Capítulo 12: Nnoitra

Renji Abarai

El día con Byakuya estuvo bien, me gustó que hasta se atreviera a entrar en el Rukongai sólo para buscarme, supongo que le preocupé saliendo de su casa así de esta forma tal y como lo hice, no debí hacerlo sin avisarle, pero tenía que salir de allí urgentemente, por su familia, por él, por mi, era completamente necesario, tenía que alejarme de todos estos problemas que parecían perseguirme.

Mi gran problema era... ¿Cómo iba a alejarme del amor de mi vida? Desde mi niñez le deseé, me enamoré de aquel chico prepotente y orgulloso, de su cabello liso y negro como el mismo carbón, de sus fríos ojos grises. Me encantaba verle entrenar, sus movimientos, ver su musculatura... me encantaba aquel chico pero como siempre, él jamás se fijaba en un pobre chico del Rukongai. Salía corriendo siempre de aquella mansión y cuando cruzaba el patio, sólo tenía unos segundos para verle allí con su familia, entrenando y siendo estrictos con él para que fuera el mejor en la lucha, en la espada, en el kidoh.

Por lo menos hoy mi capitán me había dejado dormir en mi habitación y menos mal, porque no quería volver a pisar aquella mansión en la vida, no quería tener que cruzarme más con su familia. Sé que me odiaban, sólo era el chucho del Rukongai al que de vez en cuando llamaban y me daban algo de comida, nada más, yo no era nada para ninguno de ellos. Ya su padre descubrió mi amor por su hijo y hasta me amenazó, así que jamás me acerqué a él y cuál fue mi sorpresa que acabé encontrándomelo en la academia cuando conseguí entrar en la academia.

Entré en muchos escuadrones aunque yo realmente quería ir al sexto con él, quería estar siempre a su lado, protegerle y salté de alegría cuando conseguí entrar como su teniente aunque él siempre se quejase de mí y mis orígenes. Daba igual cuánto quisiera pisotearme y humillarme, le admiraba, me encantaba, era fuerte, guapo, con un gran sentimiento de justicia y aunque era serio, yo había sido un privilegiado al descubrir su dulzura y ternura. No sé cómo iba a sacar valor para decirle que esto no podía seguir así, tenía que alejarme de él.

Intenté dormir y lo único que conseguí es dar vueltas y más vueltas, era imposible que pudiera dormir un poco antes de irme al club y decidí levantarme. Quería caminar un rato, quería pensar, aclarar las cosas y al salir del edificio del escuadrón, empecé a caminar sin rumbo fijo y acabé en el cementerio, junto al gran panteón de la familia Kuchiki donde descansaban los restos del difunto padre de Byakuya, al cual conocí bastante bien, sobre todo tras su amenaza por mi enamoramiento de su hijo.

Frente a mí apareció su nombre "Sojun Kuchiki" supuestamente fallecido en una batalla, es probable que fuera así, era el teniente de la sexta división cuando el abuelo de Byakuya estaba de capitán y una vez se jubiló su abuelo, Byakuya ocupó el cargo colocándome a mí como su teniente. No creo que ni su abuelo ni su padre pudieran imaginar que yo acabaría al lado de su hijo en cuanto a trabajo me refería.

Me agaché frente a su tumba mirando las flores que le dejaban todos los días, recién cortadas como el noble que era, hasta sus tumbas se cuidaban mejor, porque a nosotros en el Rukongai... dejaban nuestros cuerpos pudrirse en cualquier lugar, ni siquiera un lugar podíamos tener para nuestro descanso eterno. Recordé todo lo que había pasado en mi vida y empecé a llorar, no quería que mi pasado me alcanzase, pero lo haría, en algún momento lo haría y estaría perdido.

- Lo siento – dije llorando hacia la tumba – lo siento, prometí no acercarme a su hijo, pero no he podido cumplir la promesa.

- ¿Renji? – escuché a mi espalda y al girarme vi a Byakuya allí tras de mí observándome.

Me limpié las lágrimas como pude y me incorporé para ponerme de nuevo a su nivel y poder hablar mejor. Me había sorprendido que él estuviera aquí a estas horas, creía que ya estaría durmiendo y descansando, tenía que cazar algunos Hollows con Ichigo.

- Lo siento capitán, ya me marchaba.

- Renji... ¿Qué haces aquí en la tumba de mi padre?

- Sólo me perdí en el cementerio y acabé aquí, me llamó curiosidad al ver el apellido.

