vii. nombres clave
DESASTRE DEVASTADOR,
capitulo siete: nombres clave!
DÍAS DESPUÉS DE LA BÚSQUEDA DE MUTANTES, ya no eran los cinco mutantes, ahora eran muchos más. Y a Dawn le sorprendía muchísimo el alcance de Charles para encontrar mutantes. Sin embargo, ella no tenía tal alcance. Decidió acompañar a Charles y a Erik a Washington, para aclarar un par de temas sobre los mutantes que estaban buscando. Charles y Erik se dedicaban a jugar a una partida de ajedrez en las escaleras de un monumento a Washington, mientras que Dawn leía su libro en compañía del agua que mojaba sus pies.
—No dejo de pensar en todos los demás—escuchó hablar a Charles—. En las mentes que toqué. Pude sentirlos. Su aislamiento, sus esperanzas, sus ambiciones. Somos el comienzo de algo increíble Erik. Podemos ayudarlos.
—¿Tú crees?—preguntó Erik—. ¿Crees darle el apoyo a todos?¿Hasta a Dawn?
—Ella es algo más complicado, no deja entrar a cualquiera en su mente—respondió él—. Ella es pura inocencia por fuera, pero por dentro, hay demasiada corrupción. Más en sus recuerdos.
—Hay algo que he visto—Erik miró hacia el frente—. Atracción. Sé que sientes algo por Dawn, Charles. Y debo admitir que están creando un lazo muy fuerte—dijo Erik—. Un lazo imposible de romper.
—Sé que ella podrá con esto. Solo...
—Identificándolos, así inician—acotó el mutante—. Y terminan atrapándolos, experimentando con ellos, eliminándolos.
—Esta vez no—respondió Charles—. Tenemos enemigos en común: Shaw, los rusos. Necesitan de nosotros.
—Por ahora.
Dawn dejó el libro sobre el cemento y miró el atardecer, pensó mil y una veces si ella estaba haciendo lo correcto. Si estar con Charles era lo correcto. No lo sabía. Ella era una telepata, no podía ver el futuro. Pero el pasado era completamente horrible y era incorregible. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera estado con Charles? No quería averiguarlo. Charles y Dawn, de alguna manera u otra, se encontraban conectados. Una conexión irrompible.
Se levantó del suelo y caminó descalza hasta las escaleras para buscar sus zapatos que se encontraban del lado de Charles. Él telepata de ojos azules miró los movimientos de la rubia fresa con cautela, mientras que Erik hacia su jugada. Dawn no emitió ninguna palabra pero al ver que Erik estaba decidido a ganar, ella miró el tablero y movió una de las piezas. Con una sonrisa satisfactoria, dijo—Jaque mate.
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Base de Mutantes de la CIA, Virginia.
Dawn mantenía la atención en los chicos, aunque se sentía cansada por el viaje desde Washington. Todos se encontraban en una habitación para divertirse sin problema mientras que los agentes y los mayores se dedicaban a buscar a Shaw. Raven se encontraba a su lado y en la punta del sillón se encontraba Hank.
—Hay que pensar en nombres clave—dijo Raven.
—¿Por qué?—preguntó Dawn confundida.
—Somos agentes de la CIA, necesitamos nombres clave—insistió la rubia tomando un sorbo de su soda—. Quiero que me digan Mystique—sonrió.
—No, yo quería llamarme Mystique—dijo Sean, un muchacho pecoso.
—Lastima, yo lo dije primero—se excusó Raven antes de transformarse en Sean—. Además, soy mucho más misterioso que tú—dijo con su voz.
—Darwin ¿Qué hay de ti?—preguntó la rubia fresa.
Un joven de piel algo morena habló—Bueno, es que Darwin en sí ya es un apodo y sí me queda. Adaptarse para sobrevivir—los demás asintieron—. Observen—dijo parándose, para luego ir a la pecera y sumergir su cabeza en ella.
Los demás fruncieron el ceño, pero sonrieron abiertamente al ver como su cuello produjo branquias y que abriera la boca para tomar oxígeno libremente. Los demás rieron asombrados y aplaudieron.
—Gracias, gracias.
—¡Increíble, Darwin!—dijo Hank.
—¿Y tú que haces?—Darwin señaló a Sean.
—Yo quiero llamarme: Banshee—respondió Sean intentando sonar misterioso.
Hank miró al pelirrojo extrañado—¿Por qué quieres llamarte como un espíritu que se lamenta?
—Mejor tápense los oídos—dijo parándose.
Los demás hicieron caso y se taparon los oídos, Sean se agachó, para luego inhalar hondo y retener. Observó a ambos lados y luego soltó el aire con un sonido agudo, rompiendo el vidrio. Dawn soltó una carcajada y aplaudió con gracia. Era una habilidad similar a la que ella tenía.
—Tu turno—dijo Sean señalando a la joven con los tatuajes.
—Mi nombre artístico es Ángel—dijo la muchacha levantándose mientras se quitaba la chaqueta y se volteó, sus tatuajes de alas, se volvieron reales—. Y además me queda.
—¿Puedes volar?—Dawn observó cómo brillaban los ojos de Raven al ver sus alas.
