-Última esperanza-
Notas: Ningún personaje me pertenece, todos fueron concepción total de Stephen King. Yo sólo soy una más de los que adora escribir y leer de sus personajes.
Dedicado a mi novia preciosa SweetyGirl90 por nuestro primer año <3 Gózalo, bby.
Y también a la guagua --tooru-- por inspirarme escribiendo tan bello.
Advertencia: Spoiler (Películas/libro). Relación homosexual. Uso de universo del libro y cine a la vez. Headcanons.
-Última esperanza-
Última esperanza ¿Uh?
De esa manera había visto a aquel terrorífico edificio desde el instante en que llegaron y bajaron a su maltrecho compañero de "aventuras sobrenaturales" en una camilla y se aventuró a aprender a orar sin demasiadas groserías en post de suplicar un nuevo milagro.
Dios del que alguna vez me burlé solo por molestar a Stan, por favor demuéstrame que solo soy un idiota que se equivocó y que em verdad existes.
Y sí, señores. Para que alguien como Richie Tozier se pusiera en plan religioso hipócrita había que tratarse de algo importante y de vida o muerte, así era.
Eddie Kaspbrak.
El pequeño chiquillo hipocondríaco del que se burlaba amistosamente y cuya madre gorda siempre formaba parte de dichas burlas; el mismo con el que se unió a esa burda casa club para cazar a un payaso psicópata junto a otro grupo de inadaptados igual que ellos; aquel con el que jamás se atrevió a ser tan sincero como con Stan y solo se forzó a olvidar lo que talló en su infancia sobre la madera de un viejo puente, junto a todo lo demás; el hombre que volvió a ver con sus propios y ciegos ojos una vez más luego de una llamada que nunca deseó y que hace menos de un día fue atravesado por el mismo monstruo que creyeron eliminar de niños.
Ese Eddie Spagetti.
El que ahora estaba en plena sala de cirugía, manteniéndolo en vilo desde hacía casi diez horas.
Sigue vivo... ¡Yo sé que sigues vivo, así que...! ¡Más te vale resistir!
Aquel sentir había estado invadiendo su mente desde hacía varias horas, mientras sus manos emblanquecían por la fuerza con la que se aferraban mutuamente y su tensión subía con cada TIC TAC del reloj. Los pasillos de las salas de espera del hospital de Derry siempre le parecieron fríos y tenebrosos, pero hoy más que nunca lo sentía en carne propia helando cada glóbulo rojo que recorría sus venas.
Todo en aquel sitio hacía que un nudo le creciera en la garganta, desde las pálidas paredes hasta los pisos mal lustrados sobre los que posaba sus pies. En estos momentos no quedaba ni medio rastro del carismático comediante que dejó atrás, ahora juraría que si alguien lo viera creería que se escapó de un loquero y no los culparía.
¡Vamos!
Maldita sea, estaba por considerar demandar a aquel hospital de pacotilla por no ofrecer mejor un reloj digital, pero se contuvo maldiciendo por lo bajo y tratando de pensar en chistes malos de toc-toc para bajar el tirón que estaba por reventarle una arteria.
Y lo peor, no tenía a nadie con quien desquitarlo o mínimamente entretenerse para evitar su propio hecatombe. Beverly y Ben le habían estado haciendo compañía, pero fueron a por un café para aguantar seguir despiertos; Bill tuvo que ir a hacer unas llamadas para asegurar algunos temas que se supone el seguro podría o no cubrir de la emergencia de hoy, además de cuidar que cierta mujer paranoica aún no se enterara de esto, necesitaban más tiempo y paciencia para ello; y Mike... Bueno, pasó por urgencias para asegurarse que su estado no empeoró y prometió volver con un cambio de ropa sirviera a todos, no podían seguir con aroma de cloaca y humedad por siempre.
Pero el punto era que estaba solo ahora.
Dios...
¿Cuánto tiempo llevaba allí esperando? Le estaban por salir raíces y mirar el causante secundario de sus nervios ya no era opción.
Cuánto tiempo más.
Cuando apenas llegaron se supone que los médicos y enfermeras le aseguraron que todo iba a estar bien, que una cirugía de emergencia resolvería todo pues el hecho de que Eddie aguantase hasta llegar allí ya era un milagro.
Quiso creerles, pero ahora su inseguridad comenzaba a carcomerlo lo suficiente como para sentir que le mintieron. Que nada estaba bien y que quizás la gravedad del asunto era peor, pero solo no quisieron decirle al verlo tan alterado.
