Capítulo 17: Enamorado

Renji Abarai

Abrí los ojos con pesadez para encontrarme con aquellas baldosas blancas del techo, con aquellas luces cegadoras con las que me costaba terminar de abrir los ojos y tenía que parpadear un par de veces para acostumbrarme, me desperté con el ruido de las máquinas a las que me tenían enchufado. Esos pitidos me taladraban el cerebro, me molestaban mucho pero supongo que no podía hacer nada con ellos, mi cuerpo ni siquiera se movía bien para poder quitarme las cosas y aunque así pudiera, tampoco me lo habrían permitido.

Odiaba estar en la enfermería, era una de las peores cosas que podían hacerme, porque a mí me gustaba estar siempre al pie del cañón, pelear, estar con mi capitán, ir a la oficina, pero la enfermería me aburría mucho y sinceramente... estos últimos años desde la traición de Aizen, había estado demasiado tiempo encerrado aquí.

Sentía un peso sobre mi abdomen y aunque quería mirar de qué se trataba, mi cuerpo seguía sin responder, no podía ver nada, ni siquiera podía incorporarme. Escuché a mi lado a Unohana mientras me apuntaba con un punzón de luz y me hacía mirar hacia ella. Le hice caso y seguí esa luz con la vista hasta que me indicó que podía parar. Me comentó que parecía estar mejorando, pero que debería quedarme un tiempo más en observación y no fue hasta que se marchó, cuando empecé a poder moverme un poco, lo justo para ver a Byakuya dormido apoyando sus brazos y cabeza sobre mi abdomen.

Me sorprendió verle allí conmigo, supongo que no se había ido ni siquiera a su casa, al final acabó aquí conmigo y eso que según Unohana... habían tratado de echarlo hacía unas horas, pero no había forma, había estado mitad noche aquí conmigo y todos le tenían tanto miedo y respeto que no se atrevían a echarle, acababan callados y le dejaban hacer lo que quería, siempre se salía con la suya.

Sonreí por dentro al verle, porque con este trasto que me ayudaba a respirar en la nariz, no podía sonreír mucho. Acaricié su cabello con mi mano despertándole de aquel sueño y pude ver como a él también le costaba abrir los ojos, aunque enseguida se dio cuenta de que estaba despierto y se desperezó con rapidez preguntándome con aquella sensual voz llena de preocupación por mi estado.

No podía hablarle, aún tenía la mascarilla de oxígeno en la boca y me costaba respirar. Sentía el dolor en mi pecho, cada vez que respiraba era como si me estuvieran apuñalando el pulmón otra vez, tal y como sentí anoche cuando lo hacían los espadas. Lo único que pude hacer para tranquilizar a mi capitán fue asentir con la cabeza, aunque con aquello no se quedó muy conforme, pero no podía hacer otra cosa.

Se quedó todo el día conmigo pero no fue hasta casi el anochecer cuando decidieron quitarme la mascarilla aliviándome por fin, porque me dolía aún mucho el pulmón, pero al menos ya podía hablar y quería disculparme con Byakuya, lo había deseado desde que se enteró de todo el problema, no quería que estuviera enfadado conmigo. Sé que había metido la pata, que no debí robarle su misión, que era un maldito testarudo, cabezón y orgulloso capitán, no debí haberle hecho esto pero lo hice y ahora sólo me quedaba suplicar su perdón y rezar para que me lo concediese.

Esa iba a ser mi primera palabra, disculparme con él por haber traicionado su confianza cuando sin previo aviso, Byakuya no me permitió hablar, me calló con su beso tranquilo y calmado, podía notar en ese beso lo que había sufrido, todo el rato que le había tenido en vilo pendiente de mí, pensando que podía morirme en esta camilla y eso también lo sentía, porque yo fui quien entró en este problema, si se lo hubiera dicho antes quizá no estaría en esta situación, pero aún así, me alegraba volver a sentir los labios de mi capitán, porque pensaba que no sería capaz de perdonarme con aquel orgullo que tenía, pero ahora veía, que era mucho más comprensible de lo que intentaba aparentar por su familia.

Cuando Byakuya empezó a separarse de mí hasta me decepcioné un poco, porque me habría gustado que siguiera un poco más, quería sentirle un rato más conmigo, pero supongo que con tanta gente por los pasillos que a veces entraban sin previo aviso, le daba un poco de vergüenza estar haciendo estas cosas conmigo, teníamos que aparentar y al fin y al cabo, él era mi capitán, no deberíamos estar haciendo esto, estaba mal, podían acusarnos de mantener una relación y querer separarnos del mismo escuadrón. Yo me negaba a tener que irme a otro escuadrón diferente del de Byakuya.

- Me asustaste – me dijo Byakuya – no vuelvas a hacer cosas así de peligrosas ¿Vale? – me preguntó.

- Lo siento Byakuya, no quería asustarte.

- No quiero perderte, así que por favor... ten cuidado, en ese club no son trigo limpio.

- ¿A qué te refieres? – pregunté.

- Renji... puede que esto no te guste de escuchar pero tengo que contártelo. No fueron tus padres quienes te vendieron – me dijo y me quedé atónito – estuve investigando sobre tu pasado, tus padres no te abandonaron, ni desaparecieron, ni te vendieron, fueron asesinados y creo que fueron los jefes de ese club, querían tenerte atrapado.

- No puede ser.

- Es así Renji, créeme, no tienes ninguna deuda, te están engañando con todo esto.

