23 • ¡Sales con mi maestra! ¿Acaso eso es legal?

Dave

No dejaba de darle miradas de soslayo.

Ella se veía tan... joder, se veía preciosa esa noche que sencillamente no podía dejar de verla. Mónica era bonita sin importar qué llevara puesto, pero esa noche... se había lucido sin dudar.

Mónica veía entretenida la calle mientras tarareaba la melodía de una canción que reconocí como Don't Stop de 5 Seconds Of Summer. Parecía tan centrada en la canción.

Don't stop doin' what you're doin'. Every time you move to the beat, it gets harder for me, and you know it, know it, know it —cantó el coro, entretenida aún con el paisaje.

Yo procesé la letra de otra forma.

Aclaré mi garganta, llamando su atención.

—No creo que deberías cantar esa canción.

Ella me mira confundida.

—¿Por qué?

—Tiende a... causar doble sentido.

Por un segundo, puedo ver los engranajes en su cabeza moverse para entender la referencia.

Hasta que, por fin, logra entenderlo y sus mejillas se sonrojan.

—Pervertido —murmura.

—¡Solo he dicho que la canción causa doble sentido! ¡No más! —exclamé, girando a la derecha, yendo en dirección a Chestnut street—. Son canciones que tienen un doble significado, lamento por decírtelo.

—Aún eres un pervertido.

—Y tú muy inocente, Mónica —digo, riendo por lo bajo.

—¡No soy inocente! —exclama, molesta.

—No debería molestarte eso, la inocencia es algo preciado, por si no lo sabías.

Sentía como me mataba con la mirada.

—Eres un idiota.

—¿Pervertido? ¿Idiota? ¿Cuál sigue?

—¡Solo calla, Dave!

Fue imposible no echarme a reír. Molestarla era tan fácil, parecía un gatito bebé enojado cuando lo estaba.

Estiré mi mano y pellizqué su nariz.

—Te ves tierna cuando estás molesta.

Me da un manotazo.

—Deja de molestar, ¿Quieres?

—Es solo para acabar con el silencio y la tensión.

—Yo estaba muy tranquila tarareando una canción, hasta que me interrumpiste.

—¿Estás conciente de que esa canción literalmente dice «no pares de hacer lo que estás haciendo»? ¿Tú qué crees que quiere decir?

—Bueno... sí, lo sé, pero... eh...

—¿Qué, Mónica? —la miro rápido con una sonrisa antes de volver a ver el camino.

—Hay canciones con peor significado.

—¿Cómo cuál?

—¿English Love Affair, por ejemplo?

—Uuh, English Love Affair, no me hables de esa canción, una vez mis padres se la escucharon cantando a mi hermana, la castigaron una semana.

Mónica se ríe.

—La letra tiene un significado... de doble sentido, pero vamos, es solo una canción de un amorío inglés.

—Sí, claro, obviemos la parte donde dice que se van a la parte trasera del auto, ¿No?

—¿Por qué repentinamente el tema de los significados de las canciones de 5 Seconds Of Summer?

Suspiré.

—Puede que esté un poco nervioso.

—Yo debería ser la nerviosa, no tú —ella se ríe—. Tranquilízate, no creo que sea algo tan malo —apoya su mano delicadamente en la mía, que estaba sobre la palanca de velocidades.

Asentí, convenciéndome de ello

—Sí, tienes razón, no debe de ser tan malo.

-

Estaciono el auto frente a la casa de mis padres.

—Bien, aquí estamos.

Mónica retorcía sus manos sobre su regazo.

—Vale... creo que ahora sí estoy nerviosa —admite, viéndome con una mueca.

Los dos volvemos la vista a la casa de mis papás.

—Estaremos bien —animé, no sé si para ella o para mí—. Ahora vamos, mi madre es una maniática de la puntualidad.

Salí del auto yendo hacia su puerta para abrirle, pero ella ya estaba bajando.

Dejé caer mis brazos a mis costados.

—Y yo queriendo ser caballeroso.

Mónica sonríe cerrando la puerta.

—Te lo dejo para la próxima.

No sé por qué me emocioné al escuchar «próxima»

Miro la casa de mamá y papá, las luces estaban encendidas y desde aquí podía oír las órdenes que le daba mamá a mis hermanos y a padre.

—Muy bien, vamos —digo.

