01 • Un jugo no le puede hacer daño a nadie
Mónica
Hoy era el día que debíamos de ir a buscar el horario a la universidad.
La verdad, no entendía eso de buscarlo una semana antes de que inicien las actividades escolares, ¿Por qué no darlo el primer día en la orientación? Es obvio que mucho lo perderán en el transcurso de esta semana. Conste aclarar, amigos, yo no pertenezco a ese «muchos»
En fin, con mi hermano íbamos en dirección a la universidad, era algo cansón ir a pie, pero no teníamos opción ya que alguien, no diré quién, (pero estaba caminando a mi lado) por estar tratando de impresionar a su novia chocó el auto contra un poste de luz.
Eres increíble al volante, hermanito.
—Pudimos tomar un taxi —dijo él—. Un autobús, incluso el metro. Era mejor qué ir a pie.
—Era mejor tener tu auto, idiota, pero, ¡Oh, claro! Lo chocaste por querer impresionar a Nicoll.
Mi hermano hace una mueca y se rasca la parte trasera de la cabeza.
—Vale, entiendo, me lo merezco.
—Y muy bien merecido, ¿Es que acaso no piensas, Miguel Reynolds?
—¡Ya! ¿Vale? He escuchado tus quejas toda la semana. Déjalo, hermana.
—Es que no puedo, ¡Pudieron salir heridos!
—Pero no fue así, ¿Bien? Cambiemos de tema.
Acepté la idea porque si seguíamos hablando de ese tema lo terminaría golpeando.
Diez minutos después ya habíamos llegado a la universidad a la que asistíamos. Fuimos juntos a la oficina de registro y pedimos nuestros horarios de clase.
—Gracias —decimos al mismo tiempo cuando nuestros horarios estuvieron en nuestras manos.
Cuando íbamos de salida, mi hermano fue secuestrado.
—¡Eh, tú, chico de ojos azules, no te muevas! —exclamó Luke, distorsionando su voz.
—Azules verdosos, de hecho —corrige mi hermano.
Luke le da una mirada cansada.
—Serás idiota.
Miguel solo se echa a reír.
Su amigo me nota a su lado.
—¡Mona!
Aunque no lo crean, así era como Luke y Elliot, el otro amigo de mi hermano, me llamaban, y lo odiaba con todo mi ser.
—No me llames así, Drayton.
—Aún no pierdes la costumbre de llamar a la gente por su apellido, Mona.
—Luke, no es broma, no me llames así.
Él solo se echa a reír. Nunca le a dado gran importancia a mis amenazas.
—Sabes que es de cariño, Mónica.
—Aún así lo odio.
Luke encogió los hombros.
—Aún así, sabes que no dejaré de llamarte «Mona»
Sí, desgraciadamente lo sabía.
Ruedo los ojos.
—Idiota.
Luke se vuelve a reír de mí.
—En fin, si no te importa, voy a secuestrar a tu hermano.
—¿Qué? —frunce el entrecejo Miguel.
Luke lo toma por el brazo y lo lleva consigo a no sé dónde.
Solo escucho a Miguel decir:
—¡Sí, ya, ya, suéltame!
Cuando los perdí de vista, seguí mi camino a la salida. He aprendido por experiencia propia que es mejor no esperar a mi hermano cuando recibía estos improvisados secuestros de su mejor amigo.
Era inútil y una gran perdida de tiempo para mí.
Iba concentrada leyendo el orden en que estarían mis clases este semestre. No estaba mal, la verdad. Entraba a las ocho, salía a las dos treinta, es mejor que el del semestre pasado.
Gracias a que estaba concentraba viendo el nuevo itinerario escolar y a mi fácil perdida de atención a la realidad, fue que no pude ver a la persona que venía en mi misma dirección y tampoco pude evitar el momento en que su smoothie de fresas se derramó sobre mi ropa y mi horario de clases.
Genial, ¿Quién es el imbécil que me arruinó la mañana?
-
Dave
Una hora antes...
—¡Mamá! ¿No has visto mis zapatos?
Grito desde mi habitación arriba, buscando bajo la cama, en el armario, ¡Incluso bajo el viejo escritorio!
No los encontraba por ningún lado.
Al no obtener una respuesta de mi madre, bajo a la cocina donde se encontraba sirviendo el desayuno.
