III. El Final de la somnolencia
"La vida enseña que no se es feliz sino es al precio de una ignorancia"
-Anatole France
(Sugerencia: reproducir el vídeo que se encuentra aquí al llegar a él)
EL SONIDO DE LAS HOJAS quebrándose a medida que avanzaban era lo único que se sentía. No estaban muy seguros de como habían logrado escapar con vida de aquel batallón, aunque quizá y lo más posible era que fue por el truco bajo la manga que Brad tenía preparado: era una pequeña bomba, en la que había estado trabajando para el ejercito de de hacía algunos meses, y que aunque aun seguía en su fase prototípica el ex-soldado se lo había traído consigo "por si acaso".
Brad ni siquiera pensaba que iba funcionar cuando la lanzó -¡tenía tantas fallas por corregir!-, y de hecho fue así, pero la cortina de humo y el aturdidor ruido que hizo el artefacto al explotar había sido suficiente distracción para que, mezclándose entre los árboles y la espesa vegetación, ellos aprovecharan para desaparecer en medio de la oscuridad.
Y parecía que sí había funcionado el improvisado plan del ex soldado, pues ya llevaban cerca de media hora corriendo y ningún soldado u otro militar había dado con ellos, además ya no faltaba nada para llegar al edificio en el cual vivía Mike según palabras de Rob que seguía a la cabeza guiándolos por el supuesto atajo que les había dicho.
A pesar de esra valiosa información brindada por Bourdon, Mike Shinoda estaba intranquilo y miraba a su alrededor a cada pequeño ruido que oía; habían perdido a los soldados pero el peligro aún no había pasado. El bosque continuaba siendo un peligro para el pequeño cuarteto, Mike tenía certeza absoluta, y no era porque rondaran fieras por ahí, por el contrario en aquel bosque el animal más peligroso que contendría sería algún halcón o cuervo. Sin embargo, había animales de dos patas ocultos en esa espesura, se trataba de los hombres de la rebelión.
Los rebeldes eran un grupo de más de 200 personas, hombres y mujeres de entre 18 a 40 años (aunque la edad podía variar) que buscaban derrocar al gobierno actual. Ellos estaban separados en divisiones que constantemente atacaban los distintos sectores del gobierno, con muy poco éxito.
Mike estaba realmente preocupado de tener que toparse con ellos en esa huida. Estaban indefensos luego del encuentro con los soldados, pero a esa gente no le iba a importar. Los rebeldes eran sanguinarios y no les interesaba el tener que dañar a quien se interpusiera en sus objetivos, eso era lo que él había oído al menos pues jamás los había visto actuar. Mike había sido afortunado pues su sector, hasta el momento, no había sido objetivos de ataque de aquellos hombres, sin embargo le habían llegado reportes y algunas terribles historias de su violento proceder por parte de colegas y militares. Y ahora vagaban en medio de un bosque que era un nido rebelde en sí con pocas armas, en plena oscuridad, cansados y para terminar de emparejar las cosas sin tener la menor de idea de donde estaban, al menos Brad y él no. Eran presa fácil y tentadora además. Tres científicos trabajadores del gobierno y su preciado sujeto experimental era algo que los rebeldes de seguro querrían para sí mismos. De seguro los tomarían por asalto como había hecho con varios otros soksaoss y trabajadores incautos que se atrevían a adentrarse a ese lugar, ese era su modus operandi, los secuestrarían y luego matarían o en el menor de los casos, al descubrir que son renegados, los entregarían al gobierno para que otros hicieran el trabajo sucio por ellos, y mientras tanto se quedarían con la valiosa joven a modo de trofeo o para negociar.
Mike sacudió la cabeza, tratando de alejar aquellos malos pensamientos. La rebelión no había estado muy activa en los últimos meses y tal vez nada sucedería, Mike pensó en un intento por calmar sus nervios, pero no funcionó. No podía confiarse, la calma antes de la tempestad era bastante típica. Ellos podían no estar atacando pero quizá ahora sí, quizá tenían algún plan... Mike volvió a intentar discipar aquellas cavilaciones, no podía seguir así.
