Diecisiete

Manipuladores

[STILES]

Me desperté sintiendo un horrible dolor de cabeza, no podía abrir los ojos y los oídos me latían de forma horrible ¿Cuanto tiempo llevo inconsciente? Eso es algo que aún no se. Pero por alguna razón puedo sentir unos latidos cerca de mí y un olor conocido, Erika está aquí conmigo ¿Como lo se? Ni yo mismo lo entiendo.

- Hey, Erika -Comencé a decir aun sin abrir los ojos.

Escuché sonidos de cadenas y unas manos apoyándose en mi cara. Gracias a la sobra que hacía su cuerpo obstruyendo la luz pude abrir un poco los ojos, era ella, ahora lo sabía con seguridad.

- ¿Qué ocurrió? -Me preguntó ella mirando hacia mi hombro.

Hice lo mismo que ella y observé la mordida, me ardía como si el fuego del infierno estuviera ardiendo sobre ella. Pero no podía ponerme a quejarme ahora, debo encontrar a Dylan.

- Me mordieron -Dije poniéndome de pie.- Un tipo que estaba con Kate.

- ¿Quién...?

- Está hablando de mí -La interrumpió aquel hombre.

Solo cuando lo observé me di cuenta de que estábamos en una celda, ambos con los tobillos encadenados, pero a diferencia de Erika yo tenía las manos libres, ella estaba encadenada por las muñecas y las piernas a la pared.

- ¿Qué es lo que quieres? -Gruñó la rubia.

- Solo le estoy pagando un favor a una socia, envenenar a este chico fue lo que me pidieron.

- ¿Desde cuando Jennifer tiene amigos?

- Desde que el tío de tu noviecito le arrancó la garganta y ella revivió.

- ¿Noviecito? -Repitió Erika mirándome.- ¿¡Sales con Derek!?

- ¡NO! -Grité.- Yo lo odio.

Aunque por la mirada que me dedicó Erika supe que ella sabía que estaba mintiendo. Era un poco obvio, pero apenas.

Aquel extraño hombre rió y luego se fue, entonces comprendí lo que ocurría, aquel hombre no me había mordido para convertirme en algo, sino para que muriera envenenado, lo de los sentidos mas agudizados debe ser mi cuerpo entrando en estado de shock.

- ¿Lo oliste? -Erika sonaba aterrada.

- No puedo olerlo Eri, no soy un chucho.

- Stiles... era un Kanima, te mordió un Kanima.

Me quedé petrificado, si las garras de estas criaturas podían paralizar a alguien por horas ¿Qué me haría la mordida? Va a matarme, eso es seguro, me voy a morir de forma dolorosa.

- ¡Sáquenme de aquí! -Comencé a gritar.- ¡Maldita sea, déjenme salir!

Continué gritando hasta que la poca luz solar que entraba por la ventana de donde nos tenían encerrados se apagó, ya era de noche. Escuchaba murmullos femeninos desde afuera, pero no había nadie frente a la puerta.

- ¡KATE! -Grité.- ¡Se que estás ahí, ven acá maldito gato super desarrollado!

Escuché el rujido de la loca pirómana número uno de Beacon Hills, ella no tardó ni un minuto en aparecer junto a los barrotes de la celda.

- ¿¡Qué quieres!? -Me pregunto obviamente molesta.

- ¿Dónde está Dylan?

- Tu pequeño mocoso está con Jennifer, ella tiene planes para él.

Solté una carcajada, desconcertando tanto a Kate como a Erika.

- ¿Te estás dejando controlar por ella?

- No lo hago.

- Si lo haces -La contradije.- ¿Para qué piensas que quiere a mi hijo? Deberías leer mas, para conseguir poder los Darach realizan sacrificios de seres puros, mi hijo es un bebé, la criatura mas pura que existe.

- ¿Y eso qué?

- ¿Qué crees que hará Jennifer cuando recupere su poder? Probablemente mandará a su lagarto mascota a morderte como lo hizo conmigo. A esa loca nunca le gustó trabajar en equipo.

