Espuma de mar
Kostas llamó a la policía, pero yo no era capaz de hablar. Sólo caminé de vuelta al hotel sin decir nada. Angie iba conmigo abrazándome, y recuerdo que decía cosas; pero no recuerdo que cosas decía. Para mi era como si sólo balbuceara. Me sentía mareada, como si todo se moviera muy rápido o muy lento.
Jamás había tenido esa experiencia, y de repente me sentí preocupada por todo. No podía estar tranquila y tenía miedo constante. Mi revoltura era tal que vomité y recuerdo que después de eso me bañe con agua fría; me acosté en la cama y me tapé. No sé qué pasó con Kostas y tampoco se qué pasó con Angie. Sólo recuerdo eso.
Al día siguiente pensé que me sentiría mejor, pero en cuanto abría los ojos, me sentía llena de inseguridad. Y tenía miedo a salir del hotel, del cuarto, de hablar de lo que había pasado.
-¿Maky? -repetía Angie tocando la puerta.
Yo temblaba de miedo a pesar de saber quien era. Y aún me sentía demasiado mal como para hablarlo. Abrí la puerta con miedo y la dejé pasar.
-¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte en algo? -preguntó preocupada.
-Angie, no me siento bien -mencioné caminando de vuelta a la cama-. Siento que no estoy aquí y tengo mucho miedo. Tengo miedo de ver a Vassilis, tengo miedo de salir del hotel, tengo miedo a abrir la puerta ¿Qué me está pasando? -pregunté asustada.
-Creo que es por lo qué pasó ayer. Descuida, Kostas vendrá por nosotras. Pero ¿A dónde fuiste ayer? ¿Qué fue lo qué pasó?
Apenas abrí la boca para comenzar a contar sobre aquel hombre que me tope en el metro; pero no podía siquiera contar un pedazo sin comenzar a llorar.
La expresión de Angie cambió. Me ayudó a peinarme, e intentó acomodarme la ropa para verme presentable. Intenté contener mi llanto sin mucho éxito. No volvió a preguntar ni a comentar nada, sólo puso una mirada triste que agachaba cada que veía mi rostro.
Comenzó a contarme sobre su hija pequeña mientras me ayudaba a arreglarme; su historia de como había decidido ir a Grecia para poderle dar una vida mejor mejor a esa hermosa niña. Me comentó cuánto la extrañaba y que ayudarme a arreglarme le acordaba de su pequeña.
Escucharla me calmó un poco y me hizo pensar en mi madre también. Cuando estuve más tranquila, salimos hacia lobby. Seguíamos caminando mientras ella tomaba de mi mano y Kostas nos vió en las escaleras. El volteó a ver mi rostro de la misma manera que lo hizo Angie y me di cuenta que tenía lágrimas aún, saliendo de mis ojos inconscientemente.
Caminamos todos juntos hacia el metro. Iba con miedo de ver a ese hombre de nuevo. Apreté la mano de Angie que no me soltó ni un segundo. Caminamos hacia la escuela mientras seguía con miedo de encontrarlo. Miré hacia todos lados con miedo a encontrarlo.
-Angie ¿Vamos tarde verdad? -me ganó el sollozo al hablar.
-Sólo un poco, pero no creo que pase nada -comentó mientras caminamos al salón.
Hacía un día soleado y las aves estaban cantando al rededor de la escuela. Los jardines eran relucientes pero mi estado de ánimo seguía siendo el mismo. La luz del sol parecía quemar mis ojos, como si hubiera pasado la noche en vela.
-¡Vaya! Llegan tarde -dijo Vassilis al vernos.
Angie le lanza una mirada de arma punzante y aprieta su boca en señal de no decirle nada de lo qué pasa por su mente.
-Buenos días -es lo único que me atrevo a decir.
-¿Por qué llegaron tarde?
-No tuvimos una buena noche -contesté.
-Si, es lo mismo que yo diría para cubrir mi irresponsabilidad -comentó-. Bien el día de hoy veremos sobre los verbos modales -anunció cambiando el tema-. Díganme que los conocen porque si a estas alturas no lo hacen me va a dar un ataque.
Permanecí callada y él me vio esperando a que contestara.
Posiblemente Angie tenía razón después de todo. Este hombre necesitaba toda mi atención para poder ser feliz.
-Makayla, ya que tanto amas contestar mis preguntas podrías participar. Hoy te noto diferente.
-No tengo ánimo... -respondí.
-No te pregunte si tenías ánimo.
-Si se cuales son los modal verbs... -contesté desanimada.