- ¿Mis padres... asesinados? – pregunté aún sin poder creérmelo del todo.

- Sí Renji.

- ¿Cómo sabes eso?

- Me lo contó la administradora del orfanato.

- ¿Fuiste a hablar con ella de mi pasado? – pregunté casi enfadado - ¿Qué derecho tenías?

- El de ser tu novio – casi me gritó y yo me sorprendí de aquellas palabras – sí Renji, quiero que seas mi pareja, oficialmente, quiero que estés conmigo.

- Te has vuelto loco – le dije mientras se me entrecortaba la voz por la sorpresa.

- No Renji, estoy perfectamente, estoy más cuerdo que nunca. Te quiero a ti a mi lado y me da igual lo que tenga que hacer para conseguirlo.

- No podemos estar juntos – le dije recordando mi pasado, recordando la amenaza de su abuelo – lo siento.

- ¿Por qué no? ¿No me quieres? – me preguntó.

- Claro que te quiero, eres el capitán más fuerte y apuesto que me he cruzado, llevo enamorado de ti desde que era un crío, eres como un sueño hecho realidad, pero no podemos estar juntos.

- ¿Por qué? – volvió a preguntar – porque todo eso que dices no ha respondido a mi pregunta.

- Porque no sabes nada de mí.

- Lo descubriré con el tiempo, sé lo más importante, que te quiero.

- No Byakuya, cuando sepas cosas de mi pasado me odiarás, te daré asco.

- Sé que has trabajado en el club Renji, sé que te acostabas con muchos clientes de la alta sociedad y me da igual, no me da vergüenza llevarte conmigo aunque te pudieran reconocer. Les dejaré claro a todos que no volverán a tocarte, porque eres solamente mío.

- No es por eso Byakuya, enserio – le dije a punto de llorar – no puedo explicártelo, pero no puedo estar contigo precisamente.

- ¿Es por mi familia? – preguntó

- Algo así – le comenté.

- Entonces no tienes de qué preocuparte, yo mismo hablaré con ellos.

- No – casi le grité porque sabía que su abuelo le contaría mi secreto si iba él solo – iré yo, por favor.

- Está bien, cuando te recuperes, espero verte por mi casa.

Tardé casi un mes en poder recuperarme y fue Byakuya quien habló con el club para informarles primero de que no iba a ir porque estaba en el hospital y en segundo, que no volvería a pisar ese sitio, porque ya sabía todo acerca de mis padres, acerca de mi deuda inexistente y acerca de cómo me engañaban, pero aún así, yo no podía dejar de tener miedo cada vez que veía a Byakuya, porque vino todos los días al hospital a verme y aunque me encantaba, también sentía miedo de que su abuelo le hubiera contado algo sobre mí.

Temía que un día apareciese por la puerta con mala cara y dijera en voz alta todo lo que había descubierto, todas las barbaridades que llegué a hacer para poder comer, para poder llevar alimento al orfanato, para poder sobrevivir, porque hice de todo, me humillé todo lo que pude, me destrozaron, doblegaron mi fuerza de voluntad hasta convertirme en este chico sumiso que encontraban en el club, el que hacía cualquier cosa para mantenerse con vida un poco más de tiempo.

Muchas veces pensé en morir, en dejarme morir y simplemente en suicidarme para escapar de mi realidad, de esta asquerosa vida que me había tocado vivir, pero no podía hacerlo, siempre acababa agarrándome con fuerza a la vida y supongo que ese gran deseo por vivir, se lo debía a Byakuya, porque desde el primer día que le vi en aquel patio entrenando con Yoruichi, supe que era amor a primera vista y aunque él ni siquiera se percató de mi presencia, yo iba siempre que podía a esa casa a pedir alimentos para verle. Prácticamente le vi crecer y me enamoré perdidamente de él, soñaba con ser suyo algún día, por eso no podía matarme, tenía que vivir por él, por mi sueño de estar con él.

Sé que le amaba y que ahora que él conseguía cruzar sus ojos con los míos, descubrir que yo existía y enamorarse de mí, era cuando debía hacer mi gran sacrificio y alejarme antes de que empezase a odiarme, porque nadie en su sano juicio perdonaría algo tan rastrero como lo que yo le hice a su familia. Destrocé toda su unidad familiar, sabía lo que estaba haciendo y aún así, yo iba siempre a su casa para verle, iba a pedirles comida, iba simplemente sin vergüenza alguna a destrozarles y lo hice, Byakuya no me perdonaría.

Cada día que pasaba en el hospital y que mi capitán venía a verme, yo trataba de ser algo más frío, más distante, cualquier cosa me servía con tal de que Byakuya empezase a alejarse un poco de mí, lo necesitábamos los dos, él para mantenerse a salvo de un desgraciado como yo, alguien que sólo era bueno para arruinar las vidas de los demás, para sobrevivir en el Rukongai y alguien a quien no le importaba lo que ocurriese mientras pudiera vivir unos segundos más, mi capitán no merecía a alguien como yo, merecía algo mucho mejor.

Yo necesitaba alejarme de él cuanto antes, antes de que su abuelo viniera a verme y amenazarme nuevamente, aunque al final, acabó haciéndolo, porque un día se presentó en el hospital para comentarme que su paciencia se estaba agotando, que no esperaría mucho más para que yo desapareciera de sus vidas para siempre, así que al final y aunque me pesaba hacer este tipo de medidas drásticas... pedí el cambio de escuadrón en secreto, sin que mi capitán lo sospechase.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top