27 • Todos estamos locos aquí
Dave
Observo a mis amigos que estaban enfrascados en el tema de conversación más extraño de la historia de los temas de conversación.
¿Cómo demonios terminamos hablando de esto?
—¿Creen que es posible? —pregunta Cooper, observando a las chicas.
Ellas comparten una mirada entre sí.
—No lo sé, muchos dicen que eso es solo un mito, algo así no podría ser capaz de existir —dice Mónica.
—¿Y qué con lo que dicen los libros? ¿Internet? —argumenta mi amigo—. Y se han visto casos en la vida real.
—En animales, Cooper, ¡Animales! —exclama Sal—. Y aún si es un mito o no, no creo que resulte posible en humanos —opina.
—Que tenga los externos no significa que tenga los internos —agrega Mónica—. Si ya es imposible con los de afuera, los de adentro ya es bastante improbable.
Amapola le frunce el ceño.
—Yo creí que tú estudiabas artes, no medicina.
—Paso demasiado tiempo con él —me señala y yo me río.
—Chicas, ¡Quiero quitarme esta duda! —Cooper pide atención.
—¿Qué clase de dudas son esas, Parker? —pregunta Amapola, casi en tono traumado.
Coop encoge los hombros.
—Estuve leyendo un poco, además, siempre tuve la duda de si es posible.
—Pues, tu mejor amigo estudia medicina, ¿Por qué no se lo preguntas? —sugiere Sal.
Genial, me harán inclusión en un tema del cual he evitado participar solo para no decirles «estúpidos»
—Oye, cierto que tú puedes saber la respuesta, ya hasta yo quiero saberla. ¿Puede una mujer hermafrodita quedar embarazada de sí misma? —cuestiona Mónica.
En cuanto terminó de formular su pregunta, estrellé la palma de mi mano contra mi cara.
Santas deidades míticas, este tema es tan estúpidamente ridículo.
—¡Es una duda razonable! —exclama Cooper ante mi reacción.
Resoplé sosteniendo con mi dedo índice y pulgar el tabique de mi nariz.
—No es razonable, es estúpida, ¿A quién demonios se le ocurre preguntar algo así, eh?
Las chicas señalan al instante a Cooper.
—Traidoras —masculla él.
—Pero aunque el tema es estúpido, sí que es intrigante. Entonces, ¿Puede o no puede? —pregunta Mónica.
—No puede, ¡Es imposible! El hermafroditismo es una condición, tontos, es algo que sucede en la formación embrional si la madre a tenido contato con testosterona durante el embarazo. Una mujer hu hombre hermafrodita exhibe características de ambos sexos, pero uno está más desarrollado que el otro. ¡Así que no, chicos! No es posible que quede embarazado de sí mismo porque no es que cuente con la capacidad para poder hacerlo.
El silencio reina en la mesa. La explicación que tenía en mente estaba plagada de insultos por tan estúpido tema de conversación, pero decidí que mejor era guardarmelos por el hecho de que no quiero ofender a nadie y tampoco quiero ser golpeado.
—Entonces... no es que tiene una polla y una vagina, ¿Es que tiene una sola pero... mal formada? —Cooper tenía una expresión entre la decepción, el asco y la sorpresa.
Asentí.
—Lamento acabar con tus ilusiones, pero así es. Esa cosa de una mujer hu hombre teniendo ambos órganos reproductores, es solo un viejo cuento de esas historias que tanto te gustan.
—Oh, sí, cierto que viene de eso —frunce los labios en un patético puchero de decepción—. Y yo creyendo que sí existía la descendencia de Hermafrodito.
Reí.
—Son solo leyendas, Coop, viejas historias que sirven para contar un por qué antes de la existencia de la ciencia.
—La ciencia al carajo, ¡Uno puede creer en todo!
—Protesta, idiota.
Veo a las chicas, que nos miran confundidas, más que todo Mónica y Amapola, Sal estaba acostumbrada a escuchar esos comentarios de Cooper, ellas no tanto.
—¿Qué demonios...
—... fue eso? —completa Amapola la pregunta de Mónica.
—Tranquila, eso es normal —aclara Sal.
—Sí, todos estamos locos aquí.
Amapola me ve con el entrecejo fruncido, acto seguido me señala con el dedo índice.
—El gato Cheshire, Alicia en el País de las Maravillas.
—Exactamente.
—A este idiota de aquí le gusta citar frases de Disney, no hay una que no se sepa.
Encogí los hombros, relajado.
—Ponganme una demanda por ser fan de una buena franquicia.
Mónica se ríe.
—Vale, chicos, me encantaría seguir teniendo extraños temas de conversación con ustedes, pero tengo una clase en diez minutos —se levanta de la mesa tomando sus cosas—. Los veo más tarde —se despide antes de inclinarse hacia mí y dejar un beso en mi mejilla, uno que me hizo sonreír.
—Si no supiera que lo de ustedes es falso, sería la fan número uno de su relación —admite Amapola con una sonrisa hacia nosotros y apoyando el mentón de las manos.
