#MARATON

Capítulo 22: La clase de natación

BORSUM JUNG

5 semanas después...

Me alisté para ir a clases, estaba emocionada por involucrarme con las clases y ponerme al corriente, pero sobre todo ver a Wilson otra vez, después de la cirugía solo eran mensajes y videollamadas donde vimos las películas de Starwars y otras donde discutíamos los libros eróticos que me había recomendado.

Él tenía razón.

Mi mente no volvió a ser la misma desde que leí mi primer libro erótico, a pesar de ser virgen, sentía que había perdido mi inocencia y era una experta en sexo. Como si hubiera follado con el cerebro y las letras, era increíble.

Ese día llegué tarde a clases así que no pude verme con Wilson, así que acordamos regresarnos juntos a casa al salir, tenía casi toda la mañana releyendo el mismo mensaje de Wilson que decía:

Wilson: Me muero de ganas de besarte, hoy no te libras de mí.

Hasta que tuve que guardar el teléfono o me lo confiscarían.

Estaba temblando, tenía algo de calor, los cambios de mi temperatura corporal de manera brusca me mareaban, y me habían salido moretones en el abdomen que parecía que me hubiera arrollado un tren, pero era algo con lo que tenía que vivir, solo tenía que acostumbrarme; no tenía opciones. Al menos ya no me dolía el abdomen por el riñón, un problema menos del cáncer que se arrastraba por mi cuerpo, mil más que solucionar.

En las clases de natación aún mantenía reposo, así que la entrenadora me pidió que me quedara en la barra y la ayudara para obtener la nota del examen que no podía presentar.

—¿Estás bien? ¿por qué no te has cambiado? —Dijo Gina acercándose a mí mientras se acomodaba un gorro de baño en su largo cabello, ya se había cambiado a su bañador azul como todas, solo esperaban que la profesora evaluara las diferentes técnicas de natación a cada una por la lista de nombres.

—Sí, solo que no puedo bañarme —dije.

Ella me miró con curiosidad.

—¿Por qué? —preguntó.

—Estoy algo delicada con el reposo —me limité a decir pero la verdad era que el cloro de la piscina o cualquier cosa que tocara mi herida en proceso de cicatrización podía infectarse con facilidad y hacer todo un verdadero desastre con mi salud.

La vi afirmar con la cabeza y dijo:

—Espero te mejores.

Sonreí como única respuesta, después de todo, nosotras nunca fuimos amigas y la mayoría de las chicas que se clasificaban como “populares” me parecían un poco falsas y superficiales...

Al terminar las clases de natación, la profesora me pidió ayudarla a guardar las pelotas mientras las chicas se iban a cambiar, era lo mínimo que podía hacer porque no podían evaluarme solo hacerme el examen escrito.

Empecé a guardar las pelotas en el salón de suministros del área de natación, cuando de repente escuché la puerta principal cerrarse en un golpe seco.

Fruncí el ceño, ¿acaso a la profesora se le olvidó que yo estaba aquí y me encerró? Giré los ojos, dejé los balones y salí a la puerta del salón de suministros observando que la puerta del salón de natación estaba cerrada.

La profesora se olvidó de que yo estaba aquí.

Busqué en mis bolsillos mi teléfono para llamar a la profesora pero luego recordé que lo había dejado en el salón de casilleros junto con mis cosas, cuando fui al salón de los casilleros y abrí la puerta para entrar, alguien salió con el uniforme de la mascota; un enorme oso amarillo gritando de sorpresa.

Grité de la impresión, mis pies bailaron hacia atrás y entonces sin darme cuenta de lo cerca que estaba del borde, caí a la piscina.

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