dos ; ultraviolence
He used to call me poison
Like I was poison ivy
I could've died right then
Cause he was right beside me
09/08/2017
Yuna tiene enemigos desde el primer día que subió a cantar en el escenario de amnesia. Cuando se unió a los Bala todo empeoró. Rumores, vestidos y maquillaje roto, emboscadas casi siempre inofensivas. Las chicas del lugar detestaban a la pelirroja desde que llegó. Por la facilidad que le dieron todo, las comodidades que tenía, las oportunidades que le daban. Siempre la hostigaron y le hicieron la vida imposible dentro de amnesia.
La menor nunca dijo nada. Escuchaba los insultos, se limpiaba los escupitajos, arreglaba como podía sus vestidos y cantaba como todos los días. A veces desaparecía por días para regresar como si nada. Hasta que Sang llegó y de la nada la escogió.
Por miedo, todos los hostigamientos pararon de inmediato, aterradas a las posibles consecuencias que SangWook les haría pasar. Pero él no fue su pesadilla, sino la misma Yuna.
Parecía regresarles cada maltrato mil veces peor. Malos clientes, malos pagos, siempre con un saludo de su parte al final. Más de una se arrodilló a sus pies para que todo parara, pero Yuna ni se inmutaba, y a veces ni las miraba.
La menor caminaba junto a ellas con el mentón en alto y usando ropa fina que sabía que le quedaba de maravilla. A veces se burlaba con la pura mirada y hasta algunas se ganaban una amenaza directa. Y de pronto, en amnesia ya daba más miedo el nombre de Yuna que el del mismísimo SangWook, el dueño y jefe.
Yuna era intocable y todos lo sabían. Pero tenía un punto débil: El jefe. Si SangWook ya no la quería, Yuna se quedaría sin protección.
Las personas que más la odiaban esparcían rumores y hasta iban directamente con el jefe para tener la mínima oportunidad de que Yuna se largara del lugar, pero no lo conseguían. SangWook estaba fascinado con la pelirroja.
Conforme los años pasaban, el número de enemigos subía y bajaba constantemente. Pero el de los amigos-aliados también.
MinHo era probablemente el más leal de todos. Ha estado a su lado como guardaespaldas y chofer desde su día uno como la mujer de Sang. Tenía poco más de treinta años y él era el puente de Yuna para llegar a Seokjin.
El castaño pasaba tanto tiempo con ella que ya le tenía un inmenso cariño; uno que era más o menos correspondido. Yuna lo quería mucho, pero a veces no podía creer lo leal que le podía ser y eso la hacía sentir hasta desconfiada. Solo a ratos, cuando pensaba demasiado en ello.
Yuna ese día se había levantado sin ganas, y lo que terminó de arruinar su humor fue el mensaje de Sang, ordenándole que fuera a su departamento del centro. Sin otra alternativa, se bañó y se arregló como siempre, luciendo fina y femenina como a Sang le gustaba. Se puso sus pantalones y tacones blancos y la blusa color esmeralda de tirantes que el mayor le acababa de regalar. Se recogió el cabello en una coleta alta y bien peinada y salió de su departamento, con MinHo ya esperándola al salir del elevador.
—¿Al departamento del centro? —preguntó el castaño, abriendo la puerta del coche.
Yuna asintió. Dejó que MinHo cerrara la puerta y cuando rodeó el coche y subió al asiento delantero y prendió el motor, se recargó entre los dos asientos frente a ella.
—Hoy no quiero verlo, pero no es como si me hubiese preguntado.
—¿Por qué no le dijiste que te sientes mal? La semana pasada te funcionó.
—Por eso mismo, ya no puedo estar enferma después de todo lo que me hizo tomar para mejorarme. Hoy solo tengo que soportarlo un rato.
MinHo asintió un poco decaído —¿Quieres que me desvíe a comprar algo?
Negó, sabiendo que el hombre la miraba por el retrovisor —Estoy bien así, pero gracias.
