16 • Estás más enredada que mis auriculares

Mónica

¿Soy la única persona que cuando se arregla lo tiene que hacer con música?

No lo creo.

Yo igual lo dudo. Es decir, arreglarse con música era una cosa genial, quizá suene raro para unos cuantos, quizá unos otros se identifican conmigo, pero no voy a negar que el arreglarte para salir mientras escuchas música es algo increíble.

Mientras paso mi peine por mi cabello, por mi habitación suena Mrs All American de 5 Seconds Of Summer. La canción me gustaba bastante porque era movida y me daba la sensación de que estaba en un festival de verano.

I love that accent when you say hello, you relocated from New York a moth ago, that mini-van that you drive really gest me going and if it feels like it's right then it can't be wrong —cantaba emocionada con el inicio de la canción, usando mi peine como micrófono.

Era otra costumbre mía: creerme que estoy en un concierto y que mi público es mi propio reflejo.

La canción siguió con su otra estrofa mientras yo seguía desenredando mi cabello que durante la noche había vuelto a ser la usual melena de siempre.

Ojalá Amapola estuviera aquí para hacer su magia.

Walk my way, Mrs All American, say my name, no need to pretend, don't be shy, Mrs All American, I'll show you why, you're not going to walk away —canté en el coro, dando brincos y meneando mi cabello.

Cualquiera que me viera pensaría que estaba loca, y quizá sí lo esté, pero me gustaba pasarla bien conmigo misma escuchando una buena canción.

A veces se era sencillamente feliz con uno mismo.

Cuando estaba a punto de cantar a la par de Michael Clifford, unos aplausos interrumpieron mi gran presentación con mi reflejo. Vi hacia el umbral de la puerta de mi habitación, dónde estaba recostado mi papá, llevaba su traje de oficina y mantenía una pequeña sonrisa de lado.

Me puse una de mis diademas que tengo un tiempo sin usar, dejé mi peine de lado y apagué la música.

—Aún tienes el talento —dijo, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—Nunca lo he perdido.

Él se echa a reír con suavidad.

—Cantas igual a tu madre —sonrió con un poco de tristeza, pero también estaba el atisbo de felicidad por el recuerdo con mamá—. A tu edad, ella no paraba de cantar todas las canciones que pasaban en la radio. Su favorita era una de Kiss.

Sonreí al recordar la canción favorita de mamá.

I Was Made For Lovin' You —tomé mi mochila preparada que reposaba en mi cama—. Me gustaría volver a escucharla cantar.

Papá suspiró melancólico.

—A mí también me gustaría, Nica —no se preocupó en ocultar la tristeza en su voz.

Muchas veces, me pregunto cómo papá puede lidiar con la partida de mamá. Ellos llevaban mucho tiempo juntos, tanto mamá como papá decían que ambos eran el amor de sus vidas. No imagino cuán duro es para mí padre haber perdido esa parte especial de su corazon. Es difícil para mí hermano y para mí, pero debe serlo aún más para él.

—¿Quieres que te lleve? —pregunta, recomponiéndose.

Negué con la cabeza.

—Miguel me llevará.

Papá frunce el entrecejo.

—¿Miguel? Pero si él se fue hace diez minutos.

—¿Qué? —fui hacia la ventana de mi habitación que daba a la calle para encontrarme que, efectivamente, mi hermano me había olvidado.

Ese hijo de...

Oye, ¿Qué dijimos con respecto al vocabulario?

Resoplo volviendo con mi padre.

—Lo voy a matar al muy... —dejo la oración al aire al recordar que mi padre estaba ahí—, idiota de pacotilla.

Mi papá se ríe sin vergüenza alguna.

—¿Quieres que te lleve o seguirás insultando a tu hermano como si tuvieras nueve años?

—No, olvídalo, estaré bien, iré caminando. No quiero que llegues tarde por mi culpa.

—Hija, no hay problema, vamos —insiste—. No sabemos qué clase de raros hay en la calle hoy en día.

