Especial dos: Todoroki

Tsu odiaba las flores.

Fue en el jardín de la casa de su abuelito, donde rodeados por un sin fin de rosas de distintos colores, le conoció, y le quiso por primera vez.

Fue en ese mismo jardín donde jugaron por y se conocieron, donde descubrió sus propios sentimientos.

Las flores que traía en la entrada de su puerta cuando busco a su hermana... Las rosas anaranjados eran claras, eso no era una simple salida entre amigos.

En un parque rodeado por flores se le propuso y ella sintió su garganta cerrarse pero una sonrisa adorno su rostro, ella debía estar feliz... Su hermana sería feliz, con el hombre al que ella amaba desde que tenía uso de razón, pero... Nadie tenía porque saber eso.

Sintió que algo se atoraba en su garganta y comenzó a toser hasta que de sus labios una flor algo ensangrentada salió, la enfermedad del amor no correspondido.

Tsu odiaba las flores.

Su familia y amigos la interrogaron sin parar, preocupados por su salud, pero ella se negó a responder, no podía decirlo, Reborn fue el único que con una mirada se lo dijo, el sabía, por supuesto que lo sabía, pero también sabía que no se podía hacer nada, así que solo puso una mano en su hombro y mordió su labio inferior hasta hacerlo sangrar, el mejor Hitman del mundo, estaba incapacitado de ayudar a quien le importaba, estaba atado de manos, no podía salvarla, nadie podía.

Estaba la opción de la cirugía, pero Tsu se rehusó... Algo sobre ella no se sentía del todo bien, no era correcto, era huir del problema.

Cuando su condición empeoró la colocaron en un centro de saludo especializado para personas con su condición.

— Odio las flores. — Murmuró cuando se sintió bien como para dar un paseo por el lugar y se encontró con un jardín hermosamente decorado con flores.

— Me pregunto si aquí estan las flores que escupen los pacientes. — Escucho a su lado y se giró encontrándose con un chico de cabello bicolor en una bata de hospital parecida a la suya.

Tsu le miró por un segundo imaginándose a alguna enfermera recogiendo las flores que ella vomitaba para luego dárselas al jardinero.

Por primera vez en meses, ella sonrió de forma sincera y comenzó a reír y las flores en sus pulmones se sintieron más ligeras aunque fuera por un segundo, Ange decidió que le agradaba esta persona.

Las caminatas con Shouto se volvieron diarias, el no era una persona de muchas palabras por lo que Tsu hacia la mayor parte de la conversación, y no estaba segura si alguna vez hablo tanto con alguien en su vida, ella siempre fue la que escucho, la confidente, el brazo amigo nunca al revés.

— Lo siento, debes estar aburrido de escucharme. — se disculpó un día mientras estaban sentado en una banca tomando el sol.

— No me molesta, me agrada el sonido de tu voz. — Contestó como si fuera la cosa más normal del mundo con un rostro serio y ella... Volvió a reír, porque su amigo era demasiado denso y no se daba cuenta de cómo eso pudo interpretarse.

En los días malos, en los que Tsu no se separaba de su cama y el sabor de los pétalos con algo metálico era lo único que sentía en su boca, Shouto se quedaba a su lado.

— Era mi prometida. — Le dijo un día de la nada mientras vomitaba camelias. — el compromiso fue algo que nuestros padres arreglaron, pero ella... Ella era lo único bueno en mi vida, éramos amigos, por eso es que cuando se enamoró de otro y sus sentimientos fueron recíprocos no pude hacer nada. — Le confesó y por el pesar en su voz Tsu sabía lo difícil que era admitir esto, al igual que ella probablemente nunca contó de quien se trataba.

— El prometido de mi hermana... — Susurró como si le doliera decirlo en voz alta.

— No tienes que decirlo si no quieres, solo lo dije porque quise, no intentaba forzarte a— se calló al sentir las manos de la chica sobre su boca.