Antes de ir hacia la entrada, siento como la pequeña mano de Mónica envuelve la mía con su suave y calentita palma, da un apretón, haciendo que la mire.

Ella me miraba con una sonrisita de labios cerrados.

—Todo estará bien —asegura con voz dulce.

Caminamos a la entrada y cuando mi mano libre estaba a punto de tocar la puerta, esa misma se abre, dejando ver la sonrisa de mi madre.

Poco no parecía al gato Cheshire.

—¡Mónica, bienvenida! —exclama mamá, emocionada, alegre—. Pasen chicos, no se quedarán toda la noche ahí, ¿O sí?

Preferiría, la verdad.

No es que sienta vergüenza de mi familia, ¡Los Wyle son la mejor familia de todas! En serio, mis padres son increíbles y mis hermanos son como mis pequeños mejores amigos. Solo que... mamá era intensa a la hora de hablar de relaciones.

Cuando pasamos, Mónica le devuelve la sonrisa a mi madre y ella parece más que feliz. En la sala de estar estaban Henry y Asia, aburridos sin saber por qué se habían arreglado, papá estaba igual.

Era fácil saber qué pensaba esa gente con solo verles las caras.

Mamá aparece a nuestro lado.

—Mónica, ¿Recuerdas a mi marido? —le pregunta.

Papá viene con nosotros.

—Claro que sí —responde la chica a mi lado, sonriéndole a mi padre—. Un gusto verlo otra vez, señor Wyle.

Papá le sonríe de labios cerrados, guardando sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—Me puedes decir Mariano, Mónica, y también es un gusto verte nuevamente. A sido tanto tiempo.

—Sí, mucho... —murmura ella, al parecer recordando que ese «mucho tiempo» es desde el funeral de su madre.

No, eso no es bueno.

Aunque antes de que la incomodidad diera paso, mamá agrega:

—Quizá a ellos no los conozcas, los hermanos de Dave...

Mamá no termina lo que iba a decir porque mi hermanita salta de su asiento, aproximándose con nuestro hermano, ambos riéndose.

Aunque Asia parecía casi una foca agonizando.

—¡No puede ser! —exclama entre risas—. ¡Sales con mi maestra! ¿Acaso eso es legal?

Henry se ríe sin vergüenza del comentario de Asia.

Y yo... yo quiero reírme también por eso.

Nuestra madre nos mira confundida, señalando entre Asia, Henry, Mónica y yo.

—¿Acaso ustedes se conocen?

Henry deja de reírse para responderle:

—Así es, ella es nuestra maestra de artes y cocina.

—Ah... —murmura mamá.

Mi hermano ve a mi supuesta novia.

—Ahora, ¿Cómo te llamo? ¿Maestra Reynolds o cuñada?

Ella se encoge de hombros.

—Me gusta mi nombre, así que dime Mónica.

—Que pequeño es el mundo —comenta papá.

—Ni que lo digas —conviene Asia, aún riéndose de la situación.

—Bueno... cómo que será mejor cenar, ¿No? O se enfría —digo.

—Sí, es mejor ya comer —dice mamá.

Todos pasamos de la sala al comedor. Aún Mónica y yo estábamos tomados de las manos, solo que tuvimos que soltarnos en el momento en que nos sentamos en la mesa. Jugaba con mis dedos sobre mi regazo, seguía nervioso por lo que pueda pasar esta noche.

Quizá porque mamá pueda decir algo vergonzoso con lo que Mónica podría burlarse por el resto de nuestras vidas.

—Entonces, chicos... —dice papá, sentándose en la cabecera de la mesa. Asia está de su lado izquierdo con Henry junto a ella, yo de su lado derecho con Mónica junto a mí. Mamá está al otro lado, quedando frente a papá—. ¿Desde cuándo están saliendo?

—Bueno... —digo, dudoso—. Desde...

—Es algo muy reciente —interrumpe Mónica y yo le agradezco internamente—. ¿A qué sí, Dave? —pregunta, viéndome, en su mirada pude notar la diversión y tranquilidad que necesitaba para poder relajarme y pasar vivo esta cena.

Sonreí, viéndola.

—Sí, es muy, muy, muy reciente.

La cena transcurre con normalidad y tranquilidad, también con algunas bromas de mis hermanos, sumando las mías con las de papá y algunas risas por los regaños de mamá, creyendo que daríamos una mala impresión a la visita por nuestra «inmadurez»

Madre, esta chica junto a mí es más inmadura que todos nosotros juntos.