El camino, como siempre, fue largo. Yuna le platicó cosas a MinHo a lo largo del camino, y el castaño la escuchaba, siempre atento a lo que la menor le decía. Casi siempre era sobre temas triviales, como animales, la playa o sobre algo que acababa de leer en su celular.
Cuando el coche se detuvo, Yuna abrió la puerta por sí misma y se despidió de MinHo, aunque el castaño se quedaría a esperarla como siempre.
Apretó el botón del elevador y después puso su dedo en la entrada para que detectara su huella dactilar y la puerta se abriera.
Dio dos pasos y arrojó su bolso en el sofá y caminó hacia la habitación del mayor, donde era ley que estaba.
SangWook estaba ahí, acostado en su enorme cama, viendo la televisión en su enorme pantalla de plasma, con su bata de seda egipcia color negra.
—Hola, guapo.
El mayor sonrió —Te ves hermosa.
—Gracias, cielo. ¿Te traigo un bourbon?
Asintió —Y algo para ti también.
Yuna asintió con una sonrisa y corrió hacia donde el pelinegro guardaba sus bebidas. Preparó dos iguales y regresó caminando como si estuviese en una pasarela.
—Ten, amor.
Dejó las bebidas en el buró y después se inclinó para besar los labios del mayor como saludo.
—Acuéstate aquí conmigo.
Yuna se quitó sus tacones y gateó hasta estar a su lado.
—Sabía que esa blusa te quedaría muy bien. Te pareces a Poison Ivy con el cabello de ese color.
—¿Tu crees?
—Ajá. No solo por los colores, venenosa siempre has sido.
Yuna soltó una risa por el halago/insulto que Sang sacó de la nada.
—Eres un romántico —soltó sarcástica —Pero hablando de venenos, escuché a la nueva crear un rumor sobre mi para que lo escuches y me dejes.
—Como siempre —respondió, blanqueando los ojos —¿Ahora qué dijeron?
—Que me vio besarme con un tipo antes de salir a cantar o algo así. Esa puta ya no sabe qué inventar.
SangWook la miró serio para después negar levemente —Tu siempre tan propia.
Extendió su brazo y la menor de inmediato puso el trago en su mano.
—Amor, sabes perfectamente que el concepto de dama no encaja conmigo —el pelinegro ladeó su cabeza —Y aún con todo eso me quieres así ¿verdad?
Sang alejó el vaso de sus labios y suspiró, entregándole el trago a pelirroja —Sí.
—Además, es una puta, literal. —se encogió de hombros —Se llama Chaeyoung. Hazle algo.
El mayor se giró para mirarla —¿Qué quieres que le haga?
Yuna sonrió, pasando sus dedos largos y delgados por el pecho del hombre —Que abusen de ella.
—¿Le doy un cliente que la trate muy mal?
—Horrible —respondió de inmediato —Que cuando la suelte se quiera matar. Y que después de que le haga todo le diga que le mando saludos.
SangWook levantó una ceja —¿Como se dice?
—¿Puedes, por favor, hacer eso?
El hombre sonrió y acarició su cabello —¿Ves como lo único bonito que tienes es la cara? Te doy un poco de poder y ya quieres cortar cabezas.
—Me quieren alejar de ti, o mejor dicho, quieren que te alejes de mi. ¿Qué esas personas no se merecen lo peor?
SangWook volvió a sonreír —Que cruel eres.
—¿Y me lo dice un proxeneta como tú?
El mayor apretó la mandíbula, se enderezó y sin dificultad le dio una bofetada a la pelirroja tan fuerte que su mano dolió.
—Recuerda tu lugar, Yuna. Te lo dije la otra vez, deja de hacerte la graciosita. La próxima ya sabes que el golpe no va a ser a mano abierta.
La menor se sobó la mejilla, luchando para que no le salieran lágrimas, sabiendo que si eso pasaba le iba a ir peor. SangWook volvió a acostarse y Yuna se trepó a él, abrazándolo por el torso y sintiendo como su brazo la rodeaba, aceptando el acto.
—¿Cómo se dice?
