El verdadero loco

Yo sabía que Antero no era para mí. Que era como las estrellas en el cielo; inalcanzablemente hermoso. Tal y como el significado de su nombre; era sumamente varonil sin necesidad de intentar parecerlo. Él era él mismo y probablemente eso era lo más sexy en él. No era sumamente cursi y tampoco era sumamente frío. Era un misterio sin necesidad de aparentar serlo. Tan natural como los árboles de Finlandia.

-Siempre hay un roto para un descosido -me dijo Pierre tras escucharme hablar de Antero.

-¿Qué quieres decir?

Pierre seguía pasando por mí todos los días antes de ir al trabajo y también salíamos juntos del trabajo. Me daba un ride para llegar a mi casa aunque no lo necesitaba. Pero era lindo poder hablar con alguien; me hacía sentir menos sola. Y no es que mi familia no contara; pero siento que en cuanto a el corazón se refiere, la familia nunca logra comprenderte tan bien como lo hacen mis amigos.

-Las parejas son como los rompecabezas -explicó-. Embonan sus piezas unas con otras. Tú nunca terminaste de embonar con Vassilis. Eran como dos piezas que se forzaban a encajar. Jamás comprendí eso.

-¿De verdad lo ves así?

-Claro. No sé qué persona eras cuando estabas con él; pero usualmente no eres como cuando estás con él.

-Es curioso. Siempre pensé que estando con él, yo era yo al 100%. Me sentía distinta pero porque pensaba que era Makayla a la máxima potencia.

-Tal vez primero deberías saber quien eres tú. Conocerte y pensar si en verdad eres la misma que está con Antero, o que está con Vassilis o que estuvo con Geoffroy.

-Rayos Pierre, tú siempre me sorprendes. Para ser tan tonto a veces eres muy sabio.

-¡Hey! -dice molesto.

-¿Y crees que el Señor V tenga una pieza de rompecabezas?

-¿Cómo? -pregunta confundido.

-¿Crees que embonará con alguien?

-Tal vez, apenas estaba leyendo sobre los narcisistas y no podría asegurarlo.

"¿Pierre lee?", me pregunté. Seguramente busco información en YouTube o en TikTok. Para personas como él; esos son los medios más recurrentes para encontrar información.

Sus palabras se habían quedado grabadas en mi mente; una palabra de ellas especialmente. Durante la hora de descanso me encontraba sentada en el jardín de la escuela y murmuré al viento "Narcisista", tras un breve suspiro.

-¿Quién? -preguntó Antero.

Antero venía en compañía de Angie. Angie abrió los ojos y después negó con la cabeza intentando detenerme de contestar la pregunta.

-Nadie -mentí-, es sólo que...

Angie seguía agitando su cabeza y apretaba sus labios...

-¿Sabes que ser un narcisista es una enfermedad mental? -me preguntó Antero.

Me quedé sin palabras, inmóvil. Antero se sentó a mi lado y Angie también se sentó con nosotros. Antero me veía extrañado y al ver que estaba perpleja siguió cuestionando...

-No me digas que eres narcisista -me dijo tapando su boca.

-No, no. Tengo un amigo que es un poco narcisista y hoy otro amigo -comenté riendo- me dijo que era un narcisista.

-Pues deberías alejarte de ese tipo de gente -Respondió Antero. Angie se sorprendió de escucharlo hablar de esa forma; permanecimos mudas.

-¿Por qué dices eso? -insistí.

-Porque son una mierda -contestó.

Angie y yo comenzamos a reír nerviosas ante tanta sinceridad. Antero simplemente seguía con su mirada helada color azul fijada en mi, y siguió explicando.

-Los narcisistas no son capaces de sentir amor. Buscan quien los ame para seguir subiendo su ego; pero son destructivos emocionalmente.

-Yo he escuchado lo mismo -dijo Angie-, es un tema muy de moda al parecer hoy en día.

-¿Cómo puedes reconocer que alguien es narcisista? -pregunté preocupada.

-Carecen de empatía -insistió Antero- , te utilizan, necesita ser admirados todo el tiempo, son envidiosos, creen que son especiales y mejor que los demás. Claro que esto le da una personalidad seductora. Ellos son incapaces de sentir amor, y sufren ten fuertes depresiones... Yo... conocí a alguien así alguna vez...

Mientras Antero hablaba de los narcisistas de forma tan general, me vinieron tantos recuerdos a la cabeza. Todas esas depresiones de las que hablaba Vassilis, esa forma tan poco empatica de comprender lo que me había pasado; la forma en la que él se halagaba día a día y su necesidad de que sus alumnos lo halagaran también. Esos tratos especiales que necesitaba para sentirse único...

- ...Y bueno, ellos son pacientes psiquiátricos que no tienen cura -concluyó.