Era de suponerlo, puesto que llegó pateando la puerta de entrada y gritando cuan energúmeno por atención médica, además de haberle estado gritando al conductor de la ambulancia por todo el camino. Y tal vez por eso mismo luego de sí fue Bill quien tomó las riendas de la charla con los demás entendidos del hospital, el Tartaja tenía buena labia aunque sonase irónico.
Suspiró.
No pudo evitarlo de cualquier modo, esa desesperación la tenía acumulada en su ser por más de una década y por todo lo que sucedió hace apenas una noche, no permitirse estallar le fue imposible.
Aun no podía creer que pudo vivir olvidando esto por tanto tiempo, y ahora lo sentía tan natural que le costaba respirar de solo pensarlo.
Esto era real y no lo volvería a olvidar, por eso suplicaba por un milagro más.
Uno donde una enfermera saliera tras aquella puerta y le dijera "Todo salió bien."
Solo pedía eso.
Por la vida de aquel cuyos recuerdos al fin fluían completamente en su mente durante la larga espera...
.
..
...
..
.
Ese día hacía un frío atroz, de esos que hacía que el comparar Derry con la Antártica no fuese del todo descabellado. La típica temporada de gripe o resfriado común poco antes de Navidad, época en la cual normalmente muchos caían, y esta vez el pequeño niño Kaspbrak no fue una excepción.
Hasta donde había oído por parte de un vago aviso de su profesora de ética, Eddie no se presentaría a clases debido a un resfriado común o algo por el estilo, y de eso pronto se cumpliría una semana entera. Muchos se imaginarían que era un tanto exagerado faltar por tanto tiempo por algo así, pero quienes lo creyeran no conocían a Sonia Kaspbrak.
"Esa vieja loca y gorda." Pensó con cierto desagrado, intentando pedalear con más para acelerar su velocidad.
Había tenido la suerte de salir más temprano tras escapar de una detención injusta; pues en su opinión su profesor de biología merecía ser llamado viejo chupa pijas luego de confundir el sistema endocrino con el urinario.
Si por Richie fuese, podían meterse su reporte de mala conducta en el culo. Estuvo planeando lo que hoy haría por días para asegurarse de que "Soniazilla" no lo viera y no iba a retrasarlo sólo porque un viejo tenía un orgullo frágil.
En fin, lo importante aquí era que ya tenía en la mira la residencia hipocondríaca de su enfermizo amigo, por lo que aceleró un poco más y acordó detenerse para aparcar su bicicleta tras unos arbustos de jardín, para evitar ser vista. Tenía que tener también cuidado para que no se la robaran mientras no estaba, así que igualmente se permitió tomar unas pocas hojas caídas para recubrir lo demás.
Bien, ahora ya con su móvil asegurado, se dispuso a avanzar en dirección a la casa, cuidando agacharse frente a cada ventana abierta para que la mujer no lo viera. No le preocupaba mucho si algún transeúnte o vecino lo captaba, la gente de la ciudad usualmente era indiferente hacia lo que ocurría alrededor si es que no le afectaba, y siendo honestos, a nadie le afectaba que un bocasucia intentara ingresar a la casa de una paranoica gorda que se creaba pleitos con medio mundo.
Tomando eso de ventaja, se apresuró a ejecutar su plan una vez se encontró con la ventana que daba al cuarto de su amigo en el piso de arriba, lanzando unas piedresillas que guardaba en su bolsillo para una ocasión "especial"
Sí, señores. Richie Tozier estuvo esperando el momento ideal para atracar una propiedad privada, nada inusual a los 13 años.
No tardó en recibir el resultado que buscaba, observando como la dichosa ventana no tardó en abrirse, mostrando a un confundido y congestionado castaño, quien parecía más que solo sorprendido de verle allí.
No era de extrañar, hasta ahora solo Bill vino a visitarlo y dejarle la tarea, pero es que el de gafas quería una entrada más propia y única.
— ¿Richie? ¿Qué hac-
— ¡Shhh, no tan alto! -Le recordó, acercándose al borde entre la pared y una especie de entrerejado que alguna vez sirvió para algunas flores, cuando la madre del niño con asma tenía otros pasatiempos.- ¿Puedo subir?
Ni siquiera existía motivo al preguntar, porque ya lo estaba haciendo de cualquier modo. Cortesía, quizás, pero solo de excusa.
