con la que mis pensamientos volaron para crear imágenes.
—Vaalee —no sonaba convencida—. Diré que te creo aunque sabes que no lo hago. En fin, estaba pensando, ¿Por qué no ver una película?
—Claro, genial. Tú elige cuál mientras yo... yo me ducho —le paso apresurado por un lado, yendo hacia mí habitación.
Si no me enfriaba con esa ducha, tenerla cerca será peligroso.
—Bueno... —la oigo decir confundida.
Busco mi pijama y la dejo sobre la cama para tomar la toalla he ir hacia el otro baño del apartamento. Ahí tomo una ducha de agua fría y bastante larga. En serio tengo que dejar que se me pase la calentura o esta noche será muy difícil y dura para mí.
Cierro la llave del agua cuando siento que todo está en control en mi sistema. Salgo del baño con la toalla alrededor de mi cintura y el cabello húmedo con gotitas cayendo por mi cara. Sacudo mi cabeza, espantando las gotas de agua.
—¡Oye! Ya me duché, me basta con una sola —me detengo al escuchar cerca la voz de Mónica.
Tenía los ojos cerrados por pasar sus dedos por los párpados y pómulos para quitar las gotas de agua que le cayeron por mi culpa.
—Ya elegí una película para ver —informa Mónica, ajena a todo lo que empezaba a sentir de nuevo.
Con o sin ducha de agua fría, no se me pasaría.
—Vale, voy a vestirme y estoy contigo.
El repentino color rojizo en sus mejillas me hicieron saber que ella no había caído en cuenta de que lo único que yo llevo puesto es una toalla alrededor de la cintura y ella una de mis camisetas que, ¡Maldición! La hacía ver cómo una tentación.
Veo como traga saliva.
—Te espero en la sala —murmura dándose la vuelta y huyendo hacia dicho lugar.
Ya vestido con mi pijama voy a la sala dónde Mónica estaba sentada en el sofá viendo su celular y con una película en pausa en el televisor. Me dejé caer a su lado, haciendo que ella de un respingo asustada.
—¡Me asustaste! —exclama, dejando de lado su celular.
—Tú te asustas por todo —me mira mal—. ¿Qué película veremos?
—¿Te gustan los superhéroes?
Fruncí el entrecejo pero aún así asentí.
—¿A quién en este mundo no le gustan los superhéroes?
—A la gente inculta, Dave, a la gente inculta.
Reí.
—Bueno, como te gustan los superhéroes, te gustará esta película —toma el control remoto y le da play a la película pausada.
—Sangre, comedia y groserías. ¿Segura que eres una chica?
—Hey, Deadpool no solo la disfrutan los chicos —se defiende ella muy digna.
—Tú en serio eres perfecta —esas cinco palabras salieron de mi boca sin previo aviso, sin pensarlas bien.
Solo salieron y ya he hicieron a Mónica reír nerviosa, una de esas risitas suyas que escuchas muy poco pero cuando podías causarlas, eran tiernas y lindas.
—Solo concentrate en la película.
Y eso fue lo último que dijo antes de concentrarse por completo en el televisor.
-
Abro los ojos de pronto y suelto un bostezo, viendo hacia la TV, dónde ahora estaban pasando otra programación.
Vaya, me quedé dormido.
Trato de estirarme pero algo me lo impide y cuando veo de quién se trata, es casi imposible no sonreír.
De algún extraño modo Mónica y yo estábamos acurrucados en el sofá de la sala, ni siquiera sé en qué momento esto pasó pero era lindo tenerla así. Acerco mi mano hacia su mechón blanco y lo alejo de su rostro, dejándolo detrás de su oreja con el resto de su desordenado cabello.
La observé unos largos segundos en los que daba ligeras caricias a su mejilla con mi mano, trazando con mi dedo índice las pequeñas pecas que tenía.
Esto es lindo, se siente bien, se siente cómodo aunque el lugar donde estemos acostados no sea el más cómodo de todos.
Me gustaba esta sensación, una que es muy nueva y a la vez tan conocida.
—Duerme bien, bonita —dejo un rápido beso en su frente antes de encontrar una posición más cómoda para seguir durmiendo.
——————————
Nota de la autora:
No hay mejor final para este capítulo que este.
Antes, era algo muy... ¿Cómo decirlo? ¿Patético? Terminaba muy mal, con la típica frase del protagonista que tiene miedo a los sentimientos. ¡¿Qué demonios pensaba la MJ de catorce años?! ¿Estabas deschavetada, amiga? Ya los viejos lectores saben que Dave fue bastante idiota y en esta versión aún está esa escencia de él pero tampoco tan exagerada. Mano, uno no puede ser tan pendejo en la vida.
Pero parece que mi versión de catorce años sí que lo fue. Ay...
En fin, hasta aquí la actualización de esta semana, recordemos que las recomendaciones musicales fueron Firework de Katy Perry, Believer de Imagine Dragons y Wasting My Emotions de Fawlin, espero les haya gustado tanto las canciones como la novela.
¡No olviden ir a mi Instagram (@immariajose09) y ver el videito de esta novela. También publico de vez en cuando edits de mis novelas disponibles aquí y de mi queridísima Jaidys.
Oh, una última cosa, les vengo a dejar la lista de nombres y users de Instagram de los modelos de los personajes de estos chicos. Así para que vean como me los imagino y si ustedes no quieren verlos así, pues no hay rollo, dejen en los comentarios al modelo con que se los imaginan para así yo verlos también.
Ahora, vamos con la lista.
Sahar Luna (@sahar.luna) para Mónica Reynolds.
Álvaro Mel (@mel_) para Dave Wyle. (Lo he dicho muchas veces, pero este chico es perfecto para él)
Castle Rock Peters (@iamcastlerock) para Cooper Parker.
Carys Rachel (@cxrysrachel) para Salustina (Sal) Spears. (antes había otra modelo para este personaje pero esta chica me gustó más para nuestra alemana parlanchina)
Froy Gutierrez (@froy) para Miguel Reynolds. (Ah, yo amo a este chico, es perfecto para Miguel)
Maisie de Krassel (@maisie_dek) para Asia Wyle. (Antes también había otra chica pero, como dije, ella me gusta más para nuestra Asietta)
Francely Abreu (@francelyabreuu) para Amapola Bergan.
Preston Oliver (@preston_oliver) para Henry Wyle (aquí también había otro chico perooo, este definitivamente me gusta más)
¡Nos leeremos pronto! (Espero)
Besos y abrazos con pensamientos impuros, películas de Deadpool y modelos.
MJ.
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