—Hey, mamá, ¿No has visto mis zapatos?
—¿Dónde fue que los viste por última vez, Dave? —refuta mamá, aún sirviendo la comida.
Buena pregunta, ¿Dónde viste tus zapatos por última vez, Dave?
Rasco la parte trasera de mi cabeza, pensando.
—Los vi en... —alargué las palabras sin poder recordar.
Mi madre rueda los ojos.
—Eres igual a tu padre a tu edad, Dios —dice—. Están atrás, Dave. Los dejaste sobre la secadora.
Fruncí el entrecejo.
—¿Sobre la secadora? —murmuro caminando hacia el área de lavado de la casa.
Y sí, mamá tenía razón, estaban sobre la secadora.
Volví con mis zapatos recién encontrado en la mano.
—¿En qué momento los dejé ahí? —pregunto, sentándome en mi puesto en la mesa.
—No tengo idea —me responde antes de gritar—: ¡Asia y Henry, a desayunar!
Escuché sus pasos bajar la escalera seguido de sus risas. Asia y Henry son mis hermanos menores de catorce y dieciséis años. Si los vieras, no los relacionarlas en lo absoluto conmigo. Somos hermanos, pero casi ni tenemos un parecido.
Mucha gente me a preguntado si somos hermanos de diferentes madres, o si somos adoptados. Ya te imaginarás lo poco que nos parecemos los tres.
Antes de sentarse en su asiento frente a mí, Asia viene y me da un fuerte abrazo, algo común de ella. Mi hermana siempre a sido muy cariñosa.
—Hola, hermanote —emplea un poco de fuerza que casi me deja sin aire.
—Hola, hermanita.
Asia sonríe rompiendo el abrazo para ir a su asiento. Henry por su parte choca los puños conmigo al sentarse a mi lado.
—Hey, bro —agrega a su saludo.
—A comer, chicos, el autobús estará ponto aquí —ordena mamá a mis hermanos, quiénes no dudan en hacerle caso.
Nuestro desayuno fue como el de normalmente todos los días, exceptuando que falta nuestro padre ya que estaba de turno en el hospital desde anoche.
—Dave, desayuna rápido, recuerda que tienes que ir a la universidad. No quieres que se repita el acontecimiento del año pasado, ¿Verdad?
Uh, el acontecimiento del año pasado, llegué tarde a la entrega de horarios y estuve en la ignorancia de mis clases casi la mitad del semestre hasta que me aprendí qué materias veía cada día.
Fue horrible.
—Lo sé, mamá, tranquila, no pasará lo mismo que el semestre pasado.
Ella suspira para nada convencida.
—Quisiera estar ya de vacaciones —comenta Henry a la vez que echaba su cabeza hacia atrás.
—Yo quisiera lo mismo —convino Asia, apoyando su cabeza de su puño.
Mi mamá se echa una risa suave.
—Pero si ustedes apenas están empezando las clases.
—Sí, es cierto —digo—. No sean vagabundos, hermanos.
—"Ni siin viguibindis, hirminis." —repite Henry con una voz aguda—. No sabes lo horrible que es la preparatoria, Dave. —me señala con su tenedor.
—Yo odio octavo grado —se queja Asia—. Demasiada tarea.
—Error, Henry Wyle, sé lo horrible de la preparatoria, estuve ahí también, ¿Recuerdas?
—Sí, hace como mil años —murmura mi hermana.
La miro ofendido.
—Ignoraré eso porque eres mi hermanita y te quiero —digo, levantándome de la mesa para ir a lavar mi plato.
Mis hermanos terminan de desayunar justo al tiempo que el autobús escolar hace sonar su claxon.
—Adiós, nos vamos al infierno.
—Henry Wyle, deja tus bromas.
—¿Dije infierno? Quise decir el bello centro educativo dónde nos enseñan cosas vitales para la vida.
Muerdo mis labios para aguantar la risa. Mamá cambia su mirada reprobatoria.
—Así está mejor. Cuídense.
—Adiós, mamá. Adiós, Dave —se despiden ambos antes de salir de casa.
Mamá y yo nos despedimos con gesto de nuestras manos.
—Yo mejor me voy también —informo a mamá, tomando del perchero mi chaqueta.
—Vale, cuídate.