No hablé el resto de la clase por la ansiedad que tenía. Y posteriormente de la clase me dirigí a mi cubículo de trabajo. Estuvimos trabajando en silencio mientras mis manos no dejaban de temblar y sudar. Angie me ayudaba con mucho trabajo, ya que yo parecía una inútil.
-Chicas -dice Kostas asomándose por la ventana-, no pudieron dar con el paradero de quien le hizo daño a Maky. Pero prometieron poner seguridad en el hotel.
-No puedo seguir aquí Angie -dije con miedo.
-Tranquila Maky.
-Hola, chicas -se acerca Vassilis con su sonrisa brillante tras el día soleado y caluroso.
Todos guardamos silencio de repente al verlo incluso Kostas se agachó de vergüenza y se alejó caminando.
-¿Ok? -se preguntó Vassilis a sí mismo- Bueno. Sólo venía a decirle a Maky que hoy la acompañaré a casa.
-¿Ah si? -contesta Angie- ¿A qué se debe el honor de que tome sus responsabilidades de vuelta, maestro Vassilis?
-Dije que venía a decirle a Maky... no a ti -le contestó.
-Basta Vassilis -interrumpí-. Te veo a la salida.
-¿O sea que te da igual? -contesta indignado tras mi poco ánimo.
-O sea que estamos trabajando. Por favor, déjame trabajar -contesté fastidiada.
Vassilis chasquea con la lengua, se gira de media vuelta y se aleja riendo como si fuera un maniático a carcajadas.
-¡Es un idiota! -grita Angie apretando sus dientes.
-Lo sé -contestó sin más-, y pensar que yo le quería de verdad... -concluí metiéndome a la oficina donde estuvimos más horas acomodando papeles y haciendo lo que los maestros nos pedían. Cualquier documento o copia que fuere.
Y de nuevo llegó la noche. Mis manos comenzaron a sudar. Salimos tomadas de la mano de la oficina. Todo se veía solitario de nuevo. Me aferré a Angie con todos mis nervios y pánico. Sólo se escuchaba el ruido de la naturaleza y casi toda la escuela tenía ya las luces apagadas.
-¡Se largo! -exclamó en el silencio- Y de nuevo te dejo aquí ¡Ya no siento mi mano de lo mucho que la aprietas! -se queja.
-Lo siento.
-Cálmate. Kostas vendrá por nosotras y saldremos con bien de aquí.
En la salida de la escuela estaba Vassilis con un carro color gris. Me vió salir de la escuela y hizo señas con su mano para irme con él.
-¿Te irás con él? -pregunta Angie sorprendida.
-Deberíamos ir todos juntos -respondí-. Aprovechando que trae carro esta vez.
-Yo con ese no voy ni a la esquina, aunque me pagaran -respondió-. Anda, ve si quieres. Que haga algo, por lo menos; y cuéntale que te paso a ver si así se compadece un poco.
-No dudo que lo haré , así como no dudo que le de poca importancia.
Caminé jalando de mi mochila con los colores de la bandera de Inglaterra. Subí a su carro y permanecimos sentados esperando a que Kostas y Angie se fueran. Una vez que todas las sombras se desvanecieron y sólo las luces de la calle observaban, Vassilis comenzó a hablar. Me sentí nerviosa y sólo quería salir huyendo a casa lo antes posible.
-¿Por qué estás tan nerviosa hoy? -preguntó fastidiado.
-¿Nerviosa?
-Estás escondiendo algo.
-Vassilis, ayer... ¿Recuerdas al señor de ayer? -apenas digo... mis lágrimas comienzan a salir.
-¿Tanto te asusto? -preguntó arqueando las cejas.
Su celular no dejaba de soñar con mensajes de texto. Me limpié las lágrimas e intenté sonreír sabiendo que no lo entendería,
-Te llevaré a tu casa -finalmente dijo-. No es lo que yo deseo, pero tampoco deseaba que te la pasaras mal aquí.
-Descuida. Sino, puedo irme con Angie u Kostas. Vassilis...
Es aquí donde tomé aire y comencé la historia por el final. Le conté a Vassilis que el hombre que ayer me seguía, me corto un mechón de cabellos. Que me esperaba en casa para acosarme; y que me había sentido mal todo el día. Le expliqué que tenía miedo a todo y no me explicaba por qué. Y que, pesar de que esa persona ya no estaba ahí, siempre sentía que estaría ahí.
-Ahora entiendo todo -respondió-. Estás vulnerable, yo me he sentido así. Pero no creo que vuelva a pasar.
