Día 26.
Nota de la autora: En estos capítulos explicaré cómo Tsu conoció a los arcobalenos en su primera vida.
La primera vez que Skull escucho de Tsu fue prácticamente como si la chica se tratara de una leyenda urbana, un mito que debía ser contado para esparcir el temor en quien quiera que lo escuchara.
Por dos años aterrorizo al mundo mafioso por completo, derramando tanta sangre que podría convertir el agua del mar en roja con facilidad, al menos eso es lo que las historias dicen. Un demonio enviado en la tierra con una sola una misión, hacer pagar a todos, todos son culpables de algo, y todos merecen arder en el infierno por eso, lamentablemente la castaña no parecía tener la misericordia como para esperar que el fuego los quemara en el infierno, ella trae el fuego aqui a la tierra y ve el mundo arder sin inmutarse.
Por supuesto con tales historias decir que no deseaba conocerla era quedarse corto, por eso al igual que el resto de los mafioso intento mantenerse lejos del radar del cielo por su seguridad, ya tenía suficiente con sus superiores.
Durante un trabajo para la familia Callacassa cuando estaba entregando un reporte el caos se desata, al parecer la familia logró hacer enojar al diablo y este viene a desatar su furia.
Sinceramente pensó en pelear pero en primer lugar su contrato ya había expirado y segundo, no estába tan loco como para ir en contra de la temida Black Death, hay un límite para la estupidez o al menos eso solía decirle Lal. Estaba por salir por una ventana cuando escucho el sonido de un cascabel pasar a su lado.
Su cuerpo se petrifico ante el sonido, las historias eran claras, un cascabel era el sonido que escuchaban antes de que la misma muerte te rebanara la cabeza. Solo para estar seguro se giro para ver a la persona que entró por su vía de escape. Figura delgada, no más alta que el, probablemente le llegaba a los hombros, ropa de color blanco manchada en sangre, dos abanicos ensangrentados en sus manos y su cabello tomado en una coleta alta. Finalmente el detalle que la delata son los ojos naranjo metálico con un tinte de rojo en ellos, locura decían muchos que se trataba, otros decían que era el reflejo de su sed de sangre.
Dos pozos sin fondo, como agujeros negros que se incrustan en tu alma, eso decían en la calle.
Los ojos son las ventanas del alma, le contó su Madre de niño.
Pues él demonio en la tierra tenía los ojos más tristes y cansados que había visto en su vida, ojos que habían presenciado demasiadas muertes, que perdieron demasiado como para seguir, un alma perdida y exhausta. Como es que seguía de pie con tales ojos era un misterio para la nube, y se inscrustaron en su alma pero por razones distintas a las de las historias que escucho...
La chica inclino su cabeza para verle mejor y recordó la posición en la que estaba. Todas las historias variaban en algunas partes, pero todas eran iguales en una misma cosa, ella nunca dejaba sobrevivientes.
— No deberías estar aquí. — Susurro la asesina y el pestañeo dos veces confundido, ahora que la pensaba su contrato terminó ayer, pero debido a problemas con su transporte hasta ahora vino a cerrar sus asuntos.
— Tenía... Que entregar un reporte. — se justificó nervioso sin saber realmente que hacer.
— ¿lo hiciste?
— Si... De hecho ya me iba cuando llegaste, no es que me queje ni nada... No tengo mucho que hacer hoy... Pero aún a—se callo al sentir un dedo sobre sus labios viendo el gesto que le pedía guardar silencio de la chica.
Justo en ese momento alguien abrió la puerta pero antes de que pudiera jalar el gatillo del arma que traía con un solo movimiento de su mano la castaña lanzó su abanico rebanando el cuello del mafioso que cayo al suelo como peso muerto.
— Deberías irte, y no le digas a nadie que estuviste aquí. — Recomendó bajando su dedo agachandose para revisar el cuerpo del mafioso en busca de algo que le pudiera ser de utilidad, encontrando una navaja y llaves.
— Oh mm.. Si... — Murmuró inseguro intentando forzar a su cuerpo a moverse pero al parecer estaba anclado al piso o más bien a la chica que ya caminaba a la puerta de seguro a seguir con la masacre que comenzó en el patio. — ¡Espera! — Le grito antes de que desapareciera ganándose una mirada curiosa de la chica. — ¿C-Como te llamas? Yo soy Skull...— Ella pareció sorprendida por sus palabras por un momento hasta que una sonrisa melancólica surco su rostro.
— Tsu. — Era lo único que podía decirle para luego darse la vuelta dejándolo sólo.
— Tsu... — Susurro para si mismo como si estuviera saboreando su nombre.
Extrañamente ese no fue su único encuentro ya que Skull tuvo la... Mala suerte de seguir encontrándose con Tsu en varios más de sus trabajos, si cierta niebla le estaba dando información privilegiada y perdió casi todos sus ahorros en eso nadie tenía porque saberlo, lograr que esos ojos llenos de tristeza se llenarán de vida aunque fuera por un segundo valía totalmente la pena.
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