Treintaicinco
Momento de Tensión
[NARRADOR]
Stiles admitía que no le gustaba haber engañado a Peter. Su cita doble había acabado hace rato ya, pero él estaba ocupándose de otras cosas.
Se encontraba en un pequeño café realmente alejado de donde vivía, puesto que de esa forma evitaba mejor que cualquier miembro de la manada le encontrase. Esperaba pacientemente a que la persona que lo había citado allí apareciese, aunque ya se estaba tomando su tiempo.
Entonces la vio entrar, con su cabellera rubia planchada y con un vestido verde apenas escotado.
— Hola Kate –La saludó cuando ella se acercó y se sentó en la misma mesa.
— Te ves bien –Le elogió la rubia.— ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que pudimos hablar a solas?
— Estábamos en un tejado con mi hijo de cinco meses y nos atacó un Kanima –Le recordó el menor.
La rubia rió y cruzó la piernas, no porque intentase verse sexy, sino para ponerse cómoda.
— Me sorprendió que fueras el hermano de Darren, de verdad creí que iba a encontrarme a alguien más... Parecido a él.
— Pues a mí me sorprendió que fueras la cita de mi hermano mayor, sobre todo cuando te besó.
El ojimiel se sorprendió al ver como un ligero rubor aparecía en las mejillas de la ex-cazadora.
— Sigo teniendo mis dudas acerca de ese plan del que me hablaste –Stiles fue directo al grano.— Sobre todo por la parte en la que hablabas de disculparte con los Hale.
Kate tragó grueso y se acomodó un mechón de su cabello detrás de la oreja, llevaba días nerviosa por esa parte de su plan.
— Stiles, ya sé que eso no tiene perdón, pero debo intentarlo. Necesito que ellos sepan lo arrepentida que estoy.
— Pues deberás ganarte ese privilegio –Sentenció el ojimiel.— Volviendo al tema... ¿Para qué necesitas mi ayuda?
— ¿Recuerdas al Kanima que trabajaba con Jennifer?
— ¿El pejelagarto? –Kate asintió.— Cómo olvidarlo.
— Me lo volví a encontrar hace un par de días –Stiles frunció el ceño.— Estaba demasiado enfrascado en matarme como para que fuera un encuentro casual.
— ¿Llegó a herirte?
— Apenas y pude escapar de sus garras, quedé paralizada en el bosque –Se quejó la rubia.— Ahí fue donde me encontró tu hermano, fue de mucha ayuda.
— Déjame ver si entendí –Pidió el menor.— ¿Mi hermano, Darren, te ayudó? –La rubia asintió.— ¿Segura que fue él?
— No Stiles, fue su gemelo. Otro hermano perdido tuyo.
— ¡Hey! –Stiles sonaba ofendido.— El sarcasmo es lo mío.
La rubia rodó los ojos mientras bufaba, por un segundo había creído en la posibilidad de que Stiles pudiera ser serio una vez en su vida.
— Para ser padre soltero, eres muy inmaduro.
— Lo primero en madurar es lo primero en pudrirse –Le dijo el castaño guiñandole un ojo.— Y volviendo nuevamente al tema, porque al parecer nos vamos mucho por las ramas, si te ayudaré.
— Genial, ahora hablemos de lo que de verdad me interesa –La rubia sonrió ampliamente.— Me enteré de que Derek volvió ¿Cómo estás?
— Bien, supongo... Ya hablamos acerca del tema y lo solucionamos, se quedó a dormir en mi casa.
— Cuatro años sin verle y ya lo andas metiendo en tu cama, no pierdes el tiempo ¿Eh?
Stiles le miró serio, no disfrutando de las bromas que la rubia hacía. Kate pareció notarlo, por lo que simplemente carraspeó con incomodidad y fingió que obsevaba a las demás personas en el café, no eran muchas, pero debían ser precavidos.
— ¿Qué vas a necesitar que haga? –Stiles nuevamente iba directo al punto.
— Sé que Deaton está ocupando la veterinaria de la manada de aquí, necesito que robes algo por mí.
Stiles abrió los ojos con sorpresa, procesando la frase en su mente un par de veces para ver si había escuchado mal ¿De verdad la rubia le estaba pidiéndole que le robara a Deaton?
— Me está dejando de gustar este plan –Admitió el menor.
— Deduje que dirías eso, pero antes de negar déjame explicarte –Kate se inclinó hacia adelante, sus brazos descansando en la mesa.— La resurrección de Jennifer no fue nada, hay mucha mierda detrás de eso. Y ese Kanima tiene información sobre esto.