Mis padres no tienen otras preguntas que hacerle a Mónica, nada al estilo de «¿Desde cuándo se conocen?» o «¿Hace cuánto estudian juntos?». Ellos conocían a la madre de Mónica, es por ellos que nosotros nos conocemos desde niños.

Claro que la última vez que se vieron fue hace casi ocho meses, por eso mamá insistió tanto en esta cena con Mónica, quería verla, saber cómo estaba teniendo en cuenta que su último encuentro fue en un momento difícil de mi "novia"

Mamá le sonríe a Mónica desde su lugar en la mesa.

—Fue lindo volver a verte después de tanto, Mónica. También me alegra de que salgas con nuestro hijo.

Oh, claro que diría algo al respecto.

—Espero te haya gustado la cena.

—No me gustó, ¡Me fascinó! —exclama, alegre—. Todo estuvo muy sabroso, ¿Y sabe? La forma en que cocina me recordó a... cómo lo hacía mí... mamá —agrega una sonrisa triste al final.

—Tu madre fue una gran persona, Mónica —consuela mamá—. No dudo de que a sido muy injusta la forma en que se te fue arrebatada.

—Sí, ella era genial —murmura—. Pero... le alegraría saber que estoy compartiendo tiempo con sus viejos amigos.

—Cuando quieras volvemos a reunirnos —sugiere mi papá.

Luego de terminar el postre, que fue hecho por mi hermana, invité a Mónica a pasar a mi habitación. Se paseaba por el cuarto observando la vieja deviracjon adolescente que había hecho en su momento cuando aún vivía aquí. Fueron buenos tiempos.

—Esta habitación huele a adolescente hormonal y mucha testosterona —dice, pasando sus dedos por el escritorio cerca del estante dónde ponía mis libros, ahora vacío.

—Si supieras que nunca traje a una chica aquí —admito desde mi lugar en la cama.

Se vuelve a verme con una ceja arqueada.

—¿Ah, no?

—No, literalmente eres la primera.

Lleva la mano a su pecho.

—Aww, que tierno.

Ambos nos reímos.

—No sabía que tú madre cocinaba tan bien —admitió, tomando asiento junto a mí.

—Le gusta mucho la cocina —respondí echado en la cama, usando los brazos como almohada.

—Debo admitir que cocina muy bien.

Me acomodo, quedando sentado con ella otra vez.

—Oye, Mónica, gracias... esto... esto es muy lindo de tu parte, no cualquiera acepta participar en un plan todo extraño para salvar un trasero que no es el propio.

Ella suelta una pequeña risa.

—No tengo más opciones, ¿Lo recuerdas? Además... —duda un segundo—, será divertido de alguna... extraña y retorcida forma, pero divertido a fin de cuentas. Y te lo he dicho, todos salimos ganando: yo no hago tarea de mates y tú te libras de tu ex.

»Y, también, tengo una persona que pruebe el primer intento de mis postres —hace una mueca—. Miguel ya no quiere porque siempre lo dejo con dolor estomacal.

Oh, no.

Mónica me da un golpecito sonriente en la barriga.

—Espero seas de estómago fuerte, Wyle.

—Estás haciendo tu parte, así que toca sacrificar mi pobre salud estomacal.

—¡Esa es la actitud!

Vemos a Asia pasar frente a la puerta de la habitación que estaba abierta, iba en dirección a su cuarto, tarareando una canción de su película favorita

Antes de que se fuera a su cuarto, la llamé.

Ella entra riendo a mi vieja habitación.

—Aún no me creo que estés saliendo con mi maestra —dice cuando estuvo frente a nosotros.

—Supéralo, ¿Vale?

Rueda los ojos divertida.

—¿Qué es lo que pasa?

—¿Qué tal si salimos los tres este fin de semana? —propuse, viendo a las dos chicas.

—¿En serio? —preguntan al unísono, sorprendidas.

Eso me ofendió un poco.

—Bueno, sí, me gustaría que mi hermana y mi novia se llevaran bien —dije, antes guiñándole discreto un ojo a Mónica—. Más allá de la relación maestra-alumna que tienen, sería cool, ¿No?

—A mí me gusta la idea —convino Mónica—. ¿Qué opinas tú, Asia?

Mi hermanita sonríe.

—¿Que qué opino? ¡Opino que sería genial!

—Muy bien, salida este sábado los tres.