¿Alguna vez has sentido que eres de cristal y que crujes como si te hubieran golpeado? Pues ese día, no sólo crují; sino que me quebré. Se hizo una cuarteadura en mi pecho de una profundidad que no se alcanzaba a ver. Y no había puntadas que pudieran arreglarlo. Había echado a perder mi tiempo con alguien que no tendría arreglo nunca; intentando reparar lo irreparable.

-Si -dijo Angie-, ese amigo del que hablamos queda perfectamente en el cuadro de un narcisista.

-¿Estás bien? -me preguntó Antero preocupado, viendo mi expresión facial.

-Creo que voy al baño -dije parándome.

-Voy contigo -dijo Angie.

Antero se quedó sentado en la silla y se llevó la mano a su barbilla mientras nos veía alejarnos. Tenía una cara de confusión y pena en su rostro.

-Todo este tiempo, fue un tiempo tirado a la basura -decía molesta.

-Bueno, no nos consta que esté enfermo.

-Es todo el perfil de Señor V; si no es que Señor V es peor.

-No usemos término; tal vez no sea así. Y cómo te dije, no nos consta ¿Ahora qué harás?

-Nadie me va a devolver los años que perdí esperando el milagro de que me amara de verdad.

-¿De verdad crees que nunca te amo?

-De verdad sé que no lo hizo. Tal vez alguna vez me quiso, la cuestión es que tampoco sabe como querer. A estas alturas no sabría que pensar de él. Me siento confundida; tal vez no sea ese tipo de persona, lo que si se es que aunque lo pensara mucho; creo que en realidad no necesito una respuesta. Él es quien es...

-Entonces termina con eso. No le des muchas vueltas al asunto. Él no estuvo contigo cuando lo necesitaste. Y creo que es momento de buscar algo verdadero; y tal vez ya te encontró -dijo mirando hacia la puerta.

Angie me abrazó y estuvo conmigo mientras secaba las lágrimas de mis ojos. Salí de ahí con mis lentes de sol aunque el día estaba nublado. Antero lo vio normal, porque posiblemente la gente en Finlandia ve los días nublados aún con sol. Angie nos dejó para ir a dar clases. Y entonces Antero volteó a verme.

-¿Conoces a una a alguien así, verdad?

-No sé de qué hablas -dije intentando disimular.

-Tu nariz está roja y creo que lloraste cosa que no deberías. Cuando una persona se entrega a otra persona con amor; creo que la persona que no nota los actos de amor que se hacen por él o ella, es quien pierde más al final. Así que eres tú quien al término ha ganado.

-Si, bueno. Mejor vamos a clases antes de que se nos haga tarde.

-Si, tienes razón. Oye ¿Crees que vuelva a poner la música a todo volumen hoy?

-No creo que sea a todo volumen.

Antero permaneció callado. Subió su mirada pensando y caminó a mi lado hacia el salón. De nuevo estábamos todos dentro del salón de clases. El profesor nos esperaba sentado en el escritorio; y al vernos entrar dio un sorbo a su café mientras permaneció viendo a Antero.

-¿Por qué siempre me mira de esa forma? -preguntó el maestro.

-¿Cómo? - preguntó Antero enderezando el cuello.

-Así mira él... -respondí.

-¿De qué forma? -siguió preguntando Antero.

-Hay que aceptar que miras muy feo y parece que quieres matar con la mirada -reí a medias de decirlo.

-¿Yo? Yo miro a la gente normal.

-Seguro es porque viene de un país nórdico -dijo el maestro.

-Aaaah... -exclamamos el resto del salón mientras Antero ponía su cara de confusión.

-Maestro -interrumpe Antero- ¿Puede bajar el volumen de la música? Me molesta.

El maestro bajo el volumen al instante -Tú nivel de honestidad no se maneja en México y déjame decirte que tampoco en Australia.

Antero arqueó las cejas y siguió trabajando. "No fuera Vassilis porque ya habría renunciado", pensé para mí misma y reí sola.

-Chicos -dijo Paola-, el día de hoy vamos a salir por unas cervezas ¿Les gustaría venir?

-Yo si voy -contesté al instante.

-Hoy tengo que trabajar... pero puedo alcanzarlos al terminar -dijo Antero.

-¿Antero, estás trabajando ilegalmente? -preguntó el maestro.

-Algo así. Pero lo invito a visitar los Sándwiches Bob en la isla de comida de la Plaza Mármol. Estoy seguro que le van a encantar -comentó teniendo al final un poco de nervios.