— ¿Qué estás haciendo aquí? -Volvió a indagar el convaleciente chico.
Su voz sonaba gangosa y tosía un poco cada cierto tiempo, pero en opinión de Richie no lucía tan diferente a cómo era siempre, excepto quizás por el pijama puesto.
— Que grosero, Eddie Spagetti. Yo que me molesto en visitarte para corroborar si sigues vivo y tú echándome. Dolor. -Oh, sí. El de gafas gozaba pseudo dramatizar todo, como el hecho de entrar por una ventana para ver a alguien ya no lo fuese por sí mismo.- Y por cierto, lindos autos.
El mejor estampado que haya visto, hasta reírse era penoso.
— ¡N-no lo hago! -Chilló el aludido tratando de volver a la cama y arroparse para que su ropa no robase mayor atención, aunque siendo "shusheado" en el proceso. Olvidó que no debía gritar.- Ni me voy a morir, pesado.
O eso quería creer. Estaba siguiendo todos los métodos de cuidado recomendados por su doctor, y él prometió que estaría bien.
— Si tú lo dices.
No lo demostraba, pero en el fondo esperaba que tuviese razón.
— Como sea, vine por un muy importante motivo y espero goces de mi amable presencia. -Hizo una serie de gestos, solo para terminar echándose junto al contrario y sacar una revista que traía consigo.- Debes estar muy aburrido, así que... ¿Comics?
¿Qué? A él le animaban junto al chocolate caliente cuando caía enfermo, y más aun con la buena compañía que ya ofrecía al castaño.
Oh, sí. Era un maldito genio.
Eddie lo observó unos instantes, como queriendo procesar lo que oía, para luego sonreír de manera débil.
— No tienes remedio.
— Tomaré eso como un "¡Sí, comics!" de tu parte.
.
La había liado de nuevo, y esta vez su pobre rostro pagó las consecuencias de ello, aunque podía estar agradecido que solo se trataba de una herida leve en el rostro, cortesía del psicópata chupapijas de Henry, quien le lanzó un zapato cuando vio que no lo alcanzaría tras perseguirlo por casi una hora luego de gritarle que se fuese a darle el culo a Patrick Hockstetter.
Sí, no fue la mejor idea que se le pudo ocurrir, pero lo dijo sin pensar en el momento.
— Nunca sabes cuando cerrar tu boca ¿Cierto?
— Oh, cállate. Los jabones no hablan.
— Y tu casi tampoco vuelves a hacerlo por andar de bocazas suicida.
— Escucha, yo no... ¡Ay, carajo!
La voz de Stan regañándolo retumbaba en sus oídos, a su vez que un leve ardor se hacía presente en su mejilla gracias a las atenciones del joven Kaspbrak, quien era el encargado de desinfectar la herida que yacía en su mejilla mientras Bill vigilaba que nadie viniese.
— De verdad te dejó una herida grande. -Fue hablando mientras seguía su ardua y delicada labor, ignorando las quejas adoloridas del de gafas y prosiguiendo con tal cuidado como si estuviese tratando con material radiactivo o algo así, incluso traía guantes que se negaban a preguntar porqué los traía consigo.- Tienes suerte de que hayamos actuado a tiempo para desinfectar o se te pudo haber complicado, como agarrar una septicemia generalizada o amputarte la mejilla. O incluso...
Oh, la atención cuidadosa del niño pudo haber resultado adorable en cierto punto, considerando su tamaño y aspecto frágil. Sin embargo, que le estuviese hablando sobre cómo se le podría caer la cara en tiras de no cuidarse rompía con todo el ambiente.
— Sí, sí. Eds, ya entendí. Infecciones y eso. -Se quejó al ver que no se callaría.
UF, como si los regaños de Stanley no bastaran.
El aludido hizo un mohín gracioso, pero siguió lo suyo hasta que lo creyó suficiente, vendando la herida lo mejor que pudo. Incluso le agregó una curita de dinosaurios.
Eddie simplemente tenía el don con esto, resultado de años de vivir y ser un hipocondríaco, quizás.
— S-siguen sin haber moros en la costa ¿C-cómo van?
Ya se metieron en suficientes problemas para abastecerse de alcohol y algodón en la enfermería escolar; ni siquiera se supone que pudieran acceder al sitio, pero unos preparativos para un evento de los de último grado mantuvo la escuela a puertas abiertas; así que debían asegurarse de no ser atrapados mientras atendían a "un solado caído".
