Capítulo 13: After Party

Capítulo 13: After Party

WILSON WALTER

Todo lo vi rojo en mi cabeza, solo pensar que este hijo de puta tuvo la osadía de golpear a Borsun me hacía salir de mis casillas.

Me arrodillé sobre él y le di uno, dos, tres golpes en la cara hasta que le hice sangrar el labio y aún así no podía parar, hasta que me separaron de él tomándome por los brazos, tenía la respiración agitada, mi corazón frenético y entonces entré en razón recordando que tenía que controlar todo esto; controlarme y recordar donde estaba.

Un lugar feliz, un lugar sin necesidad de tanta violencia...

Cerré los ojos y entonces los abrí volviendo a tener el completo control de mí, no tenía que revivir mi pasado, este era el nuevo yo; alguien que no se salía de control.

—Ni se te ocurra volver a tocarla. —lo amenacé y las personas que me sostenían me soltaron, Victor jadeaba adolorido en el piso diciendo cosas estúpidas que dicen los borrachos.

No le presté atención, solo quería asegurarme de que ella estuviera bien.

Voltee hacia la mesa y no vi a Borsun en ningún lado, ¿a donde había ido?

—¿Donde está Bellota? —pregunté a nadie en particular.

—¿Quién? —contestó alguien que estaba cerca creo que se llamaba Gabriel.

No me di cuenta hasta ese momento que había dicho el sobrenombre y no su nombre.

—Borsun —expliqué.

—Ah, Burbu acaba de salir —respondieron señalando la puerta principal, seguidamente le subieron volumen a la música y este incidente fue como si no hubiera ocurrido.

Sin dudar, salí de la casa a buscarla.

BORSUN JUNG

Las lágrimas salían de mis ojos, no podía entender por qué acepté venir hasta acá, no debí hacerlo, debí quedarme en mi casa.

Sabía que salir esta noche a una fiesta era mi peor opción, pero me dejé influenciar por el niño lindo queriendo... no lo sé, probar cosas nuevas saliendo de mi zona segura y ocurrió esto.

Toda una cagada.

Debí quedarme leyendo un libro en mi casa encerrada en mi habitación, donde nadie me molestaba, ni juzgaba, ni me hacía sentir excluida, solo era yo y mi maravilloso mundo de lectura donde todo era perfecto.

Escuché la bocina de un auto junto con el ruidoso motor cuando se acercó por la calle, no tuve que voltear para saber quién era.

—Borsun. —me llamó Wilson.

No lo miré, ni me atreví a voltearme, solo seguí caminando mordiendo mi labio inferior enojada con el mundo por ser una porquería conmigo, odiaba nunca poder encajar, que todo solo fuera negro y gris, malo y áspero para mí donde fuera que pisara. No quería hacerme la víctima sufrida, ni seguir autocopadeciéndome, pero, ser fuerte era difícil cuando la estructura de indiferencia que había trazado, se desmoronaba.

Como si llevara una maldición conmigo de incomodar a todos a mi alrededor.

—Ven, sube —insistió Wilson—, no vas a irte caminando a esta hora, llegarás toda resfriada y tu mamá va a matarme.

No le respondí.

Él no me dejó en la calle a pesar de que veía que lo ignoraba, continuaba manejando a baja velocidad a mi lado para que yo estuviera a salvo.

—Por favor —rogó—, sube, Bellota.

Cuando me dijo "Bellota" fue como si hubiera logrado tocar esa fibra en mi interior que me hacía entender que él era la única persona a la que veía como mi amigo, a probablemente la única que había dejado entrar a mi vida e invadir mi espacio.

Tomé una profunda respiración, también estaba sintiéndome agotada las respiraciones profundas estaban quemándome el pecho y se sentía pero con la brisa fría, los dedos de mis manos empezando a volverse purpuras, y me subí al auto limpiando mis lágrimas con el reverso de mi manga sintiéndome patética, no quería ni siquiera hablar.

Que momento tan desagradable el de la fiesta.

Me coloqué el cinturón rápidamente porque el auto se apagó y cuando Wilson encendió otra vez; salió disparado antes de que él lograra apretara el freno y lograba mantener una velocidad moderada.

Realmente este auto viejo daba algo de miedo.

—Estas muy callada. —comentó probablemente intentando hacer conversación, pero en realidad sí, había estado algo callada hasta que logré recuperarme del cansancio de haber caminado bajo el frio de afuera, sin embargo mis dedos seguía aún algo purpuras.

—Tengo mucho en mi cabeza qué procesar —susurré.

Miré de reojo que sus nudillos estaban ensangrentados e hinchados en el volante, tomé una profunda respiración, no debía molestarme con él es decir, fue el único que tuvo éxito al enfrentar a Victor; defendiéndome cuando yo apenas estaba pensando en como era que debía de darle una patada en las pelotas.

Tenía que practicar esto de atacar a los demás cuando me hicieran daño.

—¿Te duele? —pregunté.

Wilson me miró y notó que yo estaba observando sus nudillos, negó con la cabeza.

—No —contestó.

—Tengo un poco de alcohol —dije y abrí mi pequeño bolso sacando el envase.

Wilson se rió.

—Pareces una anciana llevando esas cosas en tu bolso. —se burló.

—Es por mis mareos —me limité a explicar—, a ver, dame la mano.

Él me dio su mano y yo le esparcí el alcohol en los nudillos, él gruñó un poco, debía de arder.

—Vamos, eso no duele. —dije solo por molestarlo.

—Más duele ver como ese imberbe se atrevió a ponerte las manos encima —soltó.

Tomé una profunda respiración.

—Ya de igual forma sabía que no debía ir a esa fiesta —dije— y... ¿quién usa la palabra Imberbe?

—Yo.

—¿Qué significa?

Creía que era algo como alguien sin barba, pero no estaba segura.

Él sonrió un poco.

—Te lo dejo como tarea. —respondió.

Quedamos en un breve silencio hasta que él preguntó de la nada:

—Uhm, tu... ¿sufres de alguna enfermedad?

Sentí tensarme.

—¿Por qué lo dices? —dije intentando hacerme la desentendida.

—Cuando nos conocimos vomitaste —señaló—, luego te sangró la nariz.

Apreté los labios y respondí con otra pregunta:

—¿Por qué se mudaron?

Él frunció ligeramente el ceño.

—¿Disculpa?

—¿Te resulta incomoda mi pregunta? —dije observando como pareció también tensarse.

Él se quedó callado.

Evidentemente a ninguno de los dos nos gustaba hablar de lo que nos había pasado o pasaba.

No me sentía cómoda para cruzar esa linea si él no lo iba a hacer también.

—¿Quieres hacer eso de yo digo si tu dices? —preguntó ligeramente más serio.

No le respondí, pero realmente no quería hablar de mi enfermedad cuando él tampoco hablaba de sus marcas; estaba muy segura de que eso estaba relacionado a la mudanza.

—Creo que es justo —continuó diciendo.

—¿Entonces me dirás por qué se mudaron? —pregunté.

Él tomó una profunda respiración y dijo:

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