18 • Un plan estúpido

Mónica

Auch...

Hago una mueca al sentir el dolor en mi cabeza.

Duele aquí adentro, amiga.

Aquí afuera también.

¿Por qué nos duele la cabecita?

Si no sabes tú qué eres la cabeza.

eres la humana.

Mejor dejemos esto para luego.

Por favor, duele mucho.

-Arg... -me quejo aún con los ojos cerrados, llevando mi mano a mi sien por instinto.

Fui abriendo lentamente los ojos, lo primero que veo es una lámpara de luz blanca que me hace parpadear para acostumbrarme a la claridad he intensidad de su luz. Me senté sobre la superficie suave en la que estaba acostada, una camilla. Observé mi alrededor, encontrándome con paredes azul cielo, una ventana en la pared izquierda, bajo ella un sofá de color marrón, al lado de la camilla había un gotero sin suero que administrar, habían incluso algunos pósters que ponían cosas como «para una buena salud, ¡come tus tres comidas al día!»

Parecía una improvisada sala hospitalaria.

La puerta que no había notado frente a la cama se abrió, dejándome ver a una mujer menuda, iba vestida con un uniforme de enfermera rosado con estampados de osito en un gorro que cubría su cabello negro, era de tez color canela clara y ojos verdes de un tono claro, aparentaba estar en sus treinta y tantos, casi cuarenta. En manos llevaba una bandeja donde solo podía ver un vaso con un líquido amarillo.

-Ya haz despertado -nota, cerrando la puerta con un golpecito de su pie-. ¿Cómo te sientes, Mónica?

Fue entonces ahí que la reconocí, esa amable voz solo la tenía una persona.

-¿Sara? -pregunté, sorprendida.

Ella sonríe mostrando los dientes.

-La misma, ¿Me extrañaste, nena?

Ella era la enfermera de mi vieja preparatoria, además de una vieja amiga de la familia por ser una amiga íntima de mi tía Anna, la rectora de la universidad, (conste aclarar; yo tenía buenas calificaciones para poder optar por una beca) Sara era una de esas personas que no veía desde el funeral de mamá.

-¿Cómo es que estás aquí?

Quizá era descortés, pero me interesaba saber.

Ella suelta una risa suave.

-Hablaremos de eso después, Mónica, me interesa saber cómo te sientes -dice, llegando conmigo para poner la bandeja que llevaba en manos con cuidado sobre mi regazo, revelando una ensalada de frutas, el vaso del líquido amarillo y una pastilla a un lado.

-Me duele un poco la cabeza -con su aprobación, le di un sorbo al jugo, era de maracuyá, mi favorito.

-Te traje un calmante para eso -dice ella, sentándose a la orilla de la camilla-. Linda forma de empezar el nuevo semestre -bromea ella, haciéndome reír.

Ahora que lo pensaba, después de ese horrible y doloroso pelotazo quedé inconsciente en medio del campo de fútbol.

Algo muy memorable.

Ya lo creo.

Mi pregunta es, ¿Cómo llegué aquí? Estaba con Amapola, y dudaba que ella pudiera traerme hasta acá sola.

-Parker te trajo aquí con otra chica -dijo Sara, al parecer, notando la confusión que había en mi expresión.

Fruncí el entrecejo.

-¿Parker?

-Cooper, el rubio.

-Ah...

Esperen un segundo, ¿Cooper? ¿El mejor amigo de Dave? ¿Él me trajo hasta acá?

Intenté levantarme de la cama pero Sara me lo impidió, poniendo una mano en mi hombro.

-Necesitas descansar, cariño. No fue algo grave, pero aún así un pelotazo a la cabeza no es algo que debas de tomarte a la ligera. Descansa un rato, no te preocupes por tus clases, hablé con Anna, ella razonará con tus profesores.

Guay.

Le sonreí, agradecida.

-Gracias, Sara.

Ella me devuelve la sonrisa.

-Come, así se te calmará el dolor -dijo, levantándose de la cama-. Estaré afuera por si me necesitas.

Y con eso, salió hacia la otra habitación contigua a esta.

Terminé de comer la ensalada de frutas que sí logró calmar mi dolor. Cuando terminé me volví a recostar, viendo el techo aburrida, resoplaba de tanto en tanto sin saber muy bien qué hacer.

Tienes tu móvil.

¡Mi móvil!

Busqué desesperada mi mochila, hasta que la encontré tirada en el suelo a un lado de la camilla, me estiré y la tomé, buscando mi móvil en el interior.

Cuando lo tuve en mano ví que tenía unos cuantos mensajes de Amapola, otros tantos de Dave y varias notificaciones en Instagram y actualizaciones en la página de la página de la universidad.

Pasé de ellos y decidí leer los mensajes de Amapola.

Amapola

9:36 AM.

¿Despertaste? ¿Cómo te sientes? ¿Estás mejor?

9:59 AM.

¿Moni?

Le respondí a cada mensaje con:

Sí, estoy despierta.

Me siento bien, solo con un ligero dolor en la cabeza.

Mejor en lo que cabe luego de recibir un pelotazo

Luego ví los mensajes de Dave.

