Capítulo 11: Sensaciones

Narra Levi

—¿Vamos o qué? —espeté acercándome a él. Eren guardo su celular en el bolsillo delantero de su jean y se quedó mirando la sección de juegos del parque. Dos niños de aproximadamente diez años pasaron por su lado y lo rodearon jugando con aviones de papel.

—¿Y si nos quedamos un rato aquí? —propuso alegre mientras los saludaba y les revolvía el cabello a ambos.

Lo miré a los ojos, negando con la cabeza.
¿Soportar un minuto más estando cerca de esos mocosos? No.

—¿Qué vamos a hacer en los juegos, Eren? —preguntó Mikasa acomodando un mechón de pelo detrás de su oreja.

¿Acaso mi hermana quería ir ahí?

La miré de reojo, parecía que los párpados le pesaban, sus ojos estaban apagados, tristes. Supuse que en su niñez había ido a algunos parques y por eso sentía ese aire de nostalgia, pero la poca felicidad que tenía en ese entonces fue pisado y quitado por mi padre, quien solo buscaba su propia felicidad.

En cambio, yo había recibido una educación especial, en casa, sin ningún contacto con el exterior. Hasta ese accidente.

—Obviamente jugar, Mika —dijo Eren y soltó una risita. Mi hermana se ruborizó ante su comentario.

Bufé molesto.

Quería un helado, e iríamos por el.

—Quiero ir a la heladería —protesté cruzándome de brazos—,  y no a esos estúpidos juegos.

Mikasa me dedicó una mirada, quizás queriendo que accediera.

—Vamos pero rápido ¿Entendieron? —Resoplé rendido, no podía contra ella en esos momentos. Eren sonrió de lado y al estar desprevenido, me tomó de la muñeca hasta llegar a la sección de juegos, como siempre lo hacía. Su mano estaba tibia, quizás todo su cuerpo estaba así.

Ya quería ver que podían hacer en ese lugar plagado de niños.
Al entrar Eren paseó los ojos por todo el lugar, buscando a donde subirse.

¿Se le podía llamar a él adolescente?

Los juegos que pude ver me parecieron muy simples, habian algunos toboganes que ya llevaban algunos años allí, dos columpios sujetados por cadenas de fierro y un pasamanos oxidado. Sin embargo, esos mocosos jugaban en ellos.

—¿Nos subimos a los columpios? —Eren volteó para verme, esperando mi respuesta.

—Mmm... bueno —contestó Mikasa, aunque no le habían preguntado a ella. Los modales que le habían enseñado de pequeña no mostraban resultados, al parecer.

Y así se encaminaron a los columpios. Eren se volteó para verme, allí parado. Una brisa fresca me recorrió el cuello, relajando cada musculoso de mi cuerpo.

—¿Vienes? —Me tendió su mano, ensanchando una sonrisa.

Iba a tomarla cuando unas gotas diminutas me rozaron la piel, deslizándose sobre ésta. Y en un instante la lluvia fue empapando a los niños que salían despavoridos, y a nosotros también.
Parecía que a Eren no le había importado porque igual se subió a ese juego, olvidándome por completo.

Como solo había lugar para dos personas en los columpios, se subieron Mikasa y Eren. El castaño le enseñó a impulsarse con sus piernas y ambos reían en medio de la lluvia.

Se veían bien juntos...

Apreté mi mandíbula con fuerza, tratando de pensar en otra cosa, sin embargo, era difícil con ellos pasándola tan bien.
Sentía una punzada en pecho que no me gustaba para nada. No quería estar ahí ni un minuto más. Me di la vuelta buscando un lugar donde refugiarme de la lluvia. Además que mi ropa estaba empapada, y era incómodo.

Mientras esquivaba eficazmente algunos charcos de agua y baldosas en mal estado, escuché mi nombre en alguna parte perdiéndose en el viento y la lejanía.

—¡Levi! —Al oír otra vez el grito pude reconocer de quien se trataba— ¡Levi espera!

Aceleré mis pasos para que no me alcance, pero fue inútil. Podía percibir claramente las grandes zancadas que daba para llegar hasta mí.

