X. El vigía nocturno.
A Annabelle no le cabía la menor duda de que le tenían mala voluntad a Joe Hahn, pero luego de aquel extraño sueño no le extrañó. Estaba en un mundo paralelo después de todo y ya se había acostumbrado a que todo estuviera de cabeza.
El único que parecía sorprendido era Isaac. Era curioso porque él más que nadie sabía acerca de las leyes de mundos paralelos y todas aquellas cosas fantásticas a las que ella jamás había dado crédito hasta lo sucedido.
No obstante, no pudo evitar sentir curiosidad hacía aquel Joe Hahn paralelo y trató de imaginar qué clase de hombre sería, puesto que las votaciones entre sí y no en la reunión estaban muy divididas. Con argumentos de uno y otro grupo.
—Joe Hahn es un idiota. Se los digo y se los repito —argumentó Brad—. El tipo es peor que un adolescente aunque, creo, debe tener nuestra edad. No estoy de acuerdo y no lo estaré. Si ya estamos poniendo en peligro nuestra vida, unir a ese tipo a este grupo solo hará que caigamos más rápido. Si eso es lo que quieren...
—Joe no es así —rebatió Chester, riendo por dentro al tratar de imaginarse en como reaccionaría el hacker si supiera lo que otros creían de él. Justo él que era tan orgulloso de su propia inteligencia y valentía.
—¿Qué te hace tener tanta confianza? ¿Eh, Bennington?
—Joe es un buen amigo mío. No nos va a defraudar. Podrá ser infantil a veces, pero cuando se trata de un trabajo serio, él lo hará con la seriedad que corresponde. Es listo. Los títulos que tienen no son de adorno, puedo dar fe de ello.
—Bueno, tal vez para alguien como tú sin ninguna educación —Chester soltó un bufido que Brad ignoró—, pero no sabemos cuál es su verdadera capacidad.
—No hay que cegarse a la verdad, Brad —dijo Michael—. Lo hemos visto. Sabes que es más que un asistente. Él podría hacer el trabajo de su jefe si fuera un poco más responsable. Es listo a pesar de todo.
Brad rodó los ojos.
—Okey, digamos que es así. Digamos que es "el jodido amo de la informática". ¿Creen que de verdad que nos ayudaría? ¡Por favor! Ni siquiera sé cómo es que todos terminamos en esto —Mike le hizo un gesto de advertencia señalando con la cabeza a la muchacha, Brad continuó—. Pero estamos aquí. Aquel tipo no lo hará. Nadie con dos dedos de frente cambiaría su cómodo cubículo por la muerte. Porque eso significaría para él ayudarnos, la muerte. Incluso hasta podría delatarnos con tal de deshacerse de nosotros. No. Definitivamente Hahn no es una opción.
Los demás no tardaron en unirse a Brad y compartir su opinión.
—Si es por eso no se preocupen —el ex mercenario habló—. Yo sé cómo hacer que Joe acepte sin ningún problema.
—¿Te refieres a tu gran amistad con él? ¿Tanto crees en él, Bennington?
—No. Se trata de otra cosa. Un asistente bajo la manga. Joe me debe su vida y puedo cobrarselo cuando quiera —contestó con cierta malicia en su mirada, esa malicia que sólo alguien con su pasado tendría.
No hubo manera de sacarle más información a Chester, pero el hombre se veía tan convencido que finalmente decidieron someterlo a votación.
Una votación que fue dividida hasta que Chester agregó:
—Bien, pueden seguir discutiendo aquí si Hahn es o no la mejor opción o podemos salir y buscar a otro hacker, pero que no les quepa la menor duda que con cualquier otro, lo que dijo Delson sí se haría realidad. Pero esto no es tan difícil, sólo hay dos opciones: en mí y en Hahn o en un extraño cualquiera. Pero los resultados ya están claros.
Con esto los últimos dudosos, Phoenix y Rob, se unieron a ellos también y Joe fue aceptado en el grupo.
—¡Bien! Será Hahn —aceptó resignado Brad—. Pero si algo malo sucede no digan que no se los advertí.
A Annabelle preocupó esta última sentencia, pero no se atrevió a objetar ni Isaac tampoco pues en realidad no sabían cómo juzgar a alguien que apenas conocían por nombre. Así que aceptaron la decisión después de todo ellos sabían lo que hacían.
