uber driver
aquella noche la lluvia caía como nunca. con el tan sólo estar fuera unos segundos podías sentir todo tu cuerpo empaparse. la gente corría por las calles, usando chaquetas o periódicos por encima de sus cabezas aunque tal acto fuera completamente inútil. madres tiraban de las manos de sus hijos y otros se refugiaban en los tejados de cualquier tienda. casi nadie contaba con un paraguas. la lluvia los había tomado desprevenidos y algunos andaban enojados con los erróneos pronósticos del clima.
casi nunca llovía en la ciudad de santa mónica, pero en ese momento todo parecía ser parte de una escena de un filme inglés muy antiguo. era realmente muy extraño.
todo aquella noche fue muy extraño.
los tantos autos que ocupaban la carretera corrían prácticamente por encima de un gigantesco charco. los conductores se encontraban alerta de no ocasionar ningún tipo de accidente, ya que el agua caía en contra de los parabrisas con una fuerza tan increíble que temían que pronto podrían romperse.
uno de ellos era un muchacho castaño, joven, todavía en sus veinte. aparentaba ser menor debido a su aspecto. su vestimenta consistía de una camiseta de bon jovi la cual había conseguido en una tienda de segunda mano, y unos pantalones parchados con estrellas. no era que no tuviera ningún centavo en el bolsillo. así le gustaba vestirse, personalizar las prendas de ropa que usaba. además, de aquella forma podía mostrar su carácter y levantarse a muchachos o muchachas jóvenes. realmente no importaba el género. michael no tenía preferencias.
había estado en el negocio de transporte público hace más de tres años. ya que uber era una compañía muy popular decidió convertirse en un conductor, y no se arrepentía de haber tomado esa decisión. la paga no era tan mala. podía pagar sus cuentas e impuestos. llevar personas extrañas de un lugar a otro era mucho mejor que los otros trabajos que había tenido en el pasado.
michael no tenía ningún plan. sabía que no podía ser tan sólo un conductor por el resto de su vida, pero por ahora, no pretendía hacer nada al respecto.
"demonios." murmuró mientras trataba de ver la pista como fuera, sin embargo, las lunas nubladas y la lluvia sin cesar le complicaban mucho más el trabajo. el castaño tuvo un pensamiento muy exagerado al considerar que todo era obra del fin del planeta.
se dirigía hacia su domicilio luego de haber dejado a un cliente, eran aproximadamente las once y media de la noche. el castaño se encontraba exhausto y anhelaba más que nada tomar un baño caliente para luego finalmente echarse a dormir.
la carretera poco a poco se fue desertando. cuando michael observó uno de los retrovisores, cayó en cuenta de que era el único auto en la pista. un poco raro a decir verdad, ya que hace unos no tantos minutos el lugar estaba plagado de vehículos con personas deseando arribar a sus casas. había supuesto que habrían muchas queriendo demandar sus servicios, así que era muy extraño ser el único uber en un día lluvioso como ése.
pasaba cerca del mar cuando pensó ver algo a lo lejos. creyó poder divisar una figura negra contrastando la blanca neblina en un precipicio. no estaba muy seguro. aun así decidió detener el auto y bajarse.
"¡hey! ¡hey, amigo!" gritó corriendo debajo de la lluvia con el fin de acercarse a la persona. sus ojos estaban apenas abiertos debido a la ventisca e intentaba ver como pudiera. efectivamente, alguien se encontraba de espaldas parado justo ahí.
el extraño no contestó.
