Capítulo 28: Antídoto
Byakuya Kuchiki
La historia de mi abuelo me había dejado un mal sabor de boca, porque sabía que Renji era capaz de cualquier cosa con tal de salir de su infierno personal, pero aún así me disgustaba demasiado la forma en que mi padre se había llegado a aprovechar de un niño inocente que necesitaba comida para satisfacer sus instintos más bajos, no esperaba que mi padre fuera así, siempre le vi como un padre cariñoso y amable, pero ahora me daba cuenta, de que quizá sólo lo era conmigo porque era su hijo, no tenía por qué serlo con los niños de fuera. Desde luego, con Renji no lo fue.
Ahora sólo podía pensar en la clase de persona que fue mi padre, abusando de un niño, teniendo relaciones con él desde su más tierna infancia y yo no había sospechado jamás nada de él. De hecho ni siquiera conocía a Renji, puede que él si me hubiera visto a mí de pequeño en el patio de mi casa, pero yo jamás me di cuenta de que ese niño andaba por nuestra mansión, mi padre sabía ocultarlo bien y eso me dolía, porque quizá si lo hubiera sabido antes le habría podido ayudar, pero no, no me enteraba de ninguno de los trapos sucios de mi familia y lo peor de todo... es que gente como mi abuelo que sí lo sabía, hacía oídos sordos y miraba hacia otro lado con tal de mantener a salvo su reputación, de mantener el buen nombre del apellido Kuchiki. Ahora me daba un poco de asco pertenecer a este apellido que siempre se consideró tan digno, al menos ahora me daba asco sabiendo que habían sido capaces de abusar de un chiquillo indefenso.
Salí de mi despacho y sé que aunque mi abuelo estaba algo arrepentido, yo seguía teniendo esta sensación de que no podía perdonarle, no al menos ahora, necesitaba tiempo para pensar en todo esto y lo principal para mí, era salvar a Renji, así que volví al patio de armas donde me esperaba todo mi escuadrón y les comuniqué que empezaba la marcha al mundo humano, porque hoy... Aizen caería, necesitaba ese antídoto y lo necesitaba ya, menos de dieciséis horas para que Renji muriera, era urgente y la máxima prioridad.
Otros escuadrones también se unieron a nosotros, al menos el de Kempachi no hizo falta ni preguntarle, porque esos siempre buscaban algún motivo para ir a la batalla y más tras saber que era por Renji, pues fue de su escuadrón hace años, era un compañero para ellos, le apreciaban demasiado. Supongo que Renji había pasado por tantos escuadrones, que conocía a demasiada gente y todos ellos, estaban dispuestos a ayudarle igual que él les ayudaba cuando tenían problemas y es que así era Renji, siempre ayudando a todo el mundo.
Salimos hacia el mundo humano y nos dirigimos sin demora alguna al club donde había trabajado Renji. Según las cartas que había leído, debía estar Aizen allí, manipulando todos los hilos desde ese club. Supongo que nadie le habríamos descubierto si no llega a ser por Renji y hasta Aizen tenía eso bien agarrado, porque al haberle exiliado sabía perfectamente que no podía contactar con nosotros, así que ahora mismo... teníamos la mejor baza, porque él no sospecharíamos que ya estábamos informados de su plan. Tenía que ser hoy y ahora si queríamos terminar de una vez por todas este asunto de su traición.
Todo estaba muy tranquilo cuando llegamos, lo sentía como la calma que precede a la tormenta, porque nosotros íbamos a traerle una buena tormenta a Aizen. Estaba enfadado, demasiado, principalmente por lo que le había hecho sufrir a Renji todo este tiempo. Él había sido un capitán y puede que no le importase su teniente, pero a mí sí me importaba el mío y no permitía que nadie le hiciera daño y se saliera con la suya.
Entramos a lo bestia y es que no queríamos dejar oportunidades de que se marchasen por otro lado, así que cargamos con todo lo que teníamos desde el principio y mientras todos peleaban contra los diferentes Hollows y espadas, yo me dediqué a pasar de ellos y buscar a Aizen, o más concretamente... a su científico, a ese que le había inyectado el veneno a Renji, porque tenía que encontrarle a él sin demora.
Fueron Aizen y Gin quienes se interpusieron en mi camino para evitar que siguiera avanzando, porque cuando miré atrás, había dejado un pasillo de cadáveres de Hollows en mi acceso hacia aquí. No me había molestado ni en pelear, corté, maté y destrocé sin detenerme hasta llegar a esta sala, frente a ellos. No había malgastado tampoco mucha energía ni fuerza y sé que a los capitanes y tenientes nos ponían un sello para evitar dar el cien por cien de nuestro poder en el mundo humano, así evitábamos desastres, teníamos demasiada fuerza, pero por esta vez y teniendo en cuenta de que Aizen no lo llevaba, yo también lo quité dejándole sentir por primera vez en su vida, lo que era enfrentarse al capitán del sexo escuadrón.
- Kuchiki Byakuya – mencionó mi nombre Aizen con una forzada sonrisa en sus labios – no esperé verte a ti metido en este asunto.
- Te metiste con mi teniente – le dije.
- Sólo es un teniente y ya trataste de despedirle una vez cuando casi salva a tu hermana de su ejecución, esa que tú promoviste.
- No tiene nada que ver el motivo por el que hoy he venido aquí con lo que ocurrió. Sigue siendo mi Teniente.
- Sólo es un shinigami más – me dijo sonriendo – si se mata a un teniente, consigues otro y ya está – dijo con voz calmada como si fuera lo más normal del mundo aquella barbaridad que decía.
- No es un teniente, es un ser humano, no tienes derecho a decidir sobre su vida o su muerte.