—Apoyo a la florecita —conviene Cooper, en estos últimos días que hemos estado juntos él la molestaba mucho con ese tipo de cosas.
—Ya deja eso, tonto —le espeta ella, lanzandole una uva de su racimo.
Cooper la atrapó muy suertudo con la boca.
—No se maten mientras no estoy —es lo último que dice Mónica antes de emprender camino a su siguiente clase.
—Bueno, yo tengo una clase antes de irme hacia mí facultad, así que... creo que me iré —Sal se levanta de la mesa—. Ustedes dos traten de no matarse.
Y se va por la salida trasera del comedor.
—Y quedamos tres —comenta Coop.
—Corrección: quedan dos. Yo seré como las chicas y me iré.
Cooper mira a Amapola confundido.
—¿Y por qué? Si ni siquiera a acabado el almuerzo para que nuestras clases empiecen.
—Tus clases, Parker. Yo de hecho, estoy llegando tarde a una. Así que, como dicen en la bella Francia: au revoir! —se despide con un exagerado beso en el aire que la hace reír a ella misma.
—Ella no está del todo cuerda, ¿Verdad? —pregunta viendo el camino por el que recién se había ido Amapola.
Reí.
—Amigo, ninguna de esas tres chicas lo está.
Cooper se suma a mi risa.
—Mónica en especial.
—¿Por qué lo dices?
—Por cosas —encoge los hombros—. ¿Quién en su sano juicio soportaría las miradas, murmullos y chismes de ti? Aún pienso que la gente de aquí exagera por todo este melodrama solo porque tienes "novia nueva", pero aún así, es raro el que soporte todo eso.
—Pero por eso no es alguien que no está cuerda, es capaz de ignorar lo que otros dicen. A lo que a mí concierne, eso es genial.
Cooper me mira como si yo fuera una clase de rata de laboratorio en prueba.
—Interesante...
—¿Qué?
—La defiendes.
—¿Y? Lo haría con cualquiera.
—Sí, lo sé, pero... es Mónica.
—Sigo sin entender.
—Olvídalo, es cosa mía.
Y ya lo creía.
—Vale... —murmuré, confundido.
—Mejor cambiemos de tema, ¿Cómo está mi cabra loca? —el apodo más horrible del mundo puesto por Cooper Parker a mi hermana menor.
—Está mejor, los desmayos terminaron, los mareos y dolores de cabeza se han minimizado. Está comiendo mejor y toma sus vitaminas, así que todo bien. Solo que se a tomado esta semana libre para mejorarse.
—¿Y ya la han reportado como indispuesta en la preparatoria?
—Sí, también le dieron un plazo de tiempo para que se recupere. Mónica nos hizo ese favor.
Mi amigo sonríe.
—Guao, que buena gente ella —comenta—. Bro, sigue mi consejo: cuidala, y mucho, como ellas no se ven todos los días.
—¿A qué quieres llegar, Cooper Parker?
Ríe guardando sus cosas y levantándose de la mesa.
—A nada en especial, al menos no para mí, ¿Para ti? Hum... —se ríe otra vez y no entiendo qué diablos—, para ti sí que es especial.
¿Qué mierda con él?
—Nos vemos después de clases, ¡Oh! Iré a ver a tu hermana también.
Solo asentí confundido, viéndolo irse.
¿Qué a acaba de pasar?
Ni idea, amigo. Ni idea.
Tomé la decisión de no darle importancia, a veces Cooper decía cosas sin sentido. Una vez llegué a creer que se había drogado.
Cómo todos se habían ido, también me fui hacia mi siguiente clase, prefería esperar en el salón al profesor a qué estar solo en una mesa del comedor. Iba tranquilamente por el pasillo hacia la salida del edificio principal, tarareando la melodía pegajosa de ese comercial de pasta de dientes.
—Tus dientes blancos dejará, y una sonrisa brillante podrás regalar... —murmuraba para mí, la canción era tonta, pero el ritmo era demasiado pegadizo.
—Dave... —el suave murmullo de alguien pronunciando mi nombre detrás de mí me hizo dejar de tararear y hacerme dar la vuelta.
En ese momento me arrepentí mucho de haberlo hecho.
La sonrisa que tenía se borró, mi buen humor se fue al carajo y uno de mis puños se apretó a mi costado.
Emily estaba a unos pasos de mí viéndome tímida con sus ojos azules, los cuales además estaban un poco apagados, tristes.
Que hipócrita.
—¿Qué? —no pude evitar sonar hosco.
Ella, su presencia, su mirada, toda... ella me hacía sentir mal. Rabioso, rencoroso por todo lo que implicó estar con ella: vergüenza, malestares conmigo mismo, falta de confianza de su parte al igual que el poco apoyo.
Antes de todo lo de la fiesta, yo solo veía a Emily acercarse y sonreía, me sentía feliz, mi corazón latía emocionado, ¿Ahora? Ahora ni siquiera podía verla sin sentirme un estúpido.
—¿Podemos hablar?