"¡es peligroso estar aquí en esta lluvia!" michael alzó la voz nuevamente mientras echaba un vistazo hacia la marea. parecía que muy pronto el agua se rebalsaría y los tragaría a los dos.
la silueta seguía parada inerte, como si fuese un muñeco de plástico y no un humano de carne y hueso. michael no podía ver su rostro. no le era posible comprobar si estaba siendo un tonto al hablarle a algo sin vida. además, querría decir que al final de cuentas terminó perdiendo su tiempo y mojándose por un simple maniquí.
pudo escuchar el sonido de los truenos segundos después. sin tener la necesidad de ver las noticias supo que lo que tenía enfrente de sus ojos era algo sobrenatural. los rayos caían por doquier cegándolo con flashes impactantes, la marea subiendo más y más. ahí supo qué era lo que le quedaba por hacer.
sin pensarlo dos veces, tomó la muñeca del extraño y corrió hacia su auto. la persona no ponía resistencia. rápidamente abrió una de las puertas traseras, el viento causando que esa tarea le fuese difícil pero no imposible, para después empujar aquella figura hacia el interior.
una vez que se sentó en el asiento copiloto, michael expulsó aire por su boca mientras el corazón le latía escandalosamente. escurriendo el borde de su camiseta trató de normalizar la respiración deficiente.
y justo antes de soltar el último suspiro, decidió girar hacia atrás. fue ahí cuando pudo ver finalmente que el extraño no era en efecto, un muñeco de plástico.
estaba sentado, y muy vivo.
aquella figura resultó ser un muchacho muy joven. quizás unos dieciséis o diecisiete. su cabello mojado y aplastado caía por encima de su frente, un rubio cobrizo muy hermoso que al secarse de seguro se aclararía unos cuantos tonos más. lucía perdido e inocente, casi como un pequeño cachorro indefenso.
michael se percató de la anormal palidez de su piel. sus labios morados, tal vez debido al frío, eran lo único que poseían color a primera vista. tenía rasguños y moretones en su rostro y manos. algunas cicatrices parecían viejas pero otras evidentemente no. estaban frescas y rojizas. no hacía falta imaginación para saber qué más marcaban sus brazos. el rubio era como un cristal a punto de romperse, o tal vez quizás, ya roto.
"¿estás bien, pequeño?" preguntó el castaño. no pudo evitar sentirse como un anciano debido al uso de sus palabras. apenas le llevaba algunos años.
el rubio se sobresaltó apegándose hacia la puerta cuando el otro trató de tocar su rodilla. estaba muy asustado. el hecho de que aún no levantaba la miraba y temblaba demasiado denotaba temor.
"hey, no te preocupes." alzó sus brazos y se alejó. "no voy a hacerte daño. estás a salvo conmigo." sacó una muda de ropa que fortuitamente se encontraba guardada en la guantera, para luego posarla lentamente en el regazo del muchacho.
aún así no parecía tenerle confianza. michael llegó a la conclusión de que lo mejor sería darse la vuelta y manejar. no deseaba darle la impresión de que era una persona que quería aprovecharse de él. quizás éste en el pasado había cometido el error de confiar en personas que luego terminaron por defraudarlo.
giró la llave encendiendo el motor y dio en marcha el auto. la lluvia seguía cayendo al igual que los truenos. michael no tenía una ruta fija que seguir, pues si se llevaba al menor a su casa probablemente lo culparían de secuestro. así que tan sólo con las dos manos en el volante estuvo determinado a manejar y manejar.
sus ojos viajaron hacia el espejo retrovisor cerca de su cabeza, y pudo ver como el rubio tomaba indecisamente el suéter oscuro de sus piernas. la acercó poco a poco hacia su rostro, deteniéndose por un momento cuando su mejilla sintió el material, como si fuera la primera vez en su vida que tocaba algo que le brindaba un poco de abrigo.
procedió luego a despojarse de su sudadera empapada y ponerse la prenda que agarraba con sus dedos temblorosos. y michael no se equivocó. pudo ver claramente las cicatrices en sus brazos antes de que las ocultara con el suéter abrazándose con sus manos y por fin, levantar la mirada.