- ¿Pero aún está vivo? – sonrió con prepotencia – no le debe de quedar mucho, ya ha aguantado más de lo que esperaba. De verdad que Renji es terco.
- Te destrozaré – le dije – no voy a perdonar que te metas con lo que más me importa.
- Y yo que creía que el gran Kuchiki Byakuya no se dejaba llevar por sus sentimientos, veo que tienes mucha ira dentro.
- ¿Quieres comprobarlo? – le amenacé.
- Quizá en otro momento, ahora tengo prisa.
- Pues lo siento por ti, pero no me iré de aquí sin ese antídoto.
- ¿Quién te ha dicho que tengo algo así? Era un veneno experimental, no tenemos un remedio aún – sonrió.
- Mientes.
- ¿Para qué te mentiría? – me preguntó – sabes que Renji estuvo en mi escuadrón también, me caía bien.
- Sólo le utilizaste como utilizas a todo el que ha pisado tu escuadrón, no te importan nada tus subordinados.
- Que duro eres Byakuya, claro que me importan, tenía que experimentar con ellos para llegar a donde lo hice, supongo que nadie se dio cuenta de mi engaño. Pobres ilusos.
- Dame el antídoto, no me interesan tus planes, por mí puedes largarte al mismo infierno, sólo quiero salvar a Renji.
- Un pobre perro del Rukongai... ¿Por qué tanto interés en él? Espera... ¿Tú eras el padre de ese crío que esperaba? ¿El gran Kuchiki se humilló follándose a un perro del Rukongai? No me lo habría esperado de ti. ¿Sabes cuánta gente disfrutó de su cuerpo?
- Me da lo mismo, le quiero.
- No voy a darte ese antídoto – me dijo.
- Entonces te lo quitaré a la fuerza.
Sabía que la habilidad de Aizen me impediría percibir la realidad pero ya me había enfrentado a individuos como él y si yo no podía verle, Senbonzakura lo haría, confiaba en mi espada tanto como ella lo hacía en mí, no por nada éramos la pareja mejor compenetrada, quizá por eso me habían hecho saber que yo era uno de los mejores capitanes del Gotei.
No fue una lucha fácil y menos teniendo a Gin a su espalda como era costumbre de él, siempre habían estado muy unidos esos dos y ahora no iba a ser menos. Por suerte para mí y ante las heridas que tenía provocadas por las ilusiones de Aizen, de las cuales sólo conseguía esquivar la mitad, Kempachi apareció para bloquearme a Gin, quien siempre atacaba por la espalda. Imaginaba que también era uno de sus tantos trucos, porque con tal de ganar, a Gin le daba igual cómo o por dónde atacar.
- ¿Estás sangrando Kuchiki Byakuya? – preguntó con ironía Kempachi.
- Es un rasguño – le mentí
- Claro que sí, ¿por qué no te sientas y dejas que los profesionales nos ocupemos de esto?
- Por qué no te largas tú y dejas que un buen capitán finalice este asunto.
- ¿Qué has querido decir con eso? – me preguntó enfadado.
- Lo que todo el Gotei sabe, que siempre dejas las cosas a medias cuando te aburre una batalla – le dije serio.
- No es cierto, sólo dejo que capitanes inferiores como tú limpien la basura.
- Yo soy un noble, no limpio la mierda que dejan otros – le dije serio.
- ¿Quieres pelear? Porque yo siempre he deseado combatir contra ti.
- ¿Contra ti? Te destrozaría en dos golpes – le comenté enfadado por subestimarme.
- Si vais a empezar a pelearos yo mejor me marcho – dijo Aizen intentando irse, pero tanto Kempachi como yo lo atacamos a la vez evitando que se fuera.
- Lo dejamos para cuando acabe con este imbécil – le dije a Kempachi.
- Me parece bien, pero seré yo quien acabe con él.
Atacamos ambos juntos y aunque Aizen junto a Gin eran realmente fuertes, al final conseguimos vencerles o al menos lo justo para encontrar una botella dentro de su chaqueta. Fue Kempachi quien le entretuvo en la pelea mientras yo me hacía con el frasquito porque eso tenía que ser el antídoto para Renji, estaba seguro de ello.
Le lancé el frasco a Hisagi que venía por detrás y éste al cogerlo, salió corriendo del lugar para llevárselo a Mayuri, no teníamos tiempo que perder para suministrarle el antídoto, a Renji se le acababa el tiempo. Aizen consiguió escapar, supuse que volvió al mundo de los hollow, pero a mí me dio igual, tenía lo que había venido a buscar y Aizen podía hacer lo que le diera la real gana, sólo me preocupaba estar bien con Renji, que se recuperase.
Al que sí me encontré cuando nos marchábamos, fue al científico de Aizen y ese sí sufrió un gran interrogatorio por nuestra parte hasta que finalmente, descubrimos que sí era el antídoto a ese veneno que había desarrollado. Volví lo antes posible al escuadrón de Mayuri y es que no me fiaba de que quisiera hacerle algo más a Renji a parte de suministrarle el antídoto. Ya conocía muy bien a Mayuri y era un fanático de la ciencia, haría cualquier cosa con tal de satisfacer su curiosidad.
Cuando llegué, Renji aún estaba tumbado en aquella camilla conectado a los diferentes aparatos y me quedé allí con él. Le habían inyectado ya el remedio y aunque yo estaba asqueroso y lleno de sangre por la dura batalla, me quedé toda la noche a su lado cuidándole. El bebé también se quedó con nosotros, en una cuna a nuestro lado tras haberle dado también la medicación, así que sólo faltaba esperar a que funcionase... si es que funcionaba, porque según Mayuri, había pasado demasiados meses con el veneno en su cuerpo, aún podía tener secuelas incluso cuando eliminase el veneno.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top