Fue ahí, donde sentí que sus brazos me envolvieron la cintura para acorralarme en un abrazo, haciendo que sintiera un cosquilleo en mi piel. Pegó su pecho a mi espalda tratando de transmitirme su calor, e hizo más fuerte su agarre en mi cintura temiendo que lo rechace. Pasé mis dedos suavemente por sus manos para después echar mi cabeza hacia atrás. Los latidos de su corazón, que retumbaban, me hacían saber que Eren estaba nervioso.

Apoyó su mentón en mi cabeza para susurrarme:

—Estas temblando, Levi.

Me sorprendió lo que había dicho, traté de separarme de él y me miré las manos; efectivamente estaba temblando.
No podía permitir que Eren viera esa faceta mía, no lo haría.

Respiré hondo varias, mientras tanto, mi mente formulaba diez excusas por minuto.

—Es por el frío, no estoy acostumbrado —mentí y con un movimiento rápido me di la vuelta para verlo de frente. Las gotas de lluvia que caían por todos lados me decían que me quedara junto a Eren, que aceptara sus tontos juegos, que otra vez lo abrazara—. Debo irme, dile a Mikasa que la esperó en la mansión.

Me miró aturdido por unos segundos.

—¿E-estas bien? —titubeó. Dio unos pasos hacía mí, pero lo paré con la mirada—. Quedate Levi, por favor.

Fruncí el ceño.

Idiota.

—Estoy bien Eren, no tengo ganas de estar aquí. —Lo miré directo a los ojos, queriendo transmitirle ese algo—. Eso es todo.

Eren.

Abrió los labios queriendo decir algo, pero al instante los aplanó.
Al final, me quiso acompañar hasta que llamé a Conny y viniera por mi, pero mi celular estaba bajo de batería y no prendía, por más que lo intentase varias veces.
Eren me prestó el suyo y, cuando sacó la contraseña vi la foto que había tomado Armin. Donde estábamos en el barco del parque de diversiones. No pude evitar sonreír y eso de alguna manera me avergonzó.

—E-este yo. —dijo Eren alternando su mirada entre su celular y yo. Me recordó cuando se me habia declarado y solté una risa—. Me gustó esa foto.

Buscamos un banco para sentarnos y tras marcar el número de mi chofer Eren posó su mano sobre la mía, haciéndome estremecer todo mi cuerpo. Me sobresalté, pero siguió manteniéndola ahí. Conny no contestaba y eso me preocupaba.
La lluvia se fue calmando hasta que algunos rayos de sol fueron traspasando las nubes. Marqué de nuevo, y cuando levanté mi vista, la retina de Eren mostraba mi reflejo, cada vez con más precisión. Entreabrió un poco los labios estando a punto de rozar sus labios con los míos, cuando una voz gruesa salió de su celular.

—Mansión Ackerman ¿En que puedo ayudarle?

¿Qué mierda estaba a punto de hacer?

Me separé bruscamente de él y respondí.

—Soy yo, Conny. Necesito que vengas por mí, estoy en el parque cerca de la estación de policia —Miré a Eren de reojo y éste había escondido sus ojos en los mechones alborotados que tenía.

—Entendido, señorita Ivel.

Los minutos siguientes ninguno de los dos pronunció palabra alguna. Pero de golpe, recordé a Mikasa.

—¡¿Dónde está mi hermana?!

—Se fue a casa caminando. —Miró sus pies por unos segundos—. Me suplico que no te lo dijese.

—¡¿Qué?!

—Me dijo que tenía que pensar sobre algo, y necesitaba estar sola… —Apoyó sus manos a los costados para dejar caer su cabeza sobre sus hombros, contempló el cielo por varios minutos y una sonrisa surco de sus labios lentamente.

—¡Tch!

En el tiempo que esperamos, ninguno de los quiso hablar. Y todo era por culpa del idiota de Eren, su acciones aveces me confundían, demasiado.

A los minutos llegó Conny, puntual como siempre. Subí al coche, y con la mano ladeando me despedí de Eren.

En cuanto supe que estaba lo suficientemente lejos de él, solté el aire que se había acumulado en mis pulmones, desde hacía ya varios minutos. Me tapé la boca de golpe para que mi chofer no viera mi inevitable sonrisa.

Joder, estaba sonriendo demasiado seguido.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top