— Giotto, es el hijo del jefe de mi Padre, no conocimos desde niños. — Explicó apretando sus labios. — El... Siempre fue amable conmigo, no soy buena lidiando con las personas, tiendo a ser callada y ocultar mis sentimientos, por lo que todos piensan que prefiero estar sola... Que soy fría. — Murmuró sintiendo algo atorada en su garganta solo que esta vez no era pétalos. — Pero... El era el único que siempre se mantuvo a mi lado... El único... — un sollozo salió sin permiso de sus labios y sintió sus mejillas húmedas. — realmente lo amaba... Pero no podía decir... No puedo... — no pudo seguir reprimiendo lo y comenzó a llorar abiertamente y al sentir unos brazos de rodearla de forma segura tan solo aumentaron sus lágrimas.

Ella era patética.

Unos días después Giotto vino a visitarla, hablo de las preparaciones para la boda y de cómo su puesta Ya estaba reservado por lo que definitivamente tenía que mejorarse o toda la boda se arruinaría y debería cometer Sepukku para limpiar su honor, a diferencia de lo que creyó las flores en sus pulmones no salieron por montón como antes lo hacían en su presencia o cuando escuchaba hablar de la boda, se sintió bastante bien la verdad, Shouto no.

Ese día cuando Todoroki entro a buscarla para su caminata diaria, vio a la castaña riendo con un extraño, que al presentarlo le hizo escupir flores a tal punto que una enfermera tuvo que llevarlo de urgencia a su habitación.

Viendo las flores que limpiaban en el piso con la sangre de su amigo, Tsu estaba segura nuevamente.

Odiaba las flores.

Unos días después la familia de Shouto vino a visitar le, su Padre... Su Padre no era la persona más agradable del mundo y en cuanto Tsu le escucho prácticamente ordenarle a gritos hacerse la cirugía no se pudo quedar callada.

— ¡El no es una cosa! ¡No puede ordenarle que hacer y esperar que obedezca como un cachorrito entrenado! ¡No tiene el derecho para decidir por el! — Le gritó colocándose frente su amigo.

— ¿Quien eres tu? — Pregunto sorprendido Enji al encontrarse a alguien abiertamente peleando con él y llevándole la contraría.

— Soy la amiga de su hijo, y no dejaré que le siga haciendo daño así que si no tiene nada bueno que decir váyase antes de que llame a las enfermeras por alterar a un paciente. — Amenazó y el mayor chasqueo la lengua pero se fue en silencio.

— No tenías que hacer eso... Yo podía... — Comenzó a murmurar inseguro de que decir, está era la primera vez desde que era un niño que alguien le defendía de su Padre.

— No tenía, pero quería. — le sonrió intentando calmarlo. — No estás solo Shouto. — añadió con cariño y Todoroki se curvo comenzando a vomitar flores.

Ella estaba mejorando ¿Porque Shouto no? ¿Porque el tenía que seguir sufriendo? ¿No había nada que pudiera hacer? Ahora entendía la impotencia en los ojos de su tutor, ver a alguien que te importa sufrir y no poder hacer nada ... Lo odiaba.

Odiaba las flores que mataban a la única persona que le dio esperanza.

Todoroki siguió empeorando y los doctores se rindieron de intentar sacarla de su habitación.

— Hazte la cirugía. — Pidió tomando sus manos sorprendiendo al joven. — Lo siento... Pero soy egoísta y no puedo... No puedo ver a la persona... A la persona. — Trago saliva intentando expresar sus sentimientos, cosa que siempre le costó hacer pero que en esta oportunidad era su única opción. — a la persona de la que me enamoré y salvo morir... Por favor Shouto, quedate conmigo. — Rogó con lágrimas cayendo por sus mejillas y por un segundo todo pareció estar en silencio hasta que ambos sintieron los pétalos en su boca, y cubrieron las sábanas con dos flores idénticas.

Amor correspondido.

Al ver las flores Tsu pestañeo para luego ver al de cabello bicolor y comenzar a reír rápidamente contagiando al otro, y se rieron, y abrazaron, y besaron sin importarles el sabor a flores en los labios del otro, estaba bien, ésta sería la última vez que lo iban a saborear.

El día en que salieron del hospital Tsu seguía odiando las flores, pero aún así plantó las mismas flores que un día vomito en el patio de la casa que compraron con Shouto, porque para ellos tenían un significado especial.

Esperanza y Fe de que no estaban solos, de que alguien más los entendía y amaría.

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