Capítulo 29: Perdonar y olvidar
Renji Abarai
Me dolía todo el cuerpo, ni siquiera era capaz de moverlo y sé que tenía algo en la nariz, porque aunque me costaba respirar, al menos me entraba oxígeno. Supuse que estaba en la sociedad de almas pero ni los ojos podía abrir para asegurarme de ello, todo me costaba moverlo, no tenía fuerzas y aunque las hubiera tenido... el dolor era tan intenso que no merecía la pena moverme para sufrir más.
Cuando abrí los ojos con una gran pesadez, me di cuenta de que era de día, había una intensa luz que bloqueaba mis instintos de seguir abriendo los ojos, no conseguía mantenerlos y volvía a cerrarlos inevitablemente... demasiada luz para mí. Lo intenté un par de veces hasta que conseguí abrirlos lo suficiente como para darme cuenta de donde estaba... era un laboratorio y aquello me tensó, porque yo esperaba ver la casa de Ishida o incluso un hospital, pero no un laboratorio.
La cara de Mayuri asomándose me asustó tanto... que grité intentando apartarme antes de darme cuenta de que no podía moverme, de que todo me dolía pero por suerte, alguien pareció cogerle de la nuca de su chaqueta y lanzarlo hacia atrás apartándolo de mí, porque de verdad que daba miedo ese maldito científico, siempre intentaba encontrar una oportunidad para hacer sus experimentos en nosotros.
Cuando me recuperé del susto porque creía que quería hacerme algo, me di cuenta de que era Byakuya quien lo había apartado de mí y casi empotrado contra una pared del otro lado de la habitación. Tampoco entendía que hacía allí mi capitán, ni siquiera entendía qué estaba haciendo yo aquí en esta camilla, se suponía que debía estar muerto, pero seguía aquí. Miré mis manos y por primera vez en mucho tiempo... no temblaban. Me extrañó que no lo hicieran, principalmente porque el veneno de todos esos meses había provocado ese continuo temblor ¿Es que ya no tenía veneno en el cuerpo? ¿Por eso no temblaban mis manos?
Aún las miraba cuando Byakuya se lanzó a abrazarme y de verdad que lo necesitaba, me encantaban sus abrazos, sentirme protegido. Le había echado mucho de menos, le amaba y estaba seguro que aunque estaría enfadado conmigo y mi comportamiento por lo de su padre, él también me amaba a mí.
No sé si él sería capaz de perdonarme algo así, me sentía fatal por todo lo que había hecho, no debía haber aceptado aquella proposición de su padre, le había hecho dudar de mis sentimientos a mi capitán y eso era algo que no me perdonaría yo mismo fácilmente, así que no estaba seguro de que Byakuya fuera capaz de hacerlo si ni yo mismo lo haría.
Aún así, disfruté su abrazo, por el simple hecho de que era él, le deseaba demasiado, me daba igual si luego volvía a echarme de su lado siempre y cuando pudiera tenerle un tiempo así como estaba ahora, conmigo, abrazándome con fuerza.
Cuando se separó de mí, me di cuenta de que caían lágrimas de sus ojos y que nos habían dejado solos en la habitación, supuse que para que pudiéramos hablar tranquilos y es que una de las grandes cosas que tenía en mente ahora mismo para preguntarle, era como era posible que estuviera vivo. Debería estar muerto, ese veneno debía haber acabado conmigo e incluso con mi bebé, pero no era así, aún estaba aquí... estábamos aquí, porque de hecho... estaba viendo a mi hijo en una cuna de al lado durmiendo plácidamente.
No pude evitar llorar yo también a la vez que sonreía, tenía sentimientos contradictorios, alegría, tristeza, dudas... todo estaba creándome una gran tensión en el cuerpo y creo que eso también lo notaba Byakuya, porque se acercó hasta el niño cogiéndolo en brazos con mucho cuidado de no despertarle y trayéndolo hasta mis brazos con el fin de que pudiera cogerlo.
Cuando lo hice, sonreí sin remedio, era mío... era nuestro. Tanto tiempo había pasado preocupándome de si estaría bien en mi vientre con ese veneno y ahora estaba profundamente dormido, sano y salvo en mis brazos mientras miraba al amor de mi vida frente a mí.
Byakuya sonreía también de la misma forma en que yo lo hacía, incluso me acariciaba el cabello sentándose en la camilla junto a mí mirando a nuestro hijo. Creo que en este momento no podía ser más feliz, tenía a las dos personas más importantes de mi vida conmigo, aquí sentados, sonriendo. Esta escena la recordaría el resto de mi vida y era lo único que sabía a ciencia cierta, porque el sentimiento que tenía ahora mismo de felicidad, no podría ser posible borrarlo con nada.
Me fijé de nuevo en Byakuya para ver que su ropa y gran parte de él, estaba manchada en sangre y me preocupé. Él dejó al niño de nuevo en la cuna antes de volver a sentarse frente a mí en la camilla y coger mi mano derecha entre las suyas acercándolas a sus labios para besarlas con suavidad intentando calmarme.
- Tranquilo, estoy bien – me dijo – es sólo sangre seca.
- ¿Qué ha pasado? – pregunté.
- Recibí tus cartas – me comunicó – tuve que buscarlas a fondo, pero las encontré, me enteré de todo lo de Aizen, de todo lo de las espada e incluso de lo del niño, así que he ido a por tu antídoto.
- ¿Había un antídoto? – le pregunté dudando.