Después de esa afirmación, Asia se va más que feliz a su habitación.

De la nada, escuchamos el grito de Henry:

—¡La traición duele, hermano! ¡Duele, quema, arde! —exclamó, tan dramático como siempre—. ¡El hermano de en medio siempre queda en el olvido! ¡Está científicamente comprobado!

Mónica y yo compartimos una mirada antes de echarnos a reír.

—Deberíamos irnos, ya se hace tarde —recomienda, viendo la hora en su teléfono.

—Oye, ¿Tan mal estuvo la cena? —bromeo, haciendo que ella me de un golpe en el hombro, uno que pareció más una levemente dolorosa caricia—. Vale, andando.

Nos despedimos de mis padres y mis hermanos, salimos de la casa aunque no sin antes aceptar la promesa de mi madre de que volveríamos otro día.

La cena no fue un total fracaso, así que puede que volvamos.

Camino a casa de Mónica hablamos un poco de la cena, también sobre la salida de este sábado con mi hermana; quería que se llevaran bien, (por alguna razón, no pregunten cuál) Asia para mí es muy importante, (perdón, Hen) y aunque este show con Mónica era solo una farsa, de todas formas quería que le agradara a mi hermana.

¿No que no querías involucrarla tanto?

Haz aparecido otra vez.

Nunca me fui.

Solo cállate.

Amargado.

De igual manera, solo sería limitado tiempo. Así que, ¿Qué más da?

Aparco frente a la casa de Mónica.

—La cena no fue tan mala, después de todo —dice, quitándose el cinturón de seguridad.

Yo la miro atento, siguiendo sus movimientos.

—Gracias, otra vez, Mónica.

Ella acerca su mano a mi mejilla y da un apretón que la deja rojiza.

—No hay de qué, Wyle —sonríe—. Nos vemos mañana.

—Adiós —me despido con un gesto de mi mano.

Antes de entrar agita su mano a modo de despedida y cierra la puerta.

Con la imagen fresca de la última sonrisa que me dedicó, conduzco hacia mi apartamento.

-

—Así que solo utilizas los rumores y a Mónica para que Emily piense que ya la superaste —resume Sal lo que le termino de contar.

No podía ocultarle a mis amigos lo que estaba pasando con Mónica.

—Así es, y yo ya la superé, que conste.

—Pero... ¿Por qué usar a Mónica? —frunce el entrecejo Cooper.

—Porque ya las personas pensaban que ella y yo estábamos saliendo, ya saben, por esas fotos que nos tomaron la semana pasada —les explico.

—Oh... —murmuran.

—¡Nos hubieras dicho antes! —exclama Sal en un murmuro a modo de reclamo—. Le di la charla de «si le haces daño, la pagarás»

Me reí.

—Tú debiste esperar, Saly —Cooper también se ríe, a veces Sal era precipitada—. A ver, ¿Y qué te dijo?

Me daba curiosidad saber qué le había respondido Mónica a mi loca mejor amiga.

—Me dijo que no te hará daño —dice—. Se veía muy creíble —admite con una mueca.

—Tal vez lo decía en serio, ¿Quién sabe? —opina Cooper.

Encogí los hombros.

—Meh', no le demos tanta importancia.

Dejamos nuestra charla para después cuando el profesor de la materia optativa que veíamos juntos nos dijo «¿Algo que compartir con la clase, jóvenes?» he inmediatamente negué.

Lo que restó de la clase fue aburrido, el profesor hacía preguntas sobre el tema que estaba explicando y solo yo con otro par de chicos dábamos respuestas. En sí la clase no era difícil, solo era cuestión de poner atención, pero Sal y Cooper, un par de chicos fáciles de distraerse, no tienen mi misma opinión.

Antes de irme a mi clase de neuropediatría, paso por el comedor a comprar un pastelillo de chocolate.

Estaba pagando mi postre cuando alguien tapó mis ojos.

—¿Quién soy? —supe al instante de quién se trataba.

—Mmm, no lo sé... ¿Quién eres?

—Adivina, adivinador, ¿Qué persona soy?

Me reí.

—Sé que eres tú, Mónica.

Ella destapa mis ojos.

—Eres un aburrido —hace un puchero.

Antes de irnos a nuestras clases, ella compra una bolsa de gomitas en la máquina expendedora.

Fuimos caminando juntos hasta el otro lado del campus, lugar donde veríamos nuestras siguientes materias.

