Tormenta con un encuentro inusual.

Mi nombre es Amity Blight y vivo en las profundidades del mar. Soy una sirena como toda mi gente de mi comarca.

Vivo con mis padres quienes son los protectores del lugar. Alador el grandioso y Odalia la temible. Juntos usan sus tridentes mágicos para ahuyentar a las criaturas que intentan comernos. Estos objetos son pasados de generación en generación. Se dice que fueron hechos por el rey del mar Poseidon y se los otorgaron a unos ancestros de mi familia luego de haberlo salvado de unas criaturas.

Después están mis molestos hermanos gemelos Emira y Edric. Tener gemelos es algo raro en nuestra especie y más si son de distintos sexos por eso se les tratan como realeza y los idolatran por ello. Emira adora la atención pero mi hermano es más de hacer bromas pesadas y cuando lo pillan no recibe castigo alguno a no se que quienes lo hacen sean mis padres quienes los mandan al calabozo por unos días. En cuanto a mi, suelen ser sobre protectores al ser la menor de la familia, siempre vigilada a todas horas ya sea por un guardia o por mis hermanos cuando no están en sus asuntos.

Hoy decidí que después de hacer mis deberes iba a dar un paseo por los alrededores ya que me encontraba aburrida. Papá me dijo que nunca me acercara en la fosa del demonio porque habían criaturas espeluznantes allí y posiblemente esté en lo cierto ya que se escuchan ruidos extraños allí además de lo oscura y tétrica que se ve a lo lejos.

Me escabullí sigilosamente por el escondite secreto que solo la familia conocía hasta salir en una cueva. Miré por todos lados si alguien me había seguido, la suerte estaba de mi lado, eso había pensado. Nadé por los corales que se encontraban cerca. Ver a los pececitos nadar se me hacía tan hermoso, es como si danzaran al ritmo de las corrientes marítimas. Sin pensarlo dos veces comencé a improvisar bailes mientras ellos nadaban cerca de mi. Fue tan espléndida la sensación de cosquilleo que hacían al rozarme por todo mi cuerpo que era inevitable reír. Así estuve por un tiempo hasta que sentí hambre. Decidí buscar algo de alimento. Usualmente comemos algas pero también cazamos pequeños moluscos, peces y crustáceos pero es rara la ocasión que haga eso ya que siento lástima en comerme una hermosa criatura.

Me acerqué que las algas, su sabor me agradaba mucho en especial unas de color rojizo. Comí tranquilamente mientras observaba a los pececillos nadar juntos. Todo era paz y tranquilidad hasta que el mar comenzó a moverse estrepitosamente. Subí a la superficie y vi que era una tormenta muy fuerte. El oleaje me sacudió violentamente y antes de volver escuché a alguien a lo lejos.

Nadé desesperadamente por alguna razón. No entendía porque tenía esa sensación de saber quien rogaba por su vida pero algo dentro de mi queria ayudarlo. Estuve buscando por mucho tiempo hasta que vi una sombra sobre mi. Curiosa fui a ver y estaba una cosa humana que servía para cazar a los peces. Los he visto en ocasiones y uno casi me caza cuando era pequeña por error. Mi madre solía decir que los humanos son seres despiadados y egoístas. Ellos sólo van al mar para atrapar su alimento y después huyen. También arrojan basura contaminando el lugar, dañando plantas y animales. Yo no creo que todos sean así, tengo la esperanza de que al menos uno sea lo opuesto a lo que nos cuentan.

Después de ver aquel gran objeto, fui a la búsqueda de la criatura humana. Todo estaba tornándose muy oscuro pero eso no era problema para mi ya que puedo ver perfectamente en la oscuridad. Mis ojos captaron una silueta muy distinta a todo lo que haya visto bajo el mar, supuse que se trataba de aquella persona.

Me acerqué lo más lento que pude, se veía muy mal y tenía los ojos cerrados. Por un instante dudé si realmente era lo correcto lo que estaba haciendo o no.
Agité mi cabeza para disipar esa indecisión y comencé a inspeccionar.
Tenia unos ropajes extraños, su cabellera era marrón oscuro al igual que su tez y sus grandes ojos. Al parecer era una humana hembra muy joven, lo supuse por el tamaño que tenía y se parecía a mi por la edad. La tomé de las manos para tirar de ella. Su piel era áspera y sus manos eran más grandes que las mias pero no fue impedimento ya que cuento con una fuerza excepcional.

Al salir del agua vi como expulsaba el agua que se había tragado y respiraba el aire puro que nos brindaba el lugar. Es una lástima que ella no pudiese respirar bajo el agua así se hubiese salvado. Ella comenzó a hablar en un dialecto extraño. No entendía nada de lo que decía pero su voz me cautivó. Ni las mejores cantantes de mi hogar llegan a estremecerme como lo hacía ella en estos momentos.

Al despejar mis pensamientos vi como me señalaba el objeto que había encontrado con anterioridad. Por mi mente pasó que debía llevarla hacia ese lugar y eso hice olvidándome que necesitaba aire para respirar. Avergonzada por aquello la obligué a que estemos frente a frente. Ahora que había más claridad pude ver mejor sus rasgos. Tenia unas pestañas muy hermosas y unos labios preciosos que hacían juego con el resto de su cara. Pude haberme quedado más tiempo observandola cuando vi que necesitaba aire iba a llevarla pero por la desesperación se soltó de mi y torpemente pudo hacer su cometido. Eso me causó una risa genuina. Era la primera vez que vi a un humano nadar y lo hacía muy mal.

Me quedé con ella procurando que ninguna criatura quiera comérsela. Algo me decía que debía protegerla. A lo lejos vi algo que se acercaba a nuestra dirección y cuando escuché una voz diferente me hizo confirmar que la estaban buscando. Con el dolor de mi corazón decidí huir no muy lejos ya que no quería que ningún otro humano me viera, pondría en riesgo a mi especie por mi imprudencia.

Esperé unos instantes para poder seguirlos. Tenia la curiosidad de saber de dónde provenía. Saqué mi cabeza después de un rato. Habían más cosas como la que estaba usando la humana. Ella fue recibida por alguien que parece ser su madre por el parecido que tenían. Se notaba la preocupación en su rostro y el alivio al tenerla de vuelta. Me quedé observando la escena pero ya era momento de volver.

Juré que cada que pueda fugarme vendría a verla desde lejos ya que ahora los humanos me parecen fascinantes.

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