Mini Robin antes que Batman


  — Cómo siempre, vuelven a decepcionarme—.  Exclamó casi inexpresivo Mr. Monóculo viendo las calificaciones de la última evaluación que le ha hecho a los niños, mientras comenzaba a entregárselas.— Y tú aún más, Número Dos. Tienes una D-. Número Uno, una A+, como siempre. Número Cuatro, una F, de nuevo...— Klaus bajó la cabeza y tomó la hoja apenado, Hagreeves rodó los ojos.— Número Tres, una C. Número Seis, una A, nuevamente. Número siete, una B. Y, Número Cinco... No hiciste nada, otra vez—. Número Cinco se acercó a Reginal con una sonrisa de oreja a oreja y tomó la hoja, como sintiéndose orgulloso de no haber hecho nada.— ¿Nisiquiera sientes vergüenza de no haber respondido ni una sola pregunta?— Preguntó

  — No necesitamos hacer esto para poder patear traseros—. Dijo Cinco.— Sólo necesito hacer esto—. En un destello desapareció y apareció al otro lado de la habitación.

  — Y para hacer eso de forma correcta, necesitas entender sobre física, Número Cinco. Niños, un comité vendrá a verlos en dos semanas y en este momento son realmente impresentables. Tienen que entender que hay una responsabilidad sobre sus hombros.

  — Lo entendemos, señor—. Exclamó Luther.

  — No todos, al parecer. Esfuercence más, deben ser extraordinarios—. Entonces se marchó, y la cabeza de Diego, Número Dos, se quedó trabajando en todo lo que había escuchado.

  Debía ser extraordinario.

  Pero no sonaba cómo algo fácil de lograr.
De todos modos, no podía rendirse. Tal vez así su padre lo convierta en el número Uno del equipo. Y eso sería increíble.

  Así que se puso a trabajar. Comenzó a entrenar su físico, cada noche hacia flexiones antes de dormir y agarraba libros como pesas en la mañana, mientras que Mamá lo ayudaba a hablar sin tartamudear en las tardes.
  Y un día, mientras almorzaban, se encontró discutiendo con Número Uno.

  — No puedes tener mí puesto, Diego. Papá me puso Número Uno como nombre y rango.

  — Pero ¡p-p-podría sup-perarte!

  — ¿Y cómo lo harás? Si nisiquiera puedes hablar como un héroe

  — ¡Ci-ci-cierra tú mald-di-dita boca!— Mientras más nervioso se ponía, Diego más tartamudeaba.

  — ¿Qué di-di-dices, Diego?— Se burló, Luther. Y así fue cómo Diego, completamente enfurecido, tomó un cuchillo que estaba en la mesa y lo lanzó, casi sin pensar hacia su hermano. Pero aún así, el cuchillo pasó rozando por sobre la cabeza de Luther, y este volvió a burlarse.

  — Nisiquiera puedes lanzar bien un cuchillo—. Diego, sobrepasado, dejó escapar una lágrima antes de levantarse de la mesa, pero entonces vió al cuchillo volver y hacer un corte en el brazo izquierdo de su hermano antes de dirigirse directo a su mano, pudiendo atraparlo al instante. Luther se quedó mudo, sosteniendo su brazos mientras que Mamá corría a auxiliarlo y Diego corría lejos del lugar.

  No sabía exactamente como sentirse, quiero decir, se sentía extraordinario, pero no estaba seguro de si estaba realmente bien lo que acababa de hacer o cómo se sentía.

  — Eso fue extraordinario—. Escuchó una voz detrás suyo. Se trataba de Klaus que se dirigía a sentarse a su lado en la terraza.

  — ¿Tú crees?

  — Sip, le diste su merecido al idiota del consentido de papá. Además, no necesitas probarle nada a papá, tú eres genial—. Apoyó su cabeza en el hombro contrario y Diego suspiró.

  — ¿Lo dices enserio?

  — Sip. Para mí tú eres más número Uno que ese creído—.  Klaus soltó una risa y Diego siguió pensando, mientras miraba la profundidad de la noche.

  Tal vez Klaus tenía razón y no debía probarle nada a nadie.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top