—Nos vemos más tarde —me despido con una última sonrisa de mi madre al salir de casa.
Esto de estar quedándome en casa de mis padres no es tan malo como pensé que sería, me encanta pasar el rato con mi familia, pero aún así... echaba un poco de menos mi apartamento.
En el auto encendí la radio y empezó a sonar Bones de Imagine Dragons, en el camino iba cantando en murmuros la letra de la canción. Escuchando esa canción me sentía dentro de una película con una fiesta disco. A mí mejor amiga le encantaba esa canción y entendía el por qué: era entretenida y movida.
Aparcando en un espacio libre en el estacionamiento de la universidad, mi celular vibra, indicando la llegada de un mensaje.
Coop
Hey, bro, ¿Estás en la universidad?
Fruncí el entrecejo por su mensaje, pero de todas maneras le respondí:
Sí, ya estoy aquí, ¿Por?
Coop: Mantequilla, hermano.
—¡Carajo! —murmuro a la nada.
Entre mis mejores amigos teníamos una palabra clave para las situaciones de peligro, y sí, es mantequilla. Bueno, ¿Qué se esperaban de tres chicos que pasaban sus días de adolescencia viendo Victorious?
Yo: ¿Ya la viste?
Mi amigo me respondió unos pocos segundos después:
Coop: La ví cuando llegué hace unos minutos. Estaba hablando con un chico del equipo de fútbol.
Pensaba una manera de evadir a la chica que me tiene harto con sus insistencias hasta que otro mensaje de mi mejor amigo llega:
Coop: Si no quieres que Emily te vea y empiece a molestar de nuevo, te sugiero que muevas tu trasero y busques ese horario rápido.
Coop: Trataré de distraerla si nota que ya estás aquí.
En serio agradecía tener una amigo como Cooper.
Yo: Vale, gracias, Coop.
Coop: ¡Apresúrate!
Estas cosas te pasan por ser un atractivo de mierda y tener una exnovia rarita.
Chorradas.
Antes de entrar al edificio principal, noto que hay un puesto de smoothies que llama mi atención.
Hum...
Venga, un jugo no le hará daño a nadie.
En contra de todo lo que Cooper me dijo, decido comprar un smoothie de fresa, mi favorito. De vuelta al camino hacia la oficina de registros, voy atento, tratando de evitar que alguna de las amigas de Emily me vean.
Aún me pregunto por qué está actuando así de... rarita.
Nadie te mandó a meterte con la deschavetada.
Ya, ¿Vale?
Entre estar en mis pensamientos y evitando que las amigas de mi ex me notasen, no me fijé en que alguien venía hacia la salida.
Y mi pobre smoothie terminó encima de la desafortunada chica.
Bueno, he comprobado que un jugo sí que le puede hacer daño a alguien.
———————————
Nota de la autora:
¡Y finalmente estamos aquí!
Notan los cambios, obvio que los notan, ¡Son muchos!
Ya deben de saber que muchas escenas son nuevas, la de Mónica y Miguel, Luke, la alerta mantequilla, (dato curioso: esa escena no solo se me ocurrió por Victorious, también es una pequeña dedicación a una broma interna entre una de mis amigas y su hermana menor, me pareció gracioso agregarlo)
Por cierto, capítulo dedicado a @diananio596, gracias por leer esto que llamo historias, eres una persona súper increíble con un cabello súper loco, Steff. Mira que bien extraño las caminatas a la parada con nosotras atrás hablando de libros y tú hermana dejándonos botadas, que lindos recuerdos.
¿Hablamos del capítulo?
Amé reescribirlo, dioses en serio, ir escribiendo su nueva versión me encanta. ¿El smoothie? Bueno, algunas cosas no deben de perderse, pero no se crean, ese smoothie es el causante de un gran efecto mariposa. Es como la rata de Avengers: End Game, gracias a ella, Scott sale del Reino Cuántico. El mismo caso pasa estos chicos, ¡Los une! Que lindo.
Ya suficiente tontería, MJ, espero les haya gustado, ya les estaré publicando los otros tres capítulos para culminar los cinco de esta semana.
Besos y abrazos con smoothie de fresa, apodos horribles y canciones de Imagine Dragons.
MJ.
Posdata: súper recomiendo Bones, es una gran canción, cuando la escuchen creo que se sentirán igual que Dave.
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