La clase comenzó a reír y posteriormente el maestro siguió la clase. En muchas actividades tuve que interactuar con Antero; para platicar u organizar información del libro. Una vez que tratabas con él, era fácil soportar su mirada. Al terminar las clases, invité a Angie y a Pierre a nuestra pequeña reunión y aceptaron así que mientras mis compañeros se adelantaban y me mandaban la ubicación; yo esperé al rededor de una hora y media para alcanzarlos.

-¡Quieres ir porque irá Antero! -se burlaba Angie.

-En parte, tal vez...

-¿Antero? -preguntó Pierre- ¿El chico de quien me hablaste ?

-Si -contesté-, ese mismo. Sé que irá, pero en realidad; creo que quiero ir porque quiero tomar y olvidarme de todo. No han sido días fáciles.

-Lo importante es que estás a salvo -dijo Angie.

-Nosotros te cuidaremos -dijo Pierre.

Y me sentí un poco más apoyada. No me sentía del todo bien. Aún a veces ese sentimiento de angustia me invadía y era incapaz de ver películas de suspenso en esos momentos. Recuerdo que..., si intentaba verlas, sentía que algo apretaba mi pecho y mi respiración se alteraba. Y salir en general, de fiesta o a una plaza; requería de fuerza de mi parte. Pero por suerte, mis amigos me apoyaban. Nunca tuve el valor de contarle a mi familia; tal vez por miedo a que no me volvieran a dejar salir; o por miedo a parecer estupida y no haberme dado cuenta antes de que un loco me persiguió y acosó en Grecia. Pero poco a poco, esa pena se disipaba. Y el poder llevarme bien con alguien y tener un nuevo amigo..., hacían que esas penas no fueran tan grandes.

Fuimos a un bar ubicado en el centro de mi pequeña ciudad; tomamos cervezas con el resto de mis compañeros mientras comíamos papas fritas .

-¿No vendrá Antero? -me preguntó Paola.

-Supongo que si -respondí-. Pero no sabría decirles.

-Yo lo vi -dijo Daniel-, estaba trabajando en un puesto de tacos al pastor, cerca de aquí.

Angie y yo nos volteamos a ver al mismo tiempo confundidas.

-Te equivocas -le dije-. Yo sé que Antero trabaja en una plaza, en la isla de comida; hoy lo mencionó.

-Pero, es que se ve que Antero trabaja mucho. Creo que no exageró cuando dijo que era muy trabajador -insistió Daniel.

Antero de repente venía caminando. Estaba un poco sudado, se veía que había estado trabajando un largo rato. Pese a que sudaba, no tenía olor en absoluto; y creo que eso fue sorprendente para todos porque lo veíamos algo confundidos. Él se sentó a mi lado y salido a todos mientas comenzó a ver la carta.

-¿Qué te has pedido tú? -me preguntó.

-Una michelada, deberías probarla.

Antero bajó la mirada y vio una cerveza llena de chile escarchado al rededor. Chamoy embarrado al rededor del vaso, y adentro del mismo más salsas y una banderilla -No, gracias -finalmente dijo.

-¿Por? -pregunté.

-No me gusta lo picante. Y esta combinación que está en tu vaso; es posiblemente la más retorcida que he visto en mi vida.

-¿No hay micheladas en tu país? Me han perdido para siempre...

-Sinceramente, no se ve apetitosa. Pediré una cerveza simple ¿Cuantas te has tomado ya?

-2 caguamas... -respondí.

Antero abrió los ojos como platos y subió las cejas. Sonrió y siguió viendo la carta. Posteriormente le pidió a la mesera una cerveza pequeña de la marca Corona.

-¿Sólo eso?

-Apenas voy iniciando, y no me gusta la cerveza caliente.

-Está haciendo frío... -dijo Angie- Por si no lo notaste.

-Esto no es frío -respondió Antero sintiendo el aire.

-Lo mismo les digo yo -replicó Pierre.

Nuestros compañeros, Angie y Pierre; nos veian hablar y desaparecían. Como si se difuminaran en el ambiente. Pensaba que era mi imaginación, pero era como si no quisieran estropear la escena. Éramos como una novela para ellos. Después Daniel con mucha pena, rompió el silencio.

-¿Antero, ahora estás trabajando en los tacos de pastor? Te he visto dos cuadras más arriba de este lugar.

-¡Vaya! Siempre me encuentro a alguien -respondió Antero riendo.

-¿Ahora vendes tacos? -pregunté.

-Experimentó todas las experiencias gastronómicas posibles. Y lo que pueda, me lo llevaré conmigo de vuelta a Finlandia. Por ejemplo, las micheladas no se venderían en Finlandia, así que eso no me lo llevaré.

-¿Y qué tal te va vendiendo tacos ? -preguntó Pierre.

-Estupendo -contestó-, pero aún no sé qué significa "Güerito" -hizo un gesto de confusión.

-Ser güero -respondió Pierre- para los mexicanos, es estar rubio y blanco de la piel.