—Perdón —dijo con la voz más normal que pudo, para después morderse el labio.
—Buena chica.
Yuna no se concentró nada en la película. Sentía las vibraciones de las risas que soltaba el mayor de vez en cuando y cerraba los ojos después. Su mejilla no dejaba de punzar y le seguía ardiendo, pero como siempre no podía ni siquiera quejarse.
Y realmente no le importaba mucho. Minutos después ya estaba como si nada hubiese pasado, y Sang estaba igual que siempre.
Mientras el mayor revisaba cosas en su teléfono, la pelirroja miraba su reflejo en el espejo del techo y se terminaba su trago. Estaba acostumbrada a no hacer nada cuando estaba con él. SangWook parecía que quería más su compañía y presencia que su cuerpo o hasta su voz. No tenían sexo todos los días pero casi siempre la quería con él a su lado.
Yuna le daba masajes, le cocinaba cuando se lo pedía, lo acompañaba a todas partes y le cantaba cuando tenía oportunidad. SangWook le daba regalos, tarjetas y su parte favorita: poder.
Cuando el mayor se levantó de la cama, Yuna dejó de mirarse y lo acompañó hasta su enorme despacho.
—No te acompañaré a tu departamento esta vez. Tengo muchas cosas que hacer. Me hice un tiempo para ver una película con mi mujer, pero ya es tiempo que regrese.
Yuna asintió, fingiendo entristecerse —Me llamas o me mandas mensaje por cualquier cosa.
—Anda —hizo un ademán con su mano —Ven a despedirte.
Yuna asintió de nuevo. Caminó hacia SangWook con un leve puchero, rodeó su cuello con ambos brazos y lo besó efusivamente. El mayor, como siempre, le correspondió. Cuando dio por terminado el beso y Yuna se dio media vuelta para irse, el pelinegro la tomó del brazo y la detuvo.
—Antes de que te vayas —se puso serio —Ya investigué lo que me pediste.
A Yuna se le borró la sonrisa. SangWook continuó.
—Tu padre murió hace dos meses y tu madre y tus hermanas se fueron a Busan.
El mayor se sentó en su escritorio y Yuna dio un paso hacia atrás.
—¿Sabes de qué murió?
—Infarto.
Yuna asintió —Gracias amor.
—Mañana estaré ocupado. Pasado mañana quiero que pases la noche aquí conmigo.
—Si amor. Adiós.
Yuna vio al mayor asentir y salió por la puerta con la cabeza gacha. MinHo la miró con lástima, la menor no sabía porqué hasta que recordó el posible hematoma en su mejilla. Subió al carro sin decir nada y se dejó caer en el asiento.
—¿Te llevo a casa?
Yuna negó —Con Jin.
MinHo asintió sin agregar nada más y condujo hacia el departamento de Seokjin. La pelirroja se acostó en los asientos traseros y cerró los ojos , descansando la mano en su frente y soltando suspiros intercalados.
Sacó su teléfono secreto de un modelo viejísimo y marcó el número de Seokjin, perfectamente memorizado y sin estar agendado.
—¿Sí? —se escuchó tras la línea después de varios segundos
—Voy en camino.
—Está bien.
Colgó y borró el registro de llamada después de pulsar varios botones. Cerró la tapa del celular y volvió a cerrar los ojos.
Por la forma tan suave que MinHo conducía, la pelirroja se sentía flotando. El castaño sacó las gomitas favoritas de Yuna de la guantera y se las extendió por lo bajo a la chica, que las tomó con una leve sonrisa.
A medio paquete llegaron a su destino y después de que MinHo se asegurara que no había peligro, Yuna se bajó del coche negro y blindado. Subió unas escaleras y después de escribir la clave, entró al departamento de Jin. Estaba medio desastroso pero cálido como siempre.
Seokjin sonrió de oreja a oreja cuando la vio, pero al ver su mejilla y su semblante entero, todo rastro de felicidad en su cara se esfumó.
—¿Qué pasó, mi amor?