Luego de la acalorada reunión el grupo decidió descansar. Estaban exhaustos pues habían pasado la noche en vela. La reunión había llevado tanto que no se habían percatado de que ya era cerca de las tres de la mañana.
Annabelle fue la más agradecida con esto. No había descansado bien desde hace días. Aún cuando había pasado durmiendo más de una semana según le había dicho Isaac (uno de los soldados había explicado a Isaac el tiempo que hacía dormir esa máquina) ella sentía tal fatiga mental y física como si no hubiera dormido en meses o años. Era la máquina, estaba segura, manipulaba de tal manera la mente que su cuerpo realmente pensaba que había sufrido los percances de todo el sueño y ella realmente había pasado por varios durante el largo tiempo en que estuvo en ese mundo onírico digital.
Por otra parte, Isaac no dejaba de intentar sacarle información acerca de lo sucedido y del abrazo y del porqué estaba tan rara.
A lo que ella solo podía contestar: "Y no esperes que vuelva a suceder"
Y en efecto no sucedería, ella no era cariñosa y eso sólo había sido porque en verdad había creído que lo había perdido para siempre.
Menos mal las preguntas habían cesado, no porque Isaac se hallará satisfecho por la respuesta sino porque había sucumbido ante la silla más cómoda de esa sala y se había quedado dormido antes que todos. Lo entendía, Isaac era demasiado frágil para tolerar correrías como esas, muy pronto ella también lo haría.
Tal como pensó sus ojos comenzaron a cerrarse, pudo ver en medio del ensueño a los soldados conversando algo y a dos de los científicos yéndose a dormir, le pareció que Michael Shinoda la observaba pero antes de que pudiera confirmarlo cayó presa del sueño que tanto necesitaba.
—¡Cambio de planes! —oyó una voz—. ¡Cambio de planes! ¡Hay que irnos ya!
Annabelle despertó al instante y casi golpea de nuevo su cabeza contra la pared, pero esta vez logró detenerse a tiempo, lo cual agradeció pues aún le dolía el golpe que se había dado el día anterior.
Aún estaba algo soñolienta pero notó que aun era de madrugada.
Rob era quién había hablado. A él era a quien habían dejado la vigilancia esa noche.
—¿Qué sucede? —inquirió Michael Shinoda, que ya estaba despierto, al igual los demás.
Rob estaba tan exaltado que la respuesta salió torpe de su boca.
—¡U-un drone! Un drone vigía del ejército está sobrevolando esta área
—¿Cómo que un drone? —interrogó Brad, poniéndose de pie de un salto—. ¿Nos está buscando?
—No, no lo sé. Creo que no. Está recorriendo un área cercana pero no exactamente aquí.
—Puede que sea uno de los drones que busca rebeldes. Siempre salen a patrullar a estas horas —comentó Phoenix para tranquilizar la situación.
—Aun así, no podemos quedarnos mas aquí. No podemos dejarnos llevar por la suerte que tuvimos hasta ahora. ¡Preparen todo! Debemos irnos ¡ya! —dijo esto último con un fuerte voz que hizo recordar a todo aquel que lo hubiese olvidado que Bradford Delson había sido todo un militar y aun lo seguía siendo.
—¿Como que un Drone vigía? —inquirió Annabelle, curiosa pues en el dos mil tres aún no se conocían esos aparatos— ¿qué es eso?
—Es un aparato pequeño que se usa para sobrevolar y tomar fotos más panorámicas de un lugar específico —le explicó Michael—. Los militares lo usan para vigilar zonas que pueden ser ocupadas por rebeldes, Como los drones son tan pequeños son más difíciles de detectar.
—Mike apresúrate. Selecciona algunas armas —Brad extendió una especie de manta color verde sobre la mesa y un varias armas de diferentes formas y calibres se hicieron ver—. Es posible que nos encontremos con enemigos en el camino y las vas a necesitar.
Michael dejó a Annabelle y obedeció a Brad. La chica se apresuró a despertar a su amigo que aún dormía plácidamente. Ni siquiera el escándalo de Rob lo había despertado. Isaac tenía el sueño muy pesado y cunado estaba cansado eras aún peor. Recordaba una vez cuando habían ido de recorrido a una feria tecnológica en las afueras de su ciudad. Cuando regresaron Isaac estaba tan cansado por la caminata que cuando llegaron al hotel, el chico cayó rendido en su cama y no se levantó hasta el día siguiente.