— Ya terminé. Estás como nuevo. -Aseguró el chico con una sonrisa, misma que dejó a Richie casi tan embobado como el gesto de la bandita.
El sentimiento que todo aquello le despertaba era tan fuerte y cálido, tanto como para nuevamente abrir su bocota sin pensar.
Fue solo un reflejo, ese sentir raro lo obligó.
— No eres tan inútil como imaginé, Kaspbrak.
No. No era lo que realmente pensaba, y aun así lo soltó sin quererlo. Y obviamente, el aludido no tardó en mostrar queja, evidenciando la posibilidad de un inicio para otra discusión tonta, pero...
— ¡Hey!
— No te preocupes. En idioma de este bocón significa un " Gracias".
...Por supuesto, nunca faltaba la interferencia de Stan en aquel tipo de situaciones, como si las entendiera incluso sin participar mucho y viese el instante justo para intervenir y salvarle el pellejo.
En serio, se necesitaban más amigos judíos como él en esta vida.
— Oh... Bueno, no importa. -Habló ya calmado Eddie y volviendo a sonreír.- Me gusta ser útil.
Y solo ver eso bastó para que aquel sentir raro volviera, solo que esta vez acordó morder su lengua y no arruinarlo, optando mejor por salir de allí tras el llamado de Bill, a su vez que cada tanto rozaba con sus dedos la curita que tenía en su mejilla.
.
Luego de aquel macabro enfrentamiento contra aquel ente infernal, muchas cosas fueron cambiando. Como lo fue que poco a poco algunos fueron partiendo así como la inusual paz que representaba la falta de Henry Bowers y y su pandilla por las calles.
Ni siquiera terminaba de creer que aquel lunático terminó de algún modo echándose la culpa de todas las desapariciones, pero extrañamente intentaba no pensar mucho en eso. Ahora sus prioridades eran otras, como el acuerdo de reunirse que tenía con Stan, Bill, Ben, Mike y Eddie a una nueva cafetería que abrió hace poco, un buen lugar para celebrar que salieron vivos de aquel año y que pronto iniciarían otro, además de rendir honores a Bev, a quien deseaban le estuviese yendo bien donde quiera que estuviese.
"Se están tardando".
¿Por qué escogieron aquel lugar?
Su mamá había traído a casa un pastel de allí el otro día y era delicioso; lo que lo calificaba como un buen sitio para gastar algo de la mesada, aunque tendía a replanteáselo cuando no vio aun a sus amigos en el punto acordado, sin contener mil maldiciones que fue soltando al aire y conteniéndose de dejarlos plantados.
Tranquilo, Richie. Quizás tú fuiste quien se adelantó demasiado.
Era una latente posibilidad, pero no lo detenía de mandar al demonio al resto de perdedores por hacerle esperar como idiota en una esquina, aunque para su fortuna al menos no estaría tan solo como temió.
— ¿Richie?
— ¡Maldita sea! -Gritó en cuando aquella voz llegó a sus espaldas, haciéndole pegar un brinco.- Demonios, Eds. Pisa fuerte la próxima, casi me da algo.
No lo culpen, a veces la antigua paranoia de tiempo atrás amenazaba con volver y de la peor manera, aunque esta vez resultó en una falsa alarma que trabajo consigo la risa divertida del recién llegado.
— Fue tu culpa por andar pensando en quien sabe qué en lugar de prestar atención. -Acotó, haciendo bufar al de gafas.
No le gustaba no tener la razón, pero por esta vez se la perdonaría.
— ¿Sabes, Kaspbrak? Desde que dejaste de ser asmático estás más impertinente. -Comentó, haciendo énfasis al grato descubrimiento.
Y no es como si fuese algo malo. En su opinión era el mejor progreso que alguien como Eddie podía permitirse, al fin habiendo dado ese gran paso para ignorar a su gorda madre y darse el lujo de vivir un poco.
Todos lo notaban y apreciaban, aunque era obvio que el propio Eddie era el más feliz al respecto.
— ¿Tú crees? Lo tomaré como un halago. -Así es como intentaba verlo para evadir la culpa que a veces le nacía, pero por hoy no iba a preocuparse por ello.
Hoy era día de comer pastel.
— Parece que somos los primeros... -Murmuró observando el local de reojo.