Yuna, al escuchar su voz y sus lindas palabras, ya no pudo aguantar más. Las lágrimas salieron de sus ojos una tras una, sin tener intención de parar.
—¿Te duele mucho?
El mayor acarició levemente la mejilla sana de la pelirroja y la sentó en una silla alta. Yuna negó y dejó que su novio le quitara los tacones.
—Fue una simple cachetada. Estoy bien.
Seokjin la llevó a sus brazos de inmediato —¿Entonces por qué lloras, cielo?
Yuna sollozó al recordarlo. Se aferró a la camisa roja del castaño.
—Mi papá se murió Jin. Le dio un infarto hace dos meses.
El castaño cerró los ojos con fuerza y cargó a Yuna para llevarla a su habitación. La sentó en su cama aún ahogada en lágrimas y sacó una de las camisas que más grande le quedaba. Le ayudó a quitarse la incómoda ropa, el chongo apretado y le puso su camisa.
Se sentó recargando su espalda en la pared y colocó a Yuna en su regazo. La meció para tranquilizarla y sintió como ella se acurrucó en su cuello en respuesta.
—Lo siento mucho, nena.
La siguió meciendo. Cerró sus ojos con fuerza porque le dolía muchísimo escucharla y verla así de mal.
Cuando Yuna estaba con Seokjin solía pensar que era el momento perfecto para morir. Lo haría feliz y tranquila porque él estaba a su lado. De otra forma, su muerte, de la forma que fuera, sería dolorosa y horrible.
—Cuando mi papá murió yo no pude llorar —dijo Seokjin por lo bajo. Yuna abrió los ojos, pero no se movió —No fui al funeral ni siquiera falté al trabajo o le dije a alguien. No le lloré porque no lo podía procesar. No fue hasta que mi madre murió y caí en cuenta que estaba solo —extendió su mano y Yuna la miró —Me rompí las manos por golpearle a la pared y lloré sin parar por tal vez dos días. Sufrí muchísimo.
Yuna ya sabía lo que seguía.
—Hasta que me conociste...
—Hasta que te conocí —lo escuchó sonreír —Y te convertiste en mi todo. En mi familia y en mi vida entera.
La chicalo abrazó más fuerte —Te amo con toda mi alma.
Seokjin hizo lo mismo —Yo más.
—Eres el amor de mi vida ¿Lo sabes, verdad?
—Claro que lo sé. Y tú el mio —la meció más fuerte, ya jugueteando —Así que ya no llores. Ahora cada vez que alguien muere me tranquiliza pensar que esa persona ya no está sufriendo. Piensa en que tu papá ya está libre de dolor que provoca este mundo cruel.
Yuna asintió, ya sin ganas de decir nada más. Se aferró más fuerte a Seokjin antes de quedarse dormida. El castaño la acostó y la arropó para después tratar de dormir también.
Se terminó despertando antes que ella y a las seis de la tarde se levantó para preparar algo de comer.
Una hora después, Yuna despertó sola. Observó el cuarto de su novio y se paró para buscarlo.
—Hola —Seokjin sonrió desde la estufa apenas obsevó a la pelirroja salir de su habitación.
Yuna sonrió —Hola —respondió sin moverse.
—¿Ya estás más tranquila?
—Sí —sonrió sin mostrar los dientes —Perdón por todo el escándalo que hice. Solo que realmente no me esperaba... eso.
—¿Quieres hablar de eso?
Yuna se recargó en la pared —Meh. No me llevaba muy bien con él de todas formas. Mucho menos con mis hermanas, solo me preocupa mi mamá —hizo una mueca —Debe estar destrozada.
—Es de entenderse —la esquina de su boca se curveó un poco —¿Quieres dormir otro rato?
La pelirroja negó —Ya es tarde, debo irme en un rato más.
—Entonces ven, te hice sopa.
La menor sonrió ampliamente —¿De las instantáneas?
—Si, anda ven.
Yuna corrió hacia la pequeña cocina-comedor de su novio y se sentó emocionada. Años antes, cuando traficaban drogas y robaban como trabajo, Seokjin compraba sopas aguadas, de esas que solo necesitabas un litro de agua y rendía hasta cuatro platos.