Wyle

9:20 am

¿Cómo estás? Me dijeron que tuviste un incidente en el campo de fútbol.

9:44 am

¿Estás despierta?

El más reciente era este:

10:05 am

Voy a la enfermería ahora, necesitamos hablar.

Muy bien, admito que eso me asustó un poco.

No le respondí ya que vendría en camino. Cuando estaba a punto de ver las montones de notificaciones que habían llegado a mi cuenta de Instagram, (y me parecía muy raro eso) la puerta frente a mí se abrió nuevamente.

Vaya que camina rápido.

Dave me sonríe de labios cerrados, acercándose a la camilla donde estaba recostada. Me fijé en que iba con vaqueros, zapatillas deportivas, una camiseta azul oscuro bajo una chaqueta de cuero negra, su mochila colgaba del hombro izquierdo.

Aún dedicándome esa sonrisa, se sienta a mi lado en la camilla, obligándome a hacerle espacio.

-¿Cómo te sientes?

-Como se puede sentir una personas después de despertar de un pelotazo.

Él se ríe, pero su risa era rara. Era nerviosa.

Ahora que lo notaba, Dave se veía un poco nervioso.

-¿Qué es lo que quieres hablar conmigo? -pregunté, acomodándome en mi lugar.

Dave jugueteaba con sus pulgares, me pareció raro verlo así de inquieto.

Así no era él.

-¿Dave? -llamé cuando pasaron unos segundos sin que él dijera palabra alguna.

-¿No has visto la página de la universidad?

Su pregunta me hace fruncir las cejas.

-No, ¿Por qué?

-Bueno... -alarga-. Ahora todo el mundo cree que estamos saliendo -suelta él sin rodeo alguno.

Mi primera acción fue quedarme impactada en mi lugar.

Ahora muchas cosas tenían sentido, el por qué se me quedaron viendo cuándo llegué, los murmuros hacia mí, como me señalaban.

Todos los universitarios de aquí creía que yo era la novia de Dave.

Mi segunda acción fue echarme a reír como desquiciada.

Dave me veía confundido en su lugar junto a mí, su expresión era de un claro «¿Qué diantre...?»

Es que la situación me parecía tan cómica, ¡Ellos creían que yo era la novia de Dave Wyle! ¡La novia! Pensar en eso solo me hacía retorcerme más de la risa.

Que pensamiento colectivo tan estúpido.

Fui censando poco a poco mi risa, limpiando una falsa lágrima que resbalaba por mi mejilla.

-Que buen rato, no me había reído así en taaanto tiempo -Dave me seguía viendo confundido-. Eso explica muchas cosas, la verdad. Entonces, todos creen que soy tu novia, ¿Cuándo dirás que es mentira? -él desvió la mirada-. Porque lo harás, ¿Verdad?

-Lo haré... pero no por ahora.

-¿Y cómo por qué?

-Esta es mi oportunidad.

-¿Oportunidad? -repetí.

-¿Recuerdas que Emily a estado rara? -asentí aunque aún no entendía-. Bueno, si ella cree que estoy saliendo contigo puede que me deje en paz, y... no lo sé, ¿Sea feliz para siempre?

-¿Y planeas usarme a mí para eso? -asintió-. ¿En serio?

-Venga, Mónica, será... interesante. Nadie más que tú me puede ayudar, la gente ya cree que estamos juntos, además de que me conoces, eso ayuda con el plan.

-Un plan estúpido.

-Vamos, por favooor -une sus manos en forma de súplica-. Prometo recompensartelo, haré lo que tú quieras.

Arqueé una ceja, de repente esto me parecía interesante.

-¿Todo lo que yo quiera? -él asintió varias veces, yo sonreí con malicia-. Vale, acepto, pero harás mi tarea de matemática todo lo que dure este teatrito y... -pensé-, serás mi catador cuando haga nuevos postres.

-Eso no suena tan mal.

-Normalmente a la primera siempre hay algo que me sale mal.

-Pero...

-Y sin derecho a protestas, esas son mis condiciones.

Dave tuerce los labios, luego suspiró derrotado.

Sonreí satisfecha y extendí mi mano hacia él.

-¿Tenemos un trato, señor Wyle?

Rueda los ojos, pero aún así toma mi mano.

-Tenemos un trato, señora Reynolds.

La obra de teatro más extraña en la que estado en mi vida es lo que promete esta locura.

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Nota de la autora:

Final de los cinco capítulos de esta semana. ¡Y ya empezamos con la locura!

Mónica, Dave, ustedes están locos, chicos, pero así los amamos.

Este capítulo está súper cambiado, claramente y me encanta más este, es mejor que el anterior.

Veremos muchas nuevas escenas en esta versión mejorada, no tan solo la edición de los capítulos, aunque ya eso implica nuevas escenas pero me quiero referir a que habrán nuevos escenarios con Mónica y Dave, ya los estoy maquinando en mi cabeza, solo me falta escribirlo.

Casi nada.

¡Nos leeremos la próxima semana!

Besos y abrazos con ensaladas de frutas, tratos y planes estúpidos.

MJ.

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