Escuché a Kate gruñir, la beta junto a mí me miraba sin entender que intentaba hacer yo le sonreí de forma extraña, ella me miro asustada. Tenía un plan y ni esa jaguar o la loba iban a arruinarlo.

- Sabes... es curioso como te usan ¿Por qué no unimos fuerzas?

- ¿Pasarme a los buenos? No me malinterpretes pero...

- ¿Quién habló de los buenos? A mi no me importan estos chuchos, ellos intentaron sellarme cuando poseí este cuerpo.

- Stiles ¿De qué hablas? -Erika me miraba asustada.

- ¿Aun crees que soy Stiles? -Reí.- Niña tonta, ese chico nunca tuvo oportunidad contra mí. Tengo mil años, después de todo.

- E-eres el Nogitsune.

- Que comes que adivinas -Sonreí.- Ahora deja que los mayores hables ¿Si?

La rubia no dijo nada, se quedó mirándome con terror reflejado en sus ojos. Aprovechando que mis muñecas estaban sueltas me quité las cadenas de las piernas y caminé hacia la puerta de la celda, le sonreí a Kate.

- ¿Por qué no me sacas y juntos nos deshacemos de esos idiotas?

- ¿Cómo puedo confiar en ti?

- Tú quieres matar a la manada de chuchos, yo quiero a ese niño que tienen allí. Trabajemos juntos.

La gata comenzó a pensarlo, pero finalmente aceptó. Lo supe porque me abrió la puerta y me dejó salir con una sonrisa, luego volvió a cerrar.

- ¿¡Cómo pusiste mentirnos!? -Escuché gritar a Lydia desde la celda junto a la que estaba yo.- ¡Ni se te ocurra tocar a Dylan!

Volví a reír, de verdad creyó que todo lo que les dije era verdad. Hay gente crédula en este mundo, pero no pensaba que Lydia fuera una de ellas. El beta, Boyd, me miraba de forma extraña. Por lo que le sonreí y el me gruñó.

- Silencio, perro -Me acerqué a la celda y quedamos frente a frente.- Si Stiles estuviera aquí te diría que me esperen porque recupero a mi hijo y regreso -Le susurré lo último para que solo él escuchara.

Luego de decir eso salí junto con la cazadora de donde estábamos encerrados, ella me guió hacia el piso de arriba. Estábamos en el mismo edifico deteriorado de antes, lo supe porque por la ventana podía ver los mismos edificios que había visto antes.

- ¿Sabes donde guarda el antídoto?

- ¿Para qué lo quieres? Se supone que te curas -Me preguntó la rubia con sospecha.

- Porque mi espíritu se cura pero este cuerpo no, si se debilita no podré pelear contra el Kanima.

Ella soltó un pequeño "Oh..." y de unos estantes sacó un frasco con un líquido naranja, lo destapé y lo olí, tenía un olor horrible, pero era la única opción si quería continuar viviendo. Lo destapé y me lo bebí de un solo trago, por suerte sabía mejor de lo que olía.

- ¿Ahora qué? -Preguntó Kate.

- Tú te encargas de Jennifer y yo del Kanima.

La rubia asintió y me sonrió, ambos nos escabullimos hacia un cuarto donde estaban Jennifer y el Kanima ya transformado dándonos la espalda. El plan era que yo lo distraería y ella acabaría con Jennifer.

- ¡Hey, lagartija! -El Kanima volteó a verme.- ¡Ven acá sapito, atrápame!

Comencé a correr por un pasillo hacia una de las últimas puertas, mantendría a esa cosa alejada de la pelea que se armaría entre las dos chicas. Estaba entrando en un enorme cuarto vacío, debía ser del mismo tamaño que el Loft de Derek, cuando la cola de aquella cosa atrapó mi pierna. Comenzó a arrastrarme hacia él y levantó sus garras listo para clavarlas en mí, busqué con la mirada algo para detenerlo ¡Eureca!