Le pasó el tazón lleno y después de sentarse frente a ella en la pequeña mesa, Seokjin levantó una ceja.
—¿Por qué te pegó?
La pelirroja sopló la sopa de la cuchara —Le dije proxeneta.
—¿Es enserio? —el castaño blanqueó los ojos negó —¿Por qué?
—Me dijo venenosa, luego cruel por defenderme y cuando dije una maldición se puso sarcástico.
—Ignóralo.
—Pues eso hago —diji casi cantado —Pero ya no hay que hablar de Sang. La última vez que fui a amnesia Namjoon me dijo que volverán a correr y prácticamente me insinuó que fuera.
—Y cómo no —sorbió de su sopa sin hacer ruido —Si siempre ganas.
—Eso mismo me dijo y creo que las fechas coinciden con el viaje de Sang.
—¿Entonces si vas a querer?
—Claro que sí —sonrió de oreja a oreja y subió un pie a su silla —¿Quién iba a manejar?
Seokjin sonrió —Yo.
Yuna abrió los ojos de más —¡¿Y eso?! Entonces no.
—¿Por qué? Prefiero mil veces que tú compitas.
—Pero te encanta manejar —refutó.
—¿Y? Me siento de copiloto, sirve que te aprendo algo.
La menor soltó una risa nasal—¿Seguro?
—¡Claro! ¿Quieres manejar el negro?
Negó —El amarillo.
—Te lo tendré listo para ese día entonces, preciosa.
—Eres el mejor.
—Lo sé —sonrió —Tengo un buen presentimiento sobre ese día.
Yuna asintió, sintiendo lo mismo.
—¿Sabes que vamos a apostar?
—Dinero, drogas —se encogió de hombros —Lo de siempre, nena.
Yuna blanqueó los ojos —Aburrido.
—¿Qué propones?
—Territorio —dijo rápido.
—Los jefes ni deben estar enterados de las carreras, puro traficante participa ahí.
Levantó una ceja —¿Vidas?
—¿Quieres regresar a la época de guerras? Porque eso es lo único que pasaría.
Bufó —¿Qué tal el coche?
Seokjin levantó una ceja y ladeó levemente su cabeza —Te escucho.
—El que gana se queda con el coche del perdedor, obviamente el que utilizó en la carrera. Perderían muchísimo por todo el mantenimiento que les dan y si usan siempre el mismo les tomará tiempo adaptar otro, osea ventaja en las siguientes carreras. Claro, si es el caso de que solo tengan un carro.
Jin entrecerró los ojos—¿Y si perdemos?
—¿No confías en mí?
—Claro que lo hago —contestó obvio y rápido —Es solo por curiosidad.
Yuna se encogió de hombros —Tenemos más carros, uno más, uno menos.
—¿Qué le diremos a Sang cuando vea que falta un coche?
—Ya veré... —y sonrió sin mostrar los dientes. Seokjin sintió un vacío en su estómago.
—Nos va a matar.
—Por eso voy a ganar. También me matará de todos modos si se entera que corrí.
—Mejor n-
—Todavía falta que acepten la apuesta.
Lo interrumpió, sabiendo lo que su novio le diría. "Mejor no", "No te arriesgues", "Me estoy arrepintiendo", "Olvidémonos de eso"u otras cosas de ese estilo.
Pero de verdad no le importaban las consecuencias. Quería, necesitaba volver a correr. Más si en esta ocasión Jin se sentaría con ella.
—Si es mucho riesgo para ti entonces nos quedamos con más dinero y más drogas —continuó.
Seokjin hizo una mueca —Ya lo veremos en su momento —se mostró más serio —Tu come, dejale eso a tu novio.
Yuna sonrió de oreja a oreja y asintió, completamente satisfecha.
Proxeneta: Persona que induce a otra a ejercer la prostitución y se beneficia de las ganancias económicas que se obtienen de esta actividad
Sang.
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