- Ya – me dijo - ¿Estás bien?

- Si – le dije – voy a llegar tarde al club, si me permites... me marcho ya.

- Renji... no vas a ir a ese club hoy, estás herido.

- Tengo que ir.

- Puedes quedarte conmigo – me dijo pero cuando iba a decirme algo más, la voz de su abuelo al fondo me llamó la atención.

- Byakuya, eso no será posible, hoy nos toca una reunión importante – le dijo su abuelo – deje que se marche su teniente, tendrá muchas cosas que hacer.

- Podemos dejar la reunión para otro momento – dijo Byakuya con su tono serio y frío.

- No seas impertinente – se quejó su abuelo – tienes responsabilidades con esta familia y lo sabes muy bien ¿vas a incumplir tu palabra? Prometiste no volver a desobedecer nuestras normas.

Creo que mi capitán iba a decirle algo aún más borde que antes, pero a mí me sabía mal que la familia estuviera discutiendo por algo tan simple como esto, así que al final acabé comentándole a Byakuya que no pasaba nada y que le vería por la mañana en la oficina. No pareció sentarle muy bien, pero a su abuelo sí le sentó perfecto, porque hasta le vi sonreír al conseguir salirse con la suya.

Me fui del cementerio hacia el club, tenía trabajo y supongo, que hoy Byakuya tampoco estaría por allí para ayudarme con mis problemas. Me sabía mal pensar así, pero es que eran mis problemas y no los suyos, eran cosa mía, mis problemas, no iba a venir siempre mi capitán a solucionarme las cosas.

Llegué al club y me extrañó ver a Ichigo cerca como si estuviera esperándome. ¿Sabía algo de mi trabajo? ¿Era por eso que estaba aquí? Me acerqué hacia Ichigo antes de entrar al club y tenía razón en algo, sabía lo de mi trabajo, lo supe por su forma de mirarme, como si ahora le diera asco ¿Hasta dónde había visto él? Me fastidiaba esta situación, porque a Ichigo casi le consideraba como un hermano, era un gran amigo, siempre habíamos peleado juntos desde lo de la ejecución de Rukia.

- ¿Por qué Renji? – me preguntó

- Porque no puedo hacer otra cosa Ichigo – le dije.

- Siempre hay algo que hacer.

- No Ichigo, no siempre. ¿Crees que me gusta hacer esto? – le grité

- No lo sé Renji, ahora mismo no sé qué pensar, te vi acostarte con aquellos hollow.

- Pues lo siento yo más que tú, fue a mí a quien se follaron y me da asco, pero no puedo hacer nada, me tienen atrapado Ichigo, tienes que creerme.

- En este momento no sé lo que creer, necesito tiempo para asimilar esto Renji.

- ¿Vas a decirle esto a Byakuya? – le pregunté.

- No lo sé Renji ¿Tengo que decírselo? Porque últimamente estáis muy raros los dos. ¿qué os pasa? ¿Os habéis peleado otra vez?

- No Ichigo, no me he peleado con él, me he enamorado de él y no sé como dejarlo ahora.

- Dios Renji ¿Pero qué narices te pasa? ¿Por qué no paras de meterte en problemas?

- No lo sé ¿Crees que yo quiero estar así? Me gustaría salir de todo esto pero no puedo.

- ¿En qué puedo ayudarte entonces? – me preguntó.

- No se lo digas a Byakuya – le dije.

- De acuerdo, pero intenta arreglar esto Renji.

Entré en el club y vi a mi jefe hablando con uno de los tipos de ayer, creo que era el tal Ulquiorra y me miró muy serio cuando me vio pasar a su lado hacia uno de los pasillos para ir a cambiarme. Iba hacia mi taquilla cuando sentí como alguien me empotraba contra la pared y me besaba con fuerza, era Grimmjow. Intenté alejarle de mí y al final, tras varios intentos conseguí que soltase mi boca para verle sonreír.

- Te echaba de menos encanto – me dijo

- Pues yo a ti no, lárgate – le dije muy serio.

- Admite que te gustó lo de la otra vez.

- Te destrozaré, igual que haré con todos los demás hollow, con todas las malditas espada o como os hagáis llamar – le amenacé.

- Pues es una lástima, porque ya ha corrido la voz sobre ti, creo que te espera alguien en la habitación y sinceramente... si me suplicases, podría sacarte de esa habitación – me dijo sonriendo.

- ¿Para acostarme entonces contigo?