-¿De verdad?
-Esa persona ya se vio expuesta. No volverá a el mismo lugar donde lo vieron. Así que sigue con tu vida.
La forma en lo que lo decía, era tan serena. Como si intentara que le importara; pero sin que le importara en lo absoluto mi vulnerabilidad que yo hasta ese momento conocí. Todo se mezcló en una sopa de sentimientos que gritaban salir de mi cuerpo sin éxito. Dolor, dolor de cabeza, náuseas...
-¿Por qué no sales a buscar novio? No puedes estar haciéndome mal tercio a la gente siempre.
Sus palabras estupidas y su poca falta de tacto.
-Descarga Couple de nuevo y conoce a alguien.
-No quiero conocer a alguien -contesté molesta- ¿No lo ves? Buscar a alguien siempre es lo que me ocasiona problemas.
-¿Te molesta que sea yo quien te lo aconseje? Pero no puedes estancarte en tu cuarto de hotel, o tomar de la mano Angie toda la vida. Tal vez ella quiera salir con Kostas y tú sólo te interpones a que los demás sean felices.
-Puedo ver la televisión en casa o en el hotel... -respondí.
-Pero no quieres terminar así el resto de tu vida ¿O si? Viendo películas mientras todos hacen su vida y haciéndole mal tercio a los demás sólo porque estás asustada.
-Claro que estoy asustada Vassilis ¿Por qué no vas y te descargas tú Couple?
-¡O por Dios! ¿En serio dijiste lo que oí?
-¡Si, así te dejas de meter en la vida de los demás y los dejas en paz! -gritaron todos mis sentimientos.
-Nuevamente veo que entre tú y yo, no puede haber ni a mistad, ni pláticas ni nada -dijo molesto.
Me bajé de su carro y lo dejé hablando. Comencé a correr pues planeaba llegar al hotel corriendo; pero en la esquina de la siguiente cuadra, estaba Angie junto a Kostas quienes me esperaban.
-Sabíamos que volverías... -me dice Angie al verme.
Pero yo al verlos, no puedo evitar sentirme como ese fastidio que tanto dice Vassilis que soy. Me sentía como la basura, la piedra en el frijol, el mal tercio. Acepté la ayuda de Angie por miedo y me dirigí al hotel sin que las palabras de Vassilis se fueran de mi mente. Ni la luna, ni las estrellas, tampoco las hermosas vistas o los monumentos me hacían sentir mejor. Una vez dentro del hotel le pedí ayuda a Angie y comenzamos a empacar las cosas.
-¿Te irás ya? -preguntó extrañada mientras me ayudaba.
-No, pero no tardó en irme. Esta fue la peor decisión que pude tomar, pero ¿Sabes? Estoy feliz de haberla tomado. Porque este viaje está cambiando mi vida por completo. Y creo que ahora podré salir adelante siendo yo, siendo Makayla.
-¿Por qué lo dices? -pregunta extrañada llevándose la mano al pecho.
-Porque cerré puertas en mi vida que jamás debí cerrar; y abrí otras que nunca debí abrir. Sabes ¿Recuerdas al chico francés que te conté?
-Si claro...
-Pues, a veces siento que él era la única persona capaz de comprender quien soy. Y aún así, no fui capaz de traerme su foto ¿Ves? Ni siquiera le prendo una veladora real en casa -comenté con lágrimas.
-Tal vez no necesitas su foto para tenerlo en tu corazón, ni una veladora para tener su recuerdo vivo. Creo que tienes razón en que tienes que aprender a ser tú y sólo tú. Debes ser Makayla, aceptando que el Vasilisko pasó por tu vida derramando su veneno.
Comencé a reír histericamente al escuchar tal apodo.
-Si -continuó-. Pero que el francés o el griego pasaran por tu vida, no significa que dejarás de ser Makayla Cornejo. No eres Makayla Vassilis ni Makayla Yefuá. Eres tú con un pasado que te grita que lo cierres y vivas... -Angie puso su mano sobre mi hombro- Y estoy segura que así lo habría querido Yefua.
Sus palabras tenían sentido. Pero ignoraba la forma de cerrar un capítulo de mi vida que había sido tan bueno, por miedo a no vivir uno mejor jamás. Nunca hubo necesidad de dejar de ser una loca; pero supongo que en realidad yo tampoco supe por qué dejé de ser yo. Ahora lo sé, cuando conectas con una persona, cambias. A veces para bien y otras para mal; pero no siempre logras ser tu mismo con los demás. Esa noche dormimos juntas. Yo dormí en el suelo. Honestamente no estaba preparada para estar sola.
