Capítulo 9: Mansión

Renji Abarai

Cuando me desperté, era demasiado tarde, ni siquiera veía luces encendidas por la rendija de la puerta y eso es que seguramente todos se habían marchado a dormir, pero yo no quería quedarme aquí en el club. Me moví como pude aunque me costó varios intentos levantarme por el dolor y caminé apoyándome por la pared hasta la salida, ni siquiera veía bien, creo que el dolor me estaba matando.

Salí del club y abrí la puerta a la sociedad de almas como pude. Ni siquiera entré de pie, caí al suelo en plena calle del Gotei y escuché a alguien pronunciar mi nombre mientras corría hacia mí, pero estaba demasiado ocupado escupiendo sangre en este momento como para darme cuenta de a quién pertenecía la voz.

Alguien tocó mi hombro y me intentaba calmar, me preguntaba qué me había pasado pero tampoco podía hablar aunque si pude ver su emblema, era alguien del noveno escuadrón y por la voz, creo que era Hisagi. Era demasiado tarde para que los escuadrones estuvieran por las calles, pero los tenientes solíamos ir a tomar copas, así que era muy probable que Hisagi acabase de salir del bar y se hubiera cruzado conmigo.

Tuve suerte de que fuera él quien me encontrara, porque Hisagi, Kira y yo éramos muy buenos amigos. Me vio tan mal y estaba tan preocupado por mi estado, que me cargó en brazos con esfuerzo y me comentó que me iba a llevar al médico. No quería ir, no quería que nadie viera mi cuerpo en este momento porque podrían descubrir lo que me había pasado, pero tenía razón en algo Hisagi, necesitaba un médico.

No recordaba mucho más que a Hisagi cargándome y ver las luces de las farolas mientras me llevaba hacia algún lugar, suponía que me llevaba con Yachiru Unohana pero yo sólo esperaba que no contase nada de lo que viera en mi cuerpo, porque sé que ahora mismo estaba destrozado, ni siquiera me había atrevido a mirar las heridas pero aún así las sentía, sentía los cortes en mis piernas, sentía el desgarro en mi interior.

Me estaba durmiendo con la cabeza contra el pecho de Hisagi cuando le escuché pedirme que aguantase un poco, que estábamos llegando. Supuse que por primera vez, le había obligado a Hisagi a utilizar el shunpo por mí, tantas peleas juntos y esta era la primera vez que tenía que cargarme, que tenía que darse prisa buscando un médico, la primera vez que le preocupé.

Me desperté de nuevo en una camilla y había mucha luz, pero lo peor de todo, es que de fondo escuchaba la voz de mi capitán y abrí los ojos de golpe dándome cuenta que estaba en la enfermería del cuarto escuadrón. A mi lado había una mesilla con un reloj y pude ver que eran casi las doce del medio día... ¡Madre mía! Me había saltado el día de trabajo, seguro que por eso estaba aquí Byakuya, estaba buscándome por no haber ido al trabajo.

Vi entrar a mi capitán y se extrañó al verme despierto, pero yo me adelanté antes de que él pudiera empezar a echarme la bronca para disculparme por mi retraso, porque no era mi intención faltar al trabajo, yo mismo le había dicho que lo del club no interferiría en mi trabajo del Seireitei y estaba afectando.

- Renji, cálmate – me dijo Byakuya – no he venido a reñirte, estaba preocupado, no te vi en tu oficina esta mañana y tampoco estabas en tu habitación del escuadrón, no supe nada de ti hasta que Hisagi vino a contarme que estabas en la enfermería del cuarto escuadrón ¿Se puede saber que ha pasado? – me preguntó

Se lo habría dicho, pero no quería que me tuviera asco después de que casi me violasen aquellos hollow, o "espadas" porque ahora empezaba a entender aquello que me contaron una vez del ejército de Aizen, los espada, creo que ahora sabía lo que eran y al menos conocía a dos de ellos.

- Estoy bien Byakuya – le dije

- No lo estás, te han dado una paliza o es lo que me cuentan, pero yo no me lo creo y lo sabes ¿qué ocurrió anoche? – me preguntó

- Un par de clientes se pasaron un poco con la fuerza – le contesté.

- ¿Un poco? – me preguntó cabreado – Casi te destrozan, mírate ¿Conozco al que te hizo esto? – me preguntó ahora intentando calmarse.

- No – le dije – no es de la sociedad de almas.

- ¿Un simple mortal te hizo esto? – me preguntó ahora cabreado de nuevo.

- Déjelo ya Taicho – le grité para que no descubriera que era un Hollow – sólo quiero ir a trabajar.

- ¿Estás loco? No puedes trabajar hoy, te han mandado reposo, así que te vienes conmigo.

- ¿Por qué? ¿Vas a llevarme a mi habitación?

- No, voy a llevarte a mi casa para vigilarte, no quiero que vuelvas a hacer algo así.

- ¿A tú casa?

Aquello me pilló de sorpresa y no me gustó nada, más que nada porque me hizo acordarme de la amenaza de mi jefe, ya tenía un pasado con la familia de Byakuya y no quería que se enterase de nada, era mi mayor secreto y si él se enteraba de mí no quedaría nada, me despediría sin miramiento, me echaría del Gotei, no volvería a dirigirme la palabra y lo sabía. No quería ir a su casa, podían reconocerme.

- Sí, mi casa ¿Qué ocurre?

- No creo que sea conveniente ir.

- Irás como mi teniente tranquilo – me dijo – nadie se enterará de tus trabajos nocturnos, sólo quiero tenerte vigilado para que no te pase nada, al menos hasta que te recuperes.

