Capítulo 26: Veneno
Byakuya Kuchiki
Tomar de nuevo el mando de mi escuadrón y de mi vida, me sentó bien, no quería tener que dejarme manipular por mi abuelo, no iba a permitir volver a caer en una depresión de estas y que pudieran decidir por mí. Ahora hasta miraba con mucha cautela las cosas que tomaba para impedir que volvieran a nublar mi juicio con drogas, quería estar con Renji, quería que estuviera bien y quería ver a mi hijo, a ese que me habían negado ver durante todo el embarazo y el parto, porque yo tenía derecho a saber sobre él y nadie me informó.
Busqué por casa las cartas de Renji y tardé mucho tiempo en encontrarlas, tanto, que me pasé el día entero desmantelando la casa, porque no pensaba irme de allí sin encontrarlas todas, quería leer todo lo que Renji tenía que decirme en esos ocho meses, todo lo que me ocultaron y lo había ocultado realmente bien, porque mitad de mi escuadrón tuvo que ayudarme a buscar por todos los rincones. Las encontré en una caja de zapatos vieja camuflada entre más cajas con zapatos, justo en el cuarto de invitados, el único que no se utilizaba de toda la casa. Mi abuelo para esconder cosas era bueno, pero supongo que no contó con que traería a todo el escuadrón y desmantelaría la casa entera si era necesario hasta dar con ellas.
Era un quisquilloso del orden y la limpieza, eso lo sabíamos todo el mundo, pero ahora mismo mirando mi casa, todo estaba por el suelo y me daba igual, tenía las cartas, por mí podía venir quien quisiera a limpiar todo el desastre que acababa de montar, pero quería mi momento de tranquilidad con aquellas cartas, quería leer todo lo que había vivido mi chico y me enteré de sus ocho meses, del veneno, del club, del niño que esperaba de mí, del plan de Aizen del que nadie nos había contado nada, todo estaba explicado y no podía creerme como mi abuelo me había podido ocultar todo esto.
Acabé de leer las cartas y me dirigí al cuarto escuadrón para hablar con Unohana. A Renji no me dejaron entrar a verle, estaba inconsciente y sólo le vi unos segundos a través de una ventana y no me gustó lo que vi, estaba completamente enchufado a diferentes aparatos electrónicos y comprobaban una y otra vez sus constantes. Según me contó Unohana, todos sus órganos estaban fallando o ya ni siquiera funcionaban, la mayoría de máquinas estaban haciendo la función de sus órganos para mantenerlo con vida, pero el veneno seguía progresando y cuando llegase a su corazón, lo detendría sin remedio. Era cuestión de tiempo que muriese.
Ya ni siquiera podía estar consciente, sabía que si no encontraba una solución pronto, jamás volvería a escuchar su voz, no volvería a ver sus preciosos ojos, ni su sonrisa, mi última imagen de él sería esta, enchufado a cables tirado en una camilla de hospital muriéndose y no podía permitir eso, quería tener la posibilidad de obtener una vida con él, con mi hijo, formar una familia a su lado, que se recuperase.
Unohana me señaló en varias ocasiones que deberíamos llevarlo al laboratorio de Mayuri pero es que a mí él me daba demasiada poca confianza, él y sus malditos experimentos, era capaz de hacerle algo peor a Renji con tal de saciar su curiosidad y yo quería que lo curase, no que lo tuviera como un conejillo de indias. Eso me echaba un poco para atrás en la decisión, pero Renji no tenía familia y como mi Teniente... yo era su superior, el encargado de tomar decisiones en estos casos donde él no podía tomarlas por su propia cuenta.
- ¿Puede salvarle? – le pregunté a Unohana.
- No lo sé, pero tiene más medios que yo para descubrir lo que ocurre – me explicó.
- Está bien, llévalo allí, pero quiero que alguien esté siempre vigilando a Mayuri, no quiero correr riesgos y todos sabemos cómo se pone cuando tiene curiosidad por las novedades y este veneno es una novedad – le aclaré.
- Lo sé, tranquilo Kuchiki, le pondré vigilancia las veinticuatro horas del día.
Me quedé un poco más tranquilo sólo por las palabras de Unohana, porque yo de Mayuri seguía sin fiarme ni un pelo, ya conocía a los científicos, hacían cualquier cosa con tal de resolver sus dudas y les daba igual si mataban al sujeto para obtener las respuestas o no. No pensaba dejar que hicieran eso con Renji, no era su sujeto de investigación, era mi chico y quería que lo curasen, no que lo diseccionasen para saciar su curiosidad.
Ichigo fue el que apareció por la Sociedad de Almas y me extrañó verle allí, creo que él se extrañó aún más de verme a mí, porque desde que mi abuelo me había drogado hace ocho meses, no nos habíamos vuelto a ver. Mi hermana que venía con Ichigo, fue la primera en romper el hielo y acercarse corriendo a darme un abrazo. En parte lo necesitaba aunque yo seguí igual de frío e impasible, no iba a decirle que lo necesitaba, pero lo agradecí en silencio, supongo que me había echado de menos todo este tiempo y los habría tenido preocupados sin saber que estaba ocurriendo, al fin y al cabo... era mi hermanita.
- Deberías acompañarme – me comentó Ichigo al acercarse a mí y le indiqué con la cabeza que iría con él.