Rob le había dicho que estaban cerca, bien a eso se atendría. Debía confiar en su ayudante. ¿Cómo conocía aquel atajo? Mike no lo sabía, pero lo único que le quedaba era tener fe en el joven. Siendo fugitivos era su única opción.
Dio un corto vistazo a Brad Delson y vio que su amigo estaba con el rostro serio y los labios apretados mientras que su mano estaba cerca de su arma, posiblemente sometido en las mismas cavilaciones que él hace instantes. Brad después de todo era sabedor de la misma información que él, y para nadie era secreto lo mucho que su mejor amigo detestaba a los rebeldes. Brad como buen soldado que había sido era leal al gobierno y repudiaba a los golpistas como ellos. Mike, por su parte, no tenía una opinión concreta al respecto, a veces le parecía que su causa era noble y hasta justa pero luego veía su violento accionar y ya no estaba tan seguro de ello.
Rob era el único que no parecía preocupado, estaba serio pero contemplando cada parte del bosque con mirada tranquila, iluminando el camino con la tenue luz de su teléfono móvil. Mike tenía varias interrogantes en la cabeza acerca de su ayudante, al igual que Brad, interrogantes que jamás desde que comenzó a trabajar con él se había hecho, pero pronto todas se disiparon cuando oyó el estridente ruido de un montón de hojas secas quebrándose al mismo tiempo.
https://youtu.be/KsGTKdv-oFk
Mike se detuvo en seco y volvió la vista hacia atrás. Annabelle había caído de rodillas sobre un colchón de hojas rojas y sus manos estaban hundidas en esa hojarasca mientras que su cabeza estaba gacha haciendo que sus oscuros cabellos cayeran hacia adelante cubriendo su rostro. Sin demora se acercó a socorrer a la jovencita. Brad y Rob al percatarse de la falta de sus dos compañeros se volvieron también para ver que sucedía y se pararon junto a Mike.
—¿Estas bien? ¿Necesitas descansar? —inquirió torpemente el científico que no hallaba ningún motivo por el cual la joven estuviera de esa manera.
Sin embargo, Mike Shinoda no estaba ni cerca del verdadero motivo por el cual la joven estaba en ese estado. Lo que en realidad había sucedido era que el mecanismo de defensa que la joven había empleado para poder lidiar con la información que había recibido y con todo lo que estaba viviendo se había acabado. Su mente había vuelto a la realidad, pues la toxina que había sido gran ayuda para poder mantenerse aislada de la situación, había abandonado todo su organismo al fin y le había permitido a su cerebro volver a trabajar con la misma normalidad de siempre. Percatándose así de su situación actual, una situación de la que prefería seguir alejada
Su aventura había sido un sueño. Era perseguida a muerte. Y Isaac... Ya no estaba. Annabelle no podía lidiar con todo eso. Ni siquiera entendía a que se debía tanto ensañamiento con ella. No había hecho nada, Isaac no había hecho nada tampoco.
Su mente en pocos segundos se había vuelto un revoltijo de recuerdos, ideas y pensamientos sueltos que le eran imposible acomodar. Necesitaba las malditas respuestas. Ya no era capaz de diferenciar los recuerdos falsos de los reales. ¿Qué era falso y que era verdad? No lo sabía... No podía decirlo.
Disgustada, estrelló sus manos contra las hojas que pronto pasaron de tener aquella forma acorazonada a ser solo un simple polvo rojizo bajo los puños de Annabelle.
—¡No pienso continuar más! —vociferó, y se reincorporó quedando arrodillada. Sus interlocutores observaron a la chica atónitos por aquella extraña reacción. Annabelle estaba fuera de sí, les xon los ojos casi desorbitados y además rojos por el llanto—. ¡Quiero que me digan que rayos está pasando aquí! No entiendo nada... Expliquenme por favor... —su voz se apagó y ella enterró su rostro entre sus manos.
—No hay tiempo para esto, Mike. No es seguro aquí —dijo Brad, dando un vistazo al lugar. Mike, en efecto, no era el único preocupado. Brad también estaba intranquilo por la posible presencia de rebeldes.