Junto a mí, tirada en el suelo, había una manguera anti incendios de esas que abres con una palanca en la parte que se sostiene, estas lagartijas hiper desarrolladas odian en agua. Estiré mi brazo y cogí la manguera y me aferré a la palanca.

- Hora del baño, lagartito.

Luego de decir eso bajé la palanca y el agua comenzó a salir, empapando al bichajo. Cuando la criatura quedó tirada en el suelo y parecía inconsciente corrí hacia donde antes había dejado a Kate con Jennifer, encerrando al Kanima en aquel lugar.

Cuando llegué la Argent sujetaba a Jennifer por el cuello, la Jaguar estaba sujetando al Darach por el cuello. Kate volteó la cara para verme.

- ¿Quieres matarla tú? -Me preguntó sonriente.

- Te dejo el privilegio -Respondí.

- Está bien... Esto es por usarme -Clavó sus garras en el centro del abdomen de Jennifer, esta gritó .- Esto por mentirme -Quitó sus garras y volvió a clavarlas un poco mas abajo, Jennifer volvió a gritar y esta vez también comenzó a llorar.- ¡Y esto porque se me da la regalada gana!

Esta vez Kate clavó sus garras en el cuello de Jennifer, no tan profundo como para matarla, pero si para que dejara de gritar y se desangrara.

La cazadora Argent cogió a Dylan y lo sacó de aquel pentagrama extraño, por suerte el dibujo no estaba terminado, por lo que la loca de Jennifer no había llegado a hacerle nada. Gracias a Kate que llegó justo a tiempo.

- Es un muy lindo niño -Le acarició la cabeza.- Felicidades... Stiles.

Abrí mucho los ojos ¿Como me descubrió? La escuché reír, pero no fue una risa burlona o sádica de siempre, fue una sincera. Nunca creí eso posible en Kate y menos creí posible verla sonreír de esa forma tan amable con la que ahora sonreía mientras me miraba.

- ¿De verdad creíste que ibas a engañarme? Eres bueno para manipular a tus amigos, pero una criatura como un Nogitsune no se preocuparía por un pequeño bebé humano.

Ella me guiñó un ojo y me hizo una seña con la mano para que la siguiera, subimos unas escaleras hasta el techo del edificio y nos quedamos viendo el cielo nocturno.

- ¿Ahora qué? Supongo que me matarás.

- Lo estuve pensando y técnicamente lo que decías era verdad. Esa estúpida Darach planeaba matarme, la escuché hablando de eso con su Kanima, pero no podía hacer nada mientras el lagarto paralizante estuviera cerca.

- Así que me hiciste creer que te usaba pero tú me estabas usando a mí -Ella asintió.- Debo admitir que aunque seas una asesina loca me agrada tu estilo.

- Lo mismo digo -Volvió a sonreírme de forma amable.

Ambos reímos hasta que el maldito Kanima apareció, por suerte allí también había una manguera de incendio, pero no fui yo quien la cogió. Fue Kate.

- ¡Fuera de aquí, Pejelagarto!

Abrió la manguera y la presión del agua lanzó a la criatura por el borde del edificio, nos acercamos y quedamos viendo como esa cosa se iba corriendo como un cobarde. Se escucharon gruñidos y un aullido en el piso de abajo, Kate se acercó a mí y me dio a mi hijo.

- Tu novio viene, por esta vez lo dejo pasar ya que me ayudaste y no tengo nada contra ti.

- Técnicamente maté a tu sobrina.

- No me tientes Stiles, que podría lanzarte como al Kanima -Ella sonrió.- Buena suerte con Derek, es un amante cascarrabias.

Me puse rojo hasta las orejas y ella soltó una carcajada, para luego acercarse a mi oído y susurrar.

- Prueba con sus orejas, los perros tienen debilidad en las orejas.

Luego de decir eso se alejó, caminó moviendo las caderas de forma lenta y felina hasta el borde del edificio, volteó para guiñarme un ojo y saltó. Pude escuchar su caída, cayó de pie y luego me asomé para verla correr en la dirección contraria a la del Kanima.

- ¡Stiles! -Volteé para ver a Derek y Scott cuando los escuché gritar mi nombre.