ahí fue la primera vez que vio el color de sus ojos. eran muy pocas las cosas que michael consideraba cautivadoras. a él le encantaba el olor de las hojas otoñales, ver el alba desde su ventana, observar a completos desconocidos regalándose una sonrisa mutua, y ahora sentía que una más acababa de ser añadida a su lista. nunca había visto aquella explosión de celestes y azules atrapados en unos irises. lo curioso era que, estos eran tan claros e intensos y prominentes que a cualquiera le causaría un poco de miedo. pero algo le decía a michael que más bien que el pequeño sentía miedo de él.
el castaño devolvió nuevamente su atención hacia la carretera. los truenos seguían resonando y los flashes no fallaban en pegarle cada vez un susto. se removía incómodo en su asiento ya que la sensación de tener literalmente todo mojado, incluyendo su ropa interior; no era mucho de su agrado. los limpia parabrisas débilmente se movían de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, y sin rumbo alguno conducía y conducía.
de pronto, un sonido se unió al desastre de afuera. el rubio comenzó a llorar. michael miró su reflejo. lágrimas caías sin parar de sus ojos mojando sus castañas pestañas. trataba de cubrir su vulnerable faceta con las manos pero era demasiado evidente, no era capaz de amortiguar su llanto lleno de aflicción y remordimiento.
"¡hey, niño, no llores!" miraba fugazmente su reflejo y la carretera de ida y vuelta. michael no sabía qué hacer. "¡te cuento un chiste! ¡sí, un chiste! ¡qué le dice un vaca a otra vaー, no, espera, ¿era un gato? ugh . . . rayos." estaba jodido. el rubio no paraba de llorar y él detestaba ver llorar a la gente. odiaba la tristeza en todo su sentido. decidió estacionar el auto por un momento ya que no soportaba aquella situación. al tantear sus bolsillos con desespero y esperanza de hallar algo útil, sacó una pequeña bolsa de gomitas de ositos a medio comer. algunos cayeron al suelo. "¡oh! ¡mira, mira, dulces!"
bingo.
"si dejas de llorar te daré estas golosinas." el castaño sonrió agitando ligeramente la bolsa. ya había obtenido la atención del otro. vaya, realmente el azúcar era infalible.
el menor se obligó a respirar y exhalar continuamente, limpiaba sus párpados como podía con las yemas de sus dedos. su intenso llanto gradualmente se tornó en callados sollozos. lo estaba intentando, y michael no pudo evitar sentir un poco de pena. para cuando el rubio volvió a abrir sus ojos, la bolsa de gomitas de ositos ya yacía en encima de sus piernas.
el vehículo se movió de nuevo. michael apretaba el volante tratando de ingeniárselas para poder saber un poco de su pasajero y hacer la situación menos incómoda. pero estaba al tanto que aquello sería complicado. el menor parecía ser una persona muy cerrada.
"¿qué hacías a estas horas en la calle, pequeño? no deberías estar andando solo." el castaño inquirió. era mejor empezar con una pregunta simple, así poco a poco iría obteniendo información.
el rubio masticó sus gomitas lamiéndose los labios y contuvo nuevamente las ganas de llorar. su mirada se encontraba vagando en sus manos. era evidente que algo le dolía.
"huí de casa." dijo él, en un volumen apenas audible.
"¿por qué? ¿qué pasó? ¿dónde están tus padres?" el bombardeo de preguntas fue inevitable.
"ellos . . ." frunció el ceño y pasó saliva con dificultad. "ellos me odian."
"¿odiarte? lo creo imposible."
"¡lo hacen! ¡me odian! ¡los repugno!" el rubio replicó con furia. él prefería ahora enfadarse en vez de llorar. "ellos ya no me quieren. y todo es debido a que estoy enfermo."
michael amplió sus ojos. ¿el rubio estaba enfermo? habían muchas cosas que no entendía. ¿cómo sus padres podrían dejarlo de querer por una enfermedad? y más que nada, ¿había huido con esta lluvia en aquella condición?
