xlv. promesas


EL WALRIDER OSCURO,
capitulo cuarenta y cinco: promesas!



          LA ESCUELA PARA JÓVENES TALENTOS ESTUVO DE LUTO DURANTE DOS DÍAS. Charles observaba como Erik y su sobrina, Jean Grey, reconstruían la mansión destrozada. Los alumnos dejaron cada uno una rosa color blanca, como el día de su boda. Jean se sentía vacía al no tener a su tía a su lado, pero comprendió el mensaje que Dawn Grey le había dicho a Walrider. Que ambas morirían. Y así lo hicieron.

          Para Charles Xavier, le resultaba completamente difícil comprender el hecho de haber perdido al amor de su vida en una guerra. Se negaba a aceptar que Dawn estuviera muerta. Se negaba a perder aquella parte de su ser que le acompañó durante tantos años. Pero ahora estaba solo y sabía que su esposa no querría verlo de esa forma. Los primeros días fueron difíciles para los dos telepatas y no comprendían como poder llenar un vacío tan grande. Jean no sabía cómo seguir sin su tía y Charles no sabía cómo seguir sin su esposa, la madre de sus hijos.

          Los estudiantes de la escuela la admiraban, no solo por su sabiduría, sino por su valentía, perseverancia e incluso fuerza. Ella era una heroína para ellos. Al igual que Raven. En cuanto a Raven, ella ante el dolor de perder a su hermana política, decidió permanecer con Charles para convivir con él en aquella etapa abrumadora. Erik también estaba allí. A pesar de lo que ocurrió, él siempre estaba ahí.

          La noche del entierro, se alzó una estatua, con su silueta y con sus detalles faciales. Su sonrisa y su cabello cayendo en sus hombros. Sus ojos que una vez fueron verdes y morados, sus comisuras y mejillas. Parecía real.

          Todos los alumnos tiraron las rosas en el agujero profundo, dando su mayor pésame y su admiración a la heroína caída. Charles no lo hizo, no por enojo, sino porque él ya lo había hecho. Cuando él creía que estaba muerta. Ahora era real.

          Un mes después, Charles y Erik se encontraban en la puerta de una de las salas del sótano. Charles vestido con un traje color azul y su calvicie relucía. Él miró a Erik de manera seria:

          —El mundo ya comenzó a reconstruir sus arsenales.

          —Es la naturaleza humana, Charles—respondió Lehnsherr y le miró.

          —Aún tengo esperanza.

          Erik soltó una ligera carcajada y suspiró—Sí. "Esperanza".

          —Tenía razón sobre Raven, incluso tenía razón sobre ti.

          Erik le miró ahora serio—¿Y sobre el resto del mundo?—se acercó a Charles—. ¿No te despierta a veces a media noche? La sensación de que algún día vendrán por ti...y por tus chicos.

          —Así es, sí.

          —¿Qué haces cuando despiertas así?

          Charles, esta vez, se mostró más serio—Siento mucha lástima por la pobre alma que llegue a mi escuela buscando problemas—y suspiró—. ¿Seguro que no puedo convencerte de quedarte?

          —Eres psíquico, Charles. Puedes convencerme de hacer lo que sea—dijo Erik sonriendo y se encaminó hacia el ascensor, pero se detuvo para buscar algo en su chaqueta. El papel que Dawn le entregó antes de morir. El mutante se giró y fue hasta Charles—. Dawn quería que te entregue esto. Me lo dio antes de morir.

          —¿Y que más te dijo?

          —Que te cuidara, a mi modo, claro—dijo él riendo y fue directamente hacia el ascensor.

          —Adiós, viejo amigo—replicó Charles sonriendo.

          —Buena suerte, profesor.

          Y entró en el ascensor. Charles, por su parte, desdobló el papel, encontrándose con algo escrito en ella, del propio puño de Dawn Grey.

          Charles,

          Sé que esto es complicado de entender y puede que ahora ya no esté contigo. Pero eso no significa que te haya abandonado. Incluso en la muerte, mi alma estará contigo. Mi mente, aunque no lo creas, siempre estará conectada a la tuya. Yo nunca dejaré tu lado. Sé que estos primeros días serán difíciles para ti, pero todo fue culpa de él. De Apocalipsis. El día que nosotros buscamos a Erik, Apocalipsis inundó mi mente con oscuridad y yo, por mera curiosidad, cometí el error más grande de mi vida.

          Me dejé llevar por el poder oscuro y mi mente se rindió, dejando entrar a la oscuridad en mi cabeza. Stryker nos capturó poco después de que la casa se destruyera, allí me encontré con Walrider, mi otra mitad. Y ella me dijo que estaba muriendo, que ya no podía revertir el daño. Supe que la mente, si se corrompía, no podría volver a recomponerse. Pero dejé que ella tomase el control. Sé que ella prometería que yo volvería, pero ya era demasiado tarde.

          Fue un honor y un privilegio conocerte, me ha fascinado todas las transiciones que tuvimos: de enemigos a amigos, de amigos a amantes y de amantes a un matrimonio perfecto. Y de un matrimonio perfecto a engendrar a dos niños tan saludables. Lamento mucho no poder estar allí para verlos crecer, para ver a mi sobrina crecer. Pero para mí, ha valido la pena luchar por lo que amo. Ha valido la pena luchar por los mutantes, luchar por los X-Men, luchar por ti. Solo tengo un pedido: lidera a los X-Men, como Madison lo pidió. Y protege a nuestros hijos, Stryker no parará hasta dar con ellos. Eso es lo único que te encomendaré. Pero quiero que sepas, después de todo, que te amo ahora y te amaré siempre. Gracias por hacerme vivir una vida asombrosa, Charles Xavier. Te amo.

          Dawn.

          —Olviden todo lo que crean saber—anunció Raven al equipo que se encontraba en formación—. Lo que sea que hayan aprendido en la escuela, lo que sus padres le hayan enseñado...¡Nada de eso importa! Ya no son niños. Ya no son estudiantes. Son X-Men.

          Ella miró a Hank y él tocó un par de botones, para luego ver que las luces se apagaron, dejando unas blancas encendidas. Un panel se desplegó y los mutantes se pusieron en guardia, demostrando sus poderes. Tres centinelas que había creado Bolivar Trask años atrás caminaron hacia ellos y Raven supo que Dawn también estaría aquí. Pero sus estudiantes lo harían por ella. Charles sonrió de lado y cerró la puerta.


HAS PELEADO BATALLAS

BATALLAS QUE NO HAS IMAGINADO

PERO AHORA ERES UNA HEROÍNA.



FIN!


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