Capítulo 37: El famoso Chino, Parte II

Capítulo 37: El famoso Chino, Parte II

BORSUN

Escuché que me dijo algo en inglés, creo, sé que abrió la boca pero en medio de mi conmoción de querer caerme de espaldas no comprendía nada. No entendía de repente ni inglés, ni español y ningún otro idioma, todos habían abandonado mi mente.

—Bellota, reacciona —dijo Wilson dándome una palmada en la espalda.

Pestañee un par de veces y sentía que me iba a desmayar mirándolo sonreír con esa sonrisa de actor que hizo que se le marcaran los tiernos hoyuelos de celebridad.

Wilson le pidió una foto y entonces me arrimé a un costado, intenté sonreír pero sentía mi rostro congelado del shock, él alzó un pulgar arriba y finalmente nos separamos.

—Un gusto conocerte —dijo él.

Señor ¡Sí! —fue lo único que logré decir al borde del desmayo cuando lo vi despedirse cordialmente de Wilson y seguidamente se fue por donde entró con sus guardias de seguridad siguiéndolo.

Me costó salir de mi shock, pero cuando lo hice, miré a Wilson, él empezó a reírse ante mi rostro perplejo.

—¿Pero qué acaba de pasar? —dije negando con la cabeza.

Mis manos temblaban, no podía parar de sentir mi rostro rojo de vergüenza, al asimilar lo que había acabado de pasar.

—Conociste a tu amor platónico chino. —respondió Wilson.

—No es chino, ¡es coreano! —dije— Pero...

—De nada.

—¿Cómo hiciste eso?

Se encogió de hombros como si hacerlo no hubiera sido cuestión de otra galaxia.

—Puede que le haya escrito mucho por sus redes sociales de negocios y a su mánager —comentó— y le haya escrito una carta. Te sorprendería saber lo caritativos que pueden ser cuando le dices las palabras correctas.

No tenía que ser adivina para saber que mi enfermedad tenía que ver.

Al menos servía de algo.

—Pero, ¿cómo se apareció aquí? ¿Por mí solamente? —aún no salía de mi asombro.

—Casualmente él daría un desfile en la ciudad y le rogué, fastidié, rogué hasta que se hizo posible.

—¡Wilson! —dije sobresaltada sin poder dejar de lado mi incredulidad.

—Solo disfrútalo —respondió y me sonrió.

No tenía palabras, solo me acerqué a él colocándome de puntillas y lo abracé, él me correspondió el abrazó, aquí me sentía bien, aquí sentía que era mi hogar.

—Haré todo por hacerte feliz, Borsun —susurró sin soltarme—, así sea cumpliendo todo lo de la lista de deseos.

—Contigo ya lo tengo todo. —respondí.

Él se separó un poco sin dejar de envolverme la cintura y buscó mi mirada diciendo:

—Además de mí, aún falta tatuarte, casarnos y tener un bebé.

Lo miré incrédula y ligeramente apenada.

—Lo último era broma —dije negando con la cabeza—, no puedo tener hijos.

La probabilidad de alguien con mi enfermedad de tener hijos era muy baja, lo perdería o posiblemente no lograrían nacer.

Él no me dijo nada, solo me besó en la frente.

Fuimos a la exposición de arte, todos eran muy buenos, pero Wilson era excepcional, resaltaba por su forma de pintar de una manera realista e impecable. Una persona ricachona se la había comprado por mil dólares, obviamente y desgraciadamente todo iría como donativo a la escuela, pero Wilson insistió en que no la quería vender y como no le hicieron caso, aprovechó una pequeña distracción para salpicarle pintura, los profesores lo regañaron pero no le importó.

—¿Por qué no quisiste venderla? —pregunté.

—No podía soportar a un hombre rico teniéndose en su sala —dijo—, no lo hice para la venta.

Ya iba terminando la exposición, tendríamos que tomar un vuelo a las 10 de la noche, ya casi todo cerraba, estaba guardando mis cosas cuando vi a Wilson hablando con un hombre que reconocí muy bien.

Era el hombre del aeropuerto; su padre.

El mismo que había amenazado a Wilson, parecía hablar, pero de repente el hombre lo agarró por el brazo, busqué rápidamente a un profesor diciéndole que a Wilson lo estaban acosando, así que fue rápidamente con seguridad.

—Disculpe señor, debe retirarse —dijo el profesor, el padre de Wilson

—Nadie retira a Warner Walter —dijo el padre de Wilson—, esto no se quedará así.

—Aquí no tienes poder. —replicó Wilson.

El señor Warner Walter entrecerró los ojos y entre más lo veía menos parecido le veía de Wilson; sí se parecían, pero, su mirada era siniestra, diferente... mala.

Se fue, pero dejando una amenaza tácita en el aire.

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