—Ajá y también puedo hacer esto...—dijo y escupió algo hacia la estatua, cosa que era ácido. Todos aplaudieron y rieron, hasta que Ángel volvió a ponerse su chaqueta—. ¿Y tú?—señaló a Hank.
—Eh...yo...—carraspeó.
—¿Qué tal Pie Grande?—preguntó un muchacho rubio.
—¿Sabes lo que dicen los hombres de pies grandes?—dijo Raven—. Oh, tú los tienes pequeños—Todos empezaron a reírse y Dawn reprimió a la rubia por haber dicho eso—. ¿Qué?
—¿Y tú, Dawn?—preguntó Angel—. ¿Cuál es tu don?
—Bien, mi don es la telepatía como Charles, tengo telekinesia mediante auras color violeta—respondió con seguridad—. Y tengo un poder similar al de Sean, aunque un poco más terrorífico.
—¿Telepatía?¿Grito supersonico?¿Telekinesia?—preguntó Sean y luego miró a Dawn—. Yo quiero ver eso.
—No creo que sea una buena idea...
—¡Hazlo, Dawn!—dijo Darwin y todos alentaron a que Grey gritara.
—Está bien, está bien—murmuró ella y les indicó que se taparan los oídos.
Dawn miró la ventana rota y respiró hondo, soltó un grito ensordecedor que hizo temblar la habitación levemente y la joven se tapó la boca para buscar su lugar. Todos aplaudieron ante sus dones y Raven pensó un nombre para ella.
—Alex, ¿Cuál es tu don?¿Qué es lo que haces?—preguntó Ángel mientras tanto.
—No...es qué...—dijo algo incómodo—. No, no puedo hacerlo. Aquí no puedo.
—¿Y lo harás allá afuera?—preguntó Darwin haciendo un gesto distraído.
—Hazlo, Alex—dijo Sean.
—¡Alex, Alex, Alex, Alex, Alex!—dijeron todos.
Este salió hacia el pequeño patio y se puso a un costado, los demás se asomaron y Alex les observó—Cúbranse—eso mismo hicieron, pero luego se asomaron, Alex se detuvo—. ¡Qué se cubran!—lo hicieron de nuevo pero volvieron a asomarse—. Como quieran...—dijo y anillos de rayos Gamma se hicieron presentes a su alrededor, estos salieron por todas partes, partiendo en dos a la estatua y dejando quemadas algunas plantas.
Todos aplaudieron y gritaron, estaban más que felices con todo—Se supone que es nuestra hora libre. ¡Hagamos algo loco!—dijo Ángel.
—Dios, no—murmuró Dawn e hizo una mueca.
—Será algo inofensivo, Dawn, ya lo verás—replicó Darwin. Dawn suspiró antes de que cierto pensamiento pasase por su cabeza: 'Charles va a matarme'.
La música comenzó a todo volumen, las chicas comenzaron a bailar e invitaron a Dawn -quien, desafortunadamente, aceptó - mientras que los chicos comenzaron a jugar entre ellos. Y por un momento, Dawn se olvidó de todas las responsabilidades.
Luego de media hora, Charles junto a Moira y Erik caminaban por los pasillos con tranquilidad. Moira se encontraba en el centro explicándoles el plan—El avión sale a Rusia en una hora.
—Te digo que no están listos para Shaw—declaró Erik siendo severo.
—Creo que te sorprenderán—dijo Charles—. Son excepcionales estos jóvenes. ¿Dawn puede venir?
—Por supuesto, la necesitaré a ella también—replicó la agente y se detuvo para escuchar la música—. ¿Qué diablos?
Al entrar al patio, se encontraron con el desastre. Los chicos se encontraban bailando animadamente, la música subida a tope. Los tres se acercaron hasta la ventana mientras que Moira ponía sus manos sobre las caderas—¡¿Qué están haciendo?!—los demás se detuvieron de hacer todo, mientras que bajaban la cabeza—. ¿Quién destruyó la estatua?—preguntó ella.
—Alex—murmuró Hank.
—No, Havok, hay que llamarlo Havok—dijo Raven—. Y me parece bien que tú seas el Profesor X—miró a Charles y luego señaló a Erik—. Y tú Magneto. Oh, ¡tengo el nombre perfecto para Dawn! Walrider.
—¿Me vas a llamar como un espectro?
Erik sonrió de lado—Excepcionales.
—Esperaba más de ustedes—dijo Charles antes de retirarse—. Dawn, prepara tus cosas. Salimos en media hora.
La rubia fresa decidió objetar—Debería quedarme aquí con ellos, Charles.
—No lo repetiré, vienes a Rusia con nosotros—acotó el telepata mirando a la rubia fresa con enojo.
Dawn lo observó muda y salió de la habitación con la cabeza baja. Charles decidió seguirla pero la rubia fresa no se inmutó en verle. Lo único que preparó fue un abrigo con un gorro y su libro, el telepata miraba fijamente cada movimiento y la posible indiferencia de la muchacha hacia él. Dawn pasó por su lado y siguió el camino para encontrarse con Moira para ir a Rusia.
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editado ✓
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