Me reí de su expresión exagerada a propósito.

—Estaré bien, papá. Y si alguien se me acerca, puedo usar mi bolso como distracción y morder con fuerza en caso de que me atrapen.

—Vale, mordedora, pero me avisas en cuanto llegues, así no me preocupo.

—Está bien, te avisaré.

Me acerqué a él para darle un abrazo que me correspondió, antes de separarnos, dejó un beso paternal en mi frente.

—Ve con cuidado.

—Iré con cuidado —prometo, haciendo un rápido saludo militar que nos hace reír—. Nos vemos más tarde, te quiero.

Me responde con un «yo más» antes de dejarme ir escaleras abajo.

De camino a la universidad voy tarareando la melodia de Devil I Know de Allie X, también voy pensando en las maneras de cómo y en qué momento mataré a mi hermano por haberme olvidado hoy en la mañana.

Estaba tan enfrascada en mis estrategias para matar a Miguel que no me di cuenta del momento en que un auto empezó a seguirme el paso. Aceleré mi caminar, el auto aún así me siguió. Empecé a entrar en pánico.

Bueno, me gustaría decir que fue un gusto ser tu conciencia, pero en realidad no lo fue.

Me alegra que el sentimiento sea más que recíproco.

Ya había aceptado el hecho de que estaban a punto de secuestrarme cuando el auto me alcanzó y bajó la ventanilla del conductor.

—Veo que necesitas un aventón —dijo una voz masculina que reconocí al instante.

Ruedo los ojos sin importarme ser descortés. Cómo que el secuestro empezaba a caerme bien.

—Ves mal, estoy bien.

Escucho su risa que me causa irritación y como baja de su coche.

—Vamos, ve que no ofresco aventones a cualquiera, Mónica.

—Eso es muy bueno, ofrecer aventones a desconocidos puede ser peligroso, alguno puede tener gas pimienta en su mochila, como el que tengo yo ahora.

Él solo se ríe, dando un paso hacia mí.

—Leone, te alejas o te alejas.

Su mirada verde-marrón me recorrió de arriba hacia abajo sin escrúpulo alguno, al finalizar su mirada terminó sobre mis labios.

Me aclaré la garganta.

—Mis ojos están un poco más arriba.

Esboza una sonrisa ladina, esa que de seguro le conseguía chicas con las que pasar la noche.

—¿Te han dicho que eres muy bella, Mónica?

—Sí, me lo han dicho, ahora aléjate.

—Estoy dándote solo un amable cumplido.

—¿Desde cuándo el significado de «amable cumplido» cambió a «te lo digo porque quiero ponerte en todas las posiciones en mi cama»?

—Bueno, esa idea no me desagrada del todo, si soy sincero.

Este era un gilipollas pervertido.

—Brendon, déjame en paz, ¿Quieres? O créeme que usaré mi mochila para todo menos para guardar mis libretas.

El idiota que no paraba de molestarme tenía por nombre Brendon Leone, un chico que estudia en mi misma facultad y que resulta ser uno de los más populares de la universidad, (en el mismo saco que Dave, pero Leone era más capullo) para muchas chicas, Brendon era el chico que quisieras ver todas las mañanas al despertar porque es el «sueño húmedo andante de la población femenina»

¿Para mí?

Era un capullo de primera. No negaré que es lindo, pero sobre estiman mucho su físico, ¡Incluso Dave estaba más bueno!

No digas esas cosas.

El punto es que no entiendo qué le ven de maravilloso, hay tipos más lindos en la universidad y sin el ego tan elevado como Brendon.

—Calma, chica mala —alza ambas manos en son de paz—. Solo te he ofrecido un amable aventón a la universidad.

—Y yo te he dicho que estaba bien.

—Venga, por una vez, como compañeros de facultad.

Estaba a punto de insultarle hasta los descendientes por no dejarme tranquila cuando alguien detrás de él dijo:

—Ella te a dicho que estaba bien, déjala en paz.

Brendon se vuelve para ver quién era la persona a la que le pertenecía la voz terciaria.