"no debiste haber huido de casa con este clima. puede darte una pulmonía y agravar lo que sea que tengas, pequeño. si yo no hubiera estado ahí para salvarte, habrías poder muerto." habló con seriedad y luego juntó el entrecejo cuando vio al rubio por el espejo. éste se encontraba tristemente sonriendo.
"pero si eso era lo que quería, morir."
y entonces, las previas sospechas que michael se negaba a creer se aclararon al instante. los cortes, el vacío en sus ojos, el precipicio. el rubio deseaba morir y michael le había estorbado el camino.
si él no hubiese estado ahí para salvarlo, ¿el rubio se habría atrevido a saltar?
michael estacionó el vehículo a un lado de la carretera y giró su cuerpo hacia la dirección del menor. había algo en él diciéndole que tenía el deber de arreglar esto, una misión no obligatoria de la cual sentía que era él el indicado en ayudarlo a encontrar la luz y su esperanza perdida.
"sólo estás diciendo eso porque la herida está recién hecha. realmente no quieres morir. lo que quieres es recurrir a la solución más fácil y acabar con todo esto. pero créeme, a veces lo más fácil no es lo mejor." habló suavemente mientras veía como las lágrimas del rubio descendían de nuevo por su rostro.
"p-pero, ¿qué voy a hacer con todo este d-dolor?" sollozó, tartamudeado debido a la vibración de su mandíbula. "nunca seré feliz. mis padres tienen razón. soy un monstruo." con las mangas que cubrían sus puños se cubrió la boca, intentando no liberar los gritos desgarradores que retenía entre sus dientes.
"estar enfermo no te hace ser un monstruo." el castaño resaltó.
"ser gay te hace ser un enfermo, un monstruo, una lacra, y mucho más."
y michael, perdió las palabras.
el rubio se removió en el asiento y miró hacia fuera por la ventana. jugueteaba con sus dedos, mientras mordía su labio y miraba las gotas de agua deslizándose por el cristal.
"siempre supe que era diferente." continuó, todavía sus lágrimas cayendo. "desde pequeño mi corazón latía tan fuerte cuando veía a los chicos de mi escuela, y no lo comprendía. quiero decir, era sólo un niño y no entendía porqué sentía mariposas en el estómago por ellos. dios santo, hubieron días en que debido a la confusión no pegaba los ojos por las noches." una sonrisa decaída atacaron sus labios. "me di cuenta que gustaba de mi mejor amigo, y ése fue el peor error que pude haber cometido. pero, uno no manda en el corazón. si no le hubiese dicho lo que sentía tal vez aún seguiríamos siendo inseparables . . . y luego los rumores corrieron, y los golpes y las burlas y todo el infierno . . . todo fue inevitable. nadie quería ser mi amigo, nadie quería ser amigo del raro. incluso hice cosas de las que no me enorgullezco. es que . . . dolía."
silencio. michael era el sinónimo de silencio.
"mi vida era una pesadilla, hasta que un día decidí buscar apoyo en mis padres. no todo resultó como esperaba, es más, nada resultó como esperaba. sus hirientes palabras me dolieron mucho más que las palizas físicas contra mi cuerpo. una y otra vez, una y otra vez me dijeron que estaba enfermo. que estaba confundido. que todavía tenía cura. mi madre lloraba, aún lo recuerdo. pero sé que esas lágrimas eran de pura decepción, y mi padre . . . él me veía con asco."
el otro seguía callado. estaba tan impactado, no porque la información fuera nueva del todo, si no porque en aquel momento, el rubio quien lloraba y lloraba y se afligía debido a que la sociedad era una completa mierda, le recordaba mucho a él. pudo verse una vez más, culpándose por sentir algo que según muchos decían que estaba mal.
"y por eso huí de casa. y por eso quiero terminar con todo. y por eso quiero ser libre y no me importa si para eso debo morir."
y michael por fin estuvo listo para hablar.