- Sí – me dijo – tardaron en completarlo, pero en cuanto me enteré que lo tenían hecho, fui a buscarlo.
- Te han herido por mi culpa – le dije a punto casi de llorar.
- No es cierto, me han herido por mi culpa, yo soy quien fui a buscar el remedio y quien se enfrentó a Aizen y a Gin, tú no tienes la culpa.
- Pero fuiste a por ellos para recuperar ese antídoto y salvarme, es mi culpa, si no me hubiera dejado coger y envenenado tú no estarías herido.
- Renji – me llamó casi en susurró y yo me callé de golpe – no tienes culpa alguna, he ido voluntariamente, por ti haría cualquier cosa y lo sabes, te quiero demasiado, no iba a permitir que murieras así de fácil, yo siempre estaré a tu lado para ayudarte en lo que sea, puedes contar conmigo.
- ¿Y lo de tu padre? – me atreví a preguntar aunque dudaba si recordarle ese asunto o era preferible callarlo y no recordárselo.
- Está olvidado – me dijo – te amo y sé que tú a mí también, es lo único que necesito saber. Siento si mi familia abusó de ti en el pasado, no debieron hacerlo, eras sólo un niño y lo lamento, no me di cuenta, ni siquiera sabía que existías.
- Yo sí sabía que existías – le sonreí.
- Lo sé y me alegro de que te enamorases de mí – me confesó – porque me he dado cuenta, de que aunque no te conocía en el pasado, nuestros destinos siempre han estado unidos Renji, te amo, tenemos a un precioso niño que tiene tu misma nariz, que se va a parecer en ti y será un gran luchador.
- Espero que se parezca a ti cuando crezca – le confesé y miré mejor a nuestro hijo.
El cabello lo había sacado sin lugar a dudas a Byakuya, moreno y seguro que acabaría dejándolo largo como su padre, porque respetaría a su padre, era un gran hombre, bueno y dulce con los que le querían y orgulloso cuando se metían con lo que le importaba. Yo esperaba que sacara su carácter. Los ojos supongo que algo de razón tenía Byakuya, la forma era igual que la mía, aunque tenía unos ojazos azules casi grisáceos que eran completamente iguales a su padre. Al menos había sacado mi nariz, ya era algo.
No podía dejar de mirarles a ambos, eran tan guapos, tan perfectos, me encantaba pensar que podríamos ser una familia, ser felices, estar juntos siempre los tres, aunque aún me preocupaba el abuelo de Byakuya. No había dicho nada mi capitán sobre él pero yo me moría de ganas de saber algo sobre todo ese asunto.
Dudé unos segundos si preguntarle a Byakuya sobre todo este tema, porque no le gustaría mucho tener que recordar todo esto o tener que intervenir en asuntos familiares, pero me moría de ganas de saber que había ocurrido en todos estos meses, por qué Byakuya no conseguía recibir noticias de nadie, como el escuadrón había sido tomado por su abuelo mientras él estaba ausente.
Otra de mis curiosidades era qué iba a pasar ahora mirando hacia el futuro, ¿Byakuya querría estar conmigo? No lo sabía, pero tenía otra gran duda para no preguntarle por su abuelo, es que no quería meter la pata, no quería que acabase echándome en cara que me estaba metiendo en temas de su familia que a mí no me incumbía. Al final y tras ver Byakuya mi cara de dudas, acabó preguntándome él mismo si ocurría algo.
- ¿Qué ha pasado con tu abuelo? – pregunté de un tirón atreviéndome.
- Se disculpó el otro día conmigo, pero yo no tenía cabeza para pensar en todo lo que había hecho, sólo quería salvarte, así que aún no he tenido tiempo de pensar en todo este asunto.
- ¿Y qué harás? – pregunté por curiosidad.
- Supongo que tras su disculpa y teniendo en cuenta de que es mi abuelo, debería perdonarle, pero no estoy seguro de que pueda hacerlo después de cómo te trató.
- Es tú familia – le comenté.
- Lo sé, pero no soporto que te traten así, tú también eres mi familia, eres el padre de mi hijo, el chico con el que quiero estar, el amor de mi vida – me dijo.
- Pero él también es tú familia.
- Lo sé, pero sólo lo perdonaría si tú lo hicieras – me contestó
- No me parece justo tener que tomar yo este tipo de decisiones – le dije intentando no inmiscuirme en su vida.
- Yo creo que sí, eres mi familia, tomamos las decisiones juntos y creo que a ti te ha hecho más daño que a mí, así que debes tomar tú la decisión.
Lo pensé largo y tendido todo lo que Byakuya trataba de decirme, todo aquello de que yo era su familia ahora, de que tomaríamos las decisiones en común y realmente... no supe qué hacer, era su abuelo, su familia, sí me había hecho daño, pero yo no quería verles peleados y distanciados por mi culpa, no me lo perdonaría jamás.
- Perdónale – le dije – yo lo haré
- De acuerdo – me dijo antes de besarme – Vente a vivir conmigo – me dijo de golpe.
- ¿Qué? – pregunté como si no hubiera escuchado la pregunta, aunque la había escuchado perfectamente.
- Que vengas a vivir conmigo, quiero formar la familia desde ya, no quiero separarme de ti ni de mi hijo nunca más, por favor... acéptame.
- Yo siempre te he aceptado Byakuya, te quiero.
- ¿Entonces vendrás a vivir conmigo?
- Sí – le dije – iremos a vivir contigo, es lo que más deseo en este mundo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top