—¡Pero miren quién a llegado! —exclamó Leone, fingiendo alegría—. ¿Vienes al rescate, Wyle?

Dave se acerca hasta él con una mirada y expresión seria. Parecía alguien muy diferente al Dave bromista y alegre que había visto estos últimos días.

—Mónica, al auto —más que un pedido, sonaba a una orden.

—Anda, Mónica, no querrás que tú noviecito se enfade.

¿Qué con lo último?

Yo qué sé.

—Él no es mi...

—Al auto, ahora —me interrumpe Dave sin apartar su mirada seria de Brendon.

Cuando pasé a su lado le murmuré un «no hagas nada estúpido» y me subí en el asiento de acompañante de su coche.

Desde mi asiento podía ver claramente como ambos tenían una acalorada discusión, pero no pude oír mucho, solo que Dave advertía a Brendon de algo y éste asentía pero sonreía burlesco. Lo único claro que pude oír entre todo fue de parte de Brendon un: «suerte con esta»

No entendí a qué demonios se refería.

Leone se subió otra vez a su auto y se alejó rápidamente, Dave volvió al asiento de conductor. Estaba tenso, sus manos sobre el volante lo delataban: el como lo sujetaban con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos.

Puse mi mano en su hombro.

—Oye, ¿estás bien?

Dave suelta un suspiro y afloja el agarre de sus manos en el volante para seguir con el camino.

—Gracias —sonreí quitando mi mano de su hombro.

—¿Cómo que gracias? A mí se me paga con galletas, Mónica.

Reí al tener de vuelta al Dave juguetón y bromista. Este me agradaba más que el serio de hace unos minutos.

—Muy bien, monstruo come galletas, ¿De chocolate o canela? —Dave me mira confundido cuando empiezo a buscar en mi mochila—. ¿Qué? Me da hambre en clases, ¿Okey?

Menea la cabeza sonriendo.

—De canela, son mis favoritas —responde sin apartar la vista del camino.

En mi mochila encontré un paquetito de cuatro galletas de canela, se las tendí a Dave que las dejó sobre el tablero del auto, prometiendo cumplir el cometido inicial que tenían: acabar con la hambruna en medio de una clase.

Me concedió el permiso de encender la radio y yo no dudé en hacerlo. La dejé en una estación que estaba sonando The Night de Avicii.

—Buen gusto.

Y como dos pares de raros amantes de la música, lo que restaba del camino a la universidad fuimos cantando a la par de la canción y riéndonos de nosotros mismos. Dave no se dió cuenta que empecé a grabarnos para conservar ese recuerdo divertido entre nosotros.

—Sonríe a la cámara, Wyle —dije, enfocando en él.

Una rápida pero bonita sonrisa es guardada por mi vídeo.

En cuanto él entra al estacionamiento del campus dejo de grabar.

—No te importa si me bajo aquí, ¿verdad?

—Bueno, la verdad es que me...

—¡Me alegra que no te importe! —exclamé, bajando de su auto, Dave me veía con diversión y un poco de ofensa por no acompañarlo a buscar un lugar—. ¡Gracias!

Y me fui en dirección a la entrada.

Estaba muy agradecida con él por haberme traído y hacer que Leone me dejara de molestar, pero no quería pasar diez minutos de mi vida buscando un puesto para aparcar.

Fue malo abandonarlo, sí, pero no iba a perder diez valiosos minutos. Así que, lo siento, Dave.

Antes de entrar le envío un mensaje a papá, avisándole que había llegado sana y salva y no había tenido que morder a nadie. Cuando me respondió con un «Vale, pasa lindo primer día» entré al pasillo principal, que estaba repleto de estudiantes metidos en sus celulares y otros hablando con sus acompañantes.

No le presté especial atención a las personas a mi alrededor porque, la verdad, me valía lo que estaban haciendo, pero empezó a dejar de valerme cuando varios me veían, señalaban algo discretos y murmuraban cosas de mí.

Sospechoso...