- Mejor conmigo que con quien te espera, créeme – me comentó – vamos, sólo tienes que suplicar un poco.

- Ni muerto suplicaría a un hollow.

- Entonces diviértete esta noche – me dijo sonriendo con prepotencia

- Tranquilo que lo haré – le dije por retarle aunque tuve que agarrarme a la pared del mareo que me entró y Grimmjow fue quien me sostuvo para no caerme.

- ¿Estás bien?

- Suéltame – le grité – sólo es un mareo.

- ¿Estás seguro que sólo se un mareo? – me preguntó.

- Sí, estoy bien, lárgate – le dije y Gimmjow aprovechó para besarme antes de salir de allí.

Cuando entré por el cuarto, él tenía razón, había alguien esperándome y se presentó como Nnoitra Jiruga. Tenía pinta de sádico y creo que entre las palabras de Grimmjow y su aspecto, lo era. Quizá habría sido mejor suplicarle a Grimmjow que me sacase de aquí, pero ya era tarde para eso y encima... era demasiado terco para suplicarle a un hollow, jamás lo haría, tenía mi dignidad aún, porque podían hacer con mi cuerpo lo que quisieran, pero no tendrían mi voluntad.

No me dio tiempo ni a decir ni a hacer nada, porque antes de reaccionar ya tenía agarrado mi cabello y me había lanzado al suelo sentándose encima de mi espalda mientras presionaba mi cabeza contra el suelo. Sé que había cogido algo de uno de los cajones del mueble de al lado y sentía como levantaba mi camiseta. Intenté moverme para que me dejase pero no había forma, en su lugar, sentí dolor, me estaba pellizcando los pezones con algo y si no me equivocaba mucho, creo que eran pinzas.

Me mordí el labio para no gritar mientras él seguía con su juego y me daba algún azote de vez en cuando en el trasero diciéndome con su voz pícara que le gustaban las nalgas bien rojas. Creo que Grimmjow tenía razón en todo ahora mismo, quizá debí aceptar su oferta. Mordió mi cuello con fuerza y no sé si era mi imaginación que al sentir aquel dolor tan profundo creyese que estaba sangrando o que realmente estaba sangrando, no lo sabía.

Aún estaba mareado, no es sólo mareado, creo que me estaba resfriando porque me dolía la cabeza, tenía malestar en todo el cuerpo y no sé que me pasaba, encima tenía que aguantar a este individuo maltratar mi cuerpo, destrozarme sólo por el placer de ver destruido a un shinigami, nos odiaban.

Entró en mí de forma brutal y creo que estaba perdiendo el conocimiento, no me sentía bien, todo me dolía, el olor a sangre me empezaba a hacer que sintiera ganas de vomitar y no podía, sólo me dediqué a cerrar los ojos intentando controlar las lágrimas que querían salir de mis ojos mientras apretaba los puños aguantando el dolor del movimiento de ese hombre dentro de mí una y otra vez.

No sé muy bien qué ocurrió, pero sentí como su peso se apartaba de mi cuerpo y no supe si es que ya había terminado conmigo o iba a hacerme alguna tortura más, pero al girarme levemente, vi a Grimmjow que acababa de entrar en mi habitación y había empujado contra una pared a Nnoitra alejándole de mí. Creo que estaban discutiendo o peleando, pero yo agradecí que me lo hubiera quitado.

De todo aquello sólo recuerdo que cuando Nnoitra se marchó enfadado y herido, Grimmjow se acercó hasta mí quitándome todo lo que aquel espada me había puesto en el cuerpo y se sentó en el suelo cogiendo mi cuerpo para abrazarlo contra el suyo mientras intentaba decirme que todo estaba bien ya. No entendía que pasaba ¿Por qué iba a querer ayudarme? Él era un espada, era mi enemigo, me odiaba, me lo intentó demostrar la otra vez forzándome y destrozándome y ahora... estaba aquí cuidándome, protegiéndome de sus propios compañeros. No entendía qué ocurría, pero agradecí infinitamente que hubiera aparecido por allí para ayudarme.

No recuerdo mucho más que el quedarme dormido con el olor de Grimmjow, con la cabeza sobre su pecho, de seguir sintiendo ese malestar general y no entender absolutamente nada. Necesitaba a Byakuya ahora mismo, quería que él viniera a por mí, que me ayudase, pero tampoco iba a negar la ayuda de Grimmjow, por muy hollow que fuera, acababa de ayudarme y eso era algo que casi nadie hacía por mí desde que era un niño. 


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