"hey, niño, escucha claramente lo que voy a decirte."
el rubio no lo miraba.
"mírame."
pero se obligó a hacerlo.
"no quiero que nunca más en tu vida dejes que los comentarios te afecten. ser gay no es algo que te define. es una parte de ti, pero no es lo que te representa como persona. gustar de los chicos no te hace ser un monstruo. amar a la gente sólo te hace ser humano." pronunció mientras el menor lo observaba atentamente. "queda hacer una cosa, y creo que sabes cuál es. por favor, regresa a casa."
"p-pero, mis padres no quieren vermeー"
"tonterías. para estos momentos tus padres ya deben haberse dado cuenta del error que cometieron. ya verás que cuando regreses tu madre te dará un gran abrazo y esta vez llorará de alegría porque te echaba tanto de menos. y tu padre te dará unas leves palmadas en la espalda. terminarán aceptando como eres porque eso es lo que los padres hacen. y si no, pues a la mierda con ellos." rió y el rubio lo hizo también. él sabía lo que decía. hablaba enteramente por experiencia.
hace unos años, un pequeño adolescente con el flequillo cubriéndole gran parte del rostro, huyó de casa por el rechazo de sus padres. apenas tenía quince años. con tan sólo una mochila y unos cuantos billetes se subió a un autobús a media noche en dirección a las vegas. no tenía planes concretos, solamente quería huir de todos aquellos que no lo trataban como humano.
tiempo después, cuando cumplió la mayoría de edad decidió hacer su regreso. y en el instante en que su madre lo tuvo en sus brazos y le imploró su perdón, maldijo todos los años perdidos. era la primera vez que veía a su padre llorar. michael no le desearía la misma sensación de remordimiento ni a su peor enemigo. él no quería que la misma historia se repitiera.
"prométeme que regresarás a casa." el castaño estaba prácticamente rogando, su tono era suave pero aún así sonaba desesperado.
el rubio asintió.
ambos no rompieron el contacto visual por lo que parecieron muchos años, aunque lo más probable es que hubieran sido tan sólo segundos. el menor observaba curioso la sonrisa de michael, la cual mostraba satisfacción.
"¿puedo preguntarle algo?" preguntó con timidez. michael rió por la nariz.
"adelante."
"¿por qué está haciendo todo esto?"
"porque no quiero que cometas los mismos errores que yo."
el viejo motor hizo que el vehículo vibrara cuando michael la encendió por tercera vez aquella noche. ajustó su cinturón al igual que con sus dedos el retrovisor. aquellos ojos azulados que estaban vacíos ahora brillaban de algo asemejado a la esperanza.
"¿hacia dónde lo llevo, señor?" el mayor inquirió con una voz grave y fingida, intentando sonar profesional.
"436 adelaide dr." respondió.
el resto del trayecto hacia la residencia del rubio fue silencioso excluyendo los estruendosos sonidos de la lluvia. michael no despegó la mirada de la carretera y el rubio tampoco lo hizo al observar el oscuro paisaje por la ventana.
en cuanto el auto se detuvo veinte minutos luego, el menor pudo ver la fachada de su casa. liberó un suspiro pesado, recaudando el valor necesario para poder entrar y seguir a pie el consejo del extraño conductor.
"es aquí." dijo secamente. si al girar michael no lo hubiese estado mirado brindándole apoyo, quizás se habría retractado. pero él estaba ahí, dándole fuerzas.
"¿listo para volver a casa?"
"sí."
el rubio alzó la orilla del suéter que vestía pero detuvo sus acciones cuando el otro hizo una moción con las manos. le devolvió aquella misma sonrisa. michael pensó que se veía más hermoso sonriendo. y aunque fuera extraño y lo más probable fuera que nunca volverían a cruzar caminos, él le deseaba lo mejor. no quería que ese muestra de felicidad se desvaneciera de su rostro.
"gracias por todo, ugh . . ."
"michael."