—Es verdad —masculló Mike, y extendió su mano hacia la chica para que ésta la tomara y así ayudarla a levantarse—. Ven, tendrás todas las explicaciones que quieres, pero cuando estemos a salvo. Sólo ven con nosotros —pidió con tono casi paternal.
Annabelle, en cuclillas, se fue hacia atrás hasta que su espalda se topó con el duro tronco del álamo al cual pertenecían las rojizas hojas.
—No, no... De ninguna manera me voy con ustedes —murmuró la joven en una combinación de miedo y enojo—. No sé quienes o qué son... Ni que intenciones tienen. ¡No se me acerquen ninguno!
—Mike, anda aunque sea llevala cargada o dejala aquí o lo que sea, pero vámonos ya —insistió Brad más nervioso. La paciencia no estaba en sus virtudes precisamente y menos aún en esos momentos en que el tiempo era crucial.
—Annabelle...
—¡No! No me voy se aquí hasta que me expliquen que diablos está pasando. Y si tienen tanto apuro, vayanse entonces pero yo no me moveré de aquí —aseveró la joven—. No confió en ustedes. Sólo h una una persona en la que confiaría pero esa persona —Annabelle calló y sus ojos se volvieron a tornar cristalinos, ella apretó los labios no quería sucumbir ante el llanto.
Annabelle abrazó sus piernas y toda su altanería parecía haber desaparecido, quedando en su lugar una niña asustada y temblorosa.
—¡Maldita sea! Te lo dije, Mike. Estaba seguro de que algo como esto iba a pasar, pero no tú querías ser el gran héroe... —protestó Brad. Bien sabía él que debían de haber dejado las cosas como estaban, pero era tarde ya estaban allí.
—Sólo dejame explicarle, estamos ya muy cerca ¿Verdad Rob? —preguntó a su asistente, quién sólo asintió con la cabeza en respuesta—. Nada perderemos.
Brad pateó unas hojas del suelo en respuesta.
Rob, por su parte, dio un corto vistazo a la chica y sintió pena por ella. Perder a alguien era algo que él había tenido el infortunio de conocer y podía comprender lo que le estaba pasando. Pero lo de la joven era aun peor, pues además de ello estaba atrapada en un mundo que desconocía con un trío de desconocidos. Rob no podía molestarse con la chica solo por querer comprender lo que sucedía.
—Deje que Michael le explique —intervino el asistente de Shinoda—. Es lo menos que podemos hacer por ahora
—¡¿Tú también?! Aghh... ¡Bien! Pero antes dejenme hacer algo.
Brad se descubrió la muñeca dejando ver un reloj pulsera digital de color plateado. Pero aunque a simple vista aquel lucía como un simple reloj, no lo era. Se trataba de un reloj escáner que el ex soldado había recibido como regalo del comandante de su tropa cuando aun estaba en servicio, luego del primer combate que habían ganado siete años atrás. Sólo los altos mandos los tenían, pues era un aparatito, aunque sencillo, muy importante, servía para detectar personas en un rango de treinta metros. Bastante útil para detectar francotiradores enemigos que estaban bien camuflados.
Brad presionó un botón al costado izquierdo del aparatito y de inmediato el horario en pantalla se desvaneció y se despegó un haz de luz blanca que comenzó a recorrer todo el lugar donde se hallaban.
La expresión de sorpresa se hizo presente en el rostro de los otros dos, e incluso... en el de Annabelle. Aunque el de ella desapareció casi al mismo instante que el haz de luz, volviéndo solo a aquella mueca de tristeza.
En la pantalla se hicieron visibles las palabras: "No se detectan presencias humanas", para luego apagarse. Era esa quizá la única desventaja, pues en cuanto se usaba ese mecanismo oculto del aparato, la batería se reducía en cuestión de segundos, lo cual implicaba que debías escoger bien el momento en el cual usarlo. Y Brad creía que ese había sido el correcto.
—Bien, ya pueden hablar ahora —dijo sin ocultar su malhumor.
