6.

Las semanas pasaban y cada vez te veía más delgado,  desgastado.

Tus ojos ya no tenían ese brillo inocente y tus mejillas redondas habían desaparecido.

Tú madre me comentó que estaba preocupada, que ya casi no tocabas la comida y te pasabas la mayor parte del tiempo en tu habitación, negándole la entrada a cualquiera.

También, comenzaste a poner una barrera entre nosotros.Ya no me hablabas y huías siempre que tenías la oportunidad.

¿Qué fue lo que te hicieron?

-Yuuri, tenemos que hablar.-supliqué, desesperado. Te seguía con pasó firme desde una distancia que me parecía inmensa.- Por favor, deja de Ignorarme y escuchame.

-No tengo tiempo.-respondiste, sin mirar atrás. Con cada paso que dabas sentía como mi corazón se contraía.-Viktor, detente. Estás siendo dramático.

-¿Dramatico? ¡Tú eres el que ni siquiera escucha!- adelanté el pasó y con mi mano derecha lo tomé del brazo, deteniéndolo. No me importaba que tuviéramos las miradas de los chismosos, quienes no podían evitar detenerse para poder observar la discusión.- ¿Por qué haces todo esto? ¿Sabes cuanto haz preocupado a tu familia? ¿Cuanto me haz preocupado? ¡Mira como estás!

-¡Cierra la boca!

Juraría que el ardor de mi mejilla dolía menos que mi pecho.

Yuuri, mi Yuuri, jamás golpearía a nadie, menos a mí. Jamás levantaría la voz de esa manera y, sobre todo, jamás me miraría con tanto desprecio.

Pero mi Yuuri no se encontraba aquí, solo la sombra de su cuerpo.

-¡No me vuelvas a tocar! ¡No me vuelvas a buscar! ¡Pierdete entre toda tu estúpida perfección y deja de meterte en lo que no te incumbe!- eso fue lo que gritaste antes de dar media vuelta y marcharte, dejándome en el suelo, con la mejilla roja y el corazón destrozado.

Acaso... ¿Fuí el culpable de tu dolor, Yuuri?

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