Capítulo 1: Doy un seminario sobre clases de frikis, y la misión empieza
"BIENVENIDOS A LA COMIC-CON DE ESPAÑA 20..."
Supongo que todo comenzó allí, en una Comic-con. Ese rejunte pop y moderno donde se hallan los seres más obsesivos del universo: los frikis. Personas que no temen vestirse un poco ridículo con tal de parecerse a sus ídolos ficticios (o no tanto... según algunos), que saben más de guerras inexistentes que la historia de su país, y que no tienen ningún problema en quedarse horas y horas viendo una pantalla, para terminar de ver una película, una serie, un animé, o bien pasar un nivel de videojuego, o terminar un cómic/manga/libro descargado ilegalmente (o en el caso de los libros, extraído de una extraña red social -que no entiendo cómo es que se le dice "social"- llamada Wattpad) después de una serie de pasos para evitar virus en las computadoras y hackers revisando su inexistente vida social.
O por lo menos, eso dicen las personas que los ven pasar a este predio elegido para desarrollar el evento; yo no pienso así. Tengo una saludable vida social y, así y todo, me catalogan de friki. Igual, hay que dejar una cosa en claro, para evitar malentendidos: existen diversas clases de freaks.
Veamos un ejemplo. Por un extremo, donde estaban las puertas corredizas, una familia se lanzaba a este agitado evento con una mezcla de temor, inhibición y timidez, todo en una. El único que no parecía compartir de esa confusión generacional, era un muchacho de cabello castaño, un poco flacucho, a decir verdad, y algo bajito, aunque bien vestido, había que aceptarlo. Él, de inmediato, abrió mucho sus ojos, y esbozó una sonrisa enorme. Comenzó a dar saltitos, y corrió hacia el que parecía el padre.
—¡Tío Ben, tío Ben! —bueno, me equivoqué, era el tío— ¿Puedo ir a ver el showroom de Animales Fantásticos? ¿Sí? ¡Porfiiiis! —Y tironeó de la camisa del hombre, quien sonrió también, y acomodó al pequeñín que llevaba en los hombros, quien no dejaba de extender sus pequeños brazos hacia el chico, para luego responder.
—Teddy, ya tienes diecisiete años, no tienes que pedirme permiso para estas cosas. Además, ¡tienes que aprovechar la entrada VIP! —le guiñó el ojo— Solo, hazme el favor, y lleva a Carrie contigo, que si no se perderá persiguiéndote. —Dicho esto, señaló a una pequeña de cabellos rizados, quien tironeaba del vestido de una mujer rubia, riéndose a carcajadas infantiles. Al escuchar lo que parecía ser su nombre, se quedó quieta; la que era su madre, le dio un pequeño empujoncito, y ella corrió a abrazar las rodillas de Teddy.
—¡Gracias! —el muchacho estaba radiante de felicidad. Tomó de la mano a la niña, y comenzó a parlotear, mientras se alejaba de la ahora nueva familia extraviada— ¿Puedes creer que han traído una enciclopedia biológica de cada animal, Carrie? ¡Una enciclopedia biológica! —recalcó, y alzó el brazo que llevaba libre. Allí, vi mi oportunidad, y lo enfoqué con los binoculares. Y sí. Desgraciadamente, llevaba una pulsera VIP. Era un elegido. Bufé, con molestia.
Por la plopus de Sauron.
En definitiva, tendría que repensar el tema de usar el azar para escoger.
Os presento al primer tipo de friki: los infantiles. Si le hubieran hecho un seguimiento -como tuve que hacer yo- lo habrían visto entrar al sector de Disney; se detuvo a sacarse unas fotos con unos cosplayers de Gravity Falls. Casi llora al ver una versión tamaño auténtico del carrito de Intensamente (que ni sé qué cojones hacía allí), e incluso subió a Carrie a éste, y cantaron juntos la canción de Ding-dong. Se consiguió un peluche de Chimuelo, y sostuvo una discusión sobre Pókemons con un niño de siete años que llevaba un disfraz que se parecía al del Pato Donald, pero que insistía que era no sé que pokeduck. Tuvo que abandonar la lucha por dos razones: Carrie se había quedado dormida, abrazada al pequeño dragón esponjoso, y con un vestido que habían encontrado de la Princesita Sofía, y encontró un puesto para jugar Mario Bros. Estaba a punto de entrar, cuando el celular le vibró. Sonreí desde el laboratorio de cámaras; sabía muy bien lo que había recibido. Gracias al cielo, podía volver a vigilar. Al cambiar de cámara, encontré el segundo tipo de frikis: los poser.