Mike se acercó a la chica, y se puso en cuclillas para estar a su altura. Él trató de tomar su mano, pero la chica ladeó su cuerpo, para acurrucarse con el árbol.
El joven entonces retrocedió algunos pasos, trataba de no parecer afectado pero aquel gesto de rechazo hacia su persona le había dolido.
—Sólo quiero saber que está pasando... —murmuró la joven con casi inaudible voz que parecía que fuera a desfallecer en cualquier momento.
—Fuiste parte de una investigación —comenzó a explicar Mike sin ningún preámbulo—. Tú y tu... amigo, ambos.
—¿Investigación?... ¿Qué clase de investigación? —la chica esta vez alzó la cabeza para mirar a su interlocutor.
Mike se quedó callado por un instante, decidiendo como resumir todo aquello, y así poder salir de la zona de peligro rápidamente; pero estaba claro, si iba a hablar, debía contar la historia completa. No existía otra manera, aun si disgustaba a Brad en el proceso.
—Existen una serie de 90 universos paralelos conocidos y al menos 70 son habitados. A cada uno se le dio una numeración específica del 1 al 90 basada en el nivel evolutivo que se encuentra cada uno. Nosotros, es decir yo y mis compañeros que tienes aquí, pertenecemos al universo 23 y tú al 32.
Pero esta información, al igual que para tu gente, era desconocida para nosotros hasta hace 12 años.
»En esa época hubo un científico de apellido Bruffman —Annabelle iba a interrumpir al oír este nombre, ya que era más que conocido para ella, pero quería seguir oyendo lo que aquel hombre tenía que decir—, él decía que tenía pruebas de la existencia de universos paralelos y que tenía manera de demostrarlo. Era un hombre muy respetado en la comunidad científica, así que se le dio un voto de confianza. Se puso una fecha y hora y cuando ese día llegó resultó ser cierto, el hombre, usando una máquina que había estado construyendo secretamente con un equipo de científicos, se transportó a un universo paralelo. Parecía imposible, pero él había desaparecido en frente de un gran número de gente, y había vuelto trayendo una pieza jamás vista, un aparato muy avanzado para los que teníamos nosotros en ese entonces. El hombre se llevó la fama y la gloria, pero no le duró pues él estaba muy anciano y falleció al poco de probar su teoría. Sin embargo, nuestro presidente, en esa época en su primer mandato, se preocupó por la existencia de aquellos universos más avanzados, él los vio como un gran peligro para nuestra gente y la de los demás países, ya que si ellos habían podido viajar a universos paralelos, que decir de los demás que eran más avanzados. Fue cuando empezó cundir el pánico entre la gente. Asi que cinco de las 7 naciones más grande que por ese tiempo se hallaban en guerra firmaron una alianza y se unieron a las preocupaciones de Estados Unidos —Brad frunció el ceño al recordar aquella alianza—. Consiguieron financiación de una de las empresas más poderosas del mundo y entonces decidieron continuar con el proyecto del fallecido Bruffman pero esta vez con fines bélicos, todo con la idea de evitar una posible invasión de aquellos habitantes de universos avanzados.
—¿Pero que teníamos que ver Isaac y yo con esto? —interrumpió Annabelle.
Como si la irrupción no hubiera existido Mike continuó.
—Mejoraron el armamento y cualquier equipamiento que les sirviera. Incluso habían llegado a pensar en que debíamos de invadir nosotros primero antes de que lo hicieran ellos. Pero entonces hubo un acontecimiento que hizo que todos aquellos planes quedaran en la nada. Como no se pudo continuar con el plan idearon uno nuevo con el mismo objetivo de defendernos: el proyecto Acquire The Ezel. Que consistía en raptar seres de otras dimensiones y analizarlos para conocer sus capacidades intelectuales y la peligrosidad de su entorno y obtener su tecnología. De esa manera podríamos estar un paso más adelante de ellos. Los sujetos que eran sustraídos eran llevados a mi sector y eran sometidos a MORFEO para poder ser analizados sin inconvenientes.
