Capítulo 10: Un plan sin errores
El martes por la mañana Levi llamó por tercera vez a Hanji para decirle a con gritos e insultos que cancelara la presentación de él en traje de sirvienta, pero Hanji no hizo más que reírse con ganas y negarle su capricho.
Levi salió insultando entre dientes a quien se le topase en su camino. Menos a su madre, claro.
Al llegar al colegio, la multitud de alumnos les abrió paso, como siempre. Pero no el grupito de los «chicos malos», los que aterrorizaban a todo el colegio y estaba compuesto por la líder Annie; cursante de 5° año, su novia Ymir, Reiner; un chico patán y problemático de la misma división y Bertold de 4° año.
Annie miró con desprecio a Levi y después les dijo algo a su grupo y sonrió.
Mikasa los miró fijamente tratando de saber que tramaban, porque los conocía bien y sabían que estaban planeado algo. Su hermano levantó una ceja y dijo.
—¿Se pueden mover idiotas? Están en mi camino —soltó bruscamente
La líder soltó una risa sarcástica, para después lanzarle una mirada desafiante.
Narra Annie
Faltaba poco para poner en marcha mi plan; destruir a los Ackermans.
Ponerlos en vergüenza a esos malditos ricos. Humillarlos hasta más no poder, como ellos hicieron con mi mamá.
Mi mamá...
Ellos me la habían arrebatado y debían pagar.
Sostuve la mano de Ymir, y al sentir mi tacto me la apretó. Su mano estaba caliente y suave como siempre.
Mientras tanto ese tal Levi me siguió mirando con ese gesto de pocos amigos. Como si le tuviera miedo.
Ja.
Caminé en dirección opuesta a donde estaba Levi y le choque mi brazo con fuerza. Al pasar tuve cerca su oído y le susurré.
—Pronto me las pagarás.
Él e Ymir fueron los únicos que me escucharon, porque mi novia me apretó con más fuerza para que no hable de más.
Tenía más de diez sanciones y si me ponía a pelear una vez más, quedaba expulsada. Pero las ganas de enrojecer sus cachetes a puñetazos me emocionaba.
Pero no lo hice, por ella.
No quisiera estar en otro colegio lejos de Ymir, me volvería loca.
Ella sabia todo sobre mi, pasábamos casi todo el día juntas. Y era la única en la que podía confiar.
La única.
Ya habíamos dejado atrás a esos Ackermans y nos dirigimos a la salida del colegio. Mis otros amigos me seguían, estando detrás de mí.
Sin pensarlo envolví mi brazo en el cuello de Ymir y la miré.
Era tan hermosa ¡Por Dios!
Esos labios ¡Joder!
Fui atrapada por la tentación. Me acerqué a sus labios carnosos y ella cerró los ojos, primero los toqué gentilmente y después volví para devorarla.
Me importaba un carajo la gente que nos miraba, posicioné mis dos brazos en su cuello y ahí se quedaron por varios segundos para después bajar hacía su cintura.
Nuestro espectacular beso terminó por culpa del cara de caballo.
—Chicas... no querrán que alguien del colegio nos vea... —habló bajito.
Solté un bufido y me separé de Ymir, que estaba toda colorada.
Me sonrió de lado y continuamos nuestro recorrido.
Después de buscar varios lugares donde quedarnos, encontramos una cafetería. No había muchas personas y eso me puso de buen humor.
Entramos y nos sentamos al fondo, en un mesa circular; digna para planear catástrofes.
Los meseros no nos preguntaron por nuestro uniforme y al parecer eso alivio los nervios que tenía el cara de caballo. Reiner y yo pedimos un café bien cargado y los demás capucchino.
En todo el rato Reiner me miraba con cara de «Para que mierda nos trajiste acá» pero no me importó. Lo sabría en cuanto trajesen mi delicioso y cargado café.
—¿Y? —preguntó el cara de titan con su taza en mano.
Levanté una ceja.
Que impaciente era el desgraciado.
—Bueno... el lunes me enteré de algo asombroso...
Al terminar mi relato, todos me miraban con cara de no creerme. Pero lo hacían, yo no mentía, o por lo menos no a ellos.
—¿Asi que piensas hacer todo eso en el festival cultural? —dijo Reiner todo serio. Al parecer no estaba muy convencido de lo que planeaba.
—Sí, en frente de todos. Es perfecto ¿Verdad? —este era el mejor plan que se me había ocurrido en décadas. No había lugar para el fallo— Le arruinaré la vida a Levi, lo juro...
Narra Levi
Maldita cuatro ojos.
Maldita.
Me las pagaría algún día.
Samanta me esperaba afuera del baño, para ser la primera en ver cómo me quedaba su estúpido traje de sirvienta.
Y claro, como era de esperarse el traje me quedaba un poco ajustado porque estaba destinado a una chica.
Salí del cubículo e instantáneamente Samanta empezó a gritar lo bien que me quedaba.
Se alagaba a ella misma por haberle añadido unos guantes blancos que me llegaban al codo y un lazo negro que me rodeaba la cintura.