Así les dicen a las personas que fingen ser algo que, claramente no son: "Uso esta camiseta del Capitán América desde que tengo memoria" pero está comprada hace una semana, solo porque salió Civil War, a ti te gusta los superhéroes, y ellos quieren presumir y/o impresionarte. Personalmente, los detesto.
El poser en cuestión era un chico cosplayer vestido de Kaito de Vocaloid, solo que de una manera bastante pésima. Hasta mediocre, debería decir. Discutía con una chica, que encarnaba realmente bien a Hatsune Miku, quien parecía bastante furiosa.
—¡Kaito! ¡Kaito te dije! —le gritaba ella, un par de centímetros más bajita.
—¡Pero si me he vestido de Kaito! ¡Mira, llevo una bufanda azul! —respondía él, acariciando a la mencionada.
—¡Pero Kaito lleva el cabello azul! ¡Y tú lo tienes... normal! —allí, el chico cambió de expresión.
—¿Pretendías que... me pusiera tintura... —tragó con fuerza, agarrando con los dedos un mechón de su rubia cabellera— tintura azul en el cabello? ¿En mi hermoso cabello?
—¡Argh! —Exclamó la chica, y se alejó unos pasos— ¡Eres horrible! ¿Cómo puedes preguntarme eso a mí? ¡Íbamos a ser el dueto perfecto! Pero... lo arruinaste. ¡Esto es el fin! —gritó de nuevo, y se dio vuelta para irse, pero antes, agregó— ¡Y la guitarra de Kaito es azul, no roja! —y se alejó a pasos rápidos.
—Todo no se puede en esta vida, cariño —le habló a la nada, sonriendo. Después, se encogió de hombros, y comenzó a caminar sin rumbo—. Existen chicas locas en esta sociedad... —suspiró— Teñirme el cabello... comprarme una guitarra nueva... qué cosa. No sabe lo que pide. —Se detuvo— Oh, no. Ahora estoy solo en esta sociedad de raritos —miró a su alrededor, y el temor le subió al rostro— ¿Ahora qué hago? —como si respondiera, el móvil sonó. De inmediato, lo desbloqueó, y leyó algo— Bueno, vamos a aprovechar esta entrada —sacudió los hombros, de los cuales uno de ellos llevaba colgado el estuche negro de una guitarra— No todos los días se consigue una entrada VIP.
Espera, ¿qué? Con temor, lo volví a enfocar. Me quejé en voz alta, sin poder creerlo.
¡También llevaba una pulsera VIP!
—Jefe, me ha tocado el peor grupo de la temporada —me quejé en el auricular.
—Nunca es lo suficientemente malo —afirmó.
—Pero... ¿para éste mundo? ¿Un poser y un infantil?
—Sigue buscando. A lo mejor, los demás integrantes no son tan terribles. Cambio y fuera, cabo.
Gruñí, pero corté. Maldito Fritz y su manía de llamarme cabo. Con desgano, miré las pantallas. Encontré algo interesante, que me llevó a ponerle un poco de zoom a la cuestión.
Un corro de chicas y chicos estaban apiñados junto a una mesa. Al enfocar mejor la cámara, noté que era un puesto de firma de autógrafos. Y en ese lugar, encontré al tercer participante:
—RobbDragon, autor de "Simplemente Robb", su primer libro, ¡se convirtió rápidamente en el autor más joven de alcance mundial del siglo! —hice una mueca de asco. La voz del agente G7O me desagradaba un poco, la verdad. Tenía ese tono de anunciador de propagandas, que le viene bastante bien para ejercer su profesión, pero no le favorece en las reuniones sociales.
Imagínate una conversación de este estilo:
"—Hola, G4O, ¿qué onda tu Nimbus2000?
—¡Mi Nimbus 2000, modelo 2000, de buena madera e impecable barnizado, con pelos de escoba sacados de árboles auténticos, de un vuelo constante y rápido, ejemplar que fue utilizado por el mismísimo Harry Potter, está excelente y provechosa!"
Insoportable. Se rumora que una vez, incluso, el jefe no pudo seguir aguantando su perorata sobre las barbas de Hagrid -el pobre es aficcionadísimo a Hogwarts- y le golpeó la mandíbula. Por eso la tiene un poco torcida, como si estuviera oliendo pimienta.