—Pero sigues sin responder a mi pregunta ¿por qué nosotros? ¿Por qué nos quieren matar?
—Porque al acontecimiento que impidió que la guerra que aquí pretendíamos armar, fue la llegada de habitantes de la Tierra del universo 3.
—Del universo 3...
—Los habitantes de ese universo eran una suerte de "guardianes" del multiverso. Ellos eran seres pacíficos pero poderosos y lo que buscaban era que se mantuviera la paz y equilibrio entre universos. Y nosotros hacíamos lo contrario a sus deseos.
»Su líder y comitiva se presentaron y citaron a nuestros lidere y dejaron en claro sus leyes y lo que sucedía con universos "rebeldes". Algo que hacían con cada universo que se percataba de la existencia de los otros. Y fue así cono el proyecto ATE inició.
»Se suponía que sólo haríamos las respectiva investigaciones y luego todos usted es volverían a su mundo con la memoria borrada. Nosotros no lo supimos hasta ahora.
—Ustedes y su mundo están dementes —espetó Annabelle— ¿y no entiendo para qué esa máquina? si de igual forma...
—No lo sé. Se suponía que estaba diseñada para mantenerlos bajo un sueño perfecto y así tanto ustedes no se percatarían de lo sucedido.
—Pero entonces conmigo falló porque yo soñé con universos paralelos.
—No en realidad, la máquina toma no sólo tus anhelos y deseos sino también tus recuerdos para formar la historia que vivirás y tú... tú nos viste. El día de la captura ¿No lo recuerdas?
Pero Annabelle no lo recordaba, por más esfuerzo que hizo no había nada acerca de lo que Mike le decía solo residuos de los falsos recuerdos del sueño que MORFEO había creado para ella. La joven hizo un nuevo intento pero igual de fallido así que negó con la cabeza.
—No sé nada de la que me estas diciendo. Pero hay algo que sí recuerdo Bruffman, Henrik... Los he oído nombrar en mi sueño.
—Es posible que nos hayas oído decirlo cuando trabajábamos, pues aun siendo un sueño artificial, las palabras que oyes mientras duermes pueden colarse a tu mente, igual que sucede en un sueño normal.
—¿Quiénes son ustedes en realidad?
—Yo soy Michael Shinoda y fui el encargado de hacer tu investigación y también el encargado del proyecto, el es Bradford Delson y es mi colega, y el otro es mi asistente, Robert Bourdon. Aunque creo que nuestros nombres ya los conocías.
—Son versiones paralelas de ellos —dijo para sí misma, Annabelle o eso había pensado pues Mike asintió con la cabeza.
—¿Y ahora que harán conmigo? ¿Me... mataran también? —inquirió la chica tímidamente.
—Claro, te sacamos de lugar a riesgo de nuestra vidas y además nos convertimos en traidores sólo para matarte... ¿en verdad lo preguntas?—contestó Brad con sorna.
—Basta, Brad —reprendió Mike.
—H-hay algo más que quiero saber —dijo Annabelle con voz temblorosa— cuando salíamos de ahí yo oí voces, era en el pasillo; es que aun estoy sumergida alguna clase de sueño o acaso simplemente enloquecí —Annabelle esbozó una débil sonrisa, apenas notoria—. ¿Eran otros como yo?
Los tres jóvenes se miraron entre sí, claro que no había sido imaginación de Annabelle. Ellos sabían perfectamente que era lo que la joven había oído. Aunque no estaban seguros de si debían contárselo.
Son hombres de la rebelión —explicó—. Son civiles que se rebelaron contra el gobierno y terminaron siendo capturados. Ellos tratan de derrocar al gobierno actual y tratar de imponer uno nuevo a toda costa. A los capturados se los utilizan como sujetos de experimentación, aunque no estoy seguro si es cierto o no, es lo que yo he oído por otros. Yo jamás estuve en esa parte de los monoblocks.
«Es cierto», pensó Annabelle.
«Es cierto», pensó Brad. Y recordó brevemente a los capturados, una vez había visitado las cárceles en calidad de científico y los pobres infelices no eran más que despojos humanos. Había sido la única vez que había sentido alguna clase de compasión por ellos.
