I

Tridentes gemelos de un relámpago atravesaron los cielos bajos de Iscera. La atmósfera congestionada sangraba en coagulados tonos rojos y naranjas, cuando los gases volátiles reaccionaban con la violencia cargada de la tormenta. Las ráfagas torrenciales de viento y nieve se abatían contra el casco del Pródigo, cubriendo el carguero con una armadura secundaria de hielo grueso. Sin ninguna firma exterior o luces de posición, el YT-1300 estaba posado solo en una plataforma expuesta, aislado del tráfico principal del puerto espacial isceriano.

Un relámpago iluminó brevemente el interior del puente del Pródigo. Fable Astin estaba sentada, indecisa, contemplando la tormenta. Agotada y enferma, la joven Jedi deslizó los dedos a través de su pelo enredado, echando la melena ingobernable sobre sus hombros. El corte entallado de su chaqueta de vuelo acentuaba su cintura delgada y las largas líneas de sus piernas y muslos. Hizo una mueca irritada, cambiando de posición para aliviar la presión de sus mallas grises, que se habían recogido en la parte posterior de sus rodillas. El leve movimiento agitó el pesado bláster en su cadera e hizo caer el sable de luz en el cojín junto a ella.

Fable movió el interruptor del comunicador por décima vez, esperando que la computadora extrajera el mensaje almacenado en los registros de la nave. La imagen indefinida emergió del mini-holovideo, para realinearse formando la cara y el torso de una mujer. Prematuramente gris por el peso mando, el pelo castaño se encrespaba sobre los hombros de su uniforme, que portaba las insignias de un oficial de la Alianza Rebelde.

—Saludos, Capitán Astin y a su equipo de infiltración Acosador. Soy la comandante Beatonn de la fragata rebelde V'nnuk'rk. —Beatonn se detuvo brevemente, interrumpida por el distante sonido de una alerta de proximidad—. Su objetivo es muy claro, capitán. El Imperio ha comenzado la construcción de un bunker de comunicaciones en Nysza III. Sus órdenes son destruir el bunker antes de que pueda ser terminado. Buena suerte, capitán, y que la Fuerza la acompañe —la holo-comunicación terminó en medio de una descarga de estática e interferencia. Fable accionó el interruptor de borrado, suprimiendo la transmisión. Debería haberlo hecho hacía tiempo. Habían pasado casi diecisiete horas desde la culminación de su objetivo, que había resultado en la prematura muerte de su oficial técnico, Arecelis Acosta.

—¿Sabías que era mitad humano?

—Oí rumores —contestó Deke Holman. Las luces auxiliares del control arrojaban una aureola surrealista sobre su rostro bien parecido pero severo y el mechón de pelo rojo furioso que coronaba su cabeza. Socorrano, de piel oscura y aspecto áspero, llevaba el tradicional aro de oro en su lóbulo izquierdo. Todavía húmedo por sus desventuras en Nysza III, se inclinó hacia delante y miró fijamente la impresión holográfica asegurada en la pantalla. Reconoció su propia figura corpulenta, encuadrada a cada lado por sus compañeros. A la derecha, su capitán y amiga, Fable Astin, sonreía mientras él le hacía cosquillas en el cuello. A la izquierda, Arecelis Acosta fingía un puñetazo. El coynite medía casi 2.2 metros de altura, con su pecho y hombros poderosamente construidos. Su cuerpo estaba cubierto por una manta fina de pelo negro-azulado, intrincadamente trenzado alrededor de su cuello y orejas. En la impresión, sus dedos gruesos aferraban el antebrazo de Deke, rodeando su circunferencia fácilmente. La otra mano de Arecelis estaba cerrada formando un puño mientras el coynite fingía un inminente puñetazo. Deke sacudió su cabeza, apretando pensativamente sus labios gruesos.

—En verdad lo voy a extrañar. —Hizo una mueca desdeñosa, cayendo contra el respaldo de la silla de aceleración—. No me extraña que no hubiera seguridad en ese bunker. ¿Quién habría pensado que habría un Jedi allí? —Frotando su frente, suspiró—: Al menos tú estabas con nosotros.

—No le sirvió de mucho a Arecelis —se mofó Fable. Su cuerpo estaba magullado por su encuentro momentáneo con Viaico, un Jedi oscuro asignado a la guarnición. Una finta y un bloqueo fue todo lo que necesitó para lanzarla a través del pasillo de construcción. Temblando de rabia, todo lo que Fable pudo hacer fue mirarlo fijamente, mientras su risa burlona resonaba en las losas vacías del techo del complejo. Sus limitadas habilidades no eran desafío para él, y ella se había rebajado a sí misma sacando su sable de luz con cólera, abriéndose al lado oscuro.