El tipo en cuestión, se encontraba al lado del tercer Elegido con un micrófono. RobbDragon llevaba otro en la oreja, y sonreía mientras hablaba, diciendo paparruchas como esta:
—"Simplemente Robb" Fue hecho con todo el cariño del mundo. Espero que a los lectores le agraden mis teorías sobre El Señor de los Anillos y la existencia de los Silmarils —un corro de chicas, posiblemente posers, dieron unos grititos, intentando demostrar que estarían más que encantadas de demostrar su agradecimiento de todas las formas posibles por su aporte a la comunidad. Antes que cualquiera de ellas se pudiera echar encima, él recibió una llamada por un auricular, y sin sacar su sonrisa de pasta de dientes, anunció:— Lo siento, me tengo que ir. El trabajo llama —con un guiño, se hizo camino ayudado por dos matones -agentes F5A y F5B, por cierto-, y desapareció.
Mentiroso, el trabajo no lo llamaba.
A menos... ¿los booktuber llaman trabajar a aprovechar entradas VIP en las comic-con?
Da igual. No tuve mucho tiempo para pensar, porque entonces, un marcador me anunció que, además de la celebridad, otro Elegido había ingresado al Programa 3SD7A. Al examinar la lista, vi que una tal Lucille ya había recibido la llamada.
Y llegamos a mi tipo de frikis preferido: los pobres.
Okey, no piensen que soy de las que discriminan; más bien, todo lo contrario. Esa clase de frikis soy yo. De los que la mitad del mes se gastan en baratijas frikis y la otra mitad están mendigando a los padres para comprarse el Wolverine #123; o, como en mi caso, los que tienen dinero esporádicamente pero pocas veces lo gastan en cosas frikis. O, como ellos, de los que la fortuna no les sonríe y se tienen que conformar sin mercadería.
Se habían metido con entradas VIP, pero se veía a todas luces que no podían comprar todo lo que se exhibía en las tiendas. El chico avanzaba con las manos en los bolsillos y la mirada clavada en el suelo. Únicamente alzó la vista cuando llegó a una exposición de Narnia. Esquivaba gente con soltura, como si estuviera acostumbrado a ser invisible y así le gustara permanecer. Inmediatamente busqué sus datos, y sonreí para mí misma. Ese chico iba a ser bastante útil.
La chica que, según los datos que tenía, era su hermana, no podía ser más diferente: revisaba cada escaparate, haciendo preguntas y anotando lo que parecían ser las respuestas en una libretita. Le hablaba todo el tiempo a su compañero, pero de él no obtenía sino monosílabos.
—Jaden, mira, aquí dice que Merlín fue en realidad un viejo estafador. Y que Arturo era criado de una casa de familia noble. ¿No te parece apasionante para una historia?
—Ajá.
O más tarde, se ponía a saltar emocionada.
—¡Jaden, hay fragmentos de los escritos originales de J. K. Rowling en servilletas!
—Yupi.
Debo admitir que me desilusioné un poco. Es que, ¡ese chico parecía la reencarnación de la depresión! Lo escuchabas hablar y te daba lástima, en serio.
"Bueno", me dije, "lo harás pelear y callar, así como hace Skipper en Los Pinguïnos de Madagascar".
Estaba imaginando como quedaría mi voz en el cuerpo del pingüino líder mientras le hablaba a Cabo cuando el celu de la chica sonó, anunciando que le había llegado un mensaje. Y luego, otro más. Se hicieron una seña, algo más iluminados de rostro, y allí supe que mi misión en las cámaras había terminado.
—¡Yeah! ¡Al fin! —exclamé a la nada, dando un salto de mi silla. Nadie respondió, así que ignoré lo deprimente de la situación, y me dispuse a prepararme: Dejé las pantallas, tomé mi bolso, acomodé las dagas élficas en las botas, terminé mi leche chocolatada, me até el cabello y me puse un barbijo y la capucha. Y después, la frase épica del final de capítulo:
—Chimichangas.
En ese preciso instante, comenzó el proyecto.
Mi vida, y la de esos niñatos elegidos, cambiaría por completo.
Pero claro, Lucas el Poser tenía que arruinarlo todo.
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Heeeey
Gracias a la personita de la cual no tengo ahora mesmo el user, pero que me amenazó con la chancla para que actualizara. Pues... aquí ta', NO ME PEGUE
Lo escribí con muchos días, así que puede ser que esté un poco inentendible; espero que lo hayan disfrutado.
Lo que la personaje opina ES SOLO OPINIÓN DEL PERSONAJE. No considero dividir a los frikis así, o por lo menos no solo en esos. Si ustedes tienen su forma de caracterizarlos, ¡comenten! ¡díganlo!
Este libro va a estar plagado de menciones honoríficas a series, libros, películas y artistas. Si quieren tener un manual friki a mano, se los recomiendo.
¡Au revoir!
Clary Pevensie
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