Antes de que pudiera reaccionar Scott me estaba abrazando, iba a asfixiar a mi hijo a este paso. Pero nos soltó cuando Dylan se quejó.

- No sabes lo feliz que estoy de verte -Dijo cogiéndome por los hombros.- Dios...

- Tú puedes llamarme Stiles -Me burlé.

- ¿Cómo se te ocurre asustarnos con que eras el Nogitsune? -Esta vez Lydia se acercó y me abofeteó, aunque no dolió mucho.

- Era la única forma de lograr que me soltaran.

- ¿Y Kate? -Preguntó Boyd, apareciendo junto con Erika en las escaleras.

- Se ha ido. Acaba de saltar, no pude detenerla -Les mentí, no planeaba detenerla.

- ¿Por qué la manguera? --Olvidé que Kate me la había dado junto con Dylan.

- Había un Kanima -Admití. - Recordé que a la lagartija no le gustan los baños.

Dejaron de hacerme preguntas y salimos de allí, iba en el Camaro junto con Derek y mi hijo luego de que las chicas se disculparan por no haber podido evitar que Jennifer le hiciera eso en el hombro a Dylan, pero yo les dije que no había sido culpa de ellas.

No se en que trayecto del viaje me quedé dormido, pero cuando desperté estaba en el departamento, recostado en mi cama y con Derek sentado junto a mí. No veía a Dylan.

- ¿¡Donde...!? ¡Ahg! -Una punzada de dolor en mi cabeza me impidió hablar y levantarme.

El Sourwolf se acercó a mí y me colocó una mano en la frente, tenía las manos heladas, lo cual me provocó un escalofrío. Cuando finalmente el dolor se detuvo me sentí capaz de hablar.

- ¿Donde está Dylan? -Fue lo primero que pregunté.

- Está con Cora en la sala, ella ya se encariñó.

- Ah... -Sonreí- Eso es bueno.

- ¿Qué te pasó en el hombro? -Me preguntó.

- Me mordió el Kanima, luego Kate me dio un antídoto porque pensó que era el Nogitsune y que iba a ayudarla y ahora aquí estoy -Lo mire fijamente.- ¿Qué me ocurre?

- Estás volando en fiebre.

- ¿Por qué se dice volar? Yo no me estoy elevando ¿Estoy volando Derek? Porque eso sería genial, sería el primer humano capaz de volar, aunque en avión todos vuelan. Pero yo no, papá no puede pagarlo y nunca pude volar en avión ¿Tú has viajado en avión?

- No se si estás desvariando por la fiebre o por ser tú mismo -Me pareció ver a Derek sonreír.

Al verlo tan cerca recordé lo que me dijo Kate acerca de las orejas ¿A qué se refería con eso? Quiero averiguarlo, así que estiré mi mano y la coloqué detrás de la oreja de Derek, comencé a hacer lo que haría con un perro normal, rasqué detrás de su oreja y él bajó la cabeza. Me pareció escucharlo hacer un ruido extraño, era como un gruñido pero mas suave y le hizo vibrar el cuello, algo así como un ronroneo. Ahora resulta que no estoy acariciando a un lobo o un perro sino a un enorme gato, un gato cascarrabias.

- ¿Por qué suenas como gato? -Le pregunté, pero el no respondió.

El Sourwolf cruzó sus brazos sobre mis piernas y colocó su cabeza sobre ellos, acercándose mas a mí. Yo continué rascándolo y él no dejó de ronronear como el gato gigante con complejo de Sourwolf que es, en un momento me pareció escuchar a Cora riéndose frente a la puerta del cuarto, pero no le di importancia y continué acariciando a Derek hasta que me quedé dormido. De verdad tenía sueño.

NOTA DE LA AUTORA:

Aww... cositas adorables, tuve una sonrisa idiota mientras escribía la última parte. Espero que la disfruten tanto como yo.

En fin, sin mas que decirles me despido, les mando muchos besos y abrazos y me retiro a escribir alguna otra cosa. Adiós mi linda manada.








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