Capítulo 30: El viaje a Milan
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Capítulo 30: El viaje a Milan
—Es... Esa soy yo. —tartamudee incrédula.
—Sí.
Me voltee para mirar a Wilson, su mirada fija en mí, su sonrisa algo nerviosa bailando en sus labios intentando analizar mi reacción.
—¿Y por qué? —pregunté.
Él dio un paso hacia mí, sus ojos brillosos cuando alzó una mano para acariciar mi mentón mientras decía:
—Porque puedo perderme en el deleite de tu pasión, verte hacer lo que amas, la manera en la que tus ojos brillan, la forma en la que pareces irte a otro planeta mientras te deleitas en la música, me hace querer verte y verte por horas sin cansarme...
Su mirada nunca abandonó la mía cuando terminó de decirme esas dulces palabras. Mis ojos se cristalizaron y sin poder detenerlo una lágrima se escurrió por mi mejilla.
Iba a decir algo cuando de repente, él se inclinó y me besó, un beso dulce y apasionado que me hizo perder la conciencia del tiempo y el espacio. Wilson se separó un poco para rozar mi nariz con la suya y susurró:
—Nos vamos a Milán.
Sonreí y respondí:
—Nos vamos a Milán.
****
—¿Llevas todo? —dijo mi madre terminando de arreglarme mi bolso de mano con absolutamente TODAS las medicinas que necesitaba a diario y otras en casos de emergencia.
—Sí. —le respondí a mi madre.
Eran demasiadas cosas, pero ya de por si era un milagro que mis padres me hubiera dejado ir, si hubiera sabido que usar la palabra mágica "Puede que no pueda viajar más nunca ¿sabes? Voy a morir" funcionaría, la hubiera usado toda mi vida.
Después de varios exámenes y asesoramiento con los doctores dijeron que podía viajar bajo varias condiciones y sobre todo control de mis medicamentos.
Mi padre me ayudó a bajar la maleta cuando de repente tocaron el timbre.
—Debe ser Wilson. —dije.
Mi madre se adelantó a la puerta arreglando su cabello y abrió con una sonrisa.
En efecto, era Wilson.
—¡Hola Wil! —dijo mi madre dándole un abrazo y luego un papel con una lista enorme—, ten, esto es una copia de lo que Borsun no puede ingerir y los números de emergencia en el caso de...
—Mamá —la interrumpí mirando a Wilson algo apenada—, nos vamos de viaje los dos, él no es mi representante a cargo a demás son solo 3 días.
—¿Cómo que no? —replicó Wilson tomando la lista de las manos de mi madre y metiéndola en su bolsillo— Claro que lo soy, puedes llamarme papá Wil, o papito —me guiñó un ojo—, como prefieras...
Le di un golpe en el hombro mientras él se reía y mi rostro se ponía de color rojo, qué atrevido podía ser Wilson.
—No se preocupe señores Jung —dijo Wilson a mis padres—, cuidare de Bellota en todo el viaje.
—Bellota —mi padre repitió el apodo que me daba Wilson—, que tierno.
Esa sonrisa en la cara de mi madre enmarcaba muy bien la satisfacción y aprobación hacia Wilson, me imaginaba que les caía bien, aunque claro, nunca les había presentado a otro amigo o... Novio.
Uhm ¿éramos novios?
Me despedí de mis padres y él me tomó de la mano cuando nos dirigimos al taxi.
«Los novios se toman de la mano».
Me gustaba como su mano encajaba en la mía, como si nuestro colores se mezclaran creando una hermosa pintura.
—¿Cómo estás? —dijo Wilson en el camino— ¿Nerviosa?
—Un poco. —admití, ir con otros compañeros de clases a Milan sonaba algo terrorífico para mí.
Wilson sonrió y se inclinó para besarme; apenas un roce de sus labios, se separó rozando su nariz con la mía.
—Voy contigo —susurró—, así que todo estará bien.
«Los amigos no se besan en la boca».
Me sonrió, yo también.
Esperaba que este viaje fuera memorable...
Y vaya que lo fue...
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