No había lucha gente dentro aun, pero estaría bien que intentaran reservar mesa antes de que las horas siguiesen avanzando hacia el almuerzo y todo comenzara a abarrotarse.
— Bueno, si nuestros dispuestos amigos no tuvieran el culo pegado al suelo y huevos en los pies, tal vez ya estarían aquí. -Se quejó, rodando los ojos por un momento, más no tardando en reenfocar su atención en el más bajito.- Pero... ¿Qué hay de ti? No solo llegaste temprano, sino que aun no he escuchado quejas sobre que el dulce no es almuerzo, que falta proteína y vitamina, blablabla de tu parte.
Eso ya era extraño de su parte, incluso luego de todo lo sucedido.
Y la respuesta a ello sería incluso más extraña que eso.
— Sí, bueno... Ta almorcé. -Se encogió de hombros como si describiera una acción obvia a pesar de apenas ser las 10 am.- Mientras todos hicieran eso, es normal que no diga nada. Quiero decir, el horario biológico estará algo estropeado, pero...
— S-sí, claro...
"Claro, Eddie. Se inocente y sigue creyendo eso si te hace sentir mejor."
Dios, tuvo que hacer un esfuerzo monumental para no reírse en su cara, así como distraerlo con la excusa de entrar para agarrar mesa para así pasar del tema.
A veces este chico le recordaba cuan ingenuo aun era para el mundo, pero... ¡Eh, aun progresaba!
— De verdad todo aquí es muy limpio y huele a dulce.
Incluso teniendo mesa junto a la ventana dicho ambiente no se arruinaba, lo cual lo hacía mas increíble.
— Lo sé, lo sé. Ni parece Derry cuando estás dentro y eso es lo mejor. -Hizo un gesto al respecto, jugueteando con el menú de delicias a su vez que picaba al chico para robar su atención.- ¿Qué dices si nos adelantamos para ver qué elegir?
— Uhn... Yo creo que...
Y así, transcurrieron unos largos pero cómodos minutos donde trataban de pronunciar los nombres extranjeros de ciertos postres e imaginaban cosas absurdas como flanes flameados por un dragón o el intentar usar dicho método con malvaviscos alguna vez.
Cosas típicas de niños, sin preocupaciones reales ni ataduras del tiempo, solo goce inexplicable y natural.
Todo era tan... Mágico, y solo Eddie estaba allí.
Ya había experimentado junto a éste momentos como este varias veces, pero algo le hacía sentir esta ocasión más especial, obligándole a recordar lo que hizo en aquel puente meses atrás y esperando que su tonta sonrisa no fuese tan obvia.
Era solo... Magia.
Simple y sublime, donde no existía nadie más.
Sin embargo, su burbuja no tardó en romperse y fue de de manera más tonta y obvia.
— Hey ¿Esos no son los chicos? -Habló de golpe el castaño, haciendo alusión a las figuras infantiles que reconoció a través del cristal, haciendo un gesto y picando levemente la ventana para así captar su atención para que los vieran e ingresaran también.- ¡Estamos aquí!
— ¿Eh? Ah, sí... ¡Cierto, las tortugas llegaron!
"Demonios..."
Obviamente, esto era lo que tenía que suceder. Él mismo lo planeó de aquel modo después de todo, aunque cierta sensación incomodaba volvió a hacerse presente y tuvo que ocultarla tras un regaño tonto, además de groserías incluidas en alusión a la lentitud del resto de perdedores, aunque seguía allí.
Y lo peor...
Por algún motivo, en lo más profundo de aquella decepción, no pudo evitar preguntarse algo aun más extraño que ese sentimiento que todavía ocultaba.
De haber sido alguno de ellos una niña... ¿Eso convertiría aquel rato solos en algo similar a una cita? No entendía demasiado de ello, pero...
Pensar sobre ello hacía a su pecho doler.
.
Fue una noche loca pero agotadora; como mucho éxito, alcohol y publico insaciable que lo exprimió hasta quedar seco como para ir a ahogarse en camerinos; ni siquiera opuso la resistencia a la idea de su agente por insistirle en volver al hotel en limusina, y es que en su estado no podría conducir.
Si lo multaban o algo parecido por alcohol en la sangre iba a ser muy malo para el negocio, o algo así creyó recordar.
Daba igual.