—... ¿Es ella? —escuché que le preguntó una chica a otra.

—... Sí, es ella, no la había notado antes, debe de ser nueva —le responde su amiga.

—... Es muy bonita —eran los murmullos de otros chicos más adelantes.

Bueno, gracias.

—... Tiene unos ojos muy bonitos —dijo una chica a un chico a su lado.

El clásico, me lo esperaba.

—... Sí, también está muy buena.

Vale, ese no me lo esperaba.

—¡Auch! —se quejó el mismo chico del comentario anterior por el golpe que le propinó su amiga.

Muy bien, esto está raro, muchos en esta universidad ni siquiera me conocen y ahora resulta ser que en el primer día murmuran y me señalan.

¿Qué es lo que está pasando?

—... No me puedo creer que ella sea la novia de... —escuchar eso me hace bajar la velocidad con la que camino, el resto de la oración no pude terminar de escucharla.

Estamos metidas en un cotilleo, ¿Pero con quién más?

Me encantaría saberlo también.

No sabía que tenías novio.

Créeme, ni yo.

No escuché más los murmuros pero sí noté como muchos en ese pasillo se me quedan viendo al pasar y me hacían sentir muy, (énfasis ahí) incómoda.

La primera clase para todos era orientación para el nuevo semestre. Normalmente, esta materia se ve solo el primer día del primer semestre, pero este año sería diferente ya que hay nuevos profesores en casi todas las facultades y necesitaban explicar su metodología para las materias que enseñarían.

Cuando entré al salón reconocí varios chicos de mi clase, que han estudiado conmigo desde que ingresé a esta universidad pero que igual a los otros del pasillo, me veía como si fuera una especie de alien.

Necesitaba averiguar con urgencia qué estaba pasando.

En el salón me senté con Justin, un chico muy dulce y el único que no me veía como si no fuera humana. Nos saludamos y hablamos un poco en la espera del profesor que daría la orientación a este grupo, estaba apunto de preguntarle qué era lo que estaba pasando con todo el mundo cuando, justamente, apareció el maestro asignado a la orientación.

Mi suerte era increíble.

—¡Muy buenos días, jóvenes! —saluda con ánimo contagioso—. Hoy empezaremos un nuevo semestre escolar así que, prepárense, porque este año le molerán los huesos hasta dejarlos hecho polvo —bromea haciéndonos reir.

Este era uno de los profesores más buena onda de toda la universidad. Era uno de los profesores de mi facultad y siempre en su materia hacía muy divertido todo el proceso de la clase. Se había vuelto mi favorito.

—En nuestro plantel universitario se nos suma una nueva estudiante —agregó después de dejar sus cosas en el escritorio—. Viene de la Universidad de Ravenwood de Nueva York —todos murmuran un «oohh» mientras que yo fruncí el entrecejo—. Espero que sean amables con ella el tiempo que esté en nuestra universidad, pase adelante, señorita —el profesor hizo un gesto de entrada y entonces ella pasó—. Jóvenes, ella es Amapola Bergan, cursante del segundo semestre en medicina veterinaria y estará acompañándonos durante un semestre en nuestro plantel.

El profesor le sonríe y yo aún no me creo lo que veo.

—Bienvenida, señorita Bergan.

Amapola me guiña un ojo y se presentó rápidamente ante los alumnos, cuando salí de mi confusión y sorpresa, noté que varios chicos del aula la veían con ciertos ojos soñadores, Justin incluído ahí.

Ella termina su presentación y vienen al puesto donde estamos Justin y yo.

—Oye, ¿me puedo sentar aquí? —le sonríe con amabilidad, haciendo utilidad de sus encantos para poder sentarse junto a mí.

—Eehh... —balbucea él, observando un segundo a mi mejor amiga y sonrojarse hasta la orejas. Justin era muy tierno y dulce, pero también era muy tímido—. ¿Mónica?

—Tranquilo, está bien.

Y sonreí para tranquilizarlo.