La maldita misma pregunta de los últimos seis meses, ¿No se cansaba de repetirla? ¿De tener la misma respuesta siempre?
—No hay nada que hablar, Emily.
Empezó a dar lentos pasos hacia mí.
—Por favor.
¿Sentía empatía por el tono de suplica en su voz? No, sentía pena por ella, porque no pasaba la página.
Suspiré.
—Mira, Emily, pasa la página, todo terminó, ¿Las explicaciones? Todas están sobre la mesa, no hay nada más que aclarar. Tú dijiste lo que tenías que decir, o mejor: no lo hiciste y solo te quedaste ahí viendo todo. No quiero oir tus vagas excusas, así que dejemos todo aquí de una vez por todas.
—No vine a hablar contigo de eso —admite casi en un murmuro.
Fruncí el ceño, ¿Ah? ¿Escuché bien?
Escuchamos bien.
—¿Qué es lo que quieres hablar?
Fue su turno de suspirar.
—Solo te quería decir que... estoy feliz, feliz por ti de que hayas encontrado a alguien que sepa apreciarte y quererte —esto es tan raro—. Sé que lo que hubo entre nosotros no fue lo más sano, tampoco terminó bien.
—«lo que hubo entre nosotros» no existió, Emily, no lo digas como si para ti hubiera sido algo real. Y claramente el final no iba a ser color de rosa, lo que está destinado a terminar mal, lo hará.
Ella asiente, pareciendo estar de acuerdo.
—Tienes razón, fue... y es mi culpa. Sé que te hice daño, Dave, te mentí y jugué contigo cuando no lo merecías, pero al menos déjame explicarte cómo pasaron las cosas. Por qué pasó todo. Lo que... lo que él te dijo no es la verdad completa.
—Pero es parte de ella, y eso no quita el hecho de que me hayas engañado todo el tiempo en que estuvimos juntos.
—No, no lo hace, pero quiero decirte toda la verdad, sin mentiras, sin engaños ni juegos —acomoda distraída un mechón de su cabello rubio—. Hay más que contar de lo que él te dijo esa noche, permíteme decirte los motivos del por qué. Dave, sé que me odias por todo, pero solo quiero que escuches mi parte de la verdad.
—Emily, yo no te odio, odio tu actitud insistente.
—Lo siento, pero es porque...
Meneé la cabeza, interrumpiendola.
—Sobre eso... no estoy ya para eso, Emily. Escuché lo suficiente esa noche. Un juego. Una apuesta. Una mentira y un corazón herido. Era esa la dinámica, ¿No? Me dijiste lo suficiente con solamente haberte quedado callada, con haberlo ayudado a él pasando de mí —solté una risa irónica—. Siempre fui un estúpido para ti, ¿No?
—Dave...
—Claro que lo fui —me respondí en un murmuro—. Quiero dejar este tema atrás, Emily. Como te dije: las verdades están sobre la mesa.
—No todas ellas.
—Están todas las que necesito —veo como traga saliva y suspira entrecortada, ¿Cómo es posible que alguien que causaba tantas emociones en mí ahora no me haga sentir nada?—. Hay algo que no te diste cuenta esa noche, Emily: que estabas lastimando a alguien que aprendió a quererte demasiado.
—Yo también te quería.
—Eso es hipocresía.
—Es la verdad.
—Dejemos el pasado en el pasado, ¿Si? Pasemos de una vez la página. Cómo lo dijiste: encontré a alguien que me aprecia y me quiere —no estaba seguro de eso pero ella no tenía por qué saberlo—. Y me gustaría ser feliz con ella, ¿Porque sabes algo? Tengo la certeza de que Mónica no es como tú.
Y sin escuchar otra cosa de su parte, me di la vuelta y salí lo más rápido de ese pasillo. Afuera, tomé una profunda respiración y desordené mi cabello.
No pienses en esa noche, Dave, no lo hagas, no lo hagas.
Me repetí eso una y otra vez, pero aún así vagos recuerdos vinieron a mi memoria.
—Maldición —mascullé.
Esto era lo que odiaba de hablar y de ver a Emily: la reviviscencia, de volver a sentirme en esa noche.
Lo odiaba tanto, joder.
La persona que creí mi amigo fue un maldito, la chica que creí la novia que tanto quise fue una mentirosa, ¿Cómo no pude darme cuenta antes? ¿Por qué no oí a mis padres cuando me decían constantemente que ella no era buena para mí? Claro, no lo hice porque era un jodido enamorado de la chica que no sentía nada hacia él.
Fueron bonitos meses en un principio, luego cuando se me vinieron los problemas, el tiempo en que papá estuvo en mal estado, creí que recibiría el apoyo de mi novia.
¿Y cómo recibir el apoyo de alguien que no estaba dispuesta a dartelo? El Dave de hace seis meses era un estúpido que por primera vez en su vida, había decidido escuchar a su corazón por creer que había conseguido a la chica ideal.
La chica ideal le mintió, el amigo fiel le falló, ambos le mintieron.
Ambos solo dañaron un inocente corazón.
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