Mis días más oscuros
No es que piense que Vassilis no me haya querido alguna vez. Tal vez, más bien, era que su forma de amarme no me gustaba. Parecía que él sabía lo que era amar en ningún ámbito; tal vez sólo parecía. Varias veces me pregunté si sólo era así conmigo.
Llegando a México, me sentía como una fracasada de nuevo. No paraba de llorar. Además, seguía con esa angustia a pesar de no estar en Grecia. Me sentía perseguida y sentía que algo malo pasaría. Pensé por un instante que mi vida sería así para siempre. Por más que intentaba cambiar mis pensamientos de dirección, estos siempre volvían a ese momento.
La cara de aquel sujeto; su respiración y sus asquerosas manos. Y aunque sabía que él no se aparecería en Mexico, tenía miedo al salir de mi casa. Si alguien iba a visitarme, también tenía miedo de que se fuera. La gente a mi alrededor me notaba triste, y todos pensaban que era porque había vuelto de Grecia o tal vez porque Vassilis había roto mi corazón de nuevo; pero hubo algo que se rompió dentro de mí que no era tan fácil de componer como un corazón. Por alguna razón, aún a pesar de eso, no me sentía con la confianza de hablarlo, y cuando la tenía, el sentimiento que me quebraba era el que me impedía hablarlo.
Los días pasaban y eran iguales. Eran grises y pesados; tras pensamientos negativos que cubrían mi cuerpo. Entonces, llegó Angie a escuela. Le habían alquilado un cuarto cerca de la escuela y de mi casa. Así que para ella era sencillo visitarme, y es que tras mi trauma yo era incapaz de salir de casa. Estuve ausente en la escuela como docente y alumna, y por ende tampoco tuve dinero; fue mi época más oscura.
-¿Cómo sigue todo? -preguntaba ella- ¿Sigues teniendo miedo verdad? Esa gente nunca hace las cosas de frente y no vendrán a México.
-Lo sé... -dije escondiéndome en mi cama.
-¿O es por Vassilis?
-No, la verdad es que viví sin él por años. Por alguna extraña razón, él se siente indispensable; pero dejo de serlo hace mucho. Antes de irme le pedí a Yefua que me diera una señal, y creo que él y el universo, fueron muy claros.
-¿Sabes? Tal vez podrías escuchar un poco de música cristiana.
-¿Cómo?
-Si, esa música siempre calma y te hace sentir protegido. Yo sé que crees en el universo y eso, pero deberías tener espacio para Dios también. Estoy segura que este mal trago tiene una razón de ser.
-Lo sé, tienes razón. Pero antes que todo, quiero decirte que yo no creo que el universo sea Dios.
-¿Qué piensas del universo? ¿Crees que sea una persona?
-No, porque se llama universo. Seguro tiene forma de fantasma con estrellas y lo único que hace es divertirse de ver mis desgracias. Es algo extraño; pero pienso que el universo es un fantasma que actúa como ángel de la guarda.
Angie rió levemente -Ya mejor di que es peludo y ladra -comentó acariciando a Lizzie.
-Lo digo en serio. Algún día, haré un libro de eso.
-Deberías escribir, eso siempre ayuda -insistía.
-No es que no quiera, es que mientras que eso, que está en mí; esté roto, yo no puedo ni me siento capaz de hacer nada. Siempre dicen que a los escritores nos da miedo una hoja en blanco, pero eso nunca fue verdad para mí, hasta ahora.
-¿No se te ocurre nada? Me siento igual. Desde que no tengo a mi hija conmigo, y tampoco es como que mi vida sea miel sobre hojuelas.
-Lamentó escuchar eso.
-Tal vez por eso te de este consejo de la música, siempre ayuda. Y estoy segura que tu fantasma universo estaría de acuerdo conmigo -comentó.
Angie sonreía y me abrazaba aunque yo no podía parar de llorar. En un momento dado, llené su playera de lágrimas y tal vez mocos. Aún así ella se quedo conmigo hasta que pude sacar todo lo que tenía. Puso música cristiana en mi casa. Al principio, no fui declarada su fan; pero acepto que confórmenlos días pasaban, la música llegaba a calmar mi alma.
Seguía en aquella vieja casa con goteras y lámparas que prendían y apagaban. Tal vez sin querer me estaban representando por dentro.
El universo dentro de mí, vibraba de nuevo cuando cantaba su música. Canté durante días y comencé a escribir la historia más extraña y mejor escrita que tenía hasta ese momento "Lo que Guarda la Oscuridad". Por supuesto, poniendo a Dios y a el universo prácticamente como los personajes principales. Me puse a pensar en muchas cosas, como en la división de la gente por las religiones. Y sin darme cuenta, las respuestas a mis angustias las encontraba muchas veces en la misma Biblia la cual está llena de refranes y buenos consejos; entre miles de cosas que jamás creí encontrar ahí.