Tan solo se limitó a esperar a su móvil junto a unos guardaespaldas del lugar, perdiendo su atención con las luces de la ciudad por un instante y tan solo reaccionando cuando una tímida voz lo llamó por su nombre.
— ¿Señor Tozier? ¡Señor Tozier, vine por usted!
No tardó en dirigir su vista al origen del llamado, sin mostrarse muy impresionado ante la bajita y uniformada figura masculina delante suya.
Castaño, de baja estatura y un nerviosismo ligeramente palpable a pesar de la cortesía mostrada y la molestia tomada para ir a ayudarlo a subir al móvil al ver su dudoso estado.
Vaya, nadie imaginaría que tal alfeñique podría con él, pero de seguro solo estaba acostumbrado.
— S-señor Tozier. Déjeme le ayude y pronto vamos a...
— Eres lindo.
Soltó de golpe y sin previo aviso. No estaba pensando, ni tampoco terminaba de caer en cuenta totalmente de quien era ese sujeto.
Debía tratarse del chofer o algo así, quien sabe. Su mente no lograba la conexión ideal y solo soltaba algunos balbuceos.
Éste por su parte no dijo gran cosa luego de eso, ni siquiera cuando entre el parloteo para acomodarlo de manera segura en los asientos del interior del móvil, entre una torpeza y otra terminó rozando su mejilla contra la ajena.
Olía a... Farmacia por algún motivo, pero no prestó mucha atención al respecto, así como tampoco lo hizo a las exclamaciones del pobre hombre.
— ¡S-señor! ¡Se caerá!
No es como si en su estado fuese lo suficientemente consciente de lo que hacía o decía, ni era con la intensión de asustarlo o peor.
¡Vamos! Ni quiso usar su servicio en primer lugar.
De haber sido decisión propia con un taxi hubiese bastado, pero creyó que solo era parte del teatro para mantener el glamour de la ciudad en lo que lo regresaban al hotel; por no olvidar mencionar que en teoría esto debía ser más seguro.
Aunque bueno, para bien o para mal sus destinos se cruzaron de manera extraña aquella noche, en medio de tonterías de borracho que al día siguiente olvidaría y tal vez un acoso no intencionado que el propio chofer querría olvidar.
En fin, con algo de suerte tal vez la amnesia selectiva haría el milagro, aunque...
Era gracioso, porque el rostro de aquella persona se le hizo familiar gran parte del viaje, pero estaba tan borracho que tal vez sólo lo imaginó.
Tal vez.
.
Siendo completamente sincero, desde el momento en el que recibió la llamada de Mike, supuso que esta nueva "aventura" iba a ser una completa mierda.
Una jodida, aterradora y nada satisfactoria mierda que evitó por años, y que ahora esperaban que solo aceptase así como así.
"¿Por qué tuve que venir?" No dejaba de preguntárselo todo el camino hasta Derry, y siguió así incluso cuando la reunión fue empezando.
Es más, ni sabía por qué fue tan estúpido como para aceptar venir en primer lugar. Sí, sentía a los chicos familiares y cada recuerdo olvidado iba surgiendo lentamente, pero... ¿Y qué?
Esto era una locura y sería mejor largarse de nuevo, y era un hecho de que no era el único que lo ansiaba.
Todos tenían miedo, y ello dolía. El simple hecho de recordar lo hacía, tal y como lo experimentarían poco a poco a medida que se involucraban de nuevo. Y claro, todo esto era incluso más triste tomando en cuenta que los demás parecían envejecer como el vino y el queso, mientras él aun era una sexy patata con gafas.
Gracioso.
Sentía que lo conocía tan claramente como sucedió con, Bev, Ben Mike y Bill al inicio, pero oír de la vida de éstos no le incomodó tanto como lo fue saber de la de Eddie.
Y obviamente, esa pizca molesta dentro de sí se expresaba con el clásico bullying de amigos al pobre Kaspbrak. Era tierno que
— ¿Entonces te casaste? -Reía tan solo preguntarlo la primera vez.
— Sí ¿Qué tiene de gracioso?
— ¿Y es una mujer?
Lo admitía, el brutal cambio de tema que vino poco después se lo ganó, aunque supo tomarlo con humor... Nuevamente dirigido hacia Eddie, pero es que no podía evitarlo.
Y no entendía el por qué, es solo que la tontería de la esposa gorda de Eddie le fastidiaba tanto como no lograba ignorarlo y sólo tenía claro que era molesto de imaginarlo, y con ello el resurgir de sus recuerdos solo implicó otro dolor de cabeza que tarde o temprano enfrentaría.