"gracias por todo, michael. y adiós." abrió la puerta y sonrió. michael, al recordar algo, lo detuvo. quería tener aunque sea un recuerdo en su memoria.
"espera." miró su rostro minuciosamente tratando de memorizar sus delicadas facciones. debía saberlo. debía saber quién era la persona la cual él había salvado. "¿cuál es tu nombre?"
el rubio le regaló una última sonrisa.
"luke."
y se bajó.
entonces, algo extraño sucedió. la tempestuosa lluvia se había mágicamente convertido en una llovizna cuando michael dio en marcha el vehículo. la figura de luke moviendo su mano de un lado a otro poco a poco se iba desvaneciendo debido a la distancia. no mucho después, la lluvia ya había cesado.
michael frunció el ceño. podía ver la luna nocturna como si todo el desastre de hace unos minutos no hubiese pasado. todo se encontraba tranquilo pero no podía evitar que algo lo inquietara.
"tonterías." dijo en voz alta y se encogió de hombros. las coincidencias existían.
a la mañana siguiente, el castaño se levantó e hizo su rutina diaria. la leche en la nevera había caducado, por lo tanto no le quedó más opción que conformarse con el plato de cereal ya servido en la mesa. vaya manera de empezar un nuevo día.
encendió la televisión. las noticias del canal cinco se plasmaba en la pantalla.
"el día de ayer una fuerte tormenta arremetió la ciudad santa mónica. ráfagas de viento con velocidades entre 40 y 70 km/h afectaron toda la zona costera del área de cobertura. dicha tormenta tuvo un parentesco increíble con el tifón del 2002. sin embargo, meteorólogos y científicos no se explican porqué el fenómeno natural tan sólo se presentó en santa mónica. la población cree que todo ha sido una obra súper natural y se mantiene aún como un misterio."
michael masticó su desayuno tranquilamente sin restarle importancia alguna a las noticias. el reloj marcaba las ocho de la mañana. tomó su chaqueta y llaves de la mesera y salió de su casa para empezar un nuevo día de trabajo.
el cielo estaba completamente despejado, el cegador sol ardiendo y causando que michael se arrepintiera de no haber llevado lentes oscuros. abrió el auto, acomodando su cabello al verse en el pequeño espejo. en ese momento, se percató de algo.
la sudadera grisácea de luke se encontraba en el asiento de atrás.
cogió la prenda y analizó sus opciones. verlo de nuevo no sería una mala idea. estaba seguro de que para entonces ya todo se habría solucionado, y nada posiblemente lo haría más feliz que saber que él había cambiado su vida.
así que se dirigió a la misma dirección de anoche. no podía mentir, estaba un poco entusiasmado. media hora después ya se encontraba enfrente de la morada de luke.
observó el lindo jardín con distintas flores de colores y tocó tres veces la puerta de madera. con la sudadera escondida detrás de su espalda, sonrió con el solo pensar que luke le abriría también con una sonrisa unos segundos después.
no obstante, una rubia fue la que le abrió.
"¿en qué le puedo ayudar?" preguntó ésta, mano sujetando la perilla. lucía un tanto acabada. michael dedujo que era la madre del rubio debido al parentesco.
"buenos días. disculpe la molestia, pero busco a luke." en aquel instante cayó en cuenta de que ni siquiera conocía su apellido.
la mujer unió sus cejas. su inexpresivo rostro ahora denotaba confusión y enfado. ¿acaso era posible que michael se hubiera equivocado?
"¿qué clase de broma es ésta?" la rubia espetó furiosa y a la misma vez, dolida.
"¿aquí no vive lukeー?"
"¡basta!" gritó haciendo que michael parpadeara. "esto no es nada gracioso. mi hijo murió hace diez años atrás."
michael se quedó helado. ¿qué acababa de decir?