Y pude comprender que absolutamente todo lo que pisa y está en esta tierra le pertenece a Dios; incluso el mismo universo fue su creación. Si es que ese pequeño fantasma que tengo en mi mente existe, claro está. No podría decir que me curé; incluso hoy, cuando pienso en eso me duele, quema mi alma y la lastima. Pero con el tiempo, pude hablarlo. Lo conté a Pierre, quien lloró junto conmigo de la impotencia y cariño que había despertado en él.
-No debí dejarte ir sola -se lamentó.
-Pierre -respondí-, nunca nos imaginamos que algo así pudiera pasar.
-Me siento mal de que te pasara algo así.
-Tal vez soy mala persona y lo merezco.
-No. Deja de pensar de esa manera. No eres tú la mala persona; y que lo sepas de una vez, tampoco eres estupida. Tal vez distraída e ingenua, pero eso no justifica lo que te paso. Nada lo justificará jamás. Estás vulnerable y te sientes mal. Yo espero que con el tiempo, logres sanar tus heridas. Estos nuevos sentimientos que hay dentro de ti, tal vez te hacen sentir mal, pero con el tiempo algo te enseñarán. Esto es así...
-Eso esperas tú, y yo también. Ha pasado ya casi un mes y aún sigo clavada en eso.
-Pensé que era por Vassilis.
-Bueno, todos lo piensan; pero con mi mayor honestidad te digo que no. Ha pasado tanto tiempo en el que no hablé con él; que no siento la diferencia entre antes y ahora. Aún así, y a pesar de que es un tonto; pido que esté bien y no entre en depresión por culpa de lo qué pasó. Él merece ser feliz pero yo también ¿Me explico?
-Claro. Aunque si no volvemos a saber de él, sería aún mejor.
-Me he propuesto a mí misma no volver a hablar con él, incluso si me escribe. Y esto no tiene que ver con que lo odie. Si lo odiara, no me preocuparía por él. Esto tiene que ver con mi bienestar emocional.
-¡Bien dicho! -aclamó.
-Pero no sé si lo cumpliré -interrumpí.
Un silencio incómodo de nuevo nos invadió. Y después comenzamos a conversar de otras cosas mientras veíamos una película en la televisión. Me preguntaba si yo había caído en la comodidad. Pero ciertamente, no veía nada de malo en estar disfrutando de buena compañía mientras veíamos una película. Había descubierto aquel dicho que dice "Lo que Pedro habla de Juan, habla más de Pedro que de Juan". Exacto eso era Vassilis; dramático, destructivo, estancado en la comodidad. Y al final, esa infelicidad que cargaba por sí mismo me la escupía a mí.
Angie y Pierre hicieron palomitas y las trajeron al cuarto donde todos nos acostamos a ver la televisión. Para mi sorpresa, Pierre también había comprado cerveza, la cual tomé sin intención de emborracharme pero al final sucedió.
Si bien no sentía que era mi comodidad ver el televisor con una película; creo escapar de la realidad a través de una bebida..., si era una comodidad. Pero en aquel entonces, no conocía algo mejor que eso.
Pasó sólo un poco tiempo después de eso, después de por hablarlo sin llorar y después de sentirme menos infeliz; sólo un poco menos. Días con menos angustia y un poco más brillantes llegaron a mi vida.
Aún así estuvo haciendo un frío que nunca antes en mi ciudad había hecho. Y de repente, del cielo comenzaron a caer unos puntos blancos como si estuviera lloviendo a gran velocidad. Hacían un escándalo terrible. Me asomé a ver por la ventana y me encontré el jardín cubierto de esas cosas blanca. Parecían piedras de hielo, se les suele llamar granizo. Parecía como si hubiera nevado y también parecía haber sido un milagro.
-¿Lo estás viendo? -pregunté a Pierre por teléfono.
-Parece que el universo te está escuchando y está cambiando el clima -respondió.
-Esto es lo más cercano a nieve que hemos tenido. Tengo ganas de comprar unas cervezas y enterrarlas.
-Toma muchas fotos ahora que puedes. Es lo que yo estoy haciendo ¿Ves? Milagros suceden todos los días.
-Tienes razón, que hermoso regalo nos dio Dios hoy.
Miré hacia el cielo; un avión estaba pasando dejando un rastro entre las nubes. No lo pensé entonces; pero en realidad sólo estaba anunciando la llegada de algo más grande y más bueno. Cuyo interior y exterior eran como ese hielo; frío y a la vez capaz de quemar.
-¿Mañana paso por ti para ir a trabajar? -preguntó Pierre.
-Si insistes.
-Yo insisto...
-Nos vemos mañana entonces Pierre... -colgué.
Con el granizo hice un muñeco de nieve deforme mientras me preguntaba cómo sería estar en la nieve de verdad y que seguramente nunca conocería.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top