—¿Tienes todo listo para la salida del sábado con Asia? —preguntó ella, comiendo un osito de goma.

Le doy un mordisco a mi pastelillo antes de responderle:

—La verdad es que no he pensado en eso —me mira mal—, pero tranquila, tenemos dos días aún.

Suspira.

—Bueno, yo sí he estado pensando en eso, me parece buena idea preparar un pastel de chocolate —propone—. ¿Qué dices?

—Cool —le doy otra mordida a mi postre.

Mónica se ríe.

—Eh, Dave...

Detenemos muestra caminata a medio camino, ella acerca su mano a mi cara y limpia con delicadeza más abajo de mi boca con su pulgar.

Se sacude con los dedos.

—Tenías migajas de pastelito.

—Gracias.

Retornamos nuestro camino a clases.

—¿Quieres que te lleve a tu casa después de clases? —le pregunto, ya cuando cada uno tenía que tomar su camino.

—Claro, si no hay problema —acepta—. Mejor me voy, si no se me hará tarde.

Y se despide de mí con un beso en la mejilla, uno que, no mentiré, me agradaba cuando lo hacía.

En estos últimos tres días las miradas, murmullos y los comentarios no han parado, en la página web ya casi ni hacen publicaciones sobre nosotros, pero claro que hay algún que otro perfil comentando sobre «la nueva relación de Dave Wyle»

La mejor parte de todas era cuando actuamos como pareja en público, sobretodo si estaba Emily cerca, ¡Mi plan estaba funcionando! Después de todo no fue tan estúpido, ya ni ella ni sus amigas se me acercan y eso es increíblemente relajante.

Y todo esto gracias a esa pequeña de ojos azules verdosos que va entrando a su facultad.

Terminé de comer mi pastelillo y fui hacia mi siguiente clase.

En mi facultad, varios compañeros me saludan con ánimos y sonrisas contagiosas, varios chicos de mi semestre se me acercan y cuestionamos lo que veríamos hoy. Algunos me comentan las buenas noticias de que ya han conseguido sus residencias para completar la carrera.

—Tremendo, amigo, felicidades —digo, dándole unas palmadas en el hombro.

—Esto es increíble, poco a poco, el insomnio que he tenido durante cuatro años va valiendo la pena.

—Pero se te viene los otros cinco, idiota —dice un rubio, Charlie.

Todos nos reímos de la cara que puso Freddy.

Aquí, con esta gente, me sentía bien porque teníamos algo en común: un mismo sueño. Desde que soy un niño, siempre supe que la medicina sería lo mío. Veía como mi padre ayudaba a otras personas y siempre lo he admirado por ello, papá es como mi héroe, pero no fue hasta poco tiempo que me decidí por la rama que elegiría en la medicina.

Me he cuestionado toda mi vida si de ir por nutriólogo, quizá neurólogo o cirujano, (la verdad que ese estaría cool) hasta que recordé todas la veces que iba con papá al hospital cuando tenía dieciséis, en todas esas ocasiones me iba al área de pediatría del hospital, dónde trabaja uno de los mejores amigos de papá. Recordaba todas la veces en que iba ahí y me ponía a hablar con los niños y de como los hacía reír para que olvidaran el mal rato que estaban pasando.

Irme por el área de pediatría fue algo que consideré mucho el el año sabático que me tomé después de salir de la preparatoria y fue gracias a las palabras de mis padres que pude tomar la mejor decisión de mi vida. Me divierto estando con los niños, me llevo bien con ellos, y hasta hoy, no me arrepentía de la decisión que había tomado.

Lo que restó de las clases de hoy me resultaron agotadoras, me despido de mis compañeros y voy hacia el estacionamiento a esperar a Mónica.

Sentado en el capó del auto, veo como varios estudiantes salen como carnavales andantes de la facultad de Mónica, y cuando la veo venir a ella, de mi garganta suplica salir una fuerte carcajada.

La a vomitado un arcoiris.

No dudo de ello.

Sabía que la facultad de bellas artes tenía una fracesita... eh, ¿«Llena la vida, el mundo y a las personas de colores»?

Creo que sí, pero eso, eso es exagerado.

Por una vez, coincido con mi conciencia.

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Nota de la autora:

No más que decir, espero hayan disfrutado los capítulos y súper recomendadas Don't Stop y English Love Affair.

Besos, abrazos y amapuches.


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