—Huele como si un gundark se hubiera arrastrado hasta la computadora de navegación y hubiera muerto. ¡Aquí adentro apesta! —La exasperada Jedi lanzó sus guantes sobre la consola, agudamente consciente del hedor que impregnaba el puente. Durante su escape del bunker, se habían visto forzados a zambullirse en un túnel de construcción lleno de agua estancada. El olor era potente—. Necesitamos salir de aquí. ¿Hay un bar o algo en la ciudad?

—Este es un mundo bastante seco, Capitán —contestó Deke—. Pero cuando fui a recoger esas raciones, pasé por un pequeño teatro en el bulevar. Evidentemente, es la última función antes del receso del invierno y los dueños están entregando entradas.

—¿Conseguiste alguna?

—No tuve mucha opción. El chico casi me derribó intentando darme las dos últimas.

—¿Cómo se llama?

Adoptando una pose valerosa, Deke se puso de pie y puso su mano sobre su pecho. En una voz profunda, declaró:

—A causa de un imperio.

—Maravilloso —gruñó Fable, dirigiéndose a la salida de la cabina—. No puedo esperar para ver esto.

Contra el elaborado telón del escenario, el entrechocar de espadas resonaba en los huecos internos del escenario. El duelo terminó abruptamente, cuando el filo de una espada de utilería atravesó limpiamente la otra, detonando la pequeña carga interior para provocar el efecto dramático de un sable de luz haciendo estallar el metal. Jadeantes y fatigados, los actores se separaron, retirándose a los extremos lejanos de la cueva falsa. Fable se centró en los movimientos hipnotizantes del actor principal. Un truco sutil en la iluminación del teatro realzaba la malevolencia de su personaje, un héroe trágico decidido a destruir a su amigo y compañero. Cautivada por los últimos momentos de la escena, se sentó en el borde de su asiento, esperando a que hablara.

El público dejó escapar una exclamación cuando la espada cortó el aire a solo milímetros de la cara de un actor, fingiendo el temido golpe mortal. Mientras su rival moría a sus pies, el héroe se volvió hacia la audiencia.

—Vamos, mis buenos compañeros —anunció en un tono claro y resonante—, dejemos esta triste escena y, con nuestra buena compañía, hagamos el viaje más corto.

El telón se cerró mientras los tramoyistas emergían para preparar el acto final.
Fable se echó atrás en su silla.

—¿Viste eso? —se cubrió la boca con la mano, riendo con ansiedad—. Su técnica es casi impecable. —Explorando el brillante holo-programa, susurró—, ¿Cuál es su nombre?

—Jaalib Brandl.

—Quiero conocerlo. —Volviéndose hacia el cauteloso socorrano, apretó su rodilla firmemente —. Hablas isceriano ¿verdad? Habla con el dueño.

Quejándose por lo bajo, Deke se alejó de su asiento hacia el pasillo.

—Veré que puedo hacer.

Durante la mayor parte del acto final, Fable se sentó con la imagen del actor sobre su regazo, comparando la imagen con cada mínima expresión de su rostro joven, casi adolescente. La Fuerza estaba con él y ella podía sentirla, moviéndose a través de la audiencia con una presencia tangible. Ella se maravilló ante los peligrosos paralelismos entre la realidad y la obra, donde un joven consejero empezaba un lento ascenso en los círculos internos del alto gobierno, sólo para descubrir la corrupción en cada faceta de su existencia. En el segundo acto, iniciaba una campaña para terminar con la deterioración de la burocracia. Pero mientras su visión se ampliaba, en el tercer acto, se convertía en una autocracia despiadada, determinada a exterminar a sus enemigos y a todo el que se le opusiera.

Para la escena final, el héroe permanecía solo en un universo fragmentado de su propia creación, desprovisto de esperanza, vida, familia, o amigos. En una afirmación final, mirando hacia el público, él encontró brevemente su mirada y la sostuvo cautiva. Con su último aliento, jadeó:

—A causa de un imperio... toda humanidad se perdió.

Derrumbándose en el suelo del escenario, el héroe falleció en medio de un atronador eco de aplausos. Fable fue una de las primeras en ponerse de pie, aplaudiendo la actuación, y se unió a los elogios gritados por la audiencia mientras los personajes de menor importancia volvían al escenario a saludar. Junto a la pared lateral, divisó a Deke haciéndole señas para que se reuniera con él en el pasillo.

—Vamos —susurró Deke, guiándola hacia afuera por una puerta lateral—. La mayoría de los actores se mezclan con el público, pero un tramoyista me dijo que Brandl se dirige a su camerino.

—¡Allí está! —gritó Fable, mientras la puerta se cerraba tras ellos—. ¡Es él! —dijo con entusiasmo, reconociendo el traje del actor—. ¡Brandl! —gritó, deslizándose por la helada escalera.