Caminamos al trabajo de nuevo al día siguiente. Hacia el frío suficiente para desear estar en México. Ese día no tenía curso, pero mis compañeros estaban sentados en las mesas del jardín tomando un café esperando por el club de conversación. Vassilis pasó por su lado y los saludó, posteriormente me saludo a mí; aparentando educación.
-¡Hola chicos! -me acerqué a ellos- ¿Ya tienen la tarea?
En ocasiones la tarea que Vassilis dejaba era demasiada; y al acercarme a ellos notaba cierta cara de extrañeza sobre sus libros.
-¿A caso explicó esto en clase? -preguntó nuestro compañero Enrike.
-Me parece que no -respondí.
-Es extraño tenerlo de maestro, después de haberla tenido a usted -replicó Hana.
-Es extraño tenerlo de maestro, después de que fue mi "alma gemela". No te preocupes, podría ser peor -contesté.
-¿Están haciendo la tarea? -pregunta Vassilis.
-La cual no enseñaste, por cierto -murmuré.
-¿Perdón? -preguntó con arrogancia- No me digas cómo hacer mi trabajo...
¿Alguna vez tuviste un maestro que no aceptaba sus errores y exhibía a sus alumnos? ¿Qué no escuchaba opiniones? Pues en ese momento, esos ancianos que yo tuve de maestros y eran así, se habían convertido en Vassilis.
-Pues, es la verdad. Ni quisiera nos has enseñado cómo hacer un ensayo.
Mis compañeros se quedaron callados, agachando su mirada de incomodidad y mordiéndose los labios. Su cuerpo les pedía huir, pero era demasiado tarde.
-Ahora resulta que la que está estudiando gratis se está quejando de sus clases.
-Yo no estudio aquí gratis. Estoy pagando mi educación con trabajo. Trabajo, que por cierto, tú haces más difícil.
-Si sigues hablando, te reportaré y haré que te regresen a México.
-Tendrás que reportar a dos personas -dijo Angie rápidamente.
-¿Si saben con quién están hablando? Cuando estuve en México fui el mejor maestro de Latinoamérica.
-Pero ahora estás en gracia -exclamé molesta- y aquí, no eres ni el segundo mejor.
Mis compañero se voltearon a ver el uno al otro, guardando sus útiles y demás dentro de su mochila.
-¡¿CÓMO TE ATREVES?! -gritó- Eres un asco de persona. Además eres destructiva. Me preguntó cómo yo pude pensar que podía tener algún trato contigo si ya sé que todo lo que gira al rededor de ti son tus dramas.
Vassilis dejaba salir porquería de su boca, y yo intentaba no escucharlo. Y no lo quería escuchar, no porque me pareciera poco importante. Más bien, porque escuchar sus gritos y palabras me hacían sentir más mal de lo normal por el recién insidente que había ocurrido. Mi corazón latía rápido y mi piel se congelaba.
-¿Miss, esta bien? -interrumpió Hanan.
-¡Renuncio! -gritó él.
-No hace falta -interrumpí-, aquí quien renuncia soy yo.
-Bien, paga tu multa por incumplir el contrato entonces -contestó retándome.
-A diferencia tuya, yo no tengo problemas de dinero.
-Pues entonces paga, y vete a México. Donde están tú y toda esa mierda de personas...
-Angie... ¿Vienes a México? -pregunté mirándola- Necesitábamos una maestra con tu nivel de inglés. Es una lástima que no pustlaras.
-Me voy -contestó también-, la verdad... no resisto estar aquí. Odio a los narcisistas -murmuró.
Angie y yo nos dimos la media vuelta y partimos a casa sabiendo que seríamos amonestadas. La multa no era tan grande. En realidad eran aproximadamente 42 euros. Así que los pagamos y regresamos a México juntas. El grupo de C2 que estábamos por aperturar había sido tomando por un amigo de Kieran, pero Angie postulo para maestra de intermedios avanzados B2. El maestro de Grecia tampoco había hecho bien su trabajo, así que no se le iba a echar de menos.
Tras esa mala experiencia, lo único que supe es que Vassilis había renunciado; por un mensaje que me envió Hana. Y también que él había notificado a la escuela y alumnos que había sido por culpa de nuestro encuentro aquel día.
Me parecía tan poco hombre, que al final; me di cuenta que su importancia también era igual a la espuma del mar; sólo importa cuando le prestas atención.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top