Y no le iba a gustar mucho más que lo sucedido en aquel bobo restaurante chino.
Conozco tu secreto~
Tu sucio, sucio secretito~
Tal vez era el karma por aludir que pudo haberse casado con Sonia Kaspbrak. Eso sí daba miedo, incluso más que el propio Eso.
.
..
...
..
.
Todos esos recuerdos se aglomeraban en su mente, elevándolo y dejándolo caer una y otra vez, casi como una montaña rusa.
Ni siquiera se dio cuenta de en qué momento tanto Bev como Ben habían vuelto, aunque éstos no parecieron molestarse en traerlo a la realidad, muy ocupados también en compartir y consolar mutuamente su propia angustia entre unos arrumacos sutiles, pero lo suficientemente adorables como para recordarles sentir náuseas y leve envidia. Tan solo le dejaron a un lado, justo en el asiento de al lado un vaso con café un emparedado aun en su envoltorio plástico, quizás pensando que una vez reaccionara comería bocado.
Aunque eso no ocurrió tal cual. El nudo que lo tenía prisionero se llevó todo, incluyendo su apetito. No comería ni se cambiaría aun, no hasta recibir noticias.
Necesitaba nada más que eso y... Luego de casi 12 horas al fin lo obtuvo.
— ¿Parientes de Edward Kaspbrak? -Una mujer menuda y bajita salió tras aquellas puertas que nunca dejó de observar en todo este rato.
Aparentemente era la cirujana, o eso asumió por su extraña vestimenta azul junto a los guantes, gorra séptica y tapabocas. Merecía ya un premio solo por permitirse tal empleo en un sitio asqueroso como lo era Derry.
Pero eso era lo de menos ahora, debía ir a atender el llamado.
Y literalmente lo hizo, casi brincó de su silla. De haber podido volar, tal vez también lo hubiese hecho.
— ¡Aquí!
— Richie, no grites. -Regañó Ben, quien junto a la pelirroja de igual modo se acercaron a la especialista.- Es un hospital, hombre.
A veces olvidaba que el de gafas no tenía clase y la educación le parecía una lengua muerta.
— ¡Me vale tres hectáreas de la pija que Bev no tiene! -Rugió en respuesta, ignorando las quejas ajenas y casi abalanzándose hacia la pobre mujer. Incluso no se dio cuenta que comenzó a hablar tan apresurado que con suerte se le entendía algo coherente.- Nosotros somos sus amigos ¿Cuenta? ¡Que pregunta idiota, claro que sí! Nosotros lo trajimos... ¡Merecemos respuesta!
Los gritos histéricos de Sonia Kaspbrak de seguro eran nada en comparación a éste triste espectáculo. Nunca imaginó que algún día de verdad imitaría a la pobre mujer y sin siquiera notarlo, pero nadie merecía juzgarlo.
Acababa de pelear contra un monstruo mítico con forma de payaso en un alcantarillado ¡Maldita sea! Gracias deberían dar que aún no apuñaló a alguien.
— ¡Richie! -Gruñó esta vez Bill, quien decidió tomar palabra entre todos y la aturdida médico tras carraspear un poco, y es que si el comediante seguía abriendo su enorme y grosera bocota solo lograría que los echaran, o en su caso, ser enviado a un hospital psiquiátrico.- P-perdónelo. Está un 'poco' alterado, pero solo por preocupación. -Ni se contuvo en soltar un disimulado codazo al aludido por si intentaba contradecirlo.- Díganos ¿Cómo está nuestro amigo?
La mujer los observó con cautela unos pocos segundos, solo para finalmente suspirar mientras hacía sus guantes y tapabocas a un lado con visible agotamiento. Como se notaba que ya estaba un tanto acostumbrada a este tipo de escenario.
— Se encuentra estable, aunque bastante agotado.
Doce horas era mucho tiempo, tanto para los para médicos como el propio paciente. Era un hecho que de haberse tratado de una persona tan solo 10 o más años mayor no lo hubiese resistido, así como también se agradecía que no portada ningún tipo de complicaciones previas que hubiesen hecho el trabajo más delicado de lo que ya era.