—Isaac, ¡ya muévete!
Lo sacudió pero sólo logró que el joven soltara un bufido entre sueños pidiendo que lo dejarán dormir más. Lo volvió a intentar
—Isaac levántate hay que irnos. Parece que nos encontraron.
—¿Nos... encontraron...? —dijo entre dientes, volviéndose a dormir. Luego como si se percatara de la importancia de las palabras se despaviló repentinamente y exclamó:— ¡¿Nos encontraron?!
En otro momento la joven hubiera reído por la inesperada reacción pero era tal el temor y la tensión en ese lugar que la joven solo pudo contestar a su pregunta.
—Sí... Bah... no sé. No lo entiendo. Pero es mejor que te levantes. Ya están preparando todo. Nos vamos en cualquier momento.
Isaac obedeció a su amiga y se levantó. Tomó la campera que había usado para cubrirse y se la puso.
Ambos observaron como los demás preparaban las armas. Los militares, como tal, rápidamente habían cargado dos de sus rifles y se los habían colgado al hombro mientras que guardaban pequeños revólveres en sus cinturones. Por otra parte Rob con buena agilidad también cargaba el propio rifle que había traído la vez pasada y tomaba un revólver plateado. Mientras tanto Brad realizando las mismas rápidas maniobras ya había cargado tres rifles y ahora realizaba lo mismo con los revólveres, haciendo solo cortas pausas para mirar hacia la ventana. Michael en cambio no tenía la misma suerte llevaba rato intentado cargar el revólver que le había regalado Brad. Su amigo notando esto le explicó
—Esas no son para ese calibre. Si sigues forzandola la vas a arruinar.
Luego le entregó unas balas más pequeñas que estaban en una cajita de madera. Prueba con estas. Michael las tomó algo abochornado.
—Ey, esos dos Robert y Bradford, saben mucho de armas ¿no crees? ¿Por qué será? —preguntó Isaac a Annabelle.
—Rob no sé, tal vez se lo enseñaron. Pero Bradford es militar.
—¡¿Como!? Pensé que aquí era un científico. ¿Estás segura? ¿Cómo lo sabes?
—Michael me lo dijo...
Y su mente voló por un instante a ese momento. Aún corrían por los pasillos de aquellos horrible base llamada Sarang y estaba completamente ida. Pero por breves segundos su mente conectó y fue cuando vió a Brad quedarse y retroceder para enfrentar a los soldados. Entonces, Annabelle, sabiendo lo que significaba había mirado con preocupación al científico, el cual rápidamente interpretó su mirada «No te preocupes, Brad fue soldado, él sabrá defenderse», esas habían sido sus palabras.
Y en efecto, Brad era un formidable soldado con grandes habilidades; lo había podido comprobar.
—La pregunta aquí no es si es un soldado sino ¿por qué dejó de serlo? —agregó la chica, aunque más bien había sido un pensamiento en voz alta.
Isaac no tenía respuesta a ello, así que nada dijo.
—Está todo listo. Vamos ¡Andando! —ordenó Brad.
—¿Pero adónde? —objetó el ex mercenario.
Hubo un corto silencio. Era verdad no sabían adónde ir. No tenían otro lugar donde esconderse y aún no podían ir a buscar a Hahn.
—Yo sé donde —dijo Phoenix—. No pregunten, sólo síganme.
Y así lo hicieron. Salieron afuera y Phoenix tomó el mando de la camioneta otra vez.
—¿Lo ven? Está por allá —dijo Rob señalando algún punto en el cielo
Annabelle curiosa buscó con la mirada el famoso drone, y lo encontró al fin era en efecto un pequeños punto azul en el cielo que podría ser fácilmente confundido con una estrella, un satélite o con un avión sino fuera por lo irregular de su vuelo. No tenía una ruta fija y, en efecto, estaba tan cerca que en cualquier momento sobrevolaria la zona en la que se encontraban. Lucía como un inofensivo objeto pero pero aquel drone vigía con una simple captura de ellos podía dar su ubicación para que aquellos soldados lograran su cometido y así exterminar sus vidas.
—¿Drone? —escuchó decir a su amigo.
Pero no pudo contestar su pregunta puesto que los demás ya los estaban llamando.
Annabelle obedeció y jalando a Isaac subieron al vehículo.
Luego le explicaría. Ahora lo importante era huir del pequeño vigía nocturno.
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