El actor vaciló mientras la joven mujer se acercaba apresuradamente. Se movía rápido, resbalando precariamente con cada paso. Dejando caer su bolso, Jaalib se adelantó mientras las piernas de Fable se deslizaban bajo ella, sosteniéndola en sus brazos.

—Esa fue toda una entrada —bromeó él.

—Eso fue toda una actuación —replicó Fable, riendo nerviosamente—. ¿Dónde aprendiste a usar una espada así?

—Un actor necesita habilidades exóticas —contestó Jaalib con una sonrisa—. Es la única manera de asegurarse longevidad en esta profesión. —Recuperando su bolso, susurró—: Ahora, si me disculpan, mañana tengo un largo vuelo por delante. Buenas noches, señorita Astin.

—Buenas noches —suspiró Fable, viendo desaparecer el contorno de su traje en las sombras del teatro. Miró la oscuridad por un rato, sus dientes castañeando.

—¡Vamos, Fable! —se quejó Deke—. Está helando. Volvamos a la nave.

La presión en los pulmones de Fable creció rápidamente. Atrapados en el tubo de construcción por las tropas de asalto, estaba desesperada por encontrar un escape para su equipo. Retrasados quince minutos con detonadores térmicos, debían llegar al objetivo pronto o no habría nadie vivo para completar la misión.

Fable golpeó a Arecelis en el hombro. Mientras el coynite se volvía, sus facciones cambiaron, tomando la forma de Viaico, el Jedi oscuro que encontrarían más adelante.

—Si te hubieras entregado a la pasión, aún podría estar vivo —se mofó—. Tus sentimientos no pueden hacer nada por él ahora.

Arrancando el sable de luz, Fable atacó salvajemente. Fingió una finta hacia la izquierda, cruzando hábilmente el sable hacia la derecha.

—¡Eso es, muchacha! La ira es control. Tu miedo es poder. Y tu miedo es grande, pequeña. —Su voz vibró en la oscuridad—. Has tomado tus primeros pasos hacia el último éxtasis. Ahora despierta y ábrete al verdadero poder.

—Él está en mi cuarto —pensó Fable frenéticamente, luchando con la pesadilla. El sable llameó en su puño, quemando su mano. Cuando el arma repicó, despertó para encontrarse de pie en su cuarto, horrorizada al ver su palma quemada. Fable se enroscó en el suelo, meciéndose de lado a lado, desesperada por calmar el dolor.

Buscando el control de la luz, Fable acunó su mano herida. Lanzó el sable de luz contra el espejo, fragmentándolo. En la unidad del lavabo, activó el sensor, sintiendo el alivio del aire fresco sobre la herida.

En un momento de dolor, un paso fuera del sendero de la luz cambió su futuro. En la mesa, la holo-imagen de su madre sonreía fútilmente. En los restos del espejo, vio la misma cara, más joven y tersa; pero algo siniestro se percibía en sus rasgos.

—¡Fable! —entró Deke apresurado—. ¿Qué ha pasado? —examinó la fea herida esculpida en su carne.

—Era él —susurró Fable—. Estaba aquí.

—¿Quién? —vendó la quemadura Deke.

—Viaico. Al menos eso dice ser —hizo una mueca de dolor—. Viene por mí, para convertirme al lado oscuro. ¡Y no hay nada que pueda hacer para detenerlo!

—¿Brandl está vivo? —preguntó Deke—. Tú sabes que te seguiré, Capitán. ¿Qué necesitas que haga?

—Averigua los antecedentes de Jaalib Brandl. ¿Tienes acceso a la base de datos civil?

—Tener acceso y conseguirlo es lo mismo para mí. Pero ¿cómo puede ayudar eso, Fable?

—No puedo explicarlo ahora —susurró Fable, percibiendo celos en sus ojos—. Me ocuparé de eso.

La pesada nieve cubría el puerto espacial. Fable, sentada, preguntó a Deke qué había descubierto.

—Nada fuera de lo común —suspiró Deke. Miró la pantalla—. Brandl, diecisiete años, huérfano, vivió con un amigo de la familia y luego se marchó para hacer carrera en el teatro. Pero algo me pareció sospechoso.

—¿Sospechoso? —preguntó Fable.

—Los imperiales a veces crean gente. Miré con suficiente atención y encontré un agujero. —Mostró la imagen de un hombre mayor—. Lord Adalric Brandl, un Inquisidor Imperial. Brandl se rebeló, provocando una cacería humana. Finalmente lo atraparon y se suicidó.

—¿Brandl está vivo? —preguntó Fable.

—No lo sé, Capitán. Pero si lo está, no tiene nada que perder.

—En este punto, Deke, tampoco yo. —Fable se fue en silencio.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top