— La perforación era enorme, llevó casi 35 puntos en total y en ambos lados. -Evitaba usar muchos términos médicos para no confundir de más; ya estaba al tanto de que muchos en aquella ciudad desconocían muchas cosas, y que entraban en pánico muy fácilmente.- De milagro con suerte rozó el estómago, pero nada que unas grampas no cubrieran, aunque su vaso no la contó, pero no es un órgano vital. La columna tampoco se vio afectada, que era lo que temíamos, aunque sí un par de costillas. Siendo sincera, por las condiciones en las que llegó temíamos una septicemia, sin embargo su sistema fue cooperativo y los antibióticos funcionaron satisfactoriamente.
Aquel hombre tenía en su ser unas tremendas ganas de vivir, no podría explicarlo de otra forma.
— Será una larga recuperación, aunque no creo que sea algo inmanejable. -Concluyó junto a una media sonrisa.- Su historial en este hospital fue leyenda.
— ¡Eddie...!
— Pondrán verlo en horario de visita y en las condiciones higiénicas... Recomendadas. Si estuvieron en el mismo lugar que el señor Kaspbrak, les recomiendo higienizarse lo suficiente. Ahora lo conducirán a terapia intensiva para seguir cuidando de su evolución, aunque podemos ser positivos. Si sobrevivió a esto... Literalmente podría con lo que sea. Se pondrá bien, señor Tozier. Sus ganas de vivir superan todo pronóstico.
Esas fueron las palabras de aquella mujer, mismas que parecieron liberar de un peso gigantesco en cuanto preocupación por parte de los perdedores, y que particularmente estremecieron al de gafas de tal forma que cayó de rodillas al suelo.
Estaba vivo, realmente lo estaba y no ocultaría la alegría que despertaba aquello, empañando sus maltrechas gafas y ahogando un nudo en su garganta.
— Gracias a Dios...
El alivio que sentía nunca podría expresarse en palabras, aunque la escena que presentó resultó más que enternecedora para sus amigos, quienes no tardaron en hacerle aguante palmeando su espalda y ofreciéndole un pañuelo.
— Ay, hombre. -Ben no se contuvo en abrazarlo del hombro tras agacharse a su altura.
No lo culpaba por como estaba, tenía la seguridad de que de haber sido Berverly la herida, hubiese reaccionado del mismo modo. Los apreciaba a todos, pero su corazón estaba tan claro como sus recuerdos ahora, y veía en su amigo algo similar.
— Ya, vamos. -La pelirroja tampoco quedó atrás, ofreciéndole un pañuelo junto a una media sonrisa. También se había emocionado.- Toma un pañuelo y vamos, deberás darte un baño si quieres verlo.
— T-todos de hecho.
Bev juraría que ese olor no lo perdería de la nariz en siglos.
— Aceptemoslo, chicos. Apestamos. -Rió Mike sin pena alguna.- A Eddie le daría algo solo saber que estuvimos en esas aguas.
— T-tal vez debamos prometer no decirlo. No hasta que... Mejore.
Era una gran idea, aunque Richie no pudo evitar ser Richie incluso ahora.
— ¿Y perderme su cara cuando le recuerde que nadó en la mierda de toda la ciudad? Ni soñando... -Y rió.
Rió tanto que las lágrimas volvieron a desbordarse, su espíritu se sintió renovado y terminó contagiando a prácticamente todos los presentes, excepto quizás alguna que otra enfermera que los miró raro a lo lejos.
O parecían locos o en verdad debían apestar mucho.
Sí, todos tenían razón en eso. Se darían un buen baño, se alistaría con ropa adecuada y regresarían una vez más para ver a Eddie, eso es lo que un amigo haría.
Lo que más que un amigo haría.
Ya daba igual si de momento seguía dormido o si luego tenían que aguantar a la histérica y gorda esposa de éste, incluso todas las repercusiones personales que éste tiempo en Derry pudo haber traído.
Ya era obvio que saliendo de allí nunca volverían a ser los mismos, pero eso era lo de menos. Para Richie solo existía una cosa importante y era ésta:
Eddie está vivo... ¡Está vivo!
Y mientras esa cálida alegría invadiera su corazón, nada le podría salir mal, ya todo estaba bien.
Notas finales: ¡Holi! La verdad moría por escribir algo así luego de que la película me hiciese llorar a moco tendido (?) y me pareció más que perfecto subirlo en el día del amor.
Quien sabe, quizás les dedique más atención a este fandom después de todo. Todavía no lo sé.
En fin...
Espero les haya gustado y nos leemos luego~
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top