Se levantó de su asiento para ofrecerselo a mi astuta mejor amiga.

—Gracias —y le dejó un beso en su mejilla.

Justin se puso del color de una manzana, murmuró bajito «de nada» antes de irse hacia los asientos de atrás, que tenían un puesto libre.

Amapola se sentó con una sonrisa de orgullo.

—Eres increíble.

Ambas nos reímos por lo bajo y le prestamos atención al profesor.

-

—Entonces, ¿Nunca hubo broma? —pregunté a mi mejor amiga, aún sin entender muy bien.

—Nunca, Moni, nunca hubo broma —confirma ella—. ¿En serio crees que sería capaz de hacer eso? ¿Al decano de una de las universidades más prestigiosas de Nueva York? Mis padres me hubieran matado.

—Pero tu tía te hubiera hecho una ovación de pie.

Asintió con la cabeza.

—Pues sí, pero aún así mis padres me matan.

—Igual sabía que algo sospechoso estaba pasando, en un principio no te creí, pero como insistías tanto en el...

—Mejor dejemos ese tema atrás, ¿Si? Estás más enredada que mis auriculares después del viaje de Nueva York hacia acá —me interrumpe, haciéndome reír por su analogía—. ¿Me da un tour, señorita Reynolds?

Amapola pasa uno de sus brazos sobre mis hombros.

—Con todo gusto, señorita Bergan.

Con Amapola recorrimos el plantel entero, le enseñé dónde estaban los baños, las oficinas de registro, salones de las clases optativas, comedor entre lo demás. Al final le mostré el gran campo de fútbol, dónde estaban algunos chicos del equipo practicando algunos pases.

Amapola estaba centrada en su celular viendo no sé qué diablos con el entrecejo fruncido, lo único que logré a ver es que estaba viendo una página en internet.

—Eh, ¿Mónica? —levantó la mirada de su celular—. ¿Acaso has visto la página de la facultad de Periodismo y Comunicación?

Entre las carreras que ofrecía esta universidad estaba la de Periodismo y Comunicación, los cursantes de esa carrera se toman muy en serio sus estudios. Tienen una página en internet donde suelen publicar los eventos que pasan en la universidad, cotilleo entre esas cosas. Yo visitaba mucho esa página, solo que en estos días no habían actualizado nada, entonces supuse que lo harían al empezar el semestre.

—No, ¿Por qué? —pregunté, siguiendo con nuestro camino, al otro lado del campo estaban las instalaciones de las facultades.

—Bueno, estaba viendo y...

Y fue entonces que el guionista de mi vida hizo de las suyas:

—¡Cuidado! —gritó alguien demasiado tarde.

—¡Mónica! —exclama preocupada Amapola.

A veces mi vida era como una comedia llena de desgracias.

Algunos de los chicos practicando había pateado un balón que con toda mi gran he increíble suerte me golpeó a mí.

Aquí es donde todo mejora.

Ni siquiera me golpeó en la pierna o el brazo, ¡No! Me vino a golpear con fuerza en la cabeza, que ya empezaba a dar vuelta y doler.

Mira, pajaritos bebés bailando sobre tu cabeza.

Lo que pasó después me resulta un poco borroso, alguien se acercó apresuradamente, Amapola se oía preocupada, la luz del sol me daba a la cara y yo solo quería que me cubrieran de la luz.

Y así fue como en mi primer día de clases, a causa de un pelotazo, me desmayé.

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Nota de la autora:

Sin duda alguna, Mónica tuvo el mejor inicio de clases de la historia.

Es una nota corta porque es en capítulo intermedio, así que seré rápida.

¡En este capítulo sí hay recomendación musical! Y de hecho, una cuádruple, una de las mayores de los capítulos editados que llevo.

Mrs All American, I Was Made For Lovin' You, Devil I Know y The Night son canciones que les recomiendo con los ojos cerrados.

Escuchenlas, ojalá les guste y que le haya gustado también el capítulo.

Besos y abrazos con canciones, pelotazos y pájaros bebés.

MJ.

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