Annabelle iba a hacer alguna otra pregunta, pero Brad le interrumpió al darse cuenta de las intenciones de la joven.
—Suficiente del interrogatorio este —dijo—o nos va a agarrar el amanecer y no vamos a llegar a ninguna parte más que acompañar a los rebeldes a las jaulas y tú a terminar con un balazo entre ceja y ceja —señaló a la joven y luego el punto dicho en su propia frente.
—No, ustedes son igual que ellos. Yo no voy con ustedes.
—Vamos, Annabelle por favor —pidió Mike solícitamente—. No podemos quedarnos aquí es peligroso.
Mike extendió su mano derecha hasta la joven para ayudarla a levantarse pero ella no siquiera lo miró
—¡No! Me yo quedo aquí. Vayanse ustedes si quieren pero yo me quedaré. Yo no confio en nadie y menos en ustedes; él único en quien verdaderamente podría haber confiado está... Ya no está.
Brad resoplo cual toro bravo y se cruzó de brazos.
—Lo sabía... ¡Lo sabía! Pero no escuchas. ¿Ves lo que sacas con tus explicaciones, Mike?
—Tenía que hacerlo —se defendió Mike.
—Eres tan terco...
Rob negó con la cabeza e ignoró aquella pelea sin sentido que sostenían los dos amigos que ahora más que amigos parecían perro y gato. Se decidió a acercarse a hablar con la muchacha. Annabelle seguía acurrucada contra el árbol. Ella lucía como un animalito indefenso a ojos de Robert Bourdon y sabía que tratar de llevarla arrastrada o discutir por idioteces no funcionaría. Debían tratarla con más delicadeza y tacto. Ella no era un bulto de papas
Rob le sonrió y extendió su mano hacia la muchacha. La joven le observó por entremedio de su cabello.
—Ven con nosotros, por favor. Mira te puedo asegurar que no te haremos daño. Ninguno de nosotros quiere tu mal y menos Michael Shinoda, él arriesgó todo por ayudarte. Nosotros no quisimos que nada malo le sucediera a tu amigo pero es algo que no controlamos, no fue nuestra decisión. Y ahora lo único que queremos es resarcir ese error ayudándote a regresar a tu hogar. Es todo. ¿Me crees?
Annabelle dudó, ¿pero cómo creer en ellos? Era difícil. Finalmente la chica asintió con la cabeza. Desconfiaba sí, pero por algún motivo la versión paralela de Robert Bourdon no le inspiraba esa misma desconfianza que los otros dos. Él parecía tan sincero e incluso parecía comprendería por lo que ella estaba pasando. Annabelle tomó la mano que Robert le ofrecía y se puso de pie, ya el tiempo le diría si hacia bien en confiar en él o no.
La pelea entre Brad y Mike cesó cuando vieron lo que, a sus ojos, era un milagroso hecho.
Annabelle intentó dar unos pasos por sí misma pero sintió un fuerte mareo que la hizo trastabillar -habían sido demasiadas emociones por un día- y hubiera caído al suelo de no ser porque Robert la agarró en el aire y quedó en suspendida en sus brazos.
—¿Estas bien? —le preguntó a la muchacha. Annabelle asintió, aunque no era así. Su cabeza aun le daba vueltas y se sentía enferma.
—Vamos, entonces —dijo Brad emprendiendo la marcha junto a Mike.
—¿Puedes...?
Annabelle asintió con la cabeza y trató de volver a caminar pero sus piernas no le respondieron y volvió a quedar en brazos de Rob. Mike se ofreció a llevarla pero Annabelle se negó.
—Puedes caminar afirmada en mí si quieres —sugirió Rob. En otras circunstancia Annabelle habría dicho que no pero se vio obligada a aceptar la oferta y se aferró al brazo de Rob Bourdon como una niña pequeña al brazo de su padre.
Así el grupo al fin pudo continuar con su caminata por el bosque, aun quedaba bastante por recorrer.
Fin capítulo 3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top