Al final no tuve más remedio que acompañar a Byakuya hacia su casa... y eso de casa era un decir, porque era una mansión. No quise decirle nada a Byakuya, pero yo ya había estado allí, había entrado alguna vez, tampoco muchas porque a los perros del Rukongai no nos traían a estas zonas. Trabajando para Kuchiki ni siquiera me habían pedido llevarles informes a su gran mansión, siempre venían ellos a la oficina. Alguna vez me crucé con su padre cuando estaba vivo o con su abuelo, pero venían por la oficina y pedían algún informe para ayudar a Byakuya.

Llegamos a su mansión y cruzamos el inmenso jardín hasta llegar a la puerta principal. También recordaba que muchas veces hacían reuniones en su casa las chicas y que trataban de sacarle fotos a Kuchiki, sobre todo la teniente del undécimo escuadrón, siempre estaba tras Byakuya y correteando por su casa para disgusto del noble, aunque también es cierto que Byakuya sabía cómo tratarla para que le dejase en paz.

Por uno de los largos pasillos de la mansión nos cruzamos con gente, creo que consejeros de la familia pero yo seguí a Byakuya intentando pasar desapercibido, aunque creo que no lo conseguí, porque todos se giraron a mirarme como si fuera un extraño, realmente lo era, yo no debería estar aquí, pero la peor parte es cuando me crucé con el abuelo de Byakuya y me reconoció al momento. No dijo nada, llamó a su nieto y habló con él un par de asuntos que no habían podido solucionar anoche y luego nos dejó marchar.

Le seguí hasta una de las habitaciones que ya había mandado acomodar para mí y me dejó solo un rato mientras me acomodaba y él se iba hacia la cocina a preguntar por la comida. Me sentía realmente extraño en esta casa y más aún cuando entró el abuelo de Byakuya cerrando la puerta tras él para hablar a solas conmigo. No pude evitar tensarme y mucho, él sabía tanto como yo el gran secreto que me traería el mayor problema con su nieto. Yo no iba a contarlo y él no sé si lo haría.

- Renji Abarai – dijo mi nombre – hacía mucho tiempo que no te veía por aquí

- Lo siento, no era mi intención volver – le dije con cierto respeto y miedo.

- Espero que no se repita, porque no eres bien recibido en esta casa y lo sabes. No sé porque mi nieto te ha traído aquí, pero no quiero que un chucho del Rukongai se involucre con una sangre tan noble como la de mi nieto.

- Es mi capitán, no hay nada más entre nosotros – le aclaré – no se preocupe por eso, yo no soy nada importante para él.

- Espero que así sea, porque no quiero más problemas contigo, ya tuvimos bastante la última vez. No quiero volver a verte por esta casa, haz lo que sea y márchate de la vida de mi nieto, no querría tener que ser yo quien le contase la clase de zorra que eres. Desaparece de su vida.

Su abuelo se marchó por donde vino y yo me quedé allí en la habitación confuso y temeroso, no sé si sería capaz de contarle algo a su nieto, pero si abría la boca... yo iba a tener un gran problema con mi capitán, no me perdonaría, le daría asco para el resto de mi vida y todo por un maldito error mío, porque debí renunciar cuando lo propusieron pero no pude... el club me obligó a hacer demasiadas cosas.

Byakuya entró de golpe trayéndome un té y al verme tan absorto por la conversación que había tenido, preguntó si había pasado algo, pero sólo pude negarlo. Ahora mismo sólo deseaba irme de esta casa, salir corriendo y tratar de que Byakuya no se enterase de nada de mi vida, de nada de mi pasado, no soportaría su desprecio tras acostumbrarme a verle como un dulce y tierno capitán preocupado por mí.

- ¿Qué sucede Renji? Te has puesto serio de golpe.

- Es que... preferiría estar en el escuadrón – le comenté – me siento más a gusto.

- ¿No te gusta mi casa? – preguntó dudando.

- Es preciosa pero... yo no pertenezco a este mundo – le dije – por favor... quiero ir a mi habitación.

- Renji, tu habitación en el escuadrón es pequeña, vives en un pasillo con el resto de los miembros del escuadrón sexto, no tenéis intimidad, compartís un baño por pasillo y prácticamente tienes una cama y una mesilla ¿Por qué no disfrutas hoy de mi casa?

- De verdad que se lo agradezco pero... esto es demasiado para mí.

- No puedes decirme que prefieres tu habitación a esto... - dudó.

- Sólo soy el perro del Rukongai ¿recuerda? Estoy acostumbrado a mucho menos que lo que tengo en el escuadrón.

- No voy a llevarte hoy Renji, por favor, descansa aquí esta noche y mañana te prometo que te devuelvo a tu habitación sin problemas.

- ¿Lo promete?

- Sí – me dijo acercándose donde yo estaba y obligándome a meterme en la cama para que descansase, aunque lo que más me extrañó fue cuando él se metió conmigo también y me abrazó.

- ¿Qué hace? – le pregunté.

- Quedarme contigo esta noche, ya te lo dije.

- Esto está mal Kuchiki – le comenté.

- Renji por favor... deja de llamarme por el apellido cada vez que te diriges a mí, a veces pienso que me tienes confianza para hablarme como a un igual y en otros momentos siento que me tratas con distancia.

- Lo siento, es que usted me confunde ¿Cómo debería tratarle?

- Como alguien muy cercano a ti – me dijo claramente – no como tu capitán.

- ¿soy tú amante ahora?

- No Renji, eres más que eso, no sé que me has hecho, pero no paro de pensar en ti, no paro de preocuparme por ti, no paro de soñar contigo, sólo deseo besarte y tenerte a mi lado, te deseo demasiado Renji y odio cuando me tratas de usted.

- Lo siento – le dije – Byakuya – le llamé por primera vez por su nombre.

- Eso está mejor – me sonrió.


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