No hice más que gruñir ante sus comentarios absurdos.
Pero no lo podía negar, me quedaba bien.
—¿Vamos al aula? —propuso la costurera.
No mierda. No.
Sabía que no me iba a librar de esto, a menos que me escapara.
No imposible...
—Vamos... —dije mientras apretaba mi mandíbula con fuerza.
Caminamos lentamente hasta llegar al aula, y al abrir la puerta sentía como mi corazón se exaltaba.
Eran pocas las veces que me pasaba, me sentía débil ante eso.
No quería que nadie me viera, tampoco él.
Todos se quedaron boquiabiertos al verme entrar, me sentía demasiado presionando por sus miradas.
Estúpidos.
Y para colmo mi vista de dirigió instantáneamente a Eren. Estaba sonrojado, el desgraciado estaba sonrojado.
¡Tsk!
No sabía si había sido mi imaginación pero mi hermana miraba de reojo a Eren.
—¡Woow! Te queda estupendo Ivel —saltó de emoción Hanji acercándose a mi. Maldita cuatro ojos te burlas de mi, todavía— Hiciste muy bien tu labor, Sam —continuó— estoy seguro que a todas las demás chicas les quedará igual de bien.
Le lancé a todos una mirada fría para que dejen de babear por mí. Era asqueroso lo que hacían; mirar descaradamente mis piernas.
Lo podía permitir si solo era un chico, por ejemplo Eren, pero eran más de treinta pubertos clavando su mirado en mi.
Después de dos minutos de soportar todo eso, fui a cambiarme rápido al baño. Y pude ver mediante una ventana que daba a la calle a Annie, una antigua conocida.
Su amenaza de la mañana no me importaba, pero si de lo que ella sabía de mi pasado.
Por suerte, no me reconocía. Y tampoco a Mikasa, a quien nunca la había visto. Aunque me parecía raro que no recordara el apellido «Ackerman»
Ese apellido era quien le había arruinado la vida después de todo.
Pero era su asunto, y no me importaba.
Al llegar de nuevo al aula, los alumnos de 4° año ya se habían ido, y con ellos, Eren.
No era como si me importase, pero quería que confirmará que vendría a la mansión el viernes.
Me estaba metiendo en un lío grave, pero lo haría por Mikasa.
—¡Claro que iré! —soltó alegré el castaño.
—¡Tch! Bueno...
Esperaba que me dijese algo más. Y me sorprendió mi pensamiento.
—Y Levi... te quedo muy bien el traje —dijo en tono bajo, escondiendo sus ojos entre sus cabellos— ya sabes... el de sirvienta...
Trague en seco.
—Si... como sea. Ya me tengo que ir con mi hermana —no quería verlo a la cara después de que haya dicho eso.
Caminé en dirección a la salida, donde se encontraba mi hermana. Pero sentí los pasos de Eren detrás de mí.
Al llegar junto a ella, el castaño se acomodó a mi costado. Y nos propuso a Mikasa y a mí, ir a una heladería que se encontraba a unas cuadras.
Parecía un niño, por Dios.
El niñito rubio no iría porque tenía una exposición que presentar y eso me despreocupó. Todavía no me familiarizaba a estar con otras personas a parte de mi familia, solo a Eren.
Le dije que sí, porque mi hermana nunca había pisado uno de esos y era bueno experimentar nuevas cosas según un artículo del periódico que había traído Hanji cuando vino a casa.
La hora acordada era a las cuatro de la tarde, y aún no encontraba dicho parque. Joder, ya me estaba hartando y Mikasa no ayudaba.
De repente sonó mi celular y vi de quien se trataba.
—¡No encontramos la heladería! —le grité al aparato ni bien conteste la llamada.
—Tranquilo Levi... Haber ¿Dónde estas ahora?
—¡Tch! —me estaba poniendo de mal humor—. Al frente de una estación de policía.
—Estan cerca, caminen dos cuadras hacia la derecha y después de frente hasta que se topen con el parque, y juntos iremos a la heladería.
Le corté la llamada sin siquiera responder.
Debimos haberle dicho a Conny —nuestro chofer— que nos llevara.
Y tal como había dicho el mocoso, llegamos.
Pero... el lugar estaba infestado de niñatos corriendo por todos lados.
Estaba seguro que ninguno de había lavado la mano antes de venir.
Con solo ver cómo todos esos mocosos tocaban los barandales de los juegos me produjo asco.
Busqué con la mirada a Eren, y lo ví. Estaba en una banca cerca de los juegos, atento a su celular.
Llevaba puesto un jeans negros, y en cuanto se dió cuenta que íbamos hacia él, ví su remera con un estampado de Bob Esponja. Me causó un poco de gracia.
Mikasa caminó rápido hacía él, un poco más y corría.
¿Qué le pasaba últimamente?
Andaba atenta de lo que hacía Eren, lo miraba por el rabillo y trataba de estar cerca de él.
¿Andaba enamorada de él?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top