Especial tres: Inasa.
Inasa era la definición de un rayo de sol, cálido, animado, y con una personalidad que dejaría ciego a cualquiera por lo enérgico, ¡Era un hombre apasionado! Como le gustaba decir, también tenía un estricto código moral como el héroe que era así que el como termino casado con la jefa de los Yakuza era un total misterio para la mayoría.
Dependiendo de a quien de la feliz pareja le preguntarás como se dio este extraño fenómeno recibieras respuestas ligeramente distintas.
Para Inasa fue amor a primera vista, como en los cuentos de hadas y películas de Disney. Durante uno de sus trabajos en que atacaron una base Yakuza, en medio del caos y las peleas, el héroe de sangre ardiente la vio... Cabello color chocolate y ojos brillantes caoba... Era hermosa e ¡Inasa debía sacarla del peligro! ¡Debía ser un héroe que la salvará! Asi que en contra de los gritos de sus compañeros corrió a su rescate bajo la estupefacta mirada de todos los presentes volando fuera del edificio y hasta la seguridad de un lugar cercano una vez la sostuvo entre sus brazos y ahí en la azotea de un edificio aledaño con el rostro sonrojado por la vergüenza y timidez ella le quiso agradecer hasta que algo le golpeo en la cabeza por detrás y vio estrellitas, cuando despertó y ella no estaba Inasa asumió que la chica fue en busca de ayuda para él ¡Pero que amable de su Parte!
La versión de Tsu de cómo se conocieron era tan solo un poco diferente... Los héroes nuevamente a falta de algo que hacer fueron a incordiar le la vida ¡¿Tienen idea de cuánto papeleo le costaría su pequeña hazaña?! ¡¿Y para que?! Tsu no llego a lo alto del mundo Yakuza sin ser inteligente y astuta, sin importar el número de redadas que hicieran nunca encontrarían evidencias de sus pequeños negocios, así que con un humor de perros tan solo se defendió del ataque intentando causar el menor daño posible que asegura menos papeleo, hasta que para sorpresa de todos uno de los héroes fue directo a ella ¿Que acaso no sabía quién era? ¿Era alguna clase de suicida? Antes de que pudiera decir algo la tomo entre sus brazos cual princesa y la saco del lugar, rompiendo una pared y varias paredes que saldrían de su presupuesto... Decir que Tsu estaba furiosa era un eufemismo. Así que en cuanto le bajó no dudó en noquearlo pensó en matarlo, pero... No se vería bien y no iría a la cárcel por un héroe de cuarta, así que lo dejo en el piso y volvió con su gente para ver la extensión del daño causado, demandaría a los héroes uno de estos días eso seguro, y con respecto al héroe inconsciente esperaba no tener que verlo nunca más, cabe decir que la suerte de Tsu con respecto a personas excéntricas no siempre es la mejor.
Lo que vino después fue lo que la mayoría llamaría "El periodo suicida de Yoarashi" es que no había otra forma de describir a un héroe entrando voluntariamente casi a diario a territorio Yakuza para cortejar a la jefa de dicha organización.
Tsu no sabía si el tipo era idiota o se cayó de bebé, le pregunto una vez, y el tan solo río por su "broma". El héroe ventoso le traería todos los días o al menos una vez a la semana flores diferentes y le pediria salir, a donde fuera... Ella se rehusó claramente pero luego de semanas de insistencia y subordinados recriminandole lo cruel que estaba siendo (¡Ella era una jefa Yakuza! ¡Por supuesto que era algo cruel! ¿Y acaso olvidaron que el tipo era un héroe su enemigo natural? Sinceramente en momentos como esos Tsu cuestionaba sus decisiones de vida) acepto, tan solo un almuerzo, que se convirtió en dos, y en tres, y luego en algunas cenas, idas al cine, paseos por el parque y antes de darse cuenta la mafiosa estaba en una seudo relación con Inasa... ¿Que mierda?
El que la sigue la consigue era la única explicación lógica que logró llegar la mayoría, pero para la castaña era un poco diferente... Inasa era ruidoso, enérgico, amable y molestamente positivo, el... El era algo con lo que en su vida nunca se topó antes, en Italia aunque su familia era ruidosa todos estaban en el mundo de la mafia por lo que carecían de la inocencia y bondad que Inasa parece producir en cantidades masivas, y luego cuando vino a Japón para cambiar de aires de una u otra forma termino en el mismo mundo de antes, por eso es que no pudo sino que caer ante las peculiaridades del azabache que antes de darse cuenta la tenían sonriendo a mitad de una reunión al recordar las.
También estaba el que como aún después de enterarse de quien era, de donde provenía y que hacía Inasa jamás le reprochó nada o la trato con lástima, como una niña perdida en un mundo cruel sin opciones ¡Tsu era fuerte! Si no habían opciones ella las hacía, y si estaba donde estaba era porque así lo quería, porque para bien o para mal le gustaba su turbio y peligroso mundo, le gustaba el caos y desorden, e Inasa no la quería menos por eso, la aceptaba tal y como era, cruel, algo psicópata y sarcasmo incluído y ante aquello Tsu solo pudo darle lo único que nunca le dio a nadie antes, su corazón.
— Inasa, te amo, y se que acordamos no hablar de trabajo pero si habrá una redada está semana apreciaría que me dieras algún aviso previo, está semana no estoy de humor para lidiar con el papeleo de eso, y puede que vaya a la cárcel por homicidio. — Dijo tirándose en la cama a su lado acomodándose en su pectoral usándolo como almohada.
— Bueno, no quiero tener que visitar a mi esposa en la cárcel así que veré qué de haber una redada se mueva para la otra semana. — Dijo con cariño acariciando su sedoso cabello que como siempre tenía un suave olor a fresas que le encantaba.
— Acabo de recordar la razón por la que me casé contigo. — Contestó con una sonrisa levantándose un poco para quedar cara a cara con su esposo.
— No es no me haga feliz serte de ayuda pero ¿Esa es la única razón? — Fingió parecer herido por sus palabras pero la sonrisa en sus labios le delataba.
— Está el pequeño detalle de que te amo pero eso es solo un feliz plus. — río uniendo sus labios en un beso que expresaba todo el amor que sentían por el otro derritiéndose en los brazos del otro y perdiéndose en su pequeño y propio mundo, donde las apariencias no importaban y eran solo ellos dos, como debía ser.
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