"tuve que haber sido más compresiva. mi pequeño hijo, mi pequeño luke." comenzó a sollozar. la herida aún estaba abierta y la culpa la perseguía todos los días. "si yo lo hubiese entendido . . . él no se habríaー"
michael no oía nada. solamente veía una escena sin sonido. "mi hijo murió hace diez años atrás." una mujer lloraba por una pérdida que no se podía comparar con nada. la aflicción era aún más intolerable si el remordimiento la carcomía.
"perdone. me equivoqué de dirección."
la confusión predominaba en su cerebro. salió rápidamente de ahí confundido. no, no podía ser cierto. él lo había visto. él había hablado con él. él no estaba loco.
luke no podía estar muerto.
apoyó las dos manos en el techo del auto agachando su cabeza en dirección hacia el suelo y cerró los ojos fuertemente por un minuto. ¿acaso había sido un sueño? ¿una ilusión? michael ya comenzaba a dudar de su propia existencia.
y entonces, lo recordó. quizás tenía unos trece cuando vio detrás de la ventana la fuerte lluvia y oyó los rayos. al día siguiente la noticia del suicidio de un joven provocó una gran conmoción en la ciudad. el difunto muchacho había saltado de un precipicio. sus pulmones se llenaron de agua y el impacto de la marea había acelerado su muerte. nadie nunca halló el cuerpo. algunos decían que podías ver una figura en el lugar del suicidio en días lluviosos. sin embargo, nadie tenía el coraje suficiente de disturbar a aquella sombra divagando entre los vivos.
a excepción de michael quizás.
una vez que éste compuso su postura decidió fumarse un cigarrillo. aquello lo tranquilizaba, calmaba sus ansias. a través de la ventana abrió la guantera en busca de la cajilla de tabaco y encendedor, algo que no debería haber estado ahí adentrándose en su campo visual.
"¿qué demonios?" pronunció sacando un suéter oscuro del compartimento. debido al miedo lo arrojó de vuelta hacia el interior.
esto ya era demasiado. ¿cómo era posible? él se lo había prestado.
¿o no?
metió su mano en el bolsillo delantero y maldijo nuevamente. esta vez las yemas de sus dedos se toparon con la bolsa de gomitas de ositos, y al sacarla, estaba a medio comer, intacta como él la había dejado antes de vivir todo este enredo de pesadilla.
debía salir de ahí.
y cuanto antes.
se subió al vehículo como una bala disparada y condujo a una velocidad excesiva. michael no creía en criaturas míticas. no creía en extraterrestres. no creía en lo súper natural. y mucho menos, creía en fantasmas.
se negaba a creer que la experiencia vivida de anoche había estado involucrada con un alma vagando en busca de paz. un rubio suicida el cual necesitaba encontrarle sentido a sus problemas sin resolver.
michael paró de golpe y apretó con fuerza la sudadera de luke entre sus dedos. si aún la tenía era una señal de que no estaba demente, ¿cierto? su tacto no mentía.
"todo fue real, todo fue real. no estás loco, michael, no estás loco." repitió meciéndose hacia adelante y atrás, irónicamente aparentando estar fuera de sus cabales. cerraba los ojos, deseando despertar en su cama y descubrir que todo había sido obra de un mal sueño.
y entonces, de repente sintió una electricidad recorriendo toda su espina dorsal. tenía la piel de gallina. por un minuto, sintió que no estaba solo en el auto.
"gracias, michael." una voz familiar suavemente le susurró en el oído.
michael se estremeció abriendo inmediatamente los ojos y observó sus manos.
la única prueba que mostraba la legitimidad de su inverosímil historia, la cual garantizaba su sanidad y cordura, ya no se encontraba ahí más.
fin
~:~
espero les haya gustado mi primer one shot<3
estoy acostumbrada a escribir comedia así que esto fue algo nuevo para mí. no sé si fue interesante pero la trama me gustó mucho así que decidí hacerla un os
qué les pareció?
muchísimas gracias por leer(^_−)−☆
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