Mientras veía a Unohana sacar la camilla donde estaba Renji y los aparatos, también me fijé en Mayuri que venía por el pasillo y cómo les decía de forma alarmada a los enfermeros que tuvieran cuidado con él, como si no quisiera que le hicieran un rasguño a un producto de investigación y eso me cabreaba, porque era una persona, ellos ya lo sacaban con cuidado, eran enfermeros y sabían tratarle mejor de lo que podría hacerlo Mayuri.
Le eché una mirada inquisitoria a Unohana y ésta me la devolvió como si tratase de tranquilizarme, intentando decirme que no le perdería ojo de encima mientras durase la investigación de ese veneno. Ichigo no entendía muy bien lo que ocurría pero colocó su mano en mi hombro y me indicó que le acompañase por el pasillo en dirección contraria por donde se llevaban a mi Teniente.
No me quedaba más remedio que confiar y era algo de lo que últimamente estaba un poco falto, no terminaba de fiarme de nadie. Con Ichigo salí de la Sociedad de Almas para ir al mundo humano, ocho meses sin ir por allí y ahora volvía, tampoco tenía muy claro para qué, pero algo me decía en mi interior, de que era importante, de que seguramente, tendría algo que ver con mi hijo.
Llegamos a la clínica de la familia de Ichigo y entré para ver a su padre sentado en una silla con un bebé en brazos y dándole un biberón. No me dejaron tampoco entrar a verle, al menos no ahora mientras estaba comiendo. Toqué con los dedos en cristal de la habitación y me quedé absorto mirando como mi hijo engullía toda la leche que le estaban dando. Parecía estar sano al menos y eso ya era algo que me quitaba un gran peso de encima.
Hasta que no terminó de comer no me dejaron entrar pero cuando lo hice, hasta me permitieron cogerlo en brazos y me senté en el sillón donde antes estaba el padre de Ichigo y lo observé entre mis brazos mientras se dormía. Aún lo metían en incubadora durante un tiempo, pero por lo que me comentaron, ya estaba mucho mejor, en pocos días podría llevármelo a casa.
Cuando se durmió con sus manitas agarradas a mi bufanda, entró el padre de Ichigo para indicarme que lo iba a coger para llevarlo a la incubadora. Volví todos los días de esa semana para verle, me quedaba allí con él hasta que finalmente... me dejaron llevármelo y es que tenía unas ganas inmensas de tenerle conmigo, de llevarlo a casa, de que estuviera a salvo en la sociedad de almas.
Algo del veneno le había afectado al niño, pero al menos habían podido revertir sus efectos, el poco veneno que le llegó fue posible sacárselo, no podía decir lo mismos de Renji, el veneno lo tenía por todo su cuerpo, se había extendido con rapidez y cada vez estaba peor. Mayuri hacía lo que podía, llevaba varios días sin dormir investigando pero no encontraba nada.
Iba todos los días a ver a Renji, algunas veces hasta llevaba a nuestro hijo, ni siquiera sabía aún que nombre le pondría porque quería comentar estas decisiones con Renji, quería que se pusiera bien y me ayudase con esta nueva etapa que comenzaba en mi vida, quería tenerle aquí con nosotros dos, en mi casa sano y salvo.
Aquel día que fui sin mi hijo ya que lo dejé al cuidado de Hisagi y Kira para yo tener más tiempo de ver a Renji, Mayuri me interceptó antes de que entrase para decirme que tenía una buena y una mala noticia, porque tenía la cura para Renji, sabía cómo iba a curarle pero había una sustancia que le faltaba y esa... sólo Aizen iba a tenerla, me tocaría ir a buscarla y sinceramente... antes lo tenía más fácil pero desde que Aizen se había lanzado a la guerra entre Hollow y shinigamis, estaba prevenido contra ataques sorpresa, así que me iba a complicar un poco las cosas.
Aún así, si Renji necesitaba esa sustancia, yo era capaz de cruzarme cielo y tierra para conseguirla. Por lo menos, sabía que podía salvarle, pero como siempre, había un problema y es que se moría demasiado rápido, según Mayuri, a Renji le quedaban menos de veinticuatro horas, así que lo sentía mucho, pero tenía que moverme ya, tenía que darme prisa.
Contacté con Hisagi y Kira para comunicarles si podían quedarse con mi hijo durante todo el día de hoy, pero ambos tenían trabajo, así que al final hice lo que jamás creí que tendría que hacer, le entregué a mi hijo a Ichigo y a mi hermana Rukia. Ellos estaban encantados con todo, podían tener a su sobrino durante todo un día y Rukia estaba feliz, Ichigo lo disimulaba mejor, aunque en el fondo, también se le caía la baba con el niño.
A veces Ichigo aprovechaba para meterse conmigo, temas sobre el niño y su cuidado, sobre temas de la higiene, de darle de comer, de cambiarle pañales y ese tipo de asuntos que a mí se me daban fatal, pero era mi primera vez con un niño, así que bueno... yo intentaba pasar de todo e informarme de todo lo que necesitaba mi hijo, porque no quería que nada le faltase, era lo mejor de mi vida y se lo debía todo a Renji, por eso mismo, ahora me tocaba a mí ayudarle a él, porque no dejaría jamás que muriese delante de mis ojos.
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