Stiles mentiría si dijera que no había pensado en eso un par de veces, sobre todo desde que razonó que un Kanima no tiene el poder para revivir a alguien. Sino que se necesita una criatura más poderosa para ello ¿Pero quién pudo querer revivir a Jennifer? Esa maldita desquiciada no servía para nada.
— Lo que tienes que robar es algo que Deaton ni siquiera va a notar –Dijo la rubia para tranquilizarle.— ¿Has entrenado los poderes de la chispa?
— Desde que me fui de Beacon Hills.
— Perfecto, te darás cuenta de dónde está –Kate sonrió.— La manada de aquí esconde bien sus cosas.
— Es solo una impresión, pero me parece que les has estado vigilando.
La rubia rió un poco y volvió a sonreír ampliamente, dejando por sentado que sí había estado vigilando a la manada de aquél territorio.
— Necesito que me consigas la ceniza de montaña.
— Podría simplemente pedirle a Deaton que me preste de la suya.
— No, debe ser expresamente de esta manada –Kate se había puesto seria de repente.— El Druida de aquí le ponía algo... no sé qué es realmente, pero la usaron conmigo una vez, es muy poderosa.
El ojimiel asintió con la cabeza mientras también se inclinaba un poco hacia adelante, aunque no tanto como Kate. La rubia había exagerado un poco al inclinarse hacia él, ya parecía que le fuese a besar.
Continuaron hablando de aquél plan por un par de minutos más hasta que Stiles decidió que era hora de volver a casa, temía que Derek ya se hubiera cansado de cuidar a Dylan. Se lo había dejado por unas largas tres horas, ya era hora de que volviera a casa.
(...)
Para cuando Stiles llegaba a casa, mientras subía las escaleras hasta su departamento, podía escuchar la sonora risa de su hijo. Lo cual era algo normal para los vecinos, pero le sorprendía que, a pesar de que Darren aún no debía estar en el departamento, el niño se riera de esa forma.
En un principio creyó que quizás Scott, Cora o incluso Peter habían ido a ver al niño. Pero esa idea quedó descartada cuando al abrir la puerta se encontró a su hijo con la pijama de Batman que le había comprado hace un par de semanas y a Derek con su camiseta de Superman, la cual por ser del ojimiel le quedaba terriblemente ajustada, y con una sabana roja en la espalda simulando una capa.
El pelinegro, el cual cargaba a su hijo en hombros, se quedó petrificado al ver al menor entrar. Stiles, por su parte, cerró la puerta y aspiró mucho aire, solo para luego doblarse en una carcajada que hasta le hizo lagrimear.
— Hola papá –Le saludó Dylan.
— Dios... –Jadeó cuando finalmente pudo dejar de reír.— No sabía que te gustara Superman.
— Prefiero a Batman, pero él quiso ser Batman –Señaló a Dylan.
— Obviamente él iba a ser Batman, es mi hijo.
— Lamento haber estirado tu camiseta –Se disculpó el pelinegro.
— Nah, no hay problema –Stiles le restó importancia.— Al menos ahora puedo usarla para dormir, hace calor y las camisetas ajustadas no son precisamente mis favoritas para dormir.
Derek sonrió y se bajó a Dylan de los hombros, para luego quitarse la camiseta y devolvérsela a Stiles.
— ¿No te vas a quedar hoy?
— No, me quedaré con Cora –El ambiente se puso un poco incómodo.— No creo que ha tu hermano le agrade que me quede mucho tiempo en su casa.
— Es mi departamento, Derek. Él solo vive aquí temporalmente –Le informó Stiles.— No tiene poder de elección.
— De todas formas, quiero ir a pasar tiempo con Cora.
— Entiendo, es tu hermana menor –El humano se encogió de hombros.— Aunque no es como si debieras darme explicaciones, no soy tu pareja o algo por el estilo.
Hasta al mismo Stiles le dolió decir eso último, pero por alguna razón notaba a Derek mucho más distante que esa misma mañana. Y quería cortar el rollo a cualquier pelea que pudiera comenzar, puesto que Dylan estaba allí y no quería hacerle sentir incómodo.
Cuando el pelinegro se fue, el joven humano se arrepintió por lo que había dicho. Pero disipó aquella culpa en cuanto su hermano y su hijo se fueron a dormir. Debía encargarse de el robo de aquella ceniza de montaña.
NOTA DE LA AUTORA:
Estoy escribiendo esto el Domingo 31/07. Mañana se acaban mis vacaciones y tengo que volver a la escuela ;-; ¿¡Por qué la vida es tan malditamente injusta!? Alguien máteme ahora, por favor, o maten a mis profesores.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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