-¡Pensé que significaba niño! -respondió.

-Todo pasamos por eso -dijo Pierre poniendo una pose de galán.

Rolé mis ojos hacia arriba y suspiré -Ignóralo, le encanta hacerse el interesante.

-No es tu amigo el narcisista ¿O si?

Bajé la mirada y tomé lo que quedaba de mi cerveza, haciéndole un gesto a los meseros al terminarla, pidiendo por más.

-No deberías tomar tanto -dijo Antero preocupado.

-Entonces -interrumpió Angie al rescate- ¿Aquí te dicen "Güerito" por ser blanco? Ahora entiendo por que me lo dicen también...

-Amenos que vayas al mercado -dijo Paola-, ahí todos somos güeros.

-¿Por? -preguntó Antero.

-Es como un halago para que compres -respondí y comencé a beber mi nueva cerveza.

Antero me mira confundido -¿No es eso muy racista?

-Si, lo es; -dice Pierre- pero, gracias a eso, Antero... Tú y yo, podemos conseguir a cualquier mujer en este país.

Antero se quedó viendo con cara de desagrado a Pierre y bebió su cerveza. Después volteó a verme y sin nada de tacto comentó -Tú amigo me cae mal.

-¡Antero! -Le grité mientras siguia embriagándome.

-A mi tampoco me cae bien, pero es lo que el universo nos mando -dijo Angie entre risas.

Y así, entre más risas, plásticas, y miradas amorosas; nuestra noche pasaba volando. Fue la primera noche después de aquel incidente en la que por fin fui capaz de despedirme de todo lo malo que había pasado en mi vida. Cada día que pasaba, la herida cicatrizaba. O eso creía yo, estaba tan borracha para cuando terminó la reunión no podía caminar. Antero me vio preocupado y me recargo en su hombro para caminar.

-¿Donde vives, amigo? -preguntó Pierre.

-Vivo cerca de la escuela. Pero ahora me preocupa ver que Makayla llegue a salgo a casa.

-Vamos, tal vez puedas quedarte con ella en su casa. Si es que no te molesta el sillón, yo he dormido ahí varias veces.

Antero lanzó una mirada en forma de bala a Pierre quien parecía que quería ocultar su cabeza como las tortugas. No recuerdo bien como pasó, pero cuando Pierre se estacionó; Antero me cargó como un costal de papas hasta que llegamos a mi cama; mientras yo gritaba que me bajara porque como siempre lo he dicho, odio que me carguen.

Me dejó encima de mi cama, con mi ropa y maquillaje puesto, y después salió de la habitación cerrando la puerta. Es lo que recuerdo de esa noche, y después todo se volvió claro y lleno de luz; como en un parpadeo. Amanecí tal como lo recordaba, vestida y alborotada. Era sábado 12 de diciembre. En el trabajo nos habían dado el día libre; así que no amanecí preocupada. Tomé una toalla y me dirigí al baño para ducharme. En cuanto abrí la puerta, un delicioso aroma me llego a la nariz. Caminé a la cocina, y ahi estaba Antero; sonreía pero su mirada tenía pena al verme tan desarreglada.

Estaba sirviendo unos omelettes sobre mis viejos platos de plástico.

-¿Por que no usas vajilla de vidrio o cerámica? -preguntó extrañado y riendo.

-Porque se rompe... -expliqué.

-Pues, si eres un niño y eres tonto, claro que se va a romper. Pero, tú eres un adulto; no tendrías por qué romperlos.

Comencé a reír histericamente -Me gusta que seas brutalmente honesto -comenté.

-¿Por qué? Si eso es malo. Eso no tendría por qué gustarte. Mi familia siempre me regaña y me dice "No seas grocero".

-Pero me gusta... -comenté sonriendo.

Antero sonrió, y sus mejillas se volvieron rosadas. Agacho la mirada y murmuro -Ve a bañarte.

Le hice caso como si fuera una niña, tomé mi toalla; pero fui por mas ropa al cuarto; ya que el plan inicial el era salir sin ropa. Pero la visita de Antero cambiaba totalmente los plantes.

Disfruté de un delicioso baño sin resaca alguna; pues soy anti-resaca. Escuchando la canción de Maroon 5 "Sunday Morning" que Antero había puesto a todo volumen en mi viejo estéreo. La cantaba mientras sentía el agua y la espuma acariciar mi cuerpo. Por un instante pensé que quería permanecer así para siempre. Mientras Antero estuviera presente en mi vida, esta parecía brillar.

Finalmente cuando salí de bañarme, Antero estaba poniendo la comida en la mesa. Me senté y él sonrió, y un poco apenado preguntó -¿Podemos hablar sobre tu adicción con el alcohol?

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