Capítulo 34: La revelación de las estrellas

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Capítulo 34: La revelación de las estrellas

BORSUN

Un fuerte trueno resonó en todo el lugar, me sobresalté estremeciéndome, ante la leve lluvia que empezó a caer sobre nosotros repentinamente, pero lo que me había dicho Wilson resonaba en mis oídos una y otra vez.

¿Su padre quería matarlos?

Lo miré sin importar que nos mojáramos, mi corazón latía desenfrenado al ver su rostro contraído en completa angustia.

—¿Por qué los quiere asesinar —pregunté al ver que él solo se había quedado como las gotas de lluvia chocaban contra el agua de la piscina sin decir nada—, es... Es peligroso, hay que devolvernos o llamar a la policía?

Sabía que algo grave le había pasado a Wilson y a su padre, pero no pensé que sería algo, realmente tan grave como esto.

—No hará nada público —dijo luego de un momento soltando un suspiro, las gotas de agua empezando a mojar su cabello—, pero no te mentiré, si me pone nervioso que él esté aquí en esta ciudad.

Si yo estaba nerviosa, no podía imaginar realmente como estaba él, que de hecho se lo cruzó en el aeropuerto.

—¿Qué ocurrió? —pregunté sin aliento.

Su mirada seguía perdida, como si parte de él no estuviera aquí, sino sumido en un profundo y doloroso recuerdo.

—Él es político, es el alcalde de una ciudad llamada Burgos —empezó a decir—, y siempre fue agresivo con nosotros, maltrataba a mi madre, tenía problemas con la bebida así que mi madre lo dejó y nos fuimos a vivir otro lugar. A los años madre descubrió que él estaba desviando fondos de una panadería que tenían en común, lo denunció y eso lo enfadó muchísimo. Esa noche llegó a nuestra casa molesto y armado, le pegó a mi madre con palos mientras dormíamos, la quiso ahorcar, eran horas de la madrugada, cuando escuché los gritos y me di cuenta de lo que ocurría, salté encima de él y lo dejé inconsciente cuando le pegué en la cabeza con un palo. Luego de eso huimos del país, de lo contrario nos hubiera asesinado, está muy mal de la cabeza.

Analicé todo lo que me dijo, no podía imaginar la magnitud de todo lo que vivió, era terrorífico. Un completo infierno que su propio padre fuera su principal enemigo.

—Lo siento mucho. —susurré.

Él negó con la cabeza, sus ojos ligeramente cristalizados.

—No importa —respondió con la voz ligeramente entrecortada—, intentó contactarnos, nos amenazó, pero no nos podrá tocar, no directamente en este país o fuera de la ciudad que tiene dominada.

Tragué pesadamente saliva completamente preocupada.

—Si, ¿manda a alguien?

Él me miró pestañeando un par de veces viendo la angustia en mi rostro.

—No pensemos en eso. —se limitó a decir.

—Pero...

Wilson pareció darse cuenta de la lluvia y sonrió un poco interrumpiéndome para decir:

—Ven —se levantó ofreciéndome una mano—, no puedes mojarte.

—Ya estamos mojados —repliqué pero aún así me levanté tomando su mano, a lo lejos se escuchaba una canción posiblemente de un club cercano donde resonaba Ruelle con War Of Hearts.

Él miró hacia arriba y las gotas le cayeron en la cara, sus mejillas ligeramente sonrosadas junto con una leve sonrisa.

—¿Sabes lo que dice la leyenda de la lluvia, Bellota? —preguntó volviendo a bajar la cara para mirarme, algunas gotas escurrían de su cabello.
—No —dije confusa, me tomó de la cintura y alzó la mano que me sostenía en el aire mirándome con esa hermosa sonrisa que iluminaba todo su rostro y enmarcaba sus preciosos hoyuelos.

—Que cuando bailas esta canción. —empezó a balancearse conmigo de un lado a otro y sonreí un poco avergonzada— La vida te cumple todos tus deseos.

Me dio una vuelta y me pegó contra su pecho ligeramente húmedo por la lluvia que se había intensificado.

—¿Todos? —pregunté con una leve sonrisa mirando sus ojos marrones.

—Bueno, casi todos —aclaró—, solo 4 y como en tu lista faltan solo 3 deseos por cumplir, entonces, tendrás que hacer algo extra.

Lo miré con interés ante su argumento y apoyé una de mis manos sobre su pecho.

—¿Cómo qué? —pregunté.

Él se inclinó hacia mí y sentí mi corazón latir con rapidez contra mi pecho cuando su nariz rozó la mía.

—Un beso —susurró—, en un beso, cumple los extras.

Sonreí y acorté el espacio poniéndome de puntillas para acortar el espacio que nos separaba, su pecho contra el mío, sus manos se deslizaron a mi cintura y yo envolví mis brazos alrededor de su cuello, mi cuerpo entrando en calor cuando con su lengua obligó mi boca a abrirse; profundizando el beso, y me estremecí cuando me mordió el labio inferior.

—Sí, definitivamente eso fue un extra —susurró sobre mi boca con la respiración tan agitada como la mía.

—Eres un tonto. —respondí con una enorme sonrisa, sentía mi rostro enrojecido y mi cuerpo vibrando de lo caliente que me sentía.

Él volvió a inclinarse hacia mí y volvió a besarme; un beso profundo y apasionado que me dejó jadeante y con ganas de más.

—Vamos a secarnos —susurró con voz débil—, no quiero que te resfríes.

Afirmé con la cabeza sintiendo que flotaba en las nubes y